miércoles, 27 de marzo de 2013

WANGARI MAATHAI, LA MUJER "QUE PLANTABA ÁRBOLES"


El 21 de marzo se celebró el Día Internacional de los Bosques. Jean Giono, autor de El hombre que plantaba árboles, publicada hace 60 años, en 1953, nació un 30 de marzo. ¿Por qué no hablar, también, de “la mujer árbol”, Wangari Maathai…?


Sus padres pertenecían a la tribu kikuyu, “uno de los 42 grupos étnicos de Kenia”. Su clan, Anjiru, está relacionado con el liderazgo. Wangari en lengua kikuyu significa “de leopardo”. Así fue su vida: con los pies en el suelo, pero mirando al cielo; defendiendo sus convicciones, siendo pionera, luchando contra las discriminaciones de todo tipo.


En 2006 publica Unbowed (traducido en España como Con la cabeza bien alta), dedicado a sus padres  y a sus tres hijos. “Escribir estas memorias fue como trazar el viaje de unos sesenta años de mi vida. Me trajo muchos recuerdos y me hizo reflexionar sobre acontecimientos pasados y presentes, relaciones, amistades y colaboraciones, así como recuperar momentos de grandes dificultades y enorme alegría”.          

“Fui la tercera de seis hijos y la primera niña después de dos varones”…-comienzan sus memorias. “Cuando nací, la región de Ihithe era todavía exuberante, verde y fértil…”. Wangari nació en 1940 en una aldea del centro del país con el sagrado monte Kenia ante sus ojos. Kenia era entonces una colonia británica. “Cuando yo nací, nuestro mundo ya estaba desapareciendo…”.

Una actitud positiva ante la vida

“Ser la primera hija en una familia kikuyu implica convertirse en la segunda mujer de la casa. Haces lo mismo que tu madre y estás todo el tiempo con ella”.
Sus primeros alimentos fueron el jugo de plátanos verdes, la caña de azúcar, los boniatos y el cordero.
“Mi madre me cedió un pedazo de tierra de unos 5 metros cuadrados y me instruyó en la plantación y el cuidado de los cultivos. En la estación de lluvias, siempre me decía: “No holgazanees cuando llueve. Aprovecha para plantar algo…Lo que más me gustaba era cultivar los campos al atardecer. No hay nada más hermoso que cultivar el campo a la caída de la tarde…Siempre presté mucha atención a la naturaleza”.
Con once años va interna a la escuela Santa Cecilia hasta los quince. “Me encantaba aprender”.
En 1956 acude a un instituto para chicas en las afueras de Nairobi. Una de las religiosas, la madre Teresia, “despertó en mí un interés inagotable por la ciencia, primero por la química y, más tarde, por la biología”.  
Cuando se gradúa, en 1959, su país está en el camino para lograr la independencia de los británicos (esta se produce en diciembre de 1963). Se necesita gente formada para cubrir los puestos vacantes en la administración y en el gobierno. Por esa época, Estados Unidos crea un programa de becas para que estudiantes africanos puedan acceder a una educación superior. Ella será una de las 300 kenianas seleccionadas. Su destino es una universidad de Kansas. “Con 20 años me subí a un avión por primera vez en mi vida”.
En una cafetería de Indiana sufre el primer episodio de discriminación racial en Estados Unidos: no pueden sentarse en el local a tomar algo, sólo comprarlo y beberlo fuera. “Los cuatro años que pasé en Mount  me sirvieron para escuchar y aprender, pensar de manera crítica y analítica, y plantearme cuestiones, actitud que he mantenido desde entonces”.
Tras obtener la licenciatura en Ciencias, hace un máster en biología en la universidad de Pittsburg. Cuando está a punto de terminar, es entrevistada por representantes de la que luego sería la universidad de Nairobi para un puesto de ayudante de investigación de un profesor de biología. Y, sin esperar a la graduación, se incorpora a un proyecto de control de la langosta del desierto en Kenia. Pero cuando llega para trabajar allí, ya le han ofrecido su puesto a otra persona. Este es su primer contacto con la injusticia y la discriminación étnica.
Pero ella no deja de intentarlo, y consigue trabajo en la Facultad de Medicina Veterinaria. Allí, con el tiempo, pasará a formar parte del equipo docente y de investigación.
Trabajar duro, ayudar a los pobres y ocuparse de las personas más vulnerables de su país, serán sus objetivos a partir de entonces.   “Estados Unidos me enseñó a no desperdiciar las oportunidades y a hacer cuanto estuviera en mis manos”.
En 1966 conoce a su futuro marido, que también había estudiado en Estados Unidos. Tras volver de Alemania, donde lleva a cabo un trabajo de investigación, se casan en 1969. A partir de entonces, ayudará a su marido en su aventura política, seguirá trabajando en la universidad y ejerciendo de esposa, ama de casa y madre de tres hijos.
En 1971 termina su doctorado, la primera mujer en toda África Central y Oriental en obtenerlo, y le ofrecen un puesto como profesora titular. En la universidad luchará por la igualdad de derechos de mujeres y hombres.

Concienciación medioambiental: Por qué árboles

Desde pequeña, había vivido prácticas culturales de su comunidad que propiciaban la conservación de la biodiversidad, como el respeto por las higueras. Pero es desde ONGs como el Centro de Coordinación Medioambiental y a través de sus investigaciones para la universidad, cuando comienza a concienciarse del deterioro del entorno, en concreto, de la erosión del suelo. Las mujeres le hablan de la desnutrición de sus hijos desde que los cultivos comerciales como el té o el café sustituyen a los tradicionales de maíz, judías y vegetales verdes, y las madres dan a sus hijos  alimentos procesados.
En 1972 había tenido lugar en Estocolmo la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente, uno de cuyos resultados es la creación del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), primer organismo de las Naciones Unidas que tiene su sede en un país en desarrollo (en Nairobi, Kenia).
En 1975 se celebra en México la I Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer. En la preparación de la agenda que llevar a México, hablando con las mujeres de sus problemas, llega a la conclusión de que todo está relacionado y piensa: ¿Por qué no plantar árboles? “Así fue como surgió el Movimiento Cinturón Verde”.


Wangari Maathai falleció en 2011.
En España, la Fundación Mujeres por África (http://mujeresporafrica.es) le rindió homenaje plantando un pequeño bosque de 71 árboles (los años que tenía cuando murió) en su memoria.

PARA SABER MÁS

Movimiento Cinturón Verde (www.greenbeltmovement.org)

LIBROS

Corazón kikuyu. Stefanie Zweig. Edelvives, 2004. Kenia y la cultura kikuyu vistas por una niña alemana en 1938.


Un puñado de semillas. Monica Hughes y Luis Garay. Ekaré, 1996. "Recuerda guardar semillas para la próxima siembra -dijo la abuela-. Así nunca te faltará de comer".


El hombre que plantaba árboles. Jean Giono.


El jardín secreto. F.H. Burnett. Everest, 2013.


lunes, 18 de marzo de 2013

ELOGIO DE LA LENTITUD (EN NUESTRA ACELERADA VIDA MODERNA)



Este es el título de un libro publicado por primera vez en castellano en 2005. Su autor: Carl Honoré, un periodista canadiense que vive en Londres. El subtítulo en inglés, explica: Cómo un movimiento mundial está cambiando el culto a la velocidad.

El libro se abre con una cita de Ghandi: “En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad”. Después, a lo largo de 230 páginas analiza nuestro modo de vida moderno -donde hasta el colacao es turbo para que se disuelva antes y no forme grumos- y lo salpica de chispeantes anécdotas y muestras de humor negro, para concluir con un muestrario de diversas experiencias a lo largo y ancho del mundo en las que se buscan unas ciudades “lentas”, una comida “lenta” (frente a la fast food) o un sexo “lento”.

Sin embargo, aclara: “Este libro no es una declaración de guerra a la velocidad…sino a actuar con rapidez cuando tiene sentido hacerlo y ser lento cuando la lentitud es lo más conveniente”.

En 2013, tras Bajo presión: Cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente (2008), publica La lentitud como método: Cómo ser eficaz y vivir mejor en un mundo veloz.

DEFENSA DE LOS DESOCUPADOS. 187…



En el último tercio del siglo XIX, entre 1876 y 1879, R.L. Stevenson escribe este ensayo donde desarrolla la filosofía del “saber disfrutar de no hacer nada”.

“En estos tiempos  en que todo el mundo está obligado, bajo pena de lesa respetabilidad, a entrar en alguna lucrativa profesión y trabajar en ella con bríos casi cercanos  al entusiasmo, la opinión de los del partido opuesto, que se contentan con tener lo suficiente, sin aspirar a más, y prefieren ser meros espectadores y gozar mientras tanto, parece que suena un poquillo a bravata y fanfarronería. Y, sin embargo, no debía ser así. La llamada indolencia, que no consiste en no hacer nada, sino en hace mucho de lo que no está reconocido en los dogmáticos formularios de las clases dirigentes, tiene tanto derecho a mantener su posición como la misma laboriosidad”.

Stevenson abre el ensayo con un diálogo entre Boswell y Johnson:
- Boswell: Cuando no hacemos nada, nos aburrimos.
- Johnson: Eso es porque, como los demás están ocupados, nos falta compañía. Pero si tampoco ellos hicieran nada, no nos aburriríamos: nos divertiríamos los unos a los otros.

Al final, concluye: “Si una persona no puede ser feliz más que estando ociosa, ociosa debe permanecer”.

Carl Honoré recoge que la palabra inglesa boredom, aburrimiento, no existía antes de 1850: “El hastío es una invención moderna”.

MOMO y los hombres grises.1973.



Casi cien años después de Stevenson, Michel Ende publica la novela Momo, subtitulada “Los hombres grises”.

Estos deciden apoderarse de uno de los bienes más preciados que poseen las personas: su tiempo. Momo llega al lugar de donde viene el tiempo para recuperarlo porque “el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón”.

2003. FERNANDO SAVATER Y SU PROPÓSITO DE NO TRABAJAR

En el prólogo de su autobiografía razonada “Mira por dónde”, lo confiesa sin rebozo: “En el comienzo estuvo siempre mi firme propósito de no trabajar…”.

En 2013, los españoles hemos perdido mucho. Según una encuesta, apenas el 7 % tiene tiempo para echar una cabezadita después de comer. La famosa “siesta” española está desapareciendo en España cuando empiezan a reivindicarla en Japón o Estados Unidos.

2013. EL MOVIMIENTO SLOW EN EL MUNDO

“Un mundo realmente lento requiere nada menos que una revolución del estilo de vida”.

Hasta el momento, el Movimiento Slow carece de sede social y de página web, no tiene un dirigente único ni un partido político. Son una serie de iniciativas dispersas por el mundo pero que tienen la misma filosofía de base: lograr el equilibrio en el acelerado mundo actual.

ALGUNAS EXPERIENCIAS

-   Austria. Sociedad por la Desaceleración del Tiempo (www.zeitverein.com). Conferencia Anual en Wagrain cada octubre.

- Italia. Slow Cities. Ciudades Lentas (www.cittaslow.org). http://www.cittaslow.org/network/country/30 (Slow Cities en España: Begur, Pals, Bigastro, Lekeitio, Mungia y Rubielos de Mora).

-       Japón. Sloth Club. El Club de los perezosos. (www.sloth.gr.jp).

-       Estados Unidos. Fundación por un Largo Ahora (www.longnow.org


MÁS INFORMACIÓN

http://www.youtube.com/watch?v=_9wLTMK-EKY. Carl Honoré en Málaga en el
I Congreso de Mentes Brillantes, 2010. 

http://www.carlhonore.com. Página web de Carl Honoré.

http://movimientoslow.com/es/filosofia.html. Filosofía del Movimiento Slow.