viernes, 8 de mayo de 2015

EL JARDÍN DE ABADÍA, EN CÁCERES: DE PRODIGIO RENACENTISTA A RUINA


Declarado Jardín Histórico Artístico por el Decreto del 3 de junio de 1931, el jardín que en su época fue considerado una obra excepcional del Renacimiento italiano, es hoy- desconocido y olvidado- una pálida huella de lo que fue en su día, allá por el  1577.

En esta fecha, Bartolomé de Villalta publicaba  su obra El Peregrino curioso donde hablaba de un jardín -aún no acabado- con este epitafio a la entrada:

“El que viniere a ver esta Abadía
a este jardín y huerto esclarecido,
para notar y ver bien su valía,
muy necesario es que haya corrido
los que nuestro Felipe  [II] poseía
y los que en Flandes han más florecido,
de Italia ha de tener mucha noticia
para su ser preciar gala y pulicia”.

Con estas palabras, quería hacer referencia a los maestros que el III Duque de Alba -propietario entonces de la finca- trae de Italia y Flandes, confirmado en 1919 por el duque de Alba en su discurso leído en la Real Academia de la Historia:  “Con otros maestros de menor renombre figuran Juan Carrera, Enrique  Egas, Juan Guas. De Italia trae al arquitecto Benvenuto y a los hermanos pintores Cristóbal y Juan Bautista Passim... En 1542 encargó el duque a Génova estatuas, cornisas, pilares y otros adornos de mármol...Músicos de capilla, tapicerías, pinturas, armería, artillería ganada en las jornadas de Alemania, Italia y Flandes...”.

No hay que olvidar que Fernando Álvarez de Toledo (n. Piedrahíta, 1507- + Lisboa, 1582), III duque de Alba, fue gobernador de Nápoles y de Flandes, estuvo en la campaña del Danubio contra los protestantes alemanes, en Mühlberg con el emperador Carlos V, y fue capitán general del ejército imperial en Italia.


O a las fuentes, instaladas en tiempos de Felipe II, en la Casa de Campo (Fuente del Águila) y en los Jardines de Aranjuez.

El Peregrino prosigue su paseo describiendo lo que ve con todo detalle: calles de murta (mirto) y arrayán, arte topiaria en forma de mochuelos, gavilanes, ruiseñores, osos, tigres, leones, unicornios, caballos, damas, ninfas, armas, escudos, ballestas... Una fuente muy alta con los 7 planetas y 25 personajes, entre ellos, el Duque de Alba y la Duquesa (María Enríquez) que echaban el agua “por los ojos, por las narices, por los cabellos, dedos, oídos, ombligos, junturas; por manos, miembros, piernas...”.

Más allá, un lago o estanque con 10 gigantes de más de veinte palmos de altura que llevaban sobre sus hombros un monte, en el que se veían diversidad de piedras, conejos, lagartos, culebras, etc. “Había una gigantona que con una saeta los hería, y ella misma era oprimida de un cupidillo”. Los gigantes llevaban en la mano bastones de nudos de treinta palmos de largo. Y echaban agua "con unos chorros tan delgados como hilos y tan altos como dos lanzas".

Pero lo más esencial y lo más principal es una plaza en cuadrángulo  con las paredes cubiertas de hojas de naranjos y jazmines. “Está la tal plaza en medio del jardín, con sus calles que salen a todas las cuatro partes, y en ellas 24 bustos de emperadores, cónsules y capitanes generales de los romanos, cada uno con su tabernáculo”. Tiene sitio para poner sillas y apariencia de cenador.

“De allí prosiguieron por aquellas calles cubiertas de cidras [toronjas], limones, y por las eras del huerto, viendo aquellos cuadros de diversidades de plantas traídas de Flandes y Alemania y de los más remotos confines de la Tierra. Entre ellas notó una que llaman brótano [santolina] y otra que llaman fraula [fresa]. Por una carretera ancha y grande dio el Peregrino en un paseador de 6 ventanas o puertas que dan sobre un río grande [el Ambroz]”.

Habla de la fuente llamada de las uvas, y de ninfas, diosas y damas colocadas en arcadas y tabernáculos... “Si toda la filateria de los significados hubiese yo de declarar, sería cosa prolija”- concluye.

Antonio Ponz, dos siglos después, en su Viaje de España (1772-1794), un verdadero catálogo artístico de las obras conservadas en España antes de la entrada de Napoleón, ya es testigo de su decadencia: “el adorno de los jardines se conoce que ha sido de lo mejor de España, bien que por lo que pertenece al cultivo, juegos de aguas y otras partes está muy deteriorado”.  

Y continúa: “Se divide dicho jardín en alto y bajo. En medio del alto hay una fuente de mármol con estatuas y bustos de la misma materia [mármol]: desde la taza se elevan dos pedestales con estatuas antiguas cada uno, y representan a Higea, diosa de la Salud, que tiene una sierpe enroscada en una mano, y a una villana con traje de tal y en ademán de reírse que con la mano derecha se coge el vestido y en la otra tiene un jarroncillo. Los bustos que sirven de adorno a la expresada fuente están parte de ellos muy arruinados. Esta fuente estaba llena de surtidores de agua escondidos, y lo mismo otra inmediata, sobre cuya taza se levanta un pedestal en el que se sienta un caballo de mármol... ". 

Divide el jardín en dos partes: "Desde el jardín alto, que casi no merece este nombre por lo descuidado que está, se desciende al bajo por dos suaves escaleras de piedra, en muchas partes desmoronados los escalones... Lo primero se entra en una espaciosa plaza cerrada por sus tres lados. En medio está una de las más bellas fuentes que he visto en España. Los balaustres y pedestales que la cercan hacen figura octógona... Encima de los pedestales hay figuras de mármol, que entre todas son 15, faltando una. Cada figura tiene delante de sí una concha, y todas ellas forman otras tantas fuentes particulares. Representan estas figuras niños en caprichosos juguetes y hay otras figuras mayores cuyos desnudos tienen no poco mérito. El principal objeto de esta fuente se compone de 4 tazas o receptáculos de agua. En medio de la inferior hay un pedestal, y encima de él tres figuras de jóvenes de tamaño natural que, alternando con delfines, sustentan la segunda taza; en ésta hay otro pedestal sobre el que están puestas tres figuras aladas que sostienen la tercera; de ésta se levantan tres figurillas que, terminando en hojas por la parte inferior, sostienen con la superior la cuarta taza, en cuyo medio hay una figurilla de Baco que arroja agua por la boca de un pellejo que tiene en la mano... En uno de los pedestales de las estatuas hallé esculpido el nombre del autor y el año en que se hizo la fuente: 1555, Francisci Camilani Florentini, opus... La pared que hace frente a esta espaciosa plaza y al mismo tiempo sirve de estribo al jardín alto, tiene 5 nichos con bustos y estatuas de mármol dentro de ellos: el de en medio, contiene en lo alto el escudo de armas de la casa de Alba;...Las figuras de los últimos nichos son de tamaño natural, y en uno Perseo- y junto al nicho el caballo Pegaso- y en otro Andrómeda- y junto a ella la fiera marina de quien aquel la libertó... El dilatado y espacioso jardín debió ser, en lo pasado, una maravilla a lo que se ve; por tanto, causa más compasión su actual abandono... Hacia el medio de este lienzo de pared que corresponde al lado del río Ambroz,  hay un espacio circular adornado de cuatro nichos con mosaico de piedrecillas que eran antes un órgano hidráulico, pero se perdió este artificio... Se conocen todavía los cuarteles del jardín por los mirtos y arrayanes que hay entre las hierbas, y hay también algunos naranjos y otros frutales... todo reducido a informe espesura”.

Por fin, en 1920, y “aunque advertido de la ruina del famoso jardín”, Javier de Winthuysen, jardinero y pintor, con la beca concedida por la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) para investigar los jardines clásicos de España, decide hacer el camino a pie desde Aldeanueva para evocar las sensaciones del “peregrino curioso” de cuatro siglos antes.  Lo primero que ve es el palacio, “un gran caserón sin ningún detalle exterior que significara lujo ni arte”. Esto también lo había resaltado Ponz: “aunque la arquitectura del palacio no tiene cosa notable...”.

Desciende a la parte baja del jardín, “todo él sembrado de pimientos”. En el muro que da al río Ambroz, descubre las arquitecturas de estuco que formaban los balcones, ve las piedrecillas de colores y “en la llamada plaza de Nápoles” descubre la estatua de Andrómeda en mármol, .única que queda emplazada. “De la fuente monumental firmada por el florentino Camilani, de las balaustradas y otras cosas, no había ni rastro”.  Cuando ya se va a marchar, el muchacho que le acompaña, le conduce a un sótano del caserón. Allí, “en montón informe y destrozadas estaban las finas esculturas y los detalles de ornamentación, las piedras del cenador jónico,  y rotas, las medallas, la figura de la aldeanilla y, aparte, su cabeza riendo”.  Y Winthuysen  se aleja de aquellas ruinas con la triste reflexión de que “ni el interés histórico ni el estético han sido suficientes para conservar la obra más característica del Renacimiento”.


Y así llegamos al principio, el Decreto del 3 de junio de 1931. Y a la Carta de Florencia, de 1982 sobre Jardines Histórico- Artísticos en cuyo artículo 9 se dice que “la protección de los jardines históricos- monumentos vivos cuyo material es esencialmente vegetal- exige que estén inventariados o identificados e impone intervenciones de mantenimiento y restauración”.

Y uno se pregunta, tras la visita efectuada en la primavera de 1999, en la que se constata que cada vez quedan menos cosas y más deterioradas, qué significó la declaración del Jardín de la Abadía en 1931 y qué fue de los compromisos adquiridos y de los presupuestos, estudios e intervenciones...

[No obstante, recuerdo haber sentido algo especial, como también me ocurrió en Lebeña – antes del aparcamiento- y en la ermita de Bostronizo, en Cantabria. Como si algo de la energía antigua aún permaneciera…].

NOTA. El Palacio de Sotofermoso y jardín se pueden visitar los lunes (excepto festivos) de 10:00 a 11:15 horas, sin cita previa. Solo yendo allí.