jueves, 25 de marzo de 2021

EL HUERTO DE EMERSON. Tercera inmersión en los recuerdos, de Luis Landero


La primera fue El balcón en invierno. La segunda, Entre líneas: el cuento o la vida. Ahora viene con una tercera entrega, con capítulos como: Un hombre sin oficio, El Madrid de entonces o Mar desde el huerto.

“Tengo un cuaderno nuevo y no sé en qué gastarlo”…- comienza. … “siempre queda la posibilidad de abandonarse a los recuerdos…”.

El recuerdo, fuente de la fantasía y de la creación

“En nuestro pasado está todo cuanto necesitamos para encender el fuego de la inspiración…Todo, todo está en el fardo de la vida…La memoria de lo vivido no se acaba nunca…Siempre he encontrado en mi pasado la chispa de la imaginación para idear personajes e historias que son ya ajenos a mi vida, que son pura invención…”.

“Yo soy de los que viven, archivan en la memoria, y luego, al recordar, me lo reinvento casi todo…”.

De la planificación a “lo que surja”

“Esta vez quiero que el libro se vaya haciendo solo…No pensar demasiado, sino dejarse llevar por el fluir de la escritura”.

Un  hombre sin oficio, pero con aficiones mil

“Yo soy un hombre sin oficio…”- dice en el capítulo 3. “Aficiones, eso sí, he cultivado muchas…”. Cita la botánica, el ajedrez, leer en latín, hacer juegos de manos, componer canciones…

“El equiseto…es una planta cuyo tallo se puede desmontar y montar como las secciones de una caña de pesca, y es una de las plantas más antiguas que existen…”.

Los libros que he leído

“Pasé de la infancia a la literatura, sin transición”.

Cita varios autores y libros: “He leído a Adorno durante muchos años. Tengo sus libros muy subrayados y anotados … Sé que sin Adorno yo no sería el que soy ahora”… Otros libros que leyó “con cuidado y provecho” fueron: Sobre la libertad y Capítulos sobre el socialismo y otros escritos, de Stuart Mill; Contingencia, ironía y solidaridad, de Richard Rorty; Reconoce leer sin orden ni método, según le va surgiendo.


También nos comparte sus “autores más queridos”: Cervantes, Kafka, Shakespeare, Dickens, Faulkner, Conrad, Chéjov, Borges, Quevedo…Se reconoce lector, antes que escritor o profesor.

Y varias de sus citas, anotadas: “Para escribir…hay que mirar mucho…Ver con tus propios ojos…”, de Guy de Maupassant. O “Todo lo que se mira con intensidad se hace interesante”, de Flaubert. O “Encuentra bello todo lo que puedas”, de Van Gogh…

Un profesor de “detalles”

Eso es lo que ha intentado transmitir a su alumnado. Cómo Buñuel se obligaba todos los días a inventarse una historia para ejercitar su imaginación;

“Cuando llego por primera vez a una ciudad, lo que más me gusta es sentarme en la terraza de un café y observar a la gente”.

[Hoy, con la globalización y las redes sociales] “Lo único inexplorado que queda son los detalles”.

Mis ilusiones perdidas

 “A veces pienso que no he superado el drama de dejar de ser niño”…la infancia: la edad de los hallazgos perdurableslos primeros encuentros con las cosas”…

“Yo le tenía mucho miedo al amor. Quizá porque no creía en mí…”.

“Siempre me ha gustado más soñar la vida que vivirla…Ya casi en la vejez, descubrí que… siempre he sido platónico”.

“No me gusta viajar pero me encantan los viajes”

Sus viajes inolvidables no son los que hizo de joven, cuando era guitarrista, o cuando ha tenido que presentar un libro, sino los que ha hecho con los libros de viajes, con los libros de aventuras: “con Verne, con Defoe, con Homero, con Stevenson, con Humboldt, con Darwin, con Kapuscinski, con Shackleton”…

Y, a la vez, “tengo nostalgia de todos los caminos que no he andado”…Pero le gusta más escribir que caminar…Y se reconoce sedentario.

En una ocasión pensó en escribir un libro de viajes; pero, comenzó a andar de Navaleno, en Soria, a Aranda de Duero, en Burgos (70 km), y, en casi dos horas, había caminado medio kilómetro y escrito 700 palabras. Al final, haciendo cálculos, no le traía cuenta. “¿Cómo caminar tanto tiempo haciendo metáforas y dramas?…”.

Yo también he calculado las palabras que escribo por kilómetro (cogiendo la referencia del diario de mi Camino de Santiago): 150 palabras (como un microrrelato) cada media hora (que es lo que tardo en recorrer 1 kilómetro). A mí sí me trae cuenta. Debe ser que no me preocupo tanto por el estilo…Como soy una arbularia

SABER MÁS

https://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2014/10/el-balcon-en-invierno-escribir-para-que.html. El balcón en invierno. Escribir para que no se pierda lo vivido.

LUIS LANDERO: EL CUENTO O LA VIDA

Se alternan recuerdos en cursiva con un alter ego, de nombre Manuel Pérez Aguado, que aporta nuevas perspectivas.

Profesor, lector y escritor

“Fue hacia 1970 cuando Manuel y otros…empezaron… a vislumbrar zonas enormes de la cultura europea y americana que el franquismo…les había arrebatado. Fue entonces cuando decidió hacerse escritor”.

“En sus relaciones con Londres, el Amadís de Gaula de Manuel fue una novela de Conrad que se titula El agente secreto”…Hay en esa novela  un personaje fascinante. Es un italiano que vende helados en Hyde Park…”. 

“Antes que ser un escritor grande o chico…uno tiene que ser ante todo un escritor de verdad…la gloria del empeño”.

“A Manuel le gusta construir sus historias al modo flaubertiano…planea mucho, se rodea de cuadernos, analiza los espacios y los personajes, calcula el tiempo…, acumula materiales, amuebla la trama con anécdotas y situaciones…”.

Su amado Madrid…Los amaneceres urbanos de los años sesenta

Su primera clase de literatura (primer día de trabajo…).

“A veces Manuel piensa que entre su abuela y él, años antes de Tiempo de silencio  y de Benet y de Juan Goytisolo, renovaron a su modo la narrativa española”.

Construir sobre el saber espontáneo y difuso

La literatura se aprende, pero no se enseña

“Los libros se aluden unos a otros”. Unos libros te llevan a otros…

“Hay dos cuentos de Borges…que debían ir juntos para ilustrar preceptivamente ese ciego afán propio de todo gran arte. Uno se titula El aleph…El otro cuento se titula El espejo y la máscara".

“El escritor ha de intentar encontrar el tema o los temas que conecten con su temperamento”.  (Flaubert)…"Debe escribir sobre aquello que conecta con sus inquietudes y experiencias más íntimas".

“Mi signo es la intermitencia”

En el capítulo titulado Perfil, escribe: “Tuve una vida oscura, algún destello singular: fui músico, ejercí oficios varios, escribía encorvado y secreto, estudié letras superiores, viví algún tiempo fuera de España; matrimonio, dos hijos, trabajo estable. Publiqué algunos libros, poco más…mi dolor es la insatisfacción crónica y la repentina falta de entusiasmo”.

“Tenía dieciséis años y trabajaba en CLESA, central  lechera, sección de contabilidad”.

“Tener que hablar de lo que escribe…es la cosa que menos le gusta en el mundo”.

“La gente entonces, salvo por el servicio militar, no viajaba”.

Ser Federico García Lorca durante 24 horas

Recetario inspirado en errores

“Son unas doscientas anotaciones breves…De todas esas normas…, quizá la más cándida y enigmática sea la número 2: “Acuérdate de que vives en un país lejano…”.

Recrear. “La memoria selecciona y poetiza el pasado”

“El relato es como un cofre donde guardamos trozos de vida, capaces así de ser transmitidos a las generaciones venideras”.

“Las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos” (Valle-Inclán).

“Un olor es suficiente para reconstruir el reino perdido de la infancia”.

“Lo bueno de escribir es andar el camino”

 

lunes, 15 de marzo de 2021

CARTAS A GABRIELA MISTRAL DESDE EL EXILIO. De mujer a mujer

 


“Una sororidad epistolar…”- titula Francisca Montiel Rayo su introducción. Son 30 cartas de diez exiliadas republicanas desde distintos lugares del mundo, entre 1942 y 1956 (Gabriela murió el 10 de enero de 1957).

Teresa Díez-Canedo (de soltera, Manteca Ortiz). Socia del Lyceum Club, con domicilio en Lealtad, 20, en Madrid, antes de la Guerra Civil). Casada con Enrique Díez-Canedo (1879-1944), poeta, crítico literario y artístico, traductor, diplomático, académico y profesor. En 1938, este se exilió a México con su familia, donde colaboró con la Casa de España (hoy, el Colegio de México) y la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).

En agosto de 1942, Teresa le escribe a Gabriela desde Middlebury College, una universidad privada del estado de Vermont, en Estados Unidos (que contrató tras la guerra de España a prestigiosos exiliados republicanos). Su marido Enrique trabaja en los cursos de verano de la Escuela Española (Al final de la carta de su mujer, él añade: “Acabo de descubrir que este trabajo de verano en Middlebury no es trabajo, sino descanso en comparación con los últimos meses de México…”).

Enrique Díez Canedo fallece en México  el 6 de junio de 1944 y Teresa le recuerda en su carta del 5 de octubre: …”Así fue mi vida con Enrique. Así he sido tan feliz… (“no ver más que por él y para él”)”. A partir de entonces, dedicará los 11 años siguientes a reunir y publicar lo que su marido dejó escrito. En carta de 10 de febrero de 1947, le explica a Gabriela: “Toda la obra de Enrique quedó en Madrid. Yo la tenía clasificada y arreglada. Le faltaba el último vistazo que pensaba darle en estos años últimos que creyó él que serían con vida y de descanso. Ya sabe que mi casa, lo mismo que la biblioteca, fue saqueada…Y nos cuesta mucho trabajo encontrar sus cosas…”.

Le pide ayuda el 1 de agosto de 1947: … “si V. pudiera conseguir que se publicase algo de Enrique…”.  (Mistral había conseguido el Nobel de Literatura en 1945 y era cónsul en Petrópolis, Brasil, desde 1941, de Los Ángeles, en 1945 y de Nueva York, a partir de 1953). “Tengo un libro de crítica de poetas españoles…Otro de temas literarios. Otro de sus versos escogidos…También hay uno que él dejó hecho de su viaje a Filipinas…”.

El 8 de marzo de 1955, le reitera: “…Sigo escribe que te escribe cuanto cae en mi mano de artículos de Enrique, si no puede sacarse de momento su obra, estoy arreglándola y archivándola para que en cualquier momento se la encuentren, digamos, ordenada, y se puedan guiar bien”…

Gabriela Mistral le escribe largo y tendido…Desde Niza, el 20 de junio de 1939. Y luego, desde las distintas residencias como cónsul de Chile. “Semana a semana me ocupo de la gente que está a este lado de los Pirineos”- le cuenta en junio del 39, recién acabada la Guerra Civil en España, y a punto de empezar la II Guerra Mundial. “Mi libro [Tala, publicado en 1938] ha dado hasta hoy unos treinta mil francos, que Victoria Kent ha distribuido entre los niños salidos a última hora, y entre algunos maestros…”.


También le informa de que le ha llegado un “nuevo libro de Enrique” [El teatro y sus enemigos]. “Me ha alegrado tanto saber que sigue  él trabajando de esta doble manera: con clases y con producción escrita”…


A su hijo Joaquín [que vive de forma semiclandestina en Madrid, mientras espera salir al exilio], le ofrece su casa en Niza.

En octubre  de 1940, desde Niteroi, en Brasil, le explica: “ …Yo vine de Niza asqueada de la persecución judía hecha por los franceses oficiales…Aquí cada semana tengo entre manos algún asunto español. Ahora estoy con el alma en un hilo por V.  [Victoria] Kent, que dicen presa [tras la ocupación nazi de París, Victoria se refugió en la embajada de México en Francia]…hago lo que puedo…”.  También le informa de que le ha gustado “mucho, mucho, el libro magnífico de su yerno” [La rama viva, antología de Francisco Giner de los Ríos Morales, casado con su hija María Luisa]. “Voy a escribirle…”.

En la primavera de 1947, desde Monrovia, en California, a la carta de Teresa, pidiéndole algo suyo para publicar en la colección que dirige su hijo Joaquín en México, Nueva Floresta (“Si se siente tan generosa como siempre y tiene algo que darle, le ayudaría usted mucho a empezar su vida…”), le responde: “Yo podría dar a Joaquín un poca cosa mixta de verso y prosa. Tengo todo comprometido con Losada…”. Y le recomienda proponer a la editorial argentina unos libros seleccionados de su marido Enrique, ayudada por sus hijos, Joaquín y Enrique, y Guillermo de la Torre [director literario de Losada]. “Yo escribiría una semblanza de él…”.

En cuanto a su salud, le informa de que ha tenido una semiceguera [ a consecuencia de la diabetes]  y que su corazón está dañado…Tiene 58 años y su sobrino YinYin, que vivía con ella, se había suicidado a los 18 años por acoso.

Aún desde Veracruz, en 1948, le cuenta que su vista “es muy pobre…hay un torrente de correspondencia con el que no puedo…”. En una carta manuscrita, sin fecha, le habla de 700 cartas… Así y todo, le pide: “Póngame unas líneas cada mes…”.

Victoria Kent (1898-1987)

En 1950, desde México, donde está exiliada, escribe a Gabriela Mistral para agradecerle el poema que le ha dedicado (Mujer de prisionero) y para pedirle una carta para el rector de la universidad de Puerto Rico, solo para el caso de que tenga que utilizarla.

Victoria le había propuesto a un ministro mexicano la creación de una escuela para el personal de prisiones, pero en previsión de que no salga, piensa que un cursillo de dos o tres meses en Puerto Rico le permitiría ahorrar unos dólares “para defenderme unos meses y proyectar algo nuevo”. “Pueden versar sobre Criminología y Derecho Penitenciario, por ejemplo…”.

A la muerte de Gabriela, Victoria escribe para la revista Ibérica un recordatorio: “Hace 24 años que conocí a Gabriela…En los años 1932 a 1935 fue cónsul de Chile en Madrid…Pasado un tiempo, sentía la necesidad de marchar: “Soy un alga -me decía-, siento la necesidad de flotar”…En 1937 reúne unos poemas y los ofrece a los niños españoles [su libro Tala, 1938, sufragado por Victoria Ocampo, y cuyos ingresos van para los niños españoles refugiados]…Las últimas frase conscientes que Gabriela cambió conmigo en el Hospital de Hempstead [en Nueva York] fueron estas: “¿Qué hay de aquel país? La miseria es grande”. La última música que quiso oír fue la canción Sefardita española”.


Dice que habría que llamarla “Gabriela la dolorida”. “Dolorida por el dolor ajeno…”.

María Enciso

En 1943, le escribe desde Barranquilla, Colombia, donde está exiliada, a Gabriela Mistral, entonces en Petrópolis, Brasil. Le ha enviado su libro Europa fugitiva. Treinta estampas de la guerra, que pensaba que quizá se había perdido. Al hilo, recuerda cuando la conoció por primera vez, en Barcelona, hablando de Cervantes en la Residencia de Estudiantes del barrio de Sant Gervasi.


Le informa de lo que sigue escribiendo (“…publiqué otro libro en septiembre [de 1942, Cristal de las horas- poesía]…Sigo escribiendo…Tengo colaboraciones fijas en El Tiempo y la Revista de las Indias, de Bogotá…Y ya tengo listos dos libros más. Uno de poesía… y otro de relatos, narraciones de exilio y de consecuencias de guerra”,  pero teme no poder publicarlos porque la edición es muy cara) para pedirle al final si le quiere prologar su próximo libro de poesía (De mar a mar, que sale finalmente prologado por Concha Méndez y es editado en la imprenta Isla por Manuel  Altolaguirre, en 1946).


En 1946, María Enciso incluye en su libro de ensayos Raíz al viento una semblanza y un recuerdo de Gabriela Mistral, cuando ella la conociera con 19 años en el chalé de la residencia estudiantil de la calle Ríos Rosas, en Barcelona. “Gabriela, alta, majestuosa, con su rostro de rasgos exóticos…una voz grave… con dulce acento…seseante y cálido del hablar americano…hablaba…cosas de Chile, de sus costumbres, de su paisaje, de su folklore; cosas de América, en general, y también de su propia vida, la vida de una maestra en un pueblo chileno…Su voz, en el jardín de la residencia de Ríos Rosas era un mensaje espiritual de América”…


SABER MÁS

https://www.youtube.com/watch?v=ha3AbpmsuUY. De mujer a mujer. Cartas a Gabriela Mistral desde el exilio (1942-1956).

Poema “MUJER DE PRISIONERO”

A Victoria Kent

    Yo tengo en esa hoguera de ladrillos,
yo tengo al hombre mío prisionero.
Por corredores de filos amargos
y en esta luz sesgada de murciélago,
tanteando como el buzo por la gruta,
voy caminando hasta que me lo encuentro,
y hallo a mi cebra pintada de burla
en los anillos de su befa envuelto.

    Me lo han dejado, como a barco roto,
con anclas de metal en los pies tiernos;
le han esquilado como a la vicuña
su gloria azafranada de cabellos.
Pero su Ángel-Custodio anda la celda
y si nunca lo ven es que están ciegos.
Entró con él al hoyo de cisterna;
tomó los grillos como obedeciendo;
se alzó a coger el vestido de cobra,
y se quedó sin el aire del cielo.

    El Ángel gira moliendo y moliendo
la harina densa del más denso sueño;
le borra el mar de zarcos oleajes,
le sumerge una casa y un viñedo,
y le esconde mi ardor de carne en llamas,
y su esencia, y el nombre que dieron.

    En la celda, las olas de bochorno
y frío, de los dos, yo me las siento,
y trueque y turno que hacen y deshacen
de queja y queja los dos prisioneros
¡y su guardián nocturno ni ve ni oye
que dos espaldas son y dos lamentos!

    Al rematar el pobre día nuestro,
hace el Ángel dormir al prisionero,
dando y lloviendo olvido imponderable
a puñados de noche y de silencio.
Y yo desde mi casa que lo gime
hasta la suya, que es dedal ardiendo,
como quien no conoce otro camino,
en lanzadera viva voy y vengo,
y al fin se abren los muros y me dejan
pasar el hierro, la brea, el cemento...

    En lo oscuro, mi amor que come moho
y telarañas, cuando es que yo llego,
entero ríe a lo blanquidorado;
a mi piel, a mi fruta y a mi cesto.
El canasto de frutas a hurtadillas
destapo, y uva a uva se lo entrego;
la sidra se la doy pausadamente,
por que el sorbo no mate a mi sediento,
y al moverse le siguen -pajarillos
de perdición- sus grillos cenicientos.

    Vuestro hermano vivía con vosotros
hasta el día de cielo y umbral negro;
pero es hermano vuestro, mientras sea
la sal aguda y el agraz acedo,
hermano con su cifra y sin su cifra,
y libre o tanteando en su agujero,
y es bueno, sí, que hablemos de él, sentados
o caminando, y en vela o durmiendo,
si lo hemos de contar como una fábula
cuando nos haga responder su Dueño.

    Y cuando rueda la nieve los tejados
o a sus espaldas cae el aguacero,
mi calor con su hielo se pelea
en el pecho de mi hombre friolento:
él ríe entero a mi nombre y mi rostro
y al cesto ardiendo con que lo festejo,
¡y puedo, calentando sus rodillas,
contar como David todos sus huesos!

    Pero por más que le allegue mi hálito
y le funda su sangre pecho a pecho,
¡cómo con brazo arqueado de cuna
yo rompo cedro y pizarra de techos,
si en dos mil días los hombres sellaron
este panal cuya cera de infierno
más arde más, que aceite y resinas,
y que la pez, y arde mudo y sin tiempo!

(Gabriela Mistral)

 

 

domingo, 14 de marzo de 2021

ZENOBIA CAMPRUBÍ AYMAR, la mujer de Juan Ramón Jiménez. Cartas

 


“… en esta nueva entrega…se reúnen las epístolas…desde que, con solo ocho años, escribió a la neoyorquina revista Saint Nicholas [desde su casa del Paseo de Gracia, 14, en Barcelona]” hasta unos meses antes de que estallara la guerra civil -escribe en la introducción Emilia Cortés Ibáñez, experta en esta integrante de la Edad de Plata.

“…más de quinientas cartas y tarjetas postales…dirigidas a cien receptores de toda índole…” (más de 200, a su madre, “le escribo la mayor parte de los días...”).

Zenobia nació en Malgrat de Mar (en la provincia de Barcelona, la casa de verano) el 31 de agosto de 1887 (calle del Mar, 85).

Se educó en casa con profesores particulares. “En mi cuarto instaló mi abuela mi primera biblioteca y me hizo amiga, antes de los ocho años, de todos los dioses del Olimpo y de los legendarios mortales que surgen de las páginas de la Iliada y la Odisea”. Recuerda, en concreto, los cuentos indios e irlandeses, “tan llenos de imaginación…y tan románticos”.

Con 8 años escribe a la revista Saint Nicholas para decirle los personajes que más le gustan: “Teddy y Carrots y Zach. Ballister, el mejor”. Les informa de que su hermano mayor [José, nacido en 1879] la colecciona desde 1885. “Vivo en una ciudad preciosa llamada Barcelona, que está en el mar Mediterráneo”. (Posteriormente, escribirá en ella cuentos y relatos: A Narrow Scape/Una escapada milagrosa, A Dog Hero/Un héroe perruno, en 1902, con 14 años;  The Garret I Have Known, El desván que he conocido, en 1903; When Grandmother Went to School/ Cuando mi abuela asistía a la escuela, en 1904…).

Con 9 años realiza su primer viaje a Estados Unidos. Se alojan en el hotel Bristol (en la Quinta Avenida con la Calle 42). A su hermano Raimundo, de 12 años, le escribe: “Si tú estuvieses aquí verías por la Quinta Avenida las bandadas de coches y carros que hay y también las bandadas inmensas de bicicletas que hay en el Central Park…”.

Lecturas

En 1904, desde Valencia, le escribe a su madre que está leyendo “Ranch Life by Teddy” (Ranch Life and the Hunting Trail, por Theodore Roosevelt. Su experiencia de dos años en un rancho de ganado en el estado de Dakota, allá por 1884, antes de ser el presidente más joven de los Estados Unidos, en 1901).

Intereses múltiples

En 1904, le escribe a su madre: “…estoy bastante interesada en el cambio del desierto del Colorado en tierra fértil…” (a raíz de la lectura de un artículo en Review of Reviews).

La “americanita”

Al retrato que hace de ella Carlos Morla, en 1932 (“voz suave, alegre y cariñosa…; ojos azules, … carácter espontáneo y expansivo…, manos llenas de expresión, bondadosas y abiertas…”) yo añadiría el sentido de humor (carta sobre una misa “de aventuras” en Valencia en 1904), persona hiperactiva -más que activa- a quien le gusta saber las cosas con certeza.

En 1904, le escribe a su madre (en Barcelona) desde Valencia: “La gente me dice que soy muy guapa”...

En el balneario de Solares (Cantabria), en 1911

“¡No tenía ni idea de lo paradisiaco que es!… [el norte de España]”- le escribe a su amigo americano Henry Lee Shattuck el 21 de agosto. Le encanta la “naturaleza salvaje” de los alrededores del balneario.

“Estoy fascinada…”-le escribe un día después a su amiga bostoniana Helen Rotch- por este “maravilloso lugar”.

Mina Pepita, ese lugar “salvaje y tranquilo”

Zenobia, en sus cartas, habla de un lugar “a cinco minutos a pie desde el hotel”; “el camino lleno de musgo más adorable y tortuoso jamás visto”… “Había tal cantidad de helechos a vuestro alrededor…los grandes peñascos grises y blancos…sobresalen en grupos de la roja tierra…”.

http://turismo.mediocudeyo.es/web/parque-mina-pepita/. Parque Mina Pepita. Abierto en 2015 al público, son casi dos hectáreas donde conviven laureles y helechos con  agujas de más de 15 metros de altura. Comenzó a explotarse en 1887 hasta los primeros años del siglo XX.

https://ficcionesdeloreal.blogspot.com/2021/03/a-solares-en-busca-de-zenobia.html. A Solares en busca de Zenobia.

SABER MÁS

https://casamuseozenobiajuanramonjimenez.com/vida-zenobia-camprubi-aymar/. Casa-museo Zenobia/Juan Ramón Jiménez.

https://www.castillatermal.com/blog/libro-historia-balneario-solares/. Balneario de Solares.

Curiosidades

Decora, en 1935, el parador de Ifach, en Calpe (Alicante).

Sus medidas (en 1904, 17 años): Largo de manga, 63. Largo de espalda: 37. Ancho de espalda: 33. “La medida de mis guantes es número 26”.

Vestimenta (en 1904, en Valencia): “Para las tardes llevo falda verde y jubón azul celeste y blanco, con cuello de encaje inglés; para la mañana, falda azul y jubón marinera; para paseo, vestido verde completo con sombrero de paja”.

“Lo que más desearía tener es una chaqueta lisa de diario…prefiero el azul gris claro…Uno no vive para vestirse, sino que se viste para vivir “.

“Voy a dar a lavar mi corsé; como no lo llevo puesto, estoy comodísima”.

Sus gastos en 1904 en Pointe-au-Pic, Quebec, Canadá: Guantes, 1 dólar; sellos: 20 céntimos, 1 lazo: 40 céntimos. 

Un día de su vida

(En Valencia, en 1904): “Nuestra vida aquí es, en cuanto a hechos, monótona, pero no me aburro absolutamente…siempre tengo algo que hacer…tantas cartas que escribir y tantos libros…cada libro es un amigo”.

(En Pointe-au-Pic, Quebec, Canadá, el verano de 1904): “…tennis por la mañana, drive [clases de conducir] por la tarde y party por la noche…Anoche estuve en un party y me divertí muchísimo con el Virginia reel [baile popular escocés]…Ayer fuimos todos a un picnic…”.  

CON SUS PALABRAS

Malgrat

“Nací en Malgrat. Mis padres vivían en Barcelona e iban a pasar los veranos en ese pueblecito de la costa catalana y, como yo vine al mundo en agosto de 1887, nací en la casa de campo. Con Malgrat asocio siempre todos los sueños encantados de mi niñez".

Carrera literaria abandonada en favor de la de JRJ

“[...] Como no me casé hasta los veintisiete años, había tenido tiempo suficiente para averiguar que los frutos de mis veleidades literarias no garantizaban ninguna vocación seria. Al casarme con quien, desde los catorce, había encontrado la rica vena de su tesoro individual, me di cuenta de que el verdadero motivo de mi vida había de ser dedicarme a facilitar lo que era ya un hecho, y no volví a perder más tiempo en fomentar espejismos".

La guerra

“[...] Vivíamos felices en nuestra torre de marfil y lamentábamos que el tiempo se acabase. De repente, el conflicto de la guerra irrumpió. De manera que, como si se enrollase una alfombra mágica, la paz y la belleza de la ciudad desaparecieron. Todo quedó erradicado por el feroz resplandor de los edificios ardiendo, por el hedor de las sucias calles y, por encima de todo, por la crueldad de los hombres".

 

 

 

jueves, 4 de marzo de 2021

JOSEFINA DE LA TORRE MILLARES. Perdimos tanto…

 


Fran Garcerá (doctor en Estudios Hispánicos, especializado en las poetas españolas de la Edad de Plata), en la introducción a la Prosa breve reunida, de Josefina de la Torre, dice que es “una de las pocas autoras a las que el olvido no ha logrado relegar a la sombra…”.

Yo, lo dudo, como ocurrió con sus compañeras de generación, de la Edad de Plata, esos años veinte y treinta hasta el inicio de la Guerra Civil, que lo arruinó todo.


Ella misma lo dice en uno de sus poemas. Sus “amigos de entonces” [Los de la Generación del 27] - escribe Josefina de la Torre en un poema- tampoco las reivindicaron (“…cubierta de ceniza,/borrada con olvido./¿Dónde estabais…?/ Enrique, Pedro, Juan,/ Emilio, Federico…,/ Manuel, Gustavo…/Luis, Jorge, Rafael…/ignoro…/si llegará el día/ en que vuelva a sentirme descubierta”).


Una mujer tan completa y polifacética

Josefina era la menor de seis hermanos. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 (no he logrado encontrar el día...). En su diario cuenta cómo una tarde de juegos, “de pronto, sin darme cuenta, hice un poema”. Tenía 8 años. Se lo dedica al poeta canario Alonso Quesada (director del periódico Ecos, de Las Palmas, donde su hermano Claudio -doce años mayor- había empezado a colaborar).

Margarita Nelken habla de ella ya en 1917 (Josefina tenía diez años): “…Nadie le ha enseñado…es un verdadero poeta…”.

El 12 de enero de 1920 publica en el periódico La Jornada de Las Palmas un poema titulado A don Benito el día en que se murió [4 de enero de 1920].

Dos años después, el 16 de enero de 1922, publica en el Diario de Las Palmas el texto titulado El quinto atardecer (Las horas pálidas) que se considera su primer texto en prosa. Apareció bajo el seudónimo Elvira Ilusión. “Y soñar con la ilusión, con el mañana siempre”…

Su hermano Claudio (en 1924 su novela En la vida del señor Alegre consigue el Premio Nacional de Literatura) lee sus cosas y le pone notas al margen, para que mejore: “Habrá que corregir alguna, con adjetivo o imagen demasiado fácil”…Incluso le anima a inspirarse en “cosas modernas”: el cine, los deportes, la aviación, el aire libre, la vida social, los viajes, los automóviles… “Fuerza y alegría. Despreocupación de temas sentimentales. Optimismo y gracia. Cuerpo sano y corazón sano. Lo demás es decadencia…,  en literatura de hoy”.

Pedro Salinas pondrá el prólogo a su primer poemario, Versos y estampas, escrito en 1927. Salinas la llama “muchacha-isla”.


Ya en Madrid, asiste a la escuela de canto (academia) de  Carlota Dahmen Chao, donde termina su formación como soprano.

En 1929, Ernestina de Champourcin, en una entrevista, declara que las poetas que destacan en aquel momento en el panorama literario español son: Rosa Chacel, Carmen Conde, Concha Méndez y Josefina de la Torre.

En 1930, Josefina publica su segundo poemario, Poemas de la isla.


1934. El año del reconocimiento literario

En la segunda edición de la Antología de Gerardo Diego (solo figuran ella y Ernestina de Champourcin. En la primera, no incluyó ninguna autora), ella cuenta de sí misma: “Me gusta dibujar. Juego al tennis, Me encanta conducir mi auto, pero mi deporte predilecto es la natación. He sido durante años Presidenta del primer Club de Natación de mi tierra. Otras aficiones; el cine y bailar”. Tiene 27 años.


En 1934 empieza a trabajar como actriz de doblaje (es la voz de Marlene Dietrich en El Cantar de los Cantares, o de Dorothea Wieck en Un secuestro sensacional) para la Paramount, en Joinville (Francia).


En 1935 regresa a Madrid. En febrero de ese año da un concierto en el Teatro María Guerrero. En 1936 ofrece un recital en la Residencia de Estudiantes interpretando canciones de Fauré, Debussy o Saint- Saens… Y llega a ser solista de la Orquesta Sinfónica de Madrid. También compone partituras como Puerto de Mar.

Durante, y después de la guerra civil, se recicla y crea junto con su hermano y su cuñada la colección La Novela Ideal, donde publica -bajo el seudónimo Laura de Cominges- diez novelas de corte romántico y policiaco, desde Idilio bajo el terror, en 1938, a ¿Dónde está mi marido?, en 1943.



También se dedica a su faceta de actriz de teatro

“…los inagotables sueños de mi fantasía, infatigables siempre”…

Una chica insignificante. Cubierta de ceniza, borrada con olvido

En el relato De domingo a domingo cuenta cómo, en el Club, los muchachos están tratando de averiguar quién de las muchachas ha escrito en La Provincia. Se decantan por Otilia Manrique, de rizos rubios, o la inteligentísima  Margara Bosch. El relato termina “Debo ser muy insignificante, cuando nadie sospecha de mí”…

¿Llegará el día en que vuelva a sentirme descubierta…?

La muchacha-isla

En uno de sus últimos textos habla de “su” mar. “Ese mar que rodea “mi isla” vive en mí…”. “Mar de mi niñez, transparente, con tu fondo lleno de peces de todos los colores, que nos divertíamos en alzar con nuestras cañas, prendidos de los anzuelos…”. “Nos poníamos aprisa las alpargatas y los delantales de hilo crudo, y después de coger los grandes sombreros de paja…- relata en ¡A pescar!. “Llegados al lugar elegido -el Oyo de la Barra, la Peña de la Vieja, el Rincón- lanzábamos al agua el anzuelo…¡Y surgía el pez vivo, “guelde” [pejeverde], “zeifía” o “panchona”, cuando no los decepcionantes “rascacios” [pez escorpión] o “tamboriles”!...Los más grandes, las “viejas”, las “palometas”, las “cabrillas”, los había pescado papá”…

En el texto Dos ventanas, de 1966, evoca las casas en el camino al cole o a jugar con sus primas: la Casa de la Cruz, la Casa del Torreón, los hoteles de aire colonial con sus sillones de mimbre…La ventana baja de su casa, que daba sobre el mar o  el balcón sobre la plaza. “Ya no podré asomarme al balcón sobre la plaza, ni a la ventana verde sobre el mar. Ambas han desaparecido…”. La casa familiar en Las Canteras.

En Estampas de los siete años, se refiere al muro desde el que saltaban de niñas. “Nos gustaba mucho ver flotar en el aire los encajes y los vuelos de los delantales como alas de mariposas”…De los juegos de corro o con los recortables de la caja de cartón, sus “señoritas de papel”…

En “Nuevas estampas”, la protagonista “Soñaba siempre con su isla…”. El paseo del muelle,

SABER MÁS

https://ctxt.es/es/20190731/Culturas/27443/Susana-Hernandez-Josefina-de-la-Torre-escritora-actriz-compositora-relato-sonoro.htm. Relato sonoro sobre Josefina de la Torre.

https://www.youtube.com/watch?v=luzOHc_lfow. El Cantar de los cantares, 1933. Pone la voz a Marlene Dietrich en castellano.

http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/escritorascanarias/?p=261. Escritoras canarias.

https://elpais.com/diario/2001/05/06/domingo/989117217_850215.html. La última superviviente de la Generación del 27.

https://elpais.com/cultura/2002/07/12/actualidad/1026424803_850215.html?rel=listapoyo. Necrológica.

https://leer.es/proyectos/las-sinsombrero/audiovisuales/imagenes/-/asset_publisher/6PDWfmMaEH4s/content/galeria-fotografica-de-josefina-de-la-torre. Galería fotográfica de Josefina de la Torre.

 MIS AMIGOS DE ENTONCES (poema de Josefina de la Torre)

 

Mis amigos de entonces,

aquellos que leíais mis versos

y escuchabais mi música:

Luis, Jorge, Rafael,

Manuel, Gustavo...

¡y tantos otros ya perdidos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico...,

¿por qué este hueco entre las dos mitades?

Vosotros ayudasteis

a la blandura del que fue mi nido.

Yo me formé al calor

que con vuestras palabras me envolvía.

Me hicisteis importante.

Con vuestro ejemplo,

me inventé una ambición

y tuve

vuelos insospechados de gaviota.

Gaviota, sí,

porque fue el mar mi espejo

y reflejó mi infancia, mis septiembres.

¡Amigos que de mí hicisteis nombre!

A la mitad vertiente de mi vida

hoy os llamo.

¡Tendedme vuestras manos!

Yo me sentí nacer,

para luego rozar de los cimientos

la certera caricia.

Pero de pronto,

un día me cubrió lo indefendible,

algo sin cuerpo, sin olor, sin música…,

y me sentí empujada,

cubierta de ceniza,

borrada con olvido.

¿Dónde estabais vosotros, compañeros,

vuestras letras de molde, vuestro ingenio,

vuestra defensa

contra el desconocido ataque?

¡Oh, amigos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico…,

nombres que no responderán mi voz.

Manuel, Gustavo, lejos…

Luis, Jorge, Rafael…

Que aunque el afán

vientos nos dé para encontrarnos, ignoro en qué ciudad

y si llegará el día

en que vuelva a sentirme descubierta.

(Medida del Tiempo, 1989)