“Uno inventa para indagar,
no al revés”- escribe en uno de los breves pasajes que componen La emoción de las cosas. “Solo la
precisión conmueve y solo conmover importa”. Eso es lo que ella hace: empatizar
con nosotros, los lectores, a partir de recuerdos familiares y experiencias
cotidianas en los que nos podemos reconocer.
Su última obra, publicada en
abril de 2013, está dedicada a sus hermanos: Verónica, Carlos, Daniel y Sergio.
Y se abre con una frase de Antonio Machado: “Solo recuerdo la emoción de las
cosas”.
Un libro que en la página 53
dice aún no saber si será “una memoria, una indagación en el pasado de mis
padres, una búsqueda o una tontería!”. Páginas que van de un recuerdo a otro,
sin orden.
Por el medio, se cruzan
varias frases que nos afectan: “Siempre necesitamos saber cuando ya no
podemos”, “El pasado se recupera en atisbos”, “Mis muertos van conmigo a todas
partes”…
Y reflexiones sobre la
escritura y el oficio de escribir: “Cuando el deber me aburre, invento”, “Casi
ningún recuerdo es del tamaño de una novela”, “Lo que más me gusta de todo este
oficio: la precisión…Si algo debe sentirse, conseguir que se sienta. Si algo
debe verse de cerca, que podamos tocarlo”.
También en forma de pregunta:
“¿Escribimos para recordar o para ir adivinando lo desconocido?”.
Y afirmaciones seguras:
“Escritor es quien escribe siempre que algo le asombra”, “Escritor es quien
explica lo inexplicable”.
Nacida en Puebla, México, en
1949, ha cumplido 64 años en 2013.
“Cuando nos toman los
sesenta años…empezamos a tener, en la lista de nuestros seres queridos, tantos
vivos como muertos; en nuestros libros más la tendencia a recontar el pasado
que a inventarlo…”.
Y, sin embargo, es el
momento de hacer locuras, de dejar que “lo insólito” se cuele, alguna vez, en
nuestras vidas. Ella, por ejemplo, decide aceptar el reto, antiguo, de Joaquín Sabina, y cantar con él en el
Auditorio Nacional el tango “Arráncame la vida”, título de su primera novela,
convertida en película en 2008.
El mejor regalo, las
palabras de su hija Catalina, al terminar: “Se habla mucho de las alegrías que
les dan los hijos a los padres, pero poco de las que dan los padres a los
hijos. Gracias, ma”.
El libro termina con el
relato de la reunión de las cenizas de sus padres (su padre, fallecido en 1971,
demasiado pronto, y su madre, que muere tras quince meses de enfermedad) en el
jardín, bajo los árboles. Y con un agradecimiento: “Escribo todo esto
agradecida con ustedes, que han venido a leerlo y a conversar con mi memoria”.
Sí, es cierta la frase de
Machado: Solo se recuerda la emoción de las cosas.
PARA SABER MÁS
http://delabsurdocotidiano.nexos.com.mx/?p=1822.
Blog de Ángeles Mastretta en Nexos.
http://www.youtube.com/watch?v=_Fg6_pFaBOQ.
Sabina y Ángeles Mastretta cantando “Arráncame la vida”.
http://www.youtube.com/watch?v=Pn3F_7nGbiM.
Tráiler de la película "Arráncame la vida".
http://mundonuestro.e-consulta.com/index.php/libros-libres/item/memoria-y-acantilado." Memoria y acantilado", por Sergio Mastretta.