Cuando escribe para la
prensa, durante la guerra, su jefa le
dice: “Lo atiborras todo de literatura”…
Mada Carreño dirá después, en
una entrevista de 1994 con Josebe Martínez que “sabía desde la guerra que
escribiría la novela… No es un libro de guerra ni político…Es biográfico; todas
las fechas, lugares y accidentes son exactos… En un cuaderno de notas fui
anotándolo todo…Eran notas diarias…”. La historia amorosa entre Marina, la
protagonista, e Ignacio, su marido, es “en parte, novelada”.
Sin embargo, no se publica
hasta 1975, en México. “Lo dejé descansar por mucho tiempo porque mi estilo no
es apasionado, y yo quería serenidad”…- dirá a la investigadora y profesora.
La novela es amena, rápida,
interesante. Con opiniones y visiones certeras y críticas. “¿Son todas las
guerras como esta nuestra? Al principio todo aparece como un alumbramiento
glorioso… La lucha siega a los mejores. Y los que vienen detrás se apropian su
lenguaje y sus gestos para fines que ya no son los mismos. Es una segunda
oleada, turbia, que se impone a la primera, y luego vienen otras aún, cada vez
más opresivas. ¿Qué vamos a hacer si perdemos la guerra? ¿Y qué haremos si la
ganamos…?”.
“No estaremos equivocados
todos? Puede que alguna vez el hombre dirija toda esa energía hacia empresas
menos eventuales que la guerra…, hacia la realización de hazañas pacíficas, de
una magnitud que ahora no podemos ni sospechar. ¿O seremos siempre los mismos a
través del tiempo? ¿No dejará esta mano nuestra de esgrimir un arma…?
“A través de la guerra he
conocido a fanáticos de todas clases y también a una variedad de farsantes
disfrazados con marbetes políticos”.
“¿Se podrá vivir cuando no
nos queda nada…?”.
Todos
los diablos andan sueltos
La frase se atribuye en la
novela a una anciana que recogen a la salida de Gerona. En su pueblo, al que no
han llegado los tiros, “una parte de la población ha prendido fuego a las
propiedades de la otra. Hasta llegaron a echar sal en las tierras de Dios…está
lleno de saña y de humaredas que nunca se apagan…Todos los diablos andan
sueltos”…
No es un libro de guerra ni
político, pero sí. Describe el final de la guerra, la huida y los primeros
tiempos del exilio en Francia de una mujer. “Cada vez es mayor el volumen de
vehículos y de gente con que nos encontramos… La idea es llegar a Gerona lo
antes posible para seguir después hasta La Bisbal…Muchos coches han quedado
inservibles al lado del camino… Los
vehículos tardan siempre en salir dos o tres horas más de lo calculado. Y una
vez en marcha el camino aparece obstruido por constantes obstáculos… En las
cunetas van arrojándose montones de ropa, maletas, hasta colchones. Según
avanza el camino se ven más cosas abandonadas…Nada tengo más que mi cartera de piel
negra, mi abrigo y mis gruesos zapatos…”.
Al llegar a la frontera,
“Unos carabineros franceses se acercan y nos miran con curiosidad… Algunos
cambian varias palabras con nosotros, pero sin mostrarnos afecto…Husmean entre
asombrados y vigilantes, como si se las hubieran con una tribu de gitanos
pintoresca, pero nada recomendable. Sin duda nos ha precedido una propaganda
adversa”…
A las mujeres y los niños
los confinan en un edificio: “¡No se puede salir!... No tenía ni idea de lo que
es estar encerrado… Es una situación anómala y monstruosa, difícil de concebir.
Se produce entonces una primera quiebra del ánimo… No puedo entender sobre todo
el celoso afán por dividir los sexos…”.
Una
mujer en la guerra. La chica de las botas
Como cuenta Svetlana
Aleksiévich en los testimonios de La
guerra no tiene rostro de mujer, Marina-Mada, pese a la guerra y la huida,
intenta conservar su dignidad y sus costumbres: “Yo me he propuesto no dormir
ninguna noche sin lavarme la cara por lo menos y alisarme el pelo…Tengo un
frasco con agua de colonia, un poco de algodón y el peinecito…Pausadamente saco
mis utensilios de tocador para hacerme la limpieza de noche…”.
Ella atribuye a sus
excursiones a la montaña anteriores a la guerra su capacidad para llevar lo
imprescindible: “…Dejamos preparado lo que habríamos de llevar: Ignacio su
morral y yo mi cartera de cuero negro con lo imprescindible. Me he puesto el
abrigo, unos gruesos calcetines de lana y zapatos bajos. Los dos tenemos
experiencia en montañismo y sabemos seleccionar lo necesario para las marchas,
desechando todo lo fútil”… “Llevo un juego de ropa interior bien doblado y
metido en una jabonera. Su material es el más liviano que pude encontrar, de
modo que resulta fácil lavarlo y secarlo en una noche. Mi jabonera se ha hecho
famosa entre el elemento femenino”…
Antes de la guerra,… “Los
domingos iba a la Sierra de Guadarrama a esquiar y el resto de la semana
empleaba mis horas libres en preparar las botas y el equipo“. De hecho, las
botas fueron una de las cosas en que se fija Ignacio cunado la conoce por
primera vez en una conferencia de prensa, ya durante la guerra. Unas botas que
ella echará de menos durante toda su huida.
Ya en los Pirineos, intenta
recuperar esos momentos perdidos: “…Lo que tonifica alma y cuerpo es este olor
penetrante de los pinos. Hace años que no los veía de cerca…Hago acopio de toda
esta libertad y belleza. Tal vez sea mi último momento feliz…”.
Llegar
a Perpiñán
Al principio de la huida, la
protagonista ha quedado con su marido en que si, en algún momento se separan,
se encontrarán en Perpiñán. “En caso de que nos perdamos uno de otro,
trataremos de encontrarnos en Perpiñán. Allí debe haber una oficina de la Cruz
Roja o algo por el estilo…”.
Esta se convierte en su
obsesión desde la llegada a Prats de Molló, el primer pueblo francés, y luego
al pueblecito de Ravissolet-sur-Pré. Marina, gracias a su conocimiento del
francés, podrá hacer de intérprete entre sus compañeras y consigue una posición “de confianza” en la
comunidad.
Consulta los periódicos
buscando información útil. En la revista L´Ilustration,
“en las últimas páginas me encuentro inesperadamente con un reportaje gráfico
sobre los campos de concentración… Escudriño todas esas figuras…, tratando de
descubrir entre ellas la silueta de Ignacio”… Escribe cartas a Perpiñán: “A un
sindicato de periodistas, a la Asistencia Social, a un Comité de Ayuda…, al
diario L´Indépendant y…, al Prefecto
de la región”… Un día, el alcalde llega con un telegrama: “Ignacio Eguizábal,
localizado”. Por teléfono, Ignacio le dice que encontró su nombre en un anuncio
del periódico L´Indépendant; que el Comité Británico lo sacó del campo de Saint
Cyprien y que están arreglándolo todo para llevarle a Inglaterra. Le pide a
ella que empiece a preparar su documentación, un salvoconducto de la Prefectura
de Toulouse.
El libro termina con Marina
viendo pasar de noche el expreso que lleva a su marido Ignacio hacia Toulouse, con destino final Inglaterra…
SABER
MÁS
https://www.culturaydeporte.gob.es/cultura/areas/archivos/mc/centros/cida/4-difusion-cooperacion/4-2-guias-de-lectura/guia-exilio-espanol-1939-archivos-estatales/campos-de-refugiados.html. Campos de refugiados.
https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2022/11/una-mujer-en-la-guerra-de-espana.html. Carlota O´Neill, una mujer en la
guerra de España.
https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2022/11/las-sinsombrero-3-las-desterradas-de.html. Las refugiadas de guerra.