viernes, 19 de abril de 2013

CARTAS DESDE DINAMARCA, POR KAREN BLIXEN



Coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte de Karen Blixen (nació un 17 de abril de hace 128 años), Nórdica libros edita una selección de las cartas escritas por la autora desde 1931 (a su vuelta a la casa materna en Rungstedlund, Dinamarca) hasta su muerte, en 1962.

“Mi corazón yace enterrado en Ngong Hills”. “Siempre estoy pensando en África”

En junio de 1931, justo antes de regresar a Dinamarca, le escribe  a su amigo Gustav Mohr, “casi mi único corresponsal del mundo al que realmente pertenezco”: “Si muriese en este país…que me entierren en Ngong Hills. No quiero lápida sobre mi tumba…Si quieren una inscripción, pueden poner “Por la gracia de Dios”; si no, solamente TANIA BLIXEN”. 

Un año después, ya en Dinamarca,  le comunica que le gustaría tener una postal del Karen Coffee Estate, su plantación de café en Kenia, “tal como era cuando yo estaba allí”.

“Lo que más me gustaría es poder volver a África…escribir la historia de los masais -haciendo un safari de tres años por su reserva-, o una escuela”.

Se reafirma en esta idea en una carta posterior: “Estoy siempre pensando en regresar a Kenia…Me gustaría mucho tener un hospital infantil en la reserva…en realidad, si quiero regresar es para escribir allí un libro: entonaré el canto del cisne del mundo nativo”.

17 años en África, “mi verdadero lugar en el mundo”

En enero de 1933, le confía a Dorothy Canfield Fisher: “Quiero escribir sobre África Oriental donde, durante diecisiete años, tuve lo que siempre consideraré mi auténtica vida”.
Pero aún es demasiado pronto; necesita poner un poco de distancia. Y tampoco cree que el tema  sea apropiado para un primer libro.

A ella le envía sus primeros cuentos: Los caminos de los alrededores de Pisa (Las carretas de Pisa), El viejo caballero (El anciano), El mono y La inundación de Norderney, y le especifica que no quiere que el libro se publique con su verdadero nombre. “No deseo en absoluto que la gente sepa que he sido yo quien lo ha escrito”. Acerca del título, dice: “He pensado llamarlo Siete (u ocho, como sea el caso finalmente) cuentos góticos”.

El 22 de septiembre de 1936 va a Skagen a terminar su libro Memorias de África (Out of Africa). Se alojará en el Hotel Brondums  y en otro cercano hasta el 26 de febrero de 1937. En abril había comunicado al Sr. Haas, su editor americano: “Estoy escribiendo mi libro africano, pero va muy despacio…dentro de quince días le enviaré el segundo capítulo”. Desde Skagen le hace llegar el capítulo Un accidente de caza en la granja, “un poco cambiado”. Le ruega le devuelva la versión anterior para evitar confusiones. También ha reescrito algunos pasajes de “Kamante y Lulú” [el primer capítulo].


Es -según Dinesen- un libro sin argot ni jerga, con pocos diálogos. En Dinamarca, el título del libro será La granja africana. Pero su editor en Inglaterra decide cambiar el nombre porque se parece mucho al de la novela de la sudafricana Olive Schreiner, publicada en 1883,  Historia de una granja africana. (Ver entrada en el blog). Al enviarle las pruebas a su colega americano, se sincera: “Creo que es, con mucho, el libro más importante que he editado, y creo que llegará a ocupar un lugar duradero en la gran literatura mundial”.

Primavera y verano en Rungsted, Dinamarca

Cada noche, en su hogar de Rungstedlund,  Karen tenía un ritual: primero, salía a la escalinata de la casa y miraba hacia el sur, hacia África. Luego contemplaba la fotografía de Denys Finch Hatton sobre su escritorio. Este, en su escudo familiar, ostentaba la divisa: “Responderé”. “A mis ojos, un buen lema para un aristócrata…Incluye una decisión: mantendré lo que haya prometido y, al mismo tiempo, expresa un talento o un don: se sabe responder”.

Desde el hogar familiar, describe a parientes y amigos los cambios en la naturaleza circundante:

“Los estorninos cantan delante de mi ventana, las flores inundan el jardín…”- escribe a tía Lidda en abril.

“Aquí está todo con una belleza indescriptible: ha florecido ya el saúco y ahora están floreciendo los tilos”- le cuenta a su hermana Elle en julio de 1939.

“Todo parece florecer alrededor de mi vieja casa: rosas, lilas, castaños y espinos”- escribe en 1954.

“Tengo una enfermedad en el huerto, una especie de hongo; así que todo – guisantes, judías, tomates y plantas de verano- se ha marchitado hasta la raíz. Es como cuando pasaban las olas de langosta por Ngong”.

Cómo se ve a sí misma

En varias de sus cartas, se define a sí misma y da algunas pistas sobre su persona:
“Simpática, no lo seré nunca”. “Creo que es una teoría generalizada que soy difícil de entender”. Hay quien la tilda de “tough”, dura, insensible; de vivir en una torre de marfil. “No soy socialdemócrata (o demócrata -matiza luego. “Hay muchas cosas que me son contrarias, a las que temo”), y el radicalismo me es muy lejano”. “Toda mi vida he deseado ser militar”. “Yo no soy una esteta”. Hace suyas las palabras de Nietzsche: “Soy uno que bendice y que dice sí”.

“Empecé a escribir bastante tarde…Siempre seguiré siendo una escritora aficionada. Si hubiera podido conservar mi granja, nunca hubiera escrito”.

De niña, había leído las sagas nórdicas (“Cuánta verdad y cuánta sabiduría hay en las antiguas mitologías”). Y pasado temporadas en Jutlandia, lugar de nacimiento de sus padres. “He leído poca filosofía”- confiesa.

“Fui educada por los unitarios y en mi vida he recibido fortísimas impresiones de fe religiosa entre los musulmanes”. De hecho, ella, en su granja de África, impartía justicia con el Minhaj et Talibin.

Piensa que jugar,  lo lúdico, es un arte y echa de menos el “fun” inglés o las bromas suecas, que no suelen ser entendidas por sus correligionarios daneses.

“Siempre me he sentido más a gusto entre deportistas, granjeros, marinos o auténticos haraganes, que entre las gentes de la literatura”- le confiesa en 1949 a Huntington, su editor.

Su estado de salud

En muchas de sus misivas, hay referencias a su estado de salud, que fue siempre calamitoso.

Casada en 1914 con su primo Bror, en 1915 vuelve a Dinamarca por primera vez a tratarse de una enfermedad venérea. (Su padre, militar, se había suicidado cuando Karen tenía diez años al no poder aguantar la presión de padecer sífilis).

Las investigaciones médicas actuales apuntan a un envenenamiento lento  de la escritora con las tabletas de mercurio usadas entonces para tratar la sífilis.

En 1939, comunica: “Estoy pensando en ingresar en el Diakonisse-stiftelsen - el único hospital de Copenhague en el que no he estado ingresada…”.

Se someterá a los tratamientos más inverosímiles: “un método nuevo, desarrollado en América…calentar la sangre a una temperatura superior a los 40 º C…te metes en una caja y calientan el aire de dentro hasta los ochenta grados…”.

En 1945, al finalizar la guerra, comunica a su editor en Inglaterra: “He estado enferma y he pasado mucho tiempo en una clínica durante estos años”.

Una úlcera duodenal…que se transforma  en una afección de la espina dorsal que debe operarse…En 1956 se somete a una operación de úlcera gástrica que le hará casi imposible ingerir alimentos sólidos.

En 1958, le cuenta a su amiga Ingrid de los años de África: “No consigo hacer que mi peso supere los 35 kilos y sufro una especie de parálisis en las piernas…”.

Su forma de escribir

Se pelea con sus relatos: “Muchas cosas las he reescrito más de cincuenta veces”, “Siempre estoy haciendo nuevos añadidos breves”. Parece que sus historias son “demasiado largas” y con “insuficiente interés narrativo” (falla el argumento)- según le comunican algunos editores y piensa también ella misma. En su manera de narrar, se pierde por vericuetos -unos paréntesis dentro de otros- como El libro de las bestias, de Ramón Llull.

“Toparme con sucesos y personas inusuales es algo que siempre se me ha dado bien”- confiesa en 1939, cuando trata de vender la idea de ir a La Meca en peregrinación con dos de sus criados y aprovechar entretanto para escribir un “documento humano” sobre la visita.

Como García Márquez o Isabel Allende, transforma sus propias experiencias en historias.

“Mis relatos de juventud -tanto Los solitarios como La familia Cats los escribí en 1905- aunque no aparecieron hasta más tarde”.

“No tengo ambición de escribir, pero sí, desde luego, ambición de escribir bien lo que escribo”.

Sobre sus relatos y novelas futuras

En varias de sus cartas se refiere a algunos de sus cuentos y personajes:

“Yo no tenía a mano el libro de Zola [Roma] cuando escribí, en África, Los caminos de los alrededores de Pisa, pero guardaba la historia en mi memoria”-explica en 1950 al profesor Brix, un crítico que escribe sobre su obra.

“Yo nunca pensé que el niño Jens, de El niño soñador, fuera hijo de Charlie Dreyer. Ciertamente, el profesor Brix lo afirma así en su libro…”- comenta al profesor Henriksen, en 1952, quien había leído en la radio  una conferencia sobre sus libros.

Albondocani es una novela larga que espero terminar algún día antes de morir” -confiesa al señor Haas, su editor americano, en 1953. “…De seiscientas a novecientas páginas, con un centenar de personajes… y unos cien capítulos…Cada capítulo se podrá leer por sí solo…Es una historia muy fantástica, pero creo que escandalizará a los lectores por muchas cosas”.

Su relación con otros escritores

En 1934 le cuenta a  su amigo Mohr que le ha llegado de América una invitación para alojarse en casa de Sinclair Lewis (No podrá atenderla por causa de su salud). Siempre recordará la acogida del público lector americano. “América me dio la bienvenida cuando no conseguía que los editores europeos se dignaran ni a echar un vistazo a mi libro”- escribe en 1937.

En 1938, tras la publicación de Memorias de África surge otra oportunidad de ir allá. “Necesito nuevas vivencias y nuevos impulsos…Tengo una fuerte sensación de que existe una renovación de nuestra civilización para la cual hemos de mirar a América…Me gustaría instalarme en Estados Unidos uno o dos años”, -pero su madre está muy mayor y no quiere separarse de ella.

En Inglaterra, donde pasa el otoño de 1934, conoce a Aldous y Julian Huxley. Julian le regala un pequeño poemario, La musaraña cautiva y otros poemas de un biólogo. En 1936, Karen lee Ciego en Gaza, de Aldous, y le pregunta a Mohr si lo ha leído.

En 1952 escribe a Halldór Laxness con motivo de su 50 cumpleaños (aún no le habían concedido el Nobel) para agradecerle sus libros. “En tiempos de desaliento he retomado sus libros…La campana de Islandia, La clara doncella y Arde Copenhague las he leído muchas veces…Jon Hreggvidsson, Arnaeus y Snaefridur [personajes de sus libros] son amigos personales y forman parte de mi propia vida”.

Sus contactos con la actualidad política y artística

Karen Blixen era una mujer implicada y comprometida con la realidad de su tiempo.
En 1936, le cuenta a Gustav Mohr: “Estuve en Ginebra el otoño pasado -como no pude ser aceptada como corresponsal de guerra en Abisinia [Etiopia], pensé que desde allí podría ser testigo de las negociaciones”.

En 1939, le escribe al editor Joseph Bryan: “Quiero ir a La Meca con dos de mis antiguos criados mahometanos [Farah, su antiguo capataz en la granja, y su hermano pequeño, Abdullai]…Quiero viajar con los peregrinos y hablar con ellos…Me gustaría viajar por Arabia y ver los mercados de caballos y estudiar lo más a fondo posible las costumbres de los árabes…”. La II Guerra Mundial puso fin a esa posibilidad. Como también al proyecto de escribir sobre la guerra desde tres ciudades europeas. “Me han pedido tres periódicos escandinavos, así como mi editor americano, que vaya a Berlín, Londres y París, a escribir una serie de ensayos breves sobre los tres grandes países en tiempos de guerra”-escribe al general von Lettow, a quien trató en África y que reside en Bremen en enero de 1940. Solo podrá ir a la primera de ellas. El 2 de abril vuelve de Berlín, y el 9 se produce la ocupación alemana de Copenhague…

Terminada la guerra, en 1953, escribe a Haas: “Un gran diario danés me ha propuesto ir a Kenia durante uno o dos meses para escribir una serie de artículos sobre la situación y las condiciones actuales allí…Me pregunto si conseguiría volver con vida”. Tampoco se realizará.
“Anteanoche volví a ver personalmente a Albert Schweitzer e intercambié unas palabras con él sobre los trágicos sucesos de Kenia…”- escribe en 1954, siempre preocupada por África.

A lo largo de su vida, establecerá relaciones con personalidades del mundo de la cultura y las artes:

“Estuve oyendo  al cantante negro Paul Robeson…Fue una experiencia inolvidable””- relata a su tía Lidda en carta de 18 de abril de 1939.

También desarrolla una estrecha amistad con el actor John Gielgud a partir de su representación de Hamlet en Helsingör (según la leyenda, el Hamlet histórico vivió ahí). “Gielgud es un grandísimo artista; estoy segura de que Hamlet será siempre su mejor papel”- le cuenta a su hermana Elle. “Si hubiera tenido buena salud, me habría ido a Venecia con Hamlet: me lo propuso”. En 1950, Karen viaja a Stratford-on Avon, ciudad natal de Shakespeare, aconsejada por el actor. “Ayer, Gielgud me recogió en su coche para ir a tomar el lunch en su casa…Tengo la sensación de que Gielgud y yo somos muy buenos amigos, sin cambios desde hace once años. Hablamos sobre todo de Shakespeare…Después de la representación [Mucho ruido y pocas nueces. G. hizo de Benedick] estuve en el camerino de G. para tomar unos cocktails; conocí a una serie de personas, entre ellas a Cecil Beaton [cineasta]…”.

Sin Nobel, a pesar de estar en las listas entre 1950 y 1959

En 1954, cuando lo obtuvo E. Hemingway, este dijo que “habría sido más feliz” si el premio lo hubieran obtenido Isak Dinesen, Bernard Berenson o Carl Sandburg.

Ella le envió una carta de felicitación. “Sus libros –desde que, por casualidad, adquirí Fiesta [1926] en  mi librería habitual de Nairobi- han representado mucho para mí. El viejo y el mar [1951] fue como un baño o un abrazo…A veces he imaginado cómo habría sido ir de safari con usted por las sabanas de África”. [La autora no cita Verdes colinas de África].

Algunas obras llevadas al cine

En 1968, Orson Welles dirige Una historia inmortal.(De Anécdotas del destino)
En 1982, E. Greco lleva a la pantalla Ehrengard.


En 1985, S. Pollack pone imágenes a Memorias de África.
En 1987, G. Axel adapta El festín de Babette.(De Anécdotas del destino).


El mismo año, Morten Henriksen filma para televisión el relato El acre del dolor.
En 2010-2011 dirige Detrás de la máscara de Blixen, sobre la relación de su padre, Aage Henriksen, con la escritora.

Algunos libros sobre Karen

Clara Svendsen publica en 1975 su libro de memorias, titulado Notas sobre Karen Blixen.
En 1982, Judith Thurman publica Isak Dinesen. Vida de una escritora.


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