martes, 30 de abril de 2013

VIVIAN MAIER, LA NIÑERA FOTÓGRAFA



Su historia me trae a la mente la de otras solitarias: Emily Dickinson, Séraphine, Maeve Brennan, Emerenc… Mujeres que viven con su mundo interior, haciendo lo que deben; a la vez, fuertes y tímidas.

Una exposición sobre parte de su obra puede verse en Valladolid, en la sala San Benito (antiguo monasterio de San Benito), desde el 8 de mayo hasta el 8 de julio.

John Maloof, un agente inmobiliario, la encontró, dos años antes de su muerte; no a ella, sino sus negativos, en 2007.

Vivian murió en 2009, a los 83 años, sin sus posesiones más valiosas, abandonadas por impago en un guardamuebles.

En 1987, al ser entrevistada para un trabajo, dijo a sus futuros empleadores: “Vengo con mi vida a cuestas y mi vida está toda en cajas”. Ellos no se imaginaban que sus pertenencias ocupaban más de 200, que contenían fotografías o negativos, pero también periódicos y revistas, libros de fotografía, películas de 8 mm (Super-8) y cintas con las conversaciones que mantenía con la gente que fotografiaba.

Su esquela en The Chicago Tribune

“Vivian Maier, orgullosa nativa de Francia y residente en Chicago los últimos 50 años, murió en paz el lunes. Una segunda madre para John, Lane y Matthew [los hermanos Gensburg. Con ellos vivió 14 años, de 1956 a 1972]]. Un espíritu libre y afín que tocó con su magia las vidas de todos aquellos que la conocieron. Siempre dispuesta a dar un consejo, una opinión  o a echar una mano. Crítica de cine y fotógrafa extraordinaria. Una persona verdaderamente especial que será echada muchísimo de menos pero cuya larga y maravillosa vida todos celebramos y recordaremos siempre”.

Lane la recordaba como una especie de Mary Poppins: les traía una serpiente muerta para que la examinaran; les llevaba a ver películas de arte y ensayo, iban al Festival del Año Nuevo chino o a comer fresas silvestres en un bosque cercano.

Ya adultos, sus “niños” la definían como “socialista, feminista, crítica de cine y una persona que dice las cosas como son”.

Al parecer, aprendió inglés yendo al teatro, que le encantaba. También le entusiasmaba el cine, y tenía opiniones propias sobre éste y la política

Una vida en cajas

A finales de abril de 2009, Maloof por fin consigue un nombre: Vivian Maier.

Esta nació en Nueva York en 1926, un 1 de febrero. Su madre era francesa.

Con 4 años, en 1930, comparte casa en NY con la fotógrafa Jeanne Bertrand, en el 724 de Saint Mary´s St, en el Bronx. Y de 1932 a 1938 vive en Francia, en St. Julien-en-Champsaur.

¿Le influyó la convivencia con la fotógrafa Jeanne J. Bertrand?

En una entrevista, en 1902, para el Boston Globe, Jeanne contaba cómo al ir a hacerse un día una foto al estudio de un fotógrafo, pensó que le gustaría trabajar en ello y dejar su empleo en la fábrica de agujas para máquinas de coser. “El estudio de un fotógrafo es un gran lugar para estudiar la vida”.

La calle, ese gran lugar para estudiar la vida

La calle, en cambio,  será para Vivian ese gran lugar para estudiar la vida. Sus días libres, sus vacaciones, los empleaba en fotografiar gente, escenas de calle; en encuadrar la realidad.


Ella misma se fotografía ante espejos,  cristales,  escaparates, como sombra en el edificio de enfrente, o en la carretera, sujetando una bicicleta; reflejándose en un pomo o el bochinche de un aspersor de riego; con abrigo, traje de chaqueta o con las mangas remangadas. Algunas, son en color: 1958, 1979…

Con nariz respingona y cara seria, ojeras, pelo corto no muy cuidado y portando una cámara réflex (rolleiflex), recorrió las calles de diversas ciudades y países fijándose en niños pobres y personas trabajadoras, pero también en mujeres glamurosas.

¿Por qué no enseñó nunca a nadie sus fotos?

La imagino silenciosa, una observadora silenciosa, con su cámara colgada al cuello. Capta la desilusión, el cansancio, el hastío, el desencanto; pero también la alegría, el orgullo y la amistad. En sus fotos hay ancianos, inmigrantes, la infancia desvalida, la pobreza…La suya es una mirada empática, compasiva; que encuadra detalles, rápida para captar una foto, para dar con la composición adecuada.

Me la imagino viviendo con el reflejo de las cosas, sonriéndole a los pensamientos. ¡Qué importa que los demás crean que estoy loca!

La novela de su vida, sus memorias todas, están en las fotografías que tomó- muchas de ellas aún sin revelar. Su biografía y su testamento. Porque, para ella, fotografiar es vivir.

PARA SABER MÁS





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