Su
historia me trae a la mente la de otras solitarias: Emily Dickinson, Séraphine,
Maeve Brennan, Emerenc… Mujeres que viven con su mundo interior, haciendo lo que
deben; a la vez, fuertes y tímidas.
Una
exposición sobre parte de su obra puede verse en Valladolid, en la sala San
Benito (antiguo monasterio de San Benito), desde el 8 de mayo hasta el 8 de
julio.
John Maloof, un agente
inmobiliario, la encontró, dos años antes de su muerte; no a ella, sino sus
negativos, en 2007.
Vivian murió en 2009, a los
83 años, sin sus posesiones más valiosas, abandonadas por impago en un
guardamuebles.
En 1987, al ser entrevistada
para un trabajo, dijo a sus futuros empleadores: “Vengo con mi vida a cuestas y
mi vida está toda en cajas”. Ellos no se imaginaban que sus pertenencias
ocupaban más de 200, que contenían fotografías o negativos, pero también
periódicos y revistas, libros de fotografía, películas de 8 mm (Super-8) y
cintas con las conversaciones que mantenía con la gente que fotografiaba.
Su
esquela en The Chicago Tribune
“Vivian Maier, orgullosa
nativa de Francia y residente en Chicago los últimos 50 años, murió en paz el
lunes. Una segunda madre para John, Lane y Matthew [los hermanos Gensburg. Con
ellos vivió 14 años, de 1956 a 1972]]. Un espíritu libre y afín que tocó con su
magia las vidas de todos aquellos que la conocieron. Siempre dispuesta a dar un
consejo, una opinión o a echar una mano.
Crítica de cine y fotógrafa extraordinaria. Una persona verdaderamente especial
que será echada muchísimo de menos pero cuya larga y maravillosa vida todos
celebramos y recordaremos siempre”.
Lane la recordaba como una
especie de Mary Poppins: les traía una serpiente muerta para que la examinaran;
les llevaba a ver películas de arte y ensayo, iban al Festival del Año Nuevo
chino o a comer fresas silvestres en un bosque cercano.
Ya adultos, sus “niños” la
definían como “socialista, feminista, crítica de cine y una persona que dice
las cosas como son”.
Al parecer, aprendió inglés
yendo al teatro, que le encantaba. También le entusiasmaba el cine, y tenía
opiniones propias sobre éste y la política
Una
vida en cajas
A finales de abril de 2009, Maloof por fin consigue un
nombre: Vivian Maier.
Esta nació en Nueva York en
1926, un 1 de febrero. Su madre era
francesa.
Con 4 años, en 1930,
comparte casa en NY con la fotógrafa Jeanne Bertrand, en el 724 de Saint
Mary´s St, en el Bronx. Y de 1932 a 1938 vive en Francia, en St. Julien-en-Champsaur.
¿Le
influyó la convivencia con la fotógrafa Jeanne J. Bertrand?
En una entrevista, en 1902,
para el Boston Globe, Jeanne contaba
cómo al ir a hacerse un día una foto al estudio de un fotógrafo, pensó que le
gustaría trabajar en ello y dejar su empleo en la fábrica de agujas para
máquinas de coser. “El estudio de un fotógrafo es un gran lugar para estudiar
la vida”.
La
calle, ese gran lugar para estudiar la vida
La calle, en cambio, será para Vivian ese gran lugar para estudiar
la vida. Sus días libres, sus vacaciones, los empleaba en fotografiar gente, escenas
de calle; en encuadrar la realidad.
Ella misma se fotografía
ante espejos, cristales, escaparates, como sombra en el edificio de
enfrente, o en la carretera, sujetando una bicicleta; reflejándose en un pomo o
el bochinche de un aspersor de riego; con abrigo, traje de chaqueta o con las
mangas remangadas. Algunas, son en color: 1958, 1979…
Con nariz respingona y cara
seria, ojeras, pelo corto no muy cuidado y portando una cámara réflex
(rolleiflex), recorrió las calles de diversas ciudades y países fijándose en
niños pobres y personas trabajadoras, pero también en mujeres glamurosas.
¿Por
qué no enseñó nunca a nadie sus fotos?
La imagino silenciosa, una
observadora silenciosa, con su cámara colgada al cuello. Capta la desilusión,
el cansancio, el hastío, el desencanto; pero también la alegría, el orgullo y
la amistad. En sus fotos hay ancianos, inmigrantes, la infancia desvalida, la
pobreza…La suya es una mirada empática, compasiva; que encuadra detalles,
rápida para captar una foto, para dar con la composición adecuada.
Me la imagino viviendo con
el reflejo de las cosas, sonriéndole a los pensamientos. ¡Qué importa que los
demás crean que estoy loca!
La novela de su vida, sus
memorias todas, están en las fotografías que tomó- muchas de ellas aún sin
revelar. Su biografía y su testamento. Porque, para ella, fotografiar es vivir.
PARA
SABER MÁS
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