Miguel Delibes murió el 12 de marzo de 2010, pero nos dejó
su pensamiento y su coherencia.
El medio ambiente, el fútbol, la vejez, fueron algunos de su
temas recurrentes. Aquí va una selección con sus palabras…
A LA LITERATURA POR
EL DERECHO
“El
curso de Derecho Mercantil, de don Joaquín Garrigues, fue el que me llevó a
la literatura…El hecho de que una materia tan árida como el Derecho Mercantil
influyera en mi destino se debe a la magia de su autor ya que, por debajo de
las aburridas teorías jurídicas, yo encontré en él la belleza, la gracia y la
exactitud expresivas. Garrigues aquilataba los términos, administraba los
adjetivos con admirable precisión, exponía el mayor número de ideas con el
menor número de palabras e, incluso, como fiel orteguiano, iluminaba el
prosaísmo inevitable de los textos jurídicos con hermosas y rutilantes
metáforas. Garrigues, a mi entender, no fue solo un gran maestro, sino un
excelente escritor. A partir de él, empecé a tomar gusto a la expresión verbal
y, por primera vez en la vida, experimenté el placer de encadenar unas palabras
a otras para formular con precisión una
idea. La palabra se me ofreció como un instrumento bello y poderoso cuyo simple
manejo me deparaba un placer que nunca hubiera sospechado”.
EL CAMINO,
UNA NOVELA “ECOLÓGICA” EN 1950
Delibes encuentra su camino a los
treinta años. “El camino es mi
camino. Lo que tengo que haces es escribir
como hablo, con poco adorno y olvidándome por completo del diccionario de
sinónimos…En El camino me despojé por
vez primera de lo postizo y salí a cuerpo limpio…”.
“El Mochuelo en la novela El camino viene a resumir el sentido de
mi obra ante el progreso y, en consecuencia, uno de los pilares en que aquella
se asienta: la defensa de la naturaleza”.
“Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel
el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa
para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario.
No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse
en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional”
(Un mundo que agoniza).
(Por las mismas fechas, en 1951, Rachel
Carson publica en Estados Unidos “El mar que nos rodea”. El capítulo 12
titulado “El termostato del globo” ya aborda la “estrecha relación entre el
clima y las trayectorias generales de las corrientes oceánicas…Para el globo
terrestre en su conjunto el océano es el gran regulador, el gran estabilizador
de su temperatura…”.
En 1958, Nicholas Ray dirige la
película “Muerte en los pantanos”, que habla de la codicia y la falta de
escrúpulos del ser humano en relación con los animales, entre otras muchas
cosas).
UN CAZADOR QUE ESCRIBE
Lo
expresó en varias ocasiones: “Cuando me siento bien escribiendo es cuando lo
hago sobre caza y pájaros”.
Precisamente, treinta nombres de pájaros serán su aportación a
Su
primer artículo periodístico en 1942 en El
Norte de Castilla será, precisamente, sobre la caza: El deporte de la caza mayor.
EL SENTIDO DEL PROGRESO DESDE MI OBRA
Es el título del discurso que lee Miguel
Delibes al ingresar en la RAE en 1975.
“Todo cuanto sea conservar el medio es
progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente es retroceder”.
En 1979 publica Un mundo que agoniza, donde los títulos de los capítulos ya son
significativos: El progreso contra el hombre, Un mundo que se agota, La
rapacidad humana, Un mundo sucio…Él
mismo explica el sentido del progreso en su obra en el último capítulo.
Estas eran algunas de sus reflexiones
entonces, hace casi treinta años:
“Fabricamos, intencionadamente, telas
para que se ajen, automóviles para que se estropeen, cuchillos para que se
mellen, bombillas para que se fundan. Es la civilización del consumo en estado
puro, de la incesante renovación de los objetos –en buena parte, innecesarios-
y, en consecuencia, del desperdicio”.
“El oceanógrafo Vital Alsar, que
realizó hace pocos años un periplo alrededor del mundo, manifestó que durante
más de un tercio de su viaje, no navegó sobre agua sino sobre petróleo”.
“Los hombres debemos convencernos de
que navegamos en un mismo barco…De qué vale que Norteamérica instale
depuradoras en sus fábricas de cemento si luego estimula la producción de las
españolas – que no las tienen- para comprárselo más barato? ¿Qué adelantamos
regulando la pesca de la ballena en acuerdos internacionales, si Rusia y Japón
eluden el compromiso…? ¿Qué sentido tiene las precauciones suecas con los
vertidos de sus papeleras, si las rusas llenan el mar Báltico de mercurio? ¿Qué
podemos sacar en limpio de la disposición americana proscribiendo el empleo del
DDT, si al mismo tiempo envía sus excedentes a los países subdesarrollados a
precios de saldo…?”.
En
2007, casi treinta años después, se publica La
tierra herida, una conversación con su hijo, Miguel Delibes de Castro,
biólogo, sobre el mundo que heredarán las siguientes generaciones; un repaso a
los principales problemas ambientales a que nos enfrentamos como raza humana. Y
siguen siendo los mismos…
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