Empeñada
en que su producción artística no cayera en el olvido
“Escenógrafa, figurinista, pintora y diseñadora, crítica
de artes plásticas y cine, docente, directora teatral, percusionista,
conferenciante…”- así comienza la introducción por Idoia Murga Castro y Carmen
Gaitán Salinas al primer volumen (Sucedió)
de las memorias de Victorina Durán Cebrián (Madrid, 1899-1993), escritas en los
años 1980, inéditas hasta 2018.
El Museo Nacional del Teatro de Almagro conserva, desde
1995, el mayor fondo de Victorina Durán, donado por su familia. Recortes
periodísticos, bocetos, títulos académicos, fotografías y cartas de antes de la
Guerra Civil. Y álbumes con noticias, estrenos teatrales, exposiciones, sus
agendas y su proyecto, la Asociación Cultural La cuarta Carabela, durante su
exilio en Argentina entre 1937 y 1965.
Incluso en su esquela, el 14 de diciembre de 1993,
figuran los datos: “Pintora, catedrática de Indumentaria del Conservatorio
Nacional de Música y Declamación, escenógrafa y directora del teatro Colón de
Buenos Aires”.
Algunos
datos. “Yo quería ser actriz”
Su madre fue bailarina del
cuerpo de baile del Teatro Real (como su tía, abuela y bisabuela). Su padre,
militar y abonado del mismo teatro.
Entre 1908 y 1917 se forma
en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación (en el mismo edificio del
Teatro Real). Luego, ingresa en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y
Grabado. Allí conoce a Matilde Calvo Rodero [“mi siempre compañera de
estudios”] y Rosa Chacel, sus amigas de por vida [“Matilde y yo
intercambiábamos cartas casi a diario... [Rosa] siempre fue
rotunda en sus apreciaciones"]. Coincide también con Dalí, Carlos
Sáenz de Tejada, y con Maruja Mallo, ya en los últimos cursos.
En 1918, aún alumna en la
Escuela Especial, es nombrada auxiliar de Dibujo en la Escuela Normal de
Maestras de Madrid.
En 1920 le conceden un
premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes por sus telas en batik.
En 1925, en la Exposición
Internacional de Artes Decorativas de París, le conceden una medalla de plata. Ese
año había solicitado a la JAE (Junta de Ampliación de Estudios de la
Institución Libre de Enseñanza, ILE) una beca de dos meses en París para
estudiar técnicas como los batiks [técnica de origen javanés de dibujo sobre
seda], las lacas y el trabajo sobre piel.
En 1926 es una de las
fundadoras del Lyceum Club.
En 1929 es nombrada
catedrática de Indumentaria del Conservatorio Nacional de Música y Declamación
(hasta la primavera de 1936), la primera mujer en conseguir este puesto.
En el curso 1932-1933 es profesora
en la Residencia de Señoritas.
En 1935 es contratada como
profesora de Escenografía y Vestuario en la Escuela de Actores de Catalina
Bárcena.
La
primera frase de sus memorias
“Son hechos, cosas y sueños
todos SUCEDIDOS…”- comienza la primera parte de su vida, Sucedió. Antes, abren el capítulo unas palabras de Valle Inclán:
“Nada es como es, sino como se recuerda”.
En el segundo párrafo, ya
afirma: “He sido feliz y soy feliz” -como conclusión de una vida con más de 80
años a la espalda. “Creo que el serlo se debe a estar siempre de acuerdo
conmigo misma. Cuando era aún pequeña, mi padre [José Durán] me dijo: -Debes obrar siempre
de acuerdo contigo, aunque tus actos no estén de acuerdo con los demás. Con los
demás estás a ratos, pero contigo estás siempre. Y así actué. Este es el
secreto de mi paz y mi felicidad…No mentirme nunca a mí misma”…
Primeros
recuerdos
… “Son, aproximadamente, de
los cuatro o cinco años. Creo que aprendí a andar en la “redondilla” del Teatro
Real”…”En la redondilla me enseñaron lo elemental de la danza clásica, que
nunca practiqué…Mi mayor distracción era poder entrar en la guardarropía. Nunca
olvidaré “los trastos” egipcios de la ópera Aída.
Han sido los juguetes predilectos de mi niñez…Como siempre he jugado sola, he
creado personajes, novelas y teatro…actuaba por las habitaciones, pasillos,
balcones o ventanas”.
“Siempre vivimos en los
alrededores del Teatro Real… La Plaza de Oriente durante años fue nuestro
jardín…En la plaza de la Armería yo he jugado durante todos los años de mi
niñez”. El refugio de sus juegos y sueños era la buhardilla número 5. “Había
dos grandes y viejos baúles… [uno] lleno de trajes de teatro…,[el otro] lleno
de libros y revistas de mi padre…Lo que más quería era el ir vestida o
disfrazada de “algo”… A los nueve años me vistieron de moro… Creo que es el traje
con el que me he sentido más cómoda en toda mi vida…”.
Herencias
Para ella, madrugar es un suplicio. “Siempre ha sido para mí verdadera
tragedia el madrugar… Mi mente está tupida hasta cerca de las doce…”.
Sus amores. “El amor ha sido el eje de
mi vida”
“…Al amor he de dedicar un libro exclusivo” -dice en la primera parte
de sus memorias. Por eso el segundo volumen, Así es, recoge sus vivencias
amorosas.
Sus
paseos por el Rastro. Una década gloriosa de 1918 a 1928
“Cuando yo era estudiante en
la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, tres o cuatro compañeros no
faltábamos ningún domingo al Rastro”…
La vida cultural. Contactos con todas las artes
La vida cultural. Contactos con todas las artes
“En el Teatro Real estaban los Bailes Rusos [Ballets de Diaghilev] y
todos íbamos a verlos…Los conciertos del Price eran otra de nuestras evasiones
favoritas…La literatura era otro motivo de estudio, discusiones y crítica… El
Ateneo era otro de los lugares frecuentados, casi diariamente, por nosotros… Creo
que los mejores años de mi vida de estudiante fueron los de Bellas Artes”.
Nuestras tertulias de teatros y cafés
“Estaban compuestas por artistas y afines. Los fijos eran siempre: Enrique Casal Chapí, nieto del
gran Chapí, Vicente Viudes, Ventura San Simón, Agustín de Figueroa (soltero
todavía), Antonio Cánovas [del Castillo y Rey], Vicente San Juan, Pepito
Gross… La única mujer era yo”.
El Lyceum Club Femenino
“En el salón de té [de la calle de las Infantas] nuestra mesa fija la
ocupábamos Trudy Araquistain, María Baeza, Carmen de Mesa, Isabel Espada, Julia
Meabe, Matilde [Calvo] y yo…Además de vernos todos los días en el Lyceum, una
vez a la semana, los sábados, el grupo reducido nuestro teníamos unas cenas.
Una noche era en casa de Pérez de Ayala [marido de Mabel Rick], otra en la de
Araquistain [marido de Trudy Graa] y otras veces íbamos a un restaurante de la calle de las Infantas… A
estas cenas no faltó nunca Victoria Kent”.
Veraneos en San Vicente de la Barquera
“En mi infancia yo no tuve veraneos… empezó con mi conocimiento de
Matilde Calvo Rodero y su familia…[en 1917], todos en el norte”. En Galicia, en
el pazo de Moruxo; en Portugal. “Otros veraneos se hicieron en Santander [hoy,
Cantabria], en San Vicente de la Barquera…en “la casa de la Capilla”, encima de
la iglesita de la Virgen de la Barquera…; el último…, alquilé una casita de
pueblo a la que llamaban El Gurugú”.
Contactos con el periodismo
Contactos con el periodismo
“El periodismo siempre me apasionó, no tanto como el teatro…”. Su
primer artículo sale en la revista Crónica
el 22 de septiembre de 1935. Se titula La
camisa, “para tener un orden en la vestimenta…”.En España, antes de la
Guerra Civil, publica también en el diario La
Voz y en Cinegramas. En el exilio
argentino, serán La Nación, El Sol y Estampa quienes acojan sus artículos.
Un día de su vida antes de la Guerra
Civil
“Por la mañana, un día sí y otro no, daba mi clase en la Escuela del
Hogar y Profesional de la Mujer [era titular y secretaria de esta Escuela]…Después
de comer, también tres veces a la semana, daba la clase de Indumentaria en el
Conservatorio. Comía con Margarita Xirgu los tres días que no tenía clase,
paseo con ella, trabajar en el estudio y luego ir al Lyceum. Después de cenar,
Teatro Español y, por último, tertulia de café hasta las dos o tres de la
madrugada, hora en que Antonio [Lucas Moreno] me
acompañaba siempre a casa”. “Tuve una vida estupenda…”- concluye sobre esos
años.
Los
objetos que atesora Victorina Durán en su última residencia de la calle
Escalinata, en Madrid
Un carné de baile, el
armario de luna de su madre (+1933), una caja negra de ónix de su tía Leonor, una
botija “prehistórica”, los abanicos de su abuela Encarnación (+1918), la mantilla negra
de la tía Manuela, la Venus de mármol blanco, la relojera y la bandejita de laca de su padre (+1927), el
despertador regalo de su 17 cumpleaños, un paisaje dedicado de Timoteo Pérez Rubio (“A mi hermana Victorina”), una fotografía dedicada por
Julio Romero de Torres de su cuadro Salomé,
un batik javanés auténtico, una diosa hindú de bronce y
esmalte (regalo del empresario periodístico Natalio Botana), elefantes de
marfil y de bronce, un Corán miniado en miniatura, un arco de un indio mataco, una boquilla china, un llamador en forma de
mano utilizado como pisapapeles, un
disco con los tangos más inmortales de Gardel, el disco de La corte de Faraón, un cortaplumas, un san Antonio igual al de su abuela
Encarnación, una sombrilla de encaje blanco, un disco de música de organillo,
todo de chotis; un marfil oriental ¿, un retrato de una señora, pintado por
Ferrant; dos retratos de Aguirre, dos paisajes de la escuela sevillana del
siglo XIX, discos de las óperas Tosca,
Sansón y Dalila, y Aída; fotografías
en todas las paredes, palmatorias, candiles de hojalata, un álbum de postales…
Sus recuerdos y opiniones sobre…
Sus recuerdos y opiniones sobre…
Dalí. “La llegada de Dalí a la Escuela [de
Bellas Artes de San Fernando] produjo más revuelo que el paso del Atlántico en avión
con Franco, Rada, Ruiz de Alda y Durán en el Plus Ultra [primer vuelo entre España y América, en 1926]…Un día
apareció, como llegado de Marte, Salvador Dalí. Llegó caracterizado de pintor:
un traje más bien estrecho, una chalina negra de gran lazo, el pelo sin cortar
y unas patillas enormes, largas y anchas, que encuadraban su cara haciéndola
aún más flacucha. Pero lo más insólito era que llevaba bastón…” [Tenía 22
años…]. Se negaba a copiar los modelos…”.
Federico [García Lorca]. “Un día me dijo Federico: Tengo una
obra en preparación que la daré al público cuando ya esté afianzada y sea ya
indiscutible. Se titula La bola negra
y el ambiente es en una capital de provincias, donde no admiten en el casino a
un escritor homosexual, por el hecho de ser “así”. Yo les hago tragar esa bola
negra sacando a relucir toda la inmoralidad de aquellos “honrados burgueses”.
Federico murió antes de darse el gusto de estrenar su Bola negra”.
Valle-Inclán (su profesor de Estética
durante un curso; su amigo después). “Para la primera clase, nos citó a las once de la mañana en el Museo
del Prado…su mirada aguda…cayó sobre la vitrina que teníamos al lado. Contenía
el Tesoro del Delfín de Francia. No necesitó más; a la vista de estas joyas,
comenzó su “creación”, a poetizar, a sugerir época e historia, verdaderamente
creando con su imaginación otro tesoro literario”.
Su amistad con él “comenzó en la parada del tranvía “el Cangrejo”. Al terminar mis estudios en la
Escuela de Bellas Artes empecé a frecuentar tertulias y, sobre todo, el
saloncillo del Teatro Español. Mis encuentros con Valle-Inclán eran casi
diarios. Puedo decir que el estar juntos nos daba felicidad”.
El Guernica y Picasso. “Este mural [lo ve en Paris, en el pabellón español, durante la
Exposición Internacional de 1937], que ha causado la admiración del mundo, no me gustó
nada y, a través de los años, sigue sin gustarme; me pareció un cartel de
toros, pero malo”.
En el segundo volumen de sus memorias, en el capítulo titulado Goya y Picasso, Victorina vuelve a hacer hincapié en su opinión desfavorable sobre la obra del "renegado andaluz- afrancesado:..."Goya no le hubiese perdonado nunca [a Picasso] su evolución, llamémoslo así, desde su maravillosa época rosa... a...lo de luego [el Cubismo]". Para ella, el Guernica, pintado tal como lo hace ahora, es "la segunda destrucción de Guernica"...
En otro capítulo, titulado Cuadros antiguos y modernos es a través
de un diálogo con uno de los vendedores habituales del Rastro, donde deja clara
su opinión: “Picasso eran un pintor fenomenal. Se fue a Estados Unidos y unos
negociantes le tomaron bajo su tutela para hacerle famoso y le hicieron un
lavado de cerebro para que empezase otra ruta en la pintura y hacerle célebre
allí en Nueva York…Se destruyó a sí mismo y destruyó la pintura en el mundo
entero”. ¿No estará hablando de Dalí…? -me pregunto.
En Los
estudios de pintores y artistas, vuelve a la carga: “La profesión de modelo
puede decirse que ha desaparecido. Picasso la mató con el cubismo. Las caras
que pintó de tres dimensiones en que se ve el frente y el perfil, todos saben
que no necesitan modelo”.
Opiniones
sobre ella de sus contemporáneos
Carmen Baroja en sus memorias, Recuerdos de una mujer de la Generación del 98, escribe: “Victorina
Durán y su amiga Matilde Calvo Rodero, las dos gordas y grandes; Victorina, con
un complejo feo de masculinidad, que a mí me producía, no eso precisamente,
sino toda su persona, una enorme antipatía. Tenía un flair [olfato] para los cuartos y para los enchufes que aturdía…”.
Carmen llama a esa mesa fija, la de
las “enchufadas” (“una mesa a la que acudían todas aquellas que estaban o
pretendían tener grandes enchufes…Presidía esta mesa Trudy Araquistain…”). Al
resto, las llama “los satélites de la de Araquistain” (Matilde Huici, Victoria
Kent, Mabel Pérez de Ayala, Victorina Durán y Matilde Calvo).
Valle Inclán, a través de su hija Mariquiña: “Nadie
conoció ni entendió a mi padre mejor que tú, a nadie quiso ni estimó más que a
ti; de ninguno de los jóvenes que entonces le rodeaban, se sintió más
orgulloso…”.
SABER
MÁS
Tesis (incompleta) de Eva
María Moreno Lago, Sevilla 2018, colgada en internet, Victorina Durán, escritora y artista del teatro de vanguardia. Un
compendio exhaustivo de sus trabajos publicados en España y Argentina.
http://conchamayordomo.com/2016/11/22/victorina-duran/. Victorina Durán.
“En su epitafio se puede leer este emotivo texto: “No sé si habré dejado de amar por haber muerto o habré muerto por haber dejado de amar”.
https://lyceumclubfemenino.com/2013/06/04/entrevista-ma-teresa-rodriguez-de-castro/. Victorina Durán y el Círculo Sáfico de Madrid.
https://elbotijo1754.es. Web de El botijo, sito en la calle Toledo, 35. Reformada a finales de los
80, aún conserva el botijo que le diera el gracejo popular. Seguro que a
Victorina (para ella, la cacharrería El
Botijo) le encantaría ver que el comercio pervivía, en otra forma hoy, en
2019 (droguería, perfumería, pinturas y anexos).
https://historia-urbana-madrid.blogspot.com/2015/06/canseco-y-el-reloj-de-los-chinos-relatos.html. La relojería Canseco (plaza del
Ángel, 10) y los chinos del escaparate.
http://conocemadrid.blogspot.com/2013/12/comercios-centenarios-v.html. Comercios centenarios en Madrid. “El Ayuntamiento instala una placa de bronce en la vía
pública, según diseño de Antonio Mingote, en la que se recoge el nombre del
establecimiento, el año en que abrió, y la siguiente mención: "El
Ayuntamiento de Madrid agradecido por los servicios a la Ciudad". http://centenariosmadrid.org/
https://elpais.com/ccaa/2019/01/18/madrid/1547838306_205061.html.. Otro que cierra: la librería médica
Nicolás Moya, fundada en 1862, en la calle Carretas.
La librería de las tertulias de Ramón
y Cajal.
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