viernes, 8 de marzo de 2019

VICTORINA DURÁN, UNA SUPERVIVIENTE DESCONOCIDA

Empeñada en que su producción artística no cayera en el olvido


“Escenógrafa, figurinista, pintora y diseñadora, crítica de artes plásticas y cine, docente, directora teatral, percusionista, conferenciante…”- así comienza la introducción por Idoia Murga Castro y Carmen Gaitán Salinas al primer volumen (Sucedió) de las memorias de Victorina Durán Cebrián (Madrid, 1899-1993), escritas en los años 1980, inéditas hasta 2018.

El Museo Nacional del Teatro de Almagro conserva, desde 1995, el mayor fondo de Victorina Durán, donado por su familia. Recortes periodísticos, bocetos, títulos académicos, fotografías y cartas de antes de la Guerra Civil. Y álbumes con noticias, estrenos teatrales, exposiciones, sus agendas y su proyecto, la Asociación Cultural La cuarta Carabela, durante su exilio en Argentina entre 1937 y 1965.

Incluso en su esquela, el 14 de diciembre de 1993, figuran los datos: “Pintora, catedrática de Indumentaria del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, escenógrafa y directora del teatro Colón de Buenos Aires”.

Algunos datos. “Yo quería ser actriz”

Su madre fue bailarina del cuerpo de baile del Teatro Real (como su tía, abuela y bisabuela). Su padre, militar y abonado del mismo teatro.

Entre 1908 y 1917 se forma en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación (en el mismo edificio del Teatro Real). Luego, ingresa en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. Allí conoce a Matilde Calvo Rodero [“mi siempre compañera de estudios”] y Rosa Chacel, sus amigas de por vida [“Matilde y yo intercambiábamos cartas casi a diario... [Rosa] siempre fue rotunda en sus apreciaciones"]. Coincide también con Dalí, Carlos Sáenz de Tejada, y con Maruja Mallo, ya en los últimos cursos.

En 1918, aún alumna en la Escuela Especial, es nombrada auxiliar de Dibujo en la Escuela Normal de Maestras de Madrid.

En 1920 le conceden un premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes por sus telas en batik.

En 1925, en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París, le conceden una medalla de plata. Ese año había solicitado a la JAE (Junta de Ampliación de Estudios de la Institución Libre de Enseñanza, ILE) una beca de dos meses en París para estudiar técnicas como los batiks [técnica de origen javanés de dibujo sobre seda], las lacas y el trabajo sobre piel.

En 1926 es una de las fundadoras del Lyceum Club.

En 1929 es nombrada catedrática de Indumentaria del Conservatorio Nacional de Música y Declamación (hasta la primavera de 1936), la primera mujer en conseguir este puesto.

En el curso 1932-1933 es profesora en la Residencia de Señoritas.

En 1935 es contratada como profesora de Escenografía y Vestuario en la Escuela de Actores de Catalina Bárcena.

La primera frase de sus memorias

“Son hechos, cosas y sueños todos SUCEDIDOS…”- comienza la primera parte de su vida, Sucedió. Antes, abren el capítulo unas palabras de Valle Inclán: “Nada es como es, sino como se recuerda”.

En el segundo párrafo, ya afirma: “He sido feliz y soy feliz” -como conclusión de una vida con más de 80 años a la espalda. “Creo que el serlo se debe a estar siempre de acuerdo conmigo misma. Cuando era aún pequeña, mi padre [José Durán] me dijo: -Debes obrar siempre de acuerdo contigo, aunque tus actos no estén de acuerdo con los demás. Con los demás estás a ratos, pero contigo estás siempre. Y así actué. Este es el secreto de mi paz y mi felicidad…No mentirme nunca a mí misma”…


Primeros recuerdos

… “Son, aproximadamente, de los cuatro o cinco años. Creo que aprendí a andar en la “redondilla” del Teatro Real”…”En la redondilla me enseñaron lo elemental de la danza clásica, que nunca practiqué…Mi mayor distracción era poder entrar en la guardarropía. Nunca olvidaré “los trastos” egipcios de la ópera Aída. Han sido los juguetes predilectos de mi niñez…Como siempre he jugado sola, he creado personajes, novelas y teatro…actuaba por las habitaciones, pasillos, balcones o ventanas”.

“Siempre vivimos en los alrededores del Teatro Real… La Plaza de Oriente durante años fue nuestro jardín…En la plaza de la Armería yo he jugado durante todos los años de mi niñez”. El refugio de sus juegos y sueños era la buhardilla número 5. “Había dos grandes y viejos baúles… [uno] lleno de trajes de teatro…,[el otro] lleno de libros y revistas de mi padre…Lo que más quería era el ir vestida o disfrazada de “algo”… A los nueve años me vistieron de moro… Creo que es el traje con el que me he sentido más cómoda en toda mi vida…”.


Herencias

De su padre: “Heredé el ser noctámbula. Heredé la fe y confianza en mí misma. El estar der acuerdo conmigo en todos los aspectos de mi vida. Su simpatía y atractivo que hacía feliz con su presencia. El no hacer daño a nadie. El comprender todo y a todos. El ser un tanto egoísta…Heredé un genio fuerte, con explosiones violentas… una o dos veces al año… se me pasan rápidamente”.

Para ella, madrugar es un suplicio. “Siempre ha sido para mí verdadera tragedia el madrugar… Mi mente está tupida hasta cerca de las doce…”.

Sus amores. “El amor ha sido el eje de mi vida”

“…Al amor he de dedicar un libro exclusivo” -dice en la primera parte de sus memorias. Por eso el segundo volumen, Así es,  recoge sus vivencias amorosas.

Sus paseos por el Rastro. Una década gloriosa de 1918 a 1928

“Cuando yo era estudiante en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, tres o cuatro compañeros no faltábamos ningún domingo al Rastro”…


La vida cultural. Contactos con todas las artes

“En el Teatro Real estaban los Bailes Rusos [Ballets de Diaghilev] y todos íbamos a verlos…Los conciertos del Price eran otra de nuestras evasiones favoritas…La literatura era otro motivo de estudio, discusiones y crítica… El Ateneo era otro de los lugares frecuentados, casi diariamente, por nosotros… Creo que los mejores años de mi vida de estudiante fueron los de Bellas Artes”.

Nuestras tertulias de teatros y cafés

“Estaban compuestas por artistas y afines. Los fijos eran siempre: Enrique Casal Chapí, nieto del gran Chapí, Vicente Viudes, Ventura San Simón, Agustín de Figueroa (soltero todavía), Antonio Cánovas [del Castillo y Rey], Vicente San Juan, Pepito Gross… La única mujer era yo”. 

El Lyceum Club Femenino

“En el salón de té [de la calle de las Infantas] nuestra mesa fija la ocupábamos Trudy Araquistain, María Baeza, Carmen de Mesa, Isabel Espada, Julia Meabe, Matilde [Calvo] y yo…Además de vernos todos los días en el Lyceum, una vez a la semana, los sábados, el grupo reducido nuestro teníamos unas cenas. Una noche era en casa de Pérez de Ayala [marido de Mabel Rick], otra en la de Araquistain [marido de Trudy Graa] y otras veces íbamos  a un restaurante de la calle de las Infantas… A estas cenas no faltó nunca Victoria Kent”.

Veraneos en San Vicente de la Barquera

“En mi infancia yo no tuve veraneos… empezó con mi conocimiento de Matilde Calvo Rodero y su familia…[en 1917], todos en el norte”. En Galicia, en el pazo de Moruxo; en Portugal. “Otros veraneos se hicieron en Santander [hoy, Cantabria], en San Vicente de la Barquera…en “la casa de la Capilla”, encima de la iglesita de la Virgen de la Barquera…; el último…, alquilé una casita de pueblo a la que llamaban El Gurugú”.


Contactos con el periodismo

“El periodismo siempre me apasionó, no tanto como el teatro…”. Su primer artículo sale en la revista Crónica el 22 de septiembre de 1935. Se titula La camisa, “para tener un orden en la vestimenta…”.En España, antes de la Guerra Civil, publica también en el diario La Voz y en Cinegramas. En el exilio argentino, serán La Nación, El Sol y Estampa quienes acojan sus artículos.

Un día de su vida antes de la Guerra Civil

“Por la mañana, un día sí y otro no, daba mi clase en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer [era titular y secretaria de esta Escuela]…Después de comer, también tres veces a la semana, daba la clase de Indumentaria en el Conservatorio. Comía con Margarita Xirgu los tres días que no tenía clase, paseo con ella, trabajar en el estudio y luego ir al Lyceum. Después de cenar, Teatro Español y, por último, tertulia de café hasta las dos o tres de la madrugada, hora en que Antonio [Lucas Moreno] me acompañaba siempre a casa”. “Tuve una vida estupenda…”- concluye sobre esos años.

Los objetos que atesora Victorina Durán en su última residencia de la calle Escalinata, en Madrid

Un carné de baile, el armario de luna de su madre (+1933), una caja negra de ónix de su tía Leonor, una botija “prehistórica”, los abanicos de su abuela Encarnación (+1918), la mantilla negra de la tía Manuela, la Venus de mármol blanco, la relojera y la bandejita de laca de su padre (+1927), el despertador regalo de su 17 cumpleaños, un paisaje dedicado de Timoteo Pérez Rubio (“A mi hermana Victorina”), una fotografía dedicada por Julio Romero de Torres de su cuadro Salomé, un batik javanés auténtico, una diosa hindú de bronce y esmalte (regalo del empresario periodístico Natalio Botana), elefantes de marfil y de bronce, un Corán miniado en miniatura, un arco de un indio mataco, una boquilla china, un llamador en forma de mano utilizado como pisapapeles,  un disco con los tangos más inmortales de Gardel, el disco de La corte de Faraón, un cortaplumas, un san Antonio igual al de su abuela Encarnación, una sombrilla de encaje blanco, un disco de música de organillo, todo de chotis; un marfil oriental ¿, un retrato de una señora, pintado por Ferrant; dos retratos de Aguirre, dos paisajes de la escuela sevillana del siglo XIX, discos de las óperas Tosca, Sansón y Dalila, y Aída; fotografías en todas las paredes, palmatorias, candiles de hojalata, un álbum de postales…  

Sus  recuerdos y opiniones sobre…

Dalí. “La llegada de Dalí a la Escuela [de Bellas Artes de San Fernando] produjo más revuelo que el paso del Atlántico en avión con Franco, Rada, Ruiz de Alda y Durán en el Plus Ultra [primer vuelo entre España y América, en 1926]…Un día apareció, como llegado de Marte, Salvador Dalí. Llegó caracterizado de pintor: un traje más bien estrecho, una chalina negra de gran lazo, el pelo sin cortar y unas patillas enormes, largas y anchas, que encuadraban su cara haciéndola aún más flacucha. Pero lo más insólito era que llevaba bastón…” [Tenía 22 años…]. Se negaba a copiar los modelos…”.

Federico [García Lorca]. “Un día me dijo Federico: Tengo una obra en preparación que la daré al público cuando ya esté afianzada y sea ya indiscutible. Se titula La bola negra y el ambiente es en una capital de provincias, donde no admiten en el casino a un escritor homosexual, por el hecho de ser “así”. Yo les hago tragar esa bola negra sacando a relucir toda la inmoralidad de aquellos “honrados burgueses”. Federico murió antes de darse el gusto de estrenar su Bola negra”.

Valle-Inclán (su profesor de Estética durante un curso; su amigo después). “Para la primera clase, nos citó a las once de la mañana en el Museo del Prado…su mirada aguda…cayó sobre la vitrina que teníamos al lado. Contenía el Tesoro del Delfín de Francia. No necesitó más; a la vista de estas joyas, comenzó su “creación”, a poetizar, a sugerir época e historia, verdaderamente creando con su imaginación otro tesoro literario”.

Su amistad con él “comenzó en la parada del tranvía “el  Cangrejo”. Al terminar mis estudios en la Escuela de Bellas Artes empecé a frecuentar tertulias y, sobre todo, el saloncillo del Teatro Español. Mis encuentros con Valle-Inclán eran casi diarios. Puedo decir que el estar juntos nos daba felicidad”.

El Guernica y Picasso. “Este mural [lo ve en Paris, en el pabellón español, durante la Exposición Internacional de 1937], que ha causado la admiración del mundo, no me gustó nada y, a través de los años, sigue sin gustarme; me pareció un cartel de toros, pero malo”.

En el segundo volumen de sus memorias, en el capítulo titulado Goya y Picasso, Victorina vuelve a hacer hincapié en su opinión desfavorable sobre la obra del "renegado andaluz- afrancesado:..."Goya no le hubiese perdonado nunca [a Picasso] su evolución, llamémoslo así, desde su maravillosa época rosa... a...lo de luego [el Cubismo]". Para ella, el Guernica, pintado tal como lo hace ahora, es "la segunda destrucción de Guernica"...

En otro capítulo, titulado Cuadros antiguos y modernos es a través de un diálogo con uno de los vendedores habituales del Rastro, donde deja clara su opinión: “Picasso eran un pintor fenomenal. Se fue a Estados Unidos y unos negociantes le tomaron bajo su tutela para hacerle famoso y le hicieron un lavado de cerebro para que empezase otra ruta en la pintura y hacerle célebre allí en Nueva York…Se destruyó a sí mismo y destruyó la pintura en el mundo entero”. ¿No estará hablando de Dalí…? -me pregunto.

En Los estudios de pintores y artistas, vuelve a la carga: “La profesión de modelo puede decirse que ha desaparecido. Picasso la mató con el cubismo. Las caras que pintó de tres dimensiones en que se ve el frente y el perfil, todos saben que no necesitan modelo”.

Opiniones sobre ella de sus contemporáneos

Carmen Baroja en sus memorias, Recuerdos de una mujer de la Generación del 98, escribe: “Victorina Durán y su amiga Matilde Calvo Rodero, las dos gordas y grandes; Victorina, con un complejo feo de masculinidad, que a mí me producía, no eso precisamente, sino toda su persona, una enorme antipatía. Tenía un flair [olfato] para los cuartos y para los enchufes que aturdía…”. Carmen llama a esa mesa fija, la de las “enchufadas” (“una mesa a la que acudían todas aquellas que estaban o pretendían tener grandes enchufes…Presidía esta mesa Trudy Araquistain…”). Al resto, las llama “los satélites de la de Araquistain” (Matilde Huici, Victoria Kent, Mabel Pérez de Ayala, Victorina Durán y Matilde Calvo).

Valle Inclán, a través de su hija Mariquiña: “Nadie conoció ni entendió a mi padre mejor que tú, a nadie quiso ni estimó más que a ti; de ninguno de los jóvenes que entonces le rodeaban, se sintió más orgulloso…”.

SABER MÁS

Tesis (incompleta) de Eva María Moreno Lago, Sevilla 2018, colgada en internet, Victorina Durán, escritora y artista del teatro de vanguardia. Un compendio exhaustivo de sus trabajos publicados en España y Argentina.

“En su epitafio se puede leer este emotivo texto: “No sé si habré dejado de amar por haber muerto o habré muerto por haber dejado de amar”.
https://lyceumclubfemenino.com/2013/06/04/entrevista-ma-teresa-rodriguez-de-castro/. Victorina Durán y el Círculo Sáfico de Madrid.

https://elbotijo1754.es. Web de El botijo, sito en la calle Toledo, 35. Reformada a finales de los 80, aún conserva el botijo que le diera el gracejo popular. Seguro que a Victorina (para ella, la cacharrería El Botijo) le encantaría ver que el comercio pervivía, en otra forma hoy, en 2019 (droguería, perfumería, pinturas y anexos).

https://historia-urbana-madrid.blogspot.com/2015/06/canseco-y-el-reloj-de-los-chinos-relatos.html. La relojería Canseco (plaza del Ángel, 10) y los chinos del escaparate.

http://conocemadrid.blogspot.com/2013/12/comercios-centenarios-v.html. Comercios centenarios en Madrid. “El Ayuntamiento instala una placa de bronce en la vía pública, según diseño de Antonio Mingote, en la que se recoge el nombre del establecimiento, el año en que abrió, y la siguiente mención: "El Ayuntamiento de Madrid agradecido por los servicios a la Ciudad". http://centenariosmadrid.org/

https://elpais.com/ccaa/2019/01/18/madrid/1547838306_205061.html.. Otro que cierra: la librería médica Nicolás Moya, fundada en 1862, en la calle Carretas.

 La librería de las tertulias de Ramón y Cajal.




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