viernes, 21 de diciembre de 2012

FINALIZA EL "AÑO HIERRO"

Un sello de correos, nuevas antologías, cursos; recitales, encuentros, mesas redondas, paseos…Santander, Madrid, Getafe y Valencia llevan a cabo más de una veintena de actos para recordar al poeta pintor en 2012.



José (Pepe) Hierro nació en Madrid el 3 de abril de 1922 (en la calle Andrés Borrego, 16). Un Tauro. A los dos años, la familia se traslada a Santander por cambio de destino del padre, empleado de telégrafos. (Dice Carlos Galán, director del Ateneo de Santander: “Su primer alojamiento fue en El Sardinero, cerca de la Fuente de Cacho, y no lejos de la que andando el tiempo, sería su casa de verano, en la Colonia de los Pinares, en unas casas baratas de protección oficial, en un quinto piso sin ascensor...Luego, vivió en la Cuesta de la Atalaya y, definitivamente, en la calle Vargas, número 9...”).
 
 

Su madre había nacido en Santander. De allí será su mujer, María de los Ángeles, y allí nacerá alguno de sus hijos. Por eso dirá: “Me he considerado siempre de allí...Viví en Cantabria hasta los 17 años de forma continuada, y después de un tiempo fuera, retorné”.

En Santander realiza los estudios primarios en el colegio de los Salesianos. (En 1936, con catorce años, recibió en El Ateneo Popular de Santander un premio destinado a menores de dieciocho años. Entre sus lecturas, Peter Pan y El alcázar de las perlas, de Francisco Villaespesa). Terminada la educación primaria, opta por la Escuela de Peritos Industriales para estudiar perito electro-mecánico. Pero al estallar la guerra civil, ha de interrumpir los estudios (“Cuando empieza la guerra española tengo 14 años...”). En 1937 detienen a su padre, “republicano de Azaña”, y, como cabeza de familia, él ha de ponerse a trabajar. Su primer empleo será el de peón cilindrador en una fábrica de botas de goma.

Durante los años de la guerra, por su casa de la calle Vargas, número 9  (4º piso) pasan muchos amigos para saciar su apetito con los platos de alubias que les ponía doña Esperanza, la madre de Pepe.

En esta época, dos hechos van a marcar su vida de manera fundamental: la amistad con el poeta Jose Luis Hidalgo (1919-1947) y el descubrimiento del libro Poesía Española. Antología (1915-1931), publicado por Gerardo Diego en 1932.

“Nuestras primeras lecturas podían reducirse a estos poetas: Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Pedro Salinas y acaso Villalón, Aleixandre y Cernuda”.

Tras el fin de la guerra en 1939, es detenido el 13 de septiembre, acusado de pertenecer a una organización clandestina de ayuda a los presos, además de ser miembro de la “Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios”. Su primer poema “Una bala le ha matado”, había aparecido publicado en 1937 en el número 26 de la revista CNT, de Gijón. Con el nombre José H. Real también había publicado en el Romancero General de la guerra de España. “Es corriente decir que los primeros versos que se escriben son versos de amor, dedicados a alguna muchacha, rubia o morena, de quien estamos enamorados o de quien creemos estar enamorados. Pero en nuestro caso nunca fue así. Hicimos sonetos a una naranja, a un rombo, versos libres a una langosta... Con ello ahogábamos nuestro corazón, el dolor provocado por una guerra brutal que conmovía nuestras almas adolescentes...Durante la cárcel, mi filosofía consistía en pensar que todo momento, bueno o malo, es irrepetible, y por lo tanto, aquello que estaba yo viviendo, un día lo añoraría por duro que fuera. En todo caso, yo sabía que aquello era irrepetible”.

En enero de 1944, sale en libertad definitiva. Su padre, detenido en 1937 y excarcelado por enfermedad en 1941, muere dos meses más tarde.

Entonces, el poeta José Luis Hidalgo, que está en Valencia, le llama. Para poder subsistir allí, tendrá que realizar numerosos trabajos: palero, moldeador, listero, transportista de leña a domicilio, comisionista para venta a plazos de libros, negro de escritor...Pero es ahí donde encuentra su “tono personal” poético que se manifestará en su primera obra Tierra sin nosotros, en 1947.

En 1946 regresa a Santander. Piti Cantalapiedra le consigue un trabajo como listero en la empresa Monobra, que entonces realiza los trabajos de construcción de la fábrica SNIACE en Torrelavega. Luego, hasta 1951 trabaja en Maliaño en el taller de fundición Benito Martínez.

En 1952 se traslada definitivamente a Madrid y empieza a trabajar en Editora Nacional. También lo hará en Radio Nacional hasta su jubilación, en 1987.

En 1998 le conceden el Premio Cervantes “por ser un poeta excepcional cuya carrera ha sido tenaz, exigente y honrada”.

SU RETRATO: Generoso, modesto, íntegro

En 1949, Hierro se presenta a JRJ con estas palabras: “Tengo 27 años. Trabajo en una fundición de hierro. Estuve preso cuatro años y medio (de los 17 a los 21). Antes de ésta, he tenido, en los últimos seis años, toda clase de ocupaciones absurdas; aún en los peores momentos he encontrado un rinconcito libre en que albergar a la poesía. Por desgracia, no puede ésta llenar totalmente mis horas...”.

JRJ le escribe ese año: “Desde que leí su primer poema, le he seguido con verdadero deseo...Considero a usted uno de los pocos mejores entre los poetas españoles actuales, poeta de libre emoción directa, sin virtuosismo ¡por fortuna!”.

El 16 de julio de 1947 Gerardo Diego había publicado en ABC un artículo en el que participa a los lectores que ha descubierto a un joven poeta llamado José Hierro. Es a través de una crónica radiada de Gerardo Diego como JRJ conocerá su segundo poema.
 
 

...”Su cabeza con algo de titán, como tallada en roca, a golpe de trueno expresionista; su conversación torrencial de una lucidez alucinada y encantatoria; sus manos, que en sus recitales trazan con la exactitud de pájaros fatales el dibujo del poema” (Lorenzo Oliván, poeta. Castro Urdiales, 1968).
 
 

...”Aquella voz tenía la consistencia de la piedra, el latido del trueno, el púdico temblor de la palabra en un poema...Su voz poderosa que aniquilaba toda resistencia, su voz de metal noble que engrandecía cada palabra que entregaba. Y sus manos. Sus manos que trazaban los poemas en el aire...Tus manos minerales nacidas para el arte” (Ana Belén Rodríguez de la Robla,  escritora).
 
 

“La voz poética más pura de la España actual”

Así lo describió en 1993 Eulalio Ferrer en un discurso leído en el Centro Asturiano de México. “Compañero y hermano de generación”- le llamaba Eulalio, que nace en Santander un 26 de febrero de 1921. A él le dedica Hierro el poema Don Quijote trasterrado: “A Eulalio Ferrer, viejo amigo, quijotesco y trasterrado”.

SUS LIBROS, por él mismo

“La Quinta del 42 era, para mí, la de los que llevaban sobre sus hombros la pesadumbre de la guerra española... No sufrieron daños en su cuerpo, sino en su alma”.

Cuaderno de Nueva York (1998). En 1993, cuenta: “He comenzado unos poemas sobre Nueva York...Será una especie de “Cuaderno de Nueva York”, aunque no del tono de Lorca. En un poema mezclo a Bach y a Gloria Fuertes en Washington Bridge” (“Pasea con el luto de viuda de sí misma / payasa, miliciana / entre los arces plateados de New Jersey / (o tal vez sean pinos, encinas, jaras y retamas) / de Chozas de la Sierra...Yo ya no sé”).
 
 
SU FORMA DE ESCRIBIR

“(En Madrid) Nos recibía (a los periodistas) en un pequeño bar de barrio junto a su casa de la calle Fuenterrabía (nº 4), apurando copas de chinchón y fumando un cigarrillo detrás de otro” (Tulio Demicheli).

“Cuaderno en Nueva York, como todos, lo compuso en la cafetería La Moderna entre musiquillas de tragaperras y la fragancia oleosa de los bocadillos de calamares porque, si se quedaba en casa, “mi mujer me saca del trance contando no sé qué sobre el precio de las lechugas” (Alvaro Latorre).
 
 

“En Santander, recibía en el bar Corona  o en su piso de la calle Cádiz” (Francisco Valcarce).

“Yo siempre escribo en un bar...Lo que me importa es estar aislado, que nadie dependa de mí”.

Sus palabras

“Me siento como una especie de transexual de la música, la poesía y la pintura, pero no sé en cual quedarme”. (Su cuadro más antiguo conocido es un gouache fechado en 1938. Cuando va a Valencia en 1944, lleva un acordeón como equipaje).

“Mi anhelo ha sido siempre buscar la palabra justa que diga, exprese y sugiera”.

 “Yo soy muy lento, muy indeciso, muy inseguro, muy corrector... La poesía necesita honestidad y calma”.

“Soy un poeta lento. Mi proceso de creación es fatigoso”.

“El poema tiene que ser seducción...La poesía informa y persuade”.

 “A un poema no se le puede quitar misterio ni añadir oscuridad”.

 “La poesía se escribe ella sola cuando quiere”.

 “Siempre he escrito lo que he querido. De lo que me dolía a mí o me pasaba a mí”.

 “He querido cantar, día a día, lo que hay en mí...Pretendo hacer una poesía que no sea arte, sino vida”.

“Por mi parte, y para mi uso personal, persigo, entre otras cosas, estas intenciones: que los versos sean como una semilla que cae al corazón y de la que florece un cantar; que para gustarlos no sea preciso un previo equipaje de conocimientos culturales y técnicos”.

“En general, mi poesía es seca y desnuda, pobre de imágenes. La palabra cotidiana, cargada de sentido, es la que prefiero. Para mí el poema ha de ser tan liso y claro como un espejo ante el que se sitúa el lector”.

“Prescindo del adjetivo siempre que puedo. Empleo las palabras de cada día, las verdaderamente originales porque arrastran resonancias desde sus orígenes”.
 
 

“(Mi poesía pretende) poner en pie hechos, ideas, sentimientos, hombres de hoy”.

“(Esto es lo  que el poema ha de pretender):Hallar para cada sentimiento la palabra justa -conceptual y musicalmente- conseguir que lo que queríamos decir quede acuñado en forma imperecedera, sin que nada se le pueda quitar o añadir para perfeccionarlo”.

“El hombre es fuego y es lluvia. / Lo hace el odio y el perdón”.

“La mejor crítica de arte la han escrito los poetas...dicen”.

 “(SOY) UN DECLARADO JUANRAMONIANO”

Inacabado dejó el discurso de ingreso en la RAE. Iba a versar sobre Juan Ramón Jiménez, que él consideraba injustamente olvidado. En 1972 se presenta en el Teatro María Guerrero de Madrid una versión dramática de Platero y yo, escrita por Hierro, con canciones de su propia cosecha y cuyo monólogo convierte en diálogo, que recibe palabras elogiosas de Lázaro Carreter en La Gaceta Ilustrada.

PARA SABER MÁS

Últimos documentos

En 2012, Nórdica Libros publica Hierro ilustrado. Antología gráfica y poética de José Hierro (1947-2002).


La Fundación Gerardo Diego publica el pliego nº 4 de su colección con el epígrafe Mi Santander nº 4: José Hierro. Una edición homenaje con poemas y dibujos del autor.

Impresión de sus Cuentos reunidos en octubre, con su favorito, Quince días de vacaciones.
 
 

El Instituto Cervantes de Belgrado edita una antología bilingüe del escritor.

Antrophos publica una edición homenaje a José Hierro, en la que participan varios autores, con el título En homenaje a la amapola.

Emisión de un sello de correos con un autorretrato de José Hierro.

Libro de fotografías Profesor José Hierro, con fotos realizadas en la UIMP entre 1999 y 2002.

Libro catálogo de la exposición  montada en el Palacete del Embarcadero de Santander, Memoria de un homenaje.
 
 

Lo que queda hoy con su nombre

Los premios literarios de poesía y relato breve José Hierro, patrocinados por el ayuntamiento de Santander, celebran en 2012 su 31 edición, una cantera de jóvenes escritores.

En Getafe, Madrid, en 2003, se crea la Fundación Centro de Poesía José Hierro (www.cpoesiajosehierro.org). Entre sus objetivos, además de “promover, fomentar y difundir la figura, vida y obra de José Hierro”, los de “promover el estudio, la investigación y difusión de la poesía, especialmente la poesía española del siglo XX; fomentar la creación poética y literaria, y promover la relación de la poesía con otras artes o disciplinas”, como la música, el cine, el teatro o las nuevas tecnologías.

Llevan su nombre varios institutos, entre ellos El IES José Hierro de San Vicente de la Barquera, en Cantabria. Y el IES José Hierro en Getafe, Madrid.

Palabra de Hierro

Este fue el título de la obra estrenada hace doce años por la compañía cántabra de teatro La Machina. Nominada entonces a los premios Max de teatro, la compañía la recupera de nuevo para conmemorar los diez años de la muerte del poeta.

ALGUNOS POEMAS

DESPEDIDA DEL MAR

(...) Por más que intente al despedirme

Llevar tu imagen, mar, conmigo;

Por más que quiera traspasarte,

Fijarte, exacto, en mis sentidos;

Por más que busque tus cadenas

Para negarme a mi destino,

Yo sé que pronto estará rota

Tu malla gris de tenues hilos.

Nunca jamás volveré a verte

Con estos ojos que hoy te miro.

(De Tierra sin nosotros (1947)

JUNTO AL MAR

Si me muero, que me pongan desnudo,

Desnudo junto al mar.

Serán las aguas grises mi escudo

Y no habrá que luchar.

Si me muero que me dejen a solas.

El mar es mi jardín.

No puede, quien amaba las olas,

Desear otro fin.

Oiré la melodía del viento,

La misteriosa voz.

Será por fin vencido el momento

Que siega como hoz.

Que siega pesadumbres. Y cuando

La noche empiece a arder,

Soñando, sollozando, cantando,

Yo volveré a nacer.

 (De Quinta del 42 (1953)

 
MIS HIJOS ME TRAEN FLORES DE PLÁSTICO

 
Os enseñé muy pocas cosas.

(Se hacen proyectos..., se imagina..., se sueña...

La realidad es diferente). Pocas cosas

Os enseñé: a adorar el mar;

A sentir la alegría de ver vivir a un animal minúsculo;

A interpretar las palabras del viento;

A conocer los árboles, no por sus frutos:

Por sus hojas y por su rumor;

A respetar a los que dejan

Su soledad en unos versos, unos colores, unas notas

O tantas otras formas de locura admirable;

A los que se equivocan con el alma.

Os enseñé también a odiar

A la crueldad, a la avaricia,

A lo que es falso y feo, a las flores de plástico...

 
(De Libro de las alucinaciones- fragmento (1964)

 
A ORILLAS DEL EAST RIVER



Yo ya no lloro,

Excepto por aquello que algún día

Me hizo llorar:

Los aviones que proclamaban

Que todo había terminado;

La estación amarilla diluida en la noche

En la que coincidían, tan sólo unos instantes,

El tren que partía hacia el norte

Y el que partía hacia el oeste

Y jamás volverían a encontrarse;

Y la voz de Juan Rulfo: “diles que no me maten”;

Y la malagueña canaria;

Y la niña mendiga de Lisboa

Que me pidió un “besiño”.

Yo ya no lloro.

Ni siquiera cuando recuerdo

Lo que aún me queda por llorar.

 
(De Cuaderno de Nueva York (1998)

 

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