“Las palabras que elijo para
contar quién fue mi padre cuentan en realidad quién soy yo”- escribe Fernando
Marías (Bilbao, 1958) al comienzo del libro.
Así, nos enteramos de que
siempre odió las matemáticas; que los fortines sitiados le fascinan desde que vio El Álamo y Beau Geste de
niño. Que Grupo salvaje fue la
película que cambió su vida (“…resolví que consagraría mi vida, fuese cual
fuese el precio, a narrar historias”) o cómo se enamoró en Soldado azul de Candice Bergen (“El cine tiene mucho que ver con el
amor”). Que nunca ha viajado con mochila, “ni siquiera de joven”, y que no sabe
conducir. Pero también de sus problemas con el alcohol (“maleante en Madrid”).
Elige cinco palabras, cinco
nombres: Pagasarri, Árbol, Aurora, Temblores y H.; tres de ellos, “momentos
importantes junto a mi padre” en sus excursiones – a lo largo de la vida- al
Pagasarri, monte cercano a Bilbao, su lugar de nacimiento y de vida hasta
octubre de 1975.
La
isla del padre – explica a un conocido-, trata “del miedo
mutuo que desde el primer momento nos tuvimos mi padre y yo y de cómo logramos
superarlo”. Ese hombre, marino mercante, al que conoce por primera vez,
conscientemente, cuando él tiene 18 meses, en uno de sus regresos del mar
(“¿Quién es ese hombre…? ¿Y se va a quedar…?”).
Pero también es la historia
de la casa familiar y sus rincones, dependencias y objetos (la terraza, el secreter, el mejor reloj del mundo…).
“Esta casa en la que, desde 1912, cuando la alquilaron mis abuelos, ha vivido
nuestra familia… la casa en la que nuestra madre fue niña y en la que nosotros
fuimos niños”. “Hemos acordado [mis
hermanos y yo] entregar las llaves al comprador cuando yo termine este libro”.
Y la explicación de por qué
es novelista: “Soy novelista porque en un lugar donde nunca he estado una bala
disparada por un viejo fusil mató a un hombre veintiún años y seis meses antes
de que yo naciera”.
El encuentro con un mendigo
que se parecía a su padre, cerca de Sol, será- debidamente transformado- el
embrión de su primera novela, La luz
prodigiosa, en 1991, Premio Novela Corta Ciudad de Barbastro, y lo que le
decide a seguir por el camino de la literatura.
Un camino que regresa al
Pagasarri para cerrar el círculo, y un color, el azul celeste, con el que el
autor ve su libro terminado, porque, para él, “todos los libros tienen un
color”.
El 13 de junio de 2033 -día de su cumpleaños-,
Fernando Marías tiene una nueva cita “en el mismo banco de la misma plaza” para
“echar la vista atrás y hacer balance” desde sus 75 años de serenidad. Quizá
nos lo cuente, o no...
P.S. Ha sido que no...Murió el 6 de febrero de 2022, a los 63 años...DEP.
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