viernes, 8 de septiembre de 2017

GEORGE W. SEBALD: “MI MEDIO ES LA PROSA”


“Nacido en 1944 en (Wertach im) Allgäu [Baviera, 18 de mayo]”-, comienza su Discurso de Ingreso ante el Colegio de la Academia Alemana.

También habla de: “Mi infancia en los Prealpes”… “La casa de mis abuelos en Plattling”… “Apenas tengo recuerdos de mi época escolar”… “En la época de la posguerra me crié en Allgäu”.

Un grabado, base de sus escritos

“El pintor Jan Peter Tripp, con el que fui al colegio en Oberstdorf…me regaló uno de sus grabados en el que puede verse al presidente del Senado, Daniel Paul Schreber, enfermo mental [escribió Memorias de un enfermo de nervios en 1903], con una araña en el cráneo -¿qué hay más horrible que las ideas que continuamente bullen en nosotros?-. En ese grabado se basan muchas de las cosas que he escrito luego”.

La restitución por la literatura

“Hay muchas formas de escribir; pero solo en la literatura, por encima del registro de los hechos y de la ciencia, puede intentarse la restitución”.

Explica Javier Marías: “Los libros de Sebald son eclécticos. Son muy sui generis: una mezcla de ficción, autobiografía, biografía y viajes entretejida con fotos, siempre en blanco y negro y sin leyendas”.

1995. LOS ANILLOS DE SATURNO, UN CLÁSICO


En la traducción española, al título le han añadido la leyenda: “Una peregrinación inglesa”. Quizá para que no pensáramos que se trataba de ciencia ficción…

Tres citas anteceden al texto: una de John Milton en Paraíso perdido sobre que “el bien y el mal crecen juntos inseparablemente en el mundo”. Otra de Joseph Conrad, en francés, a Marguerite Podarowska sobre el “peregrinaje a pie” y, finalmente, la descripción de los anillos de Saturno en una Enciclopedia.

“En agosto de 1992,…emprendí un viaje a pie a través del condado de Suffolk,…con la esperanza de poder huir del vacío que se estaba propagando en mí después de haber concluido un trabajo importante”- comienza el libro.

Caminar, sana

“Raras veces me he sentido tan independiente como entonces, caminando horas y días enteros por las comarcas, escasamente pobladas, junto a la orilla del mar”.

“Justo en el mismo día, un año después del comienzo de mi viaje, fui ingresado en un estado próximo a la inmovilidad absoluta, en el hospital de Norwich”.

En el segundo capítulo, retoma el relato del primero: “Era un día completamente cubierto de nubes cuando, en agosto de 1992, bajé a la costa en el viejo tren diesel…que entonces hacía el recorrido entre Norwich y Lowestoft”.

En un momento, se pregunta: “Hölderlin… ¿Cuántos viajes a pie ha hecho ya en sus apenas treinta años de vida…?”, o confiesa: “Mis largos vagabundeos por la ciudad de Manchester”…

Documentación e investigación

Sebald narra sus andanzas, pero no todo es observación sino que antes (¿), durante (¿) y después hay un trabajo riguroso de investigación y documentación que, a veces, se explicita: “el folleto explicativo de la película…que he conseguido encontrar hace poco”, “célebres pintores de batallas navales… de los que con la mayor atención he estudiado algunas de sus producciones… en el Museo de la Marina en Greenwich”. “Pese a largas investigaciones…”- dice refiriéndose a unos vagones del ferrocarril de vía estrecha entre Halesworth y Southwold.

Además, incluye las conversaciones de las distintas personas con las que se va encontrando: el jardinero de Somerleyton; el holandés Cornelis de Jong en el bar del Hotel Crown, de Southwold…

Preferencias y los fantasmas de la repetición

También nos enteramos de cosas sobre el autor. “Cuando estoy en Southwold, la Sailor´s Reading Room [que abre a las 7 de la mañana todos los días, hasta medianoche] es, con mucho, mi lugar preferido…Se puede leer, escribir cartas, estar absorto en los propios pensamientos o, durante la larga época invernal, mirar sencillamente afuera, al mar tempestuoso”.

“En otoño de 1966, cuando llegué a Manchester procedente de Suiza…entre aquellas primeras amistades que hice en Manchester estaba la de Stanley Kerry…”. Como Paul Auster, habla de coincidencias: “Igual que Michael [Hamburger], estuve en Burnley en el año cuarenta y cuatro…”.

Expresa opiniones muy particulares, como que “en Bélgica, aún a día de hoy, hay una fealdad particular, impresa en la época de la explotación desinhibida de la colonia del Congo, manifiesta en la atmósfera macabra  de ciertos salones y en una deformidad llamativa de la población…”.

“Me gusta ir al cine especialmente en ciudades extranjeras”…

La actualidad

Noticias del momento también pasan a formar parte del discurso y del libro. “En la noche del segundo día después de mi llegada a Soutwold, la BBC… emitió un documental sobre Roger Casement, a quien yo desconocía hasta ese momento, ejecutado en 1916 en una cárcel inglesa por alta traición”. Se queda dormido en el sillón y solo recuerda que el escritor Joseph Conrad le conoce en el Congo y le tiene por la única persona franca entre todos los europeos corruptos que pululan por allí. Sebald decide reconstruir la historia, que se ha perdido durmiendo, “partiendo de sus fuentes”.

Círculos concéntricos y coincidencias

Por momentos, el libro me recuerda a la estructura con que los estudiosos de Proust denominaban a su manera de componer: “en rosetón”.

Lugares como Lowestoft se convierten en cantera donde convergen sus gentes y se interrelacionan a lo largo de siglos. Las primeras lecturas inglesas de Konrad Korzeniowski, luego Joseph Conrad, fueron el Lowestoft Standard y el Lowestoft Journal...

OTRAS OBRAS

1990. VÉRTIGO

Beyle o el extraño hecho del amor

Se refiere a Henri Beyle (Grenoble, 1783- Paris, 1842), “uno de los pocos participantes de esta travesía legendaria de los Alpes [con Napoleón, en 1800] que no acabaron en el anonimato”.

No lo dice en el relato, pero se trata de Stendhal, el escritor. Este era uno de sus seudónimos. En 1822,  Stendhal escribe Sobre el amor. Al parecer, tuvo una decena de amantes de las que se conocen nombre y apellidos.  El epitafio que hizo escribir en su lápida: «Henri Beyle, milanés. Escribió, amó, vivió 59 años, 2 meses. Murió el 23 de marzo de 1842».

1993. LOS EMIGRADOS

A partir de personas con las que tiene contacto (circunstancial, por historia personal o familiar), narra la historia de ese personaje en relación también con él. El recuerdo y la indagación, la reflexión, la investigación y la documentación, forman parte de sus escritos. En ellos, aparecen, a menudo, en la lengua original de su informante, pensamientos u opiniones.

“A finales de septiembre de 1970, poco antes de tomar posesión de mi cargo en la ciudad de Norwich, en el este de Inglaterra, partí con Clara en dirección a Hingham en busca de casa…”.

Así comienza el relato Doctor Henry Selwyn, [en realidad, Hersch Seweryn] al que acompaña la leyenda: “Queda el recuerdo; no lo destruyáis”.

“En enero de 1984 me llegó de S. la noticia de que Paul Bereyter, que fuera mi maestro en la escuela primaria, había puesto fin a su vida…”. Este es el inicio del relato titulado Paul Bereyter.

Para él, visto desde el momento actual, personificaba [en los días en que le dio clase, en primaria] el movimiento alemán de los Wandervögel (“Aves de paso”), un movimiento juvenil fundado en Alemania en 1901 bajo el ideal de la autoeducación, libre de la influencia de los adultos.

“Aquel Paul casi carcomido del todo por su soledad interior…Leía y leía…sobre todo a escritores que se habían quitado la vida o estaban en trance de hacerlo…Altenberg, Trakl, Wittgenstein, Friedell, Hasenclever, Toller, Tucholsky, Klaus Mann, Ossietzky, Benjamin, Koestler y Zweig”.

“Apenas si guardo algún recuerdo personal de mi tío abuelo [Ambros] Adelwarth”- comienza el relato Ambros Adelwarth. La leyenda en este caso es en inglés: “My field of corn is but a crop of tears”,  “Mi maizal no es más que una cosecha de lágrimas”.

Sus estudiosos dicen: “El tema central de la obra de Sebald es la memoria, y en su caso muy relacionada con el exilio y la persecución política, y lo doloroso de vivir con ella y lo peligroso de vivir sin ella para naciones e individuos”.

Sebald falleció en 2001. Enterrado en Framingham Earl, en la parroquia de St. Andrews, cerca de donde vivió. Murió en un accidente de coche, resultado de un aneurisma. Vivía en una vieja rectoría en las afueras de Norwich, en Inglaterra.









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