“Había empezado a escribir
un diario a fines de 1957…” -dice la Nota de autor que antecede a estos “Años
de formación”. “Todo lo que soy está ahí…”.
En esta primera entrega, se
consignan 10 años de su vida y de sus diarios (“...ocupan 327 cuadernos…”), de 1957 a 1967.
“Mi padre [“médico
peronista”] había estado casi un año preso porque salió a defender a Perón en
el 55…En diciembre de 1957 abandonamos medio clandestinamente Adrogué [el lugar
donde nació, en 1941, un 24 de noviembre, “como Laurence Sterne”] y nos fuimos
a vivir a Mar del Plata. En esos días, en medio de la desbandada, en una de las
habitaciones desmanteladas de la casa, empecé a escribir un diario…”- así
cuenta en el capítulo En el umbral
cómo empezó todo.
Pero escribir es solo la
otra cara de “leer”. “¿Por qué nos
dedicamos a escribir después de todo?...porque antes hemos leído…”. Un
itinerario lector, que incluye desde Corazón,
de Edmundo De Amicis a La cognizione
del dolore (El conocimiento del
dolor), novela de Carlo Emilio
Gadda, “pasando por “Llegan barcos a la costa trayendo frutos de
afuera”, la primera frase de una lectura en voz alta que tuvo lugar en la
escuela de Adrogué, de niño.
“Puedo reconstruir mi vida a
partir de los estantes de mi biblioteca…La
peste [de Camus] y El oficio de vivir
[de Pavese] fueron los primeros libros propios [comprados]”. El de Camus lo
compró para poder hablar de él a la chica que le gustaba en la adolescencia. El
segundo está firmado con sus iniciales ER [Emilio Renzi, su segundo nombre y su
segundo apellido] con fecha 22 de julio de 1957.
No anota todo en su diario.
“Escribía lo que sospechaba que no iba a recordar, detalles superfluos…datos
imprecisos de mi vida…”. Anota lo que le viene a la cabeza, “sin decidir y sin
elegir”. El primero de los relatos de su
vida es el de su historia con Lucía, una de las mujeres (“de las chicas
a las que he amado”) que aparecen en sus diarios (“Se llamará definitivamente Tierna es la noche”).
“La política, la literatura
y los amores envenenados con la mujer de otro han sido lo único verdaderamente
persistente en mi vida”- escribirá. “Me gustaban las mujeres pelirrojas y me
gustaban las mujeres casadas y me enamoraba alternativamente de una pelirroja y
luego de una casada, ha sido así mi vida sentimental”. Desde Clara Schultz, su
primer amor cuando tenía diez años…
También podría contar su
vida a partir de “la repetición de las conversaciones con mis amigos en un
bar”; o de los lugares donde descansa, lee y escribe: el café del Ambos Mundos, la confitería Las violetas, el bar Florida, el café Tortoni… “Los cafés en los que me siento a trabajar son para mí un
anexo del lugar donde vivo, una mezcla de escritorio y de sala de recibo…”.
“Nunca he tenido…un lugar
mío (o propio), vivo en hoteles, en pensiones, en casas de amigos, siempre de
paso, porque ese es para mí el estado de la literatura: no hay lugar propio, ni
hay propiedad privada”. La casa de la calle Olavarría en la Boca, el departamento
de Cacho en la calle Ugarteche, la casa de su amigo Dipi Di Paola en La Plata, la
pensión de la calle Montes de Oca, la casa de Piri Lugones... “La literatura
para mí depende mucho del lugar donde escribo los libros”.
A Piglia le gusta cambiar de
barrio, empezar de nuevo y descubrirlo todo… “Hago siempre la experiencia de
estar sin plata y conocer la ciudad caminando, buscando lugares baratos,
viajando en colectivo [autobús]…”.
“Si me hice escritor…, fue
también a causa de los relatos que circulaban en mi familia…Se cuentan las
mismas historias una y otra vez, y al contarlas y al repetirlas mejoran, se
pulen igual que el canto rodado…Todas las novelas que he escrito vienen de ahí,
narran episodios de esa épica familiar…”. Su madre, en concreto, fue la gran
contadora de historias de la familia. “Tenía como narradora una virtud que yo
siempre he tratado de usar en mi literatura…no juzgar a los personajes”.
Preguntas
y reflexiones de escritor
“El narrador, ¿debe ser
turbio o distante…?”.
“Para escribir es preciso no
sentirse acomodado en el mundo”.
“Lo mejor que he escrito
hasta ahora surge de una mínima situación autobiográfica transformada luego en
una historia distinta, donde lo vivido solo persiste bajo la forma de los
pensamientos y las emociones que se expresan en el relato” –escribe ya en 1963,
con 22 años.
“En la literatura… lo
fundamental es tener un mundo propio. En mi caso, ese material es secretamente
autobiográfico y depende de la multitud de historias familiares que he ido
escuchando a lo largo de mi vida…”.
“He entrado en mi
autobiografía cuando he podido vivir en tercera persona…solo escribo sobre mí
mismo en tercera persona…”.
“Tengo horror… por todo
exceso retórico…la primera de las virtudes, usar el lenguaje con precisión y
claridad…Busco una prosa lacónica y elíptica”.
“La imagen debe ser
narrativa”.
“Narrar quiere decir
centralmente cuidar la distancia entre el narrador y la historia que cuenta”.
“Narrar es tomar decisiones.
Nunca sé cómo va a ser la historia hasta que no la escribo. Y mientras la
escribo, me dejo llevar por la intuición y por el ritmo de la prosa”.
“El narrador debe expresar
lo que todos los hombres alguna vez han sentido o sentirán…debe ser capaz de
transmitir las emociones que alguna vez hemos experimentado o imaginamos que
eran nuestras”.
“Las ideas en un relato
tienen que estar siempre referidas a lo que está por venir, y no para explicar
lo que ya se ha narrado”.
“Releer mis cuadernos es una
lección narrativa…empiezo a descubrir conexiones, repeticiones, la insistencia
de ciertos motivos que reaparecen…los tonos…”.
[Miguel] Briante y yo
estamos libres de la fiebre por Cortázar que ha invadido la mayor parte de las
escrituras actuales”- escribe en 1965. “…todos escriben a la manera de
Cortázar, relatos autobiográficos torrenciales, sin forma, sin estilo, pero
“sinceros”…Por eso todos se parecen…”. También intenta escapar “de la
gravitación de la prosa de Borges”…
“Mis mejores cuentos
dependen siempre del tono de la
prosa y no de la anécdota”.
“Estoy de acuerdo en que
todo el que escribe puede ser un escritor…solo que siempre habrá muy buenos
escritores y también muy malos”.
“Todos los cuentos que dejan
una huella se construyen a partir de algo oculto”.
De
dónde vienen las ideas
“He escrito por fin un
libro. Quizá más definido y más personal que ninguno de los mejores libros de
cuentos aparecidos en estos años (Las
otras puertas [de Abelardo Castillo, 1961], Las hamacas voladoras [Miguel Briante, 1964], Cabecita negra [G. Rozenmacher, 1961]…”. Se trata de Jaulario (luego, La invasión), su primera obra, publicada en 1967, integrada por 9 cuentos. De ella forman parte
Tierna
es la noche (“Lo escribí de modo extraño, a partir de una experiencia
vivida que se fue reduciendo hasta ser solo una imagen”), Tarde de amor (“Lo escribí en una noche”; luego pasa de 20 páginas
a 12. “Es el cuento que más trabajo me ha dado…es el más arriesgado”), En el calabozo (“Un soldado… me contó la
historia”. En 1961, en el Tiro Federal en Mar del Plata), Mi amigo (“surgió extrañamente cuando fui con un amigo a visitar a
Helena y él rectificó mi opinión elogiosa sobre Bioy Casares”), La honda (“Caminando por una calle de
tierra vi a unos obreros trabajando un día domingo y de golpe descubrí la
historia”), En el terraplén (“La
anécdota me la contó Lina Flores en el Bosque en La Plata y me gustó el doble
final”), Mata-Hari 55 (“La historia
me la contó Manolo Comesaña…Los sucesivos cambios de nombre de la protagonista
me los sugirió Inés…”), Las actas del juicio (“El argumento
surgió en las clases de Historia Argentina que daba Beatriz Bosch en 1963…”).
… “nunca se puede olvidar…la
emoción de ver por primera vez un libro impreso con lo que uno ha escrito”.
Comentarios
sobre sus lecturas
“Cuando tenía diecisiete o dieciocho
años [1958-1959]…leía dos o tres libros por día…”.
“Estoy leyendo Intruso
en el polvo, quizá lo más barroco e intrincado que Faulkner haya escrito. No esconde solo lo que ha sucedido, sino lo
que va a ser narrado”.
“Leyendo a Conrad, con sus múltiples narradores en
una misma historia, con una prosa alta y literaria, se comprende la admiración
de Faulkner”.
“Leo La región más transparente
de Carlos Fuentes…Le cuesta
encontrar la dimensión corta, breve, el momento significativo, el detalle que
da realidad”.
“La solemnidad de la prosa
de Sabato lo lleva – sin tregua-,
una y otra vez, al ridículo”.
“The Sun Also Rises [Fiesta]
es de lejos la mejor novela de Hemingway,
pero no alcanza el esplendor de Macomber [La breve vida feliz de Francis Macomber], de Kilimanjaro [Las nieves del Kilimanjaro]. Del mismo
modo que su novela sobre el pescador cubano [El viejo y el mar] es una pálida versión de After the Storm”.
“García Márquez [en Cien años de soledad] cuenta lo
cotidiano como si fuera fantástico…y cuenta lo extraordinario como si fuera
trivial…Por un lado, me parece demasiado –profesionalmente- latinoamericana:
una especia de color local festivo, con algo de Jorge Amado y también de
Fellini. La prosa es muy eficaz y también muy demagógica, con remates de los
párrafos muy estudiados para producir un efecto de sorpresa”.
“No puedo entender qué es lo
que me desagrada en El perseguidor: están todos los temas de Cortázar, pero el
contraste entre el misterioso genio de Johnny y la trivialidad del biógrafo,
entre la vida avara de Bruno y las locura genial del artista, me parece
demasiado demagógica y trivial y me irrita”.
Sobre
él
“…yo, que era hijo y nieto
de italianos [nacidos en Pinerolo, Italia, en el Piamonte, cerca de Turín], me
he sentido a veces sobre todo un escritor ítalo-argentino…”.
“Postergo y espero que la
vida decida por mí…Como siempre, mi acción básica es postergar, dejar para después…”. “Es una característica
de los hombres de la familia”- le dice su madre en la muerte de su abuelo.
“Nunca toman decisiones…, intentan mantener abiertas todas las alternativas…Tu
abuelo era así y tu padre igual, y vos también…, indeciso, inseguro, no
respecto a lo que piensan, sino a lo que sienten”.
“La tendencia al aislamiento
que se repite desde mi infancia...”.
“Solo necesito una mesa
contra la ventana y una lámpara…Escribo contra la ventana del segundo piso que
da sobre Riobamba…en un petit hotel”.
“Siempre que estoy enamorado
de una mujer me interesa su pasado, como una manera de ver de qué modo ella y
yo hemos terminado por encontrarnos en un punto definido e inestable del
tiempo”.
“Siempre he sentido
atracción por los lugares que no me pertenecen y en los que alguien ha vivido
antes que yo y ha dejado su marca en los muebles, los cuadros, los libros”.
“Lo que tememos más
secretamente siempre ocurre”. Se apropia de la frase de Pavese (en El oficio de vivir) y la hace suya, ya
sin comillas.
“Siempre estamos sin plata”…
“Vivo austeramente con el dinero que gano por las clases que doy en la
Universidad, viajo a La Plata una vez por semana y me quedo tres días, a veces
dos…El dinero que gano con mis dos puestos me alcanza para vivir, si no hago
gastos extraordinarios. Pero, como a todo el mundo, solo me interesan los
gastos extraordinarios, así que habitualmente estoy sin plata”- escribe en el
diario de 1965. “¿Hasta cuándo soportaré la incertidumbre de vivir al día?”- se
pregunta en 1966.
“Para hacer lo que uno quiere hacer, es
necesario ser capaz de rechazar y de perder otras cosas”. En 1967 rechaza una
oferta de trabajo en un periódico con un horario de 9 a 5 y un dinero seguro
todos los meses.
“Miro críticamente ciertas
decisiones de mi vida que fueron tomadas en función del futuro de mi
literatura. Por ejemplo, vivir sin nada, sin propiedades, sin nada material que
me ate y me obligue…Ese tipo de vida define mi estilo, despojado, veloz”.
“He realizado lo que he
deseado”- escribe en 1967, a los 26 años. Y cuando transcribe estos diarios, en
2014, con 73, sigue pensando lo mismo, fiel a sus ideas y criticando las mismas
cosas que cuando tenía 20.
SABER MÁS
https://vimeo.com/ondemand/327cuadernos/136859892.
327 cuadernos, documental. Los diarios de Ricardo Piglia (2015). Filmar el diario de la lectura de un diario.
https://vimeo.com/33336094. Hotel
Almagro. “Cuando me vine a vivir a Buenos Aires [desde Mar del Plata, en 1965]
alquilé una pieza en el Hotel Almagro, en Rivadavia y Castro Barros. Estaba
terminando de escribir los relatos de mi primer libro…Enfrente está la
confitería Las Violetas…”.
CODA: Ricardo Piglia, diagnosticado
de ELA en 2014, muere el 6 de enero de 2017, dejando todo previsto...
https://elpais.com/cultura/2017/08/30/babelia/1504113465_628990.html. Últimas entradas del diario de Piglia.
https://elpais.com/cultura/2017/03/07/actualidad/1488908166_405445.html. Dejar todo previsto.
https://elpais.com/elpais/2017/01/10/opinion/1484055894_863855.html. Despedida, por Leila Guerriero.
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