domingo, 10 de diciembre de 2017

CANSADAS, de Nuria Varela. Hartazgo y esperanza de las mujeres


Estamos cansadas de estar siempre comenzando. Y, sobre todo, estamos cansadas de ser invisibles”… -dice en la introducción.

Nuria pasa repaso a algunos hitos, acontecimientos y logros, que luego no han sido para tanto o han mostrado ser una falacia:

“En octubre de 2016 se cumplieron 33 años del nacimiento del Instituto de la Mujer… El mito de la conciliación o, peor aún, de la corresponsabilidad… El trabajo, nunca tan bueno como soñamos y jamás remunerado como merecíamos… El feminismo ha desaparecido a favor del concepto “género”… La moda que declara como verdad incuestionable que los varones están cambiando masivamente…”.

“¿Cómo no estar cansadas viviendo a toda velocidad, embutidas en una talla 38 [en España, que la media es una  44, la más vendida. Fátima Mernissi dijo que el harén en Occidente era la talla 38…], sobre un tacón de 7 centímetros  (y más), y peleando cada mañana contra el paso del tiempo?”.

Aún no están bien vistas las mujeres sabias


En la presentación de su libro en Santander el pasado 23 de noviembre, Varela dijo que estamos en un “momento de reacción patriarcal muy potente”: “Se está rompiendo el silencio, el mandato patriarcal por excelencia”, y se refiere al caso Weinstein en Hollywood, a Juana Rivas, que hace público su maltrato, y al juicio por violación a “La manada”.

“El machismo no tiene capacidad discursiva; por eso es tan violento. Por eso, utiliza el menosprecio, el ridículo y el ninguneo”.

Y apunta que la nueva misoginia es más sutil y difícil de ver. “El éxito del patriarcado hoy es que se ha hecho invisible”.

Lo explica así: “Cuando se habla, y se conceptualiza (conceptualizar es politizar), de un país como una “democracia capitalista”, se le olvida añadir “patriarcal”, algo que marca las relaciones políticas. La resistencia está en el propio sistema. Cuando hablamos de feminismo, hablamos de poder (el feminismo cuestiona el poder establecido). Queremos que el poder se comparta: el poder religioso, militar y económico, está todo en manos de hombres… Las mujeres no somos las parientes pobres de la democracia”.

La realidad y los datos. El velo de la igualdad

“En 2016, las mujeres dedican en promedio 1 hora y 57 minutos diarios más al conjunto de actividades de hogar y familia que los hombres… Entre la población más joven ha descendido la proporción de muchachos que realizan alguna actividad doméstica mientras que entre las chicas no ha variado… Las excedencias por cuidado de hijos e hijas o cuidado de familiares son cosa de mujeres… Las reducciones de jornada, también”.

Pero “el velo de la igualdad”, las palabras tan repetidas de que “la igualdad ya está conseguida”, de que “ya vivimos en igualdad”, hacen que se relaje la atención o se deje de luchar. No es lo mismo igualdad legal que igualdad real...

El cansancio y el hartazgo de las mujeres

“De que se castigue severamente la apología del terrorismo pero no haya ni una sola condena por apología de la violencia contra las mujeres… Del mito del amor romántico, del romanticismo patriarcal: “si solo hay una persona en la vida para ti, tu media naranja, tu pareja ideal y única, es muy difícil que la dejes”…

El discurso de las víctimas


En 2012 Nuria Varela escribe La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad. “Ana Orantes tuvo que morir (fue asesinada el 17 de diciembre de 1997) para ser escuchada. Rompió el pacto de silencio patriarcal y habló en televisión…”. De ahí saldrá la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género. “Un estado no puede llamarse democrático si no puede proteger a sus mujeres. Ningún otro fenómeno en el mundo asesina tanto. Ninguna guerra es peor que la guerra contra las mujeres: es una guerra no declarada; no sabes dónde te va a atacar el enemigo, dónde están las trincheras o quién te va a proteger”.

Escuchar el relato de las víctimas es tan insoportable que escucharlas provocaría una reacción del Estado”.

Según Varela, “no hay cambio en los relatos en dos décadas”; no se hace prevención. Falta una recuperación integral de las víctimas para que no vuelvan a caer en los mismos patrones y elijan, de nuevo, parejas maltratadoras, y hay -de parte de las mujeres- una desconfianza en la justicia a la hora de proteger sus vidas.

A pesar de todo, una esperanza

Se logró acabar con la esclavitud en el siglo XIX y se logró acabar con ETA en el siglo XX. Del mismo modo, se puede erradicar la violencia de género, algo que afecta a la mitad del mundo. Las mujeres no somos una minoría: somos la mitad de la población mundial. E importamos.

Nuria lo cuenta “fácil” y se entiende todo muy bien. Ahora falta que se impliquen, nos impliquemos, TODAS las mujeres y TODOS los hombres...

SABER MÁS

PARA LEER

Libro de Gioconda Belli, El país de las Mujeres, con su manifiesto…



Para jóvenes, El diario violeta de Carlota, de Gemma Lienas.


Para iniciarse… Feminismo para principiantes, de Nuria Varela.


Examínate de feminismo…





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