“Esta historia empieza en
Francia a mis quince años, aunque arranca de verdad en España a mis diecisiete,
el día que oí hablar…a mi abuelo real… doce palabras justas…: “Calla, que de ti
no quiero ni que me cierres los ojos…”. Toda mi literatura se expande a partir
de ese instante primordial. La última sentencia de mi abuelo fue también mi
primera frase…”.
A partir de esa frase, del
Molino se pone a investigar sobre la
vida e historia de su abuelo, un personaje hopperiano. “Hopper había pintado el
silencio de mi abuelo. El mismo silencio de posguerra…”. Miro en internet los
cuadros de Hopper, e intento asignarle uno a su abuelo José Molina. Al final, elijo,
y encuadro, dos: en uno está mirando por la ventana; en otro, está hablando con
alguien. Lleva la ropa del trabajo, un traje con chaleco. En uno está más
joven, con las mangas remangadas. En el otro, ya cano, parece estar fumando,
absorto…
Su abuelo nació en Bubierca,
un pequeño pueblo de Zaragoza (66 habitantes en 2017), pero pasó la infancia en
la calle Miguel de Ara, en el barrio del Gancho, en Zaragoza. Empezó a trabajar
en la tienda de telas Gómez y Sancho, de la calle Manifestación. “Mi abuelo y
yo encontramos nuestro lugar en el mundo en la misma calle”. Sergio iba a los
20 años a “La Caja de los Hilos”, tras una noche de farra, un local “chic” frente al
bar de copas que había sustituido en los 90 a la tienda de tejidos de su
abuelo.
Sabe poco de él cuando
empieza a investigar: “No sé nada de los amores de José Molina antes de mi
abuela…Sé que tenía dos amigos inseparables…Sé que compartían la propiedad de
una piragua…, y que remaba por las aguas siempre turbias del Ebro”. Hasta la
Guerra Civil…que le alcanzó con veintiún años.
Una guerra de la que su
abuelo no habla; solo en una ocasión, cuando Sergio tiene 15 años, le cuenta un
episodio (la batalla del Segre del amanecer del 22 de mayo de 1938), que
concluye: “Nunca pasé tanto miedo…”. Su nieto reconstruye con libros y
documentos (su expediente militar) lo que debió de ser su experiencia en la
comarca de la Terra Alta. “He invertido muchas horas para romper el silencio de
José Molina…He hecho solo, y de muy adulto, la excursión que debería haber
emprendido con mi abuelo”…
Tras la segunda herida de guerra
le destinan a vigilar prisioneros en campos de trabajo, “labores de vigilancia e instrucción en las
provincias de Cuenca y Guadalajara”- dice su expediente militar, un eufemismo
para referirse a los campos de concentración… "Mi abuelo, derrotado en una
guerra que ganó”…
“La crónica oficial de la
familia, dice: Después de la guerra, el abuelo se fue a Madrid”. Pero Sergio
descubre que hay 4 años en blanco entre 1939 y 1943. El hace sus hipótesis… En
la capital, José Molina entra a trabajar en la entonces poco conocida firma de
confecciones El Corte Inglés. En Madrid, conoce y se casa (en 1948) con Carmen
de Lara, la Currita, una madre soltera de familia roja, venida a menos, con
ínfulas. Sergio la describe como “infantil, mentirosa, niña malcriada, celosa
de sus muñecas de porcelana que nunca cerraban los ojos”.
A partir de ese momento, 1948, vivir el presente, el día a día. “Yo tengo que convertir el presente de
indicativo de mis abuelos en pretérito perfecto simple…, el tiempo de las
crónicas y de la historia…Estas supuestas memorias familiares son lo más
fabuloso y ficticio que he escrito nunca…”.
Sabemos cuáles son las
costumbres de José Molina: fumar (cigarrillos) Ideales; ir a trabajar en la
segunda planta del Corte Inglés de Preciados; un afeitado apurado con brocha,
espuma Lea y loción after shave
Nivea; su asistencia, los sábados, a las veladas de lucha libre en el Campo del
Gas (de hecho, Sergio quiso titular el libro El campo del gas; pero su mujer le dijo que sonaba a Auschwitz); sus
paseos, los domingos, por la sierra del Guadarrama, “con una cámara réflex y un
bastón”; leer (“tenía buenos libros sobre la guerra civil y buenos libros sobre
Aragón”)…Y, tras la jubilación, en la casa que se compra en Bubierca, el pueblo
donde nació, insomne y sordo, “pasar la siesta despierto en su silla de bambú,
dando vueltas al bastón, acariciando su botijo y contemplando la boina colgada
en la percha”. Es entonces cuando su nieto intuye que sus silencios no están
hechos de ausencias, sino de presencias…Es entonces cuando Sergio del Molino
empieza a poner juntas las cosas que intuye
y ve desde niño, sin saber entonces interpretarlas. “Los niños lo ven
todo…ven las grietas…Si al crecer tenemos suficiente memoria y paciencia,
podemos enlazarlo todo y darle incluso forma de libro…”.
Lo que a nadie le importa. Una
posible interpretación del título: El silencio de un abuelo. ¿Qué hay detrás de
los silencios de nuestros mayores…? Cualquiera da para un libro…
SABER
MÁS
http://vaventura.com/itinerario-didactico-zaragoza-geografia-historia-arte/.Itinerario didáctico por Zaragoza.
http://www.foroporlamemoria.info/documentos/los_1005.htm.
Los 1.005 de los Pozos de Caudé.
http://www.terra-alta.org/index.php/es/descubre/los-pueblos.
Los pueblos de la Terra Alta.
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/carcel-olvidada_443820.html.La
cárcel de mujeres de la calle Predicadores.
https://www.somosmalasana.com/ocho-bares-historicos-de-malasana-en-los-que-aun-puedes-tomar-copas/ .
Bares históricos de Malasaña.
https://www.youtube.com/watch?v=h2O5hVl2LgQ.
Suites para chelo, de Bach, por Pau Casals.
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