viernes, 9 de febrero de 2018

LA HORA VIOLETA: EL TIEMPO SUSPENDIDO (CUANDO SE MUERE UN HIJO)


Dos textos abren el relato de Sergio del Molino: Uno de Paco Umbral en Mortal y rosa y otro de T.S. Eliot en La tierra baldía, donde precisamente se habla de “La hora violeta”.

“Este libro es un diccionario de una sola entrada…”. La que busca la palabra que nombra a los padres que han visto morir a sus hijos. No existe; hay huérfanos, viudos y viudas…, pero, ¿cómo se llama un padre, una madre que pierde un hijo, una hija…? “Que nadie haya inventado una palabra para nombrarnos nos condena a vivir siempre en una hora violeta”.

Ese es el tiempo que va entre el diagnóstico de leucemia mieloide (luego, refractaria) a su hijo Pablo con diez meses, y su muerte, sin llegar a cumplir dos años, un tiempo suspendido, seguido de la hora del duelo y el luto.

“No soporto el silencio ni la sombra” -nos confiesa el autor-, cuando llega a casa. “No puedo dormirme con música, tiene que ser alguien hablando de algo”…

Sergio del Molino nos comparte su pena, “los días de lucha y rabia”. “Hemos entrado en la parte del mapa dominada por los monstruos”… De soledad. En los momentos de aislamiento, cuando Pablo es más vulnerable, “no recibimos visitas…y nos sentimos más solos que nunca”.  


Nos habla de sus recursos, de sus defensas: “Cuando pierdo pie, me refugio en Leño [la música de Leño, el grupo de rock]”. Otro es la lectura. “Llevo varios días enfrascado en El día del Watusi, la trilogía de Francisco Casavella…Su lectura me absorbe y me fascina. Hacía tiempo que  un escritor español no me gustaba tanto”. Y el paseo, los paseos…”Prohibido encerrarse a mirar la pared de la habitación. Prohibido ensimismarse…”.


“Me he vuelto adicto al olor de mi Cuque…Hijo, ¿qué te duele, qué puedo hacer…?...Qué guapo estás, hijo…Qué hermoso eres…”.

Por sus páginas, van pasando las etapas de la enfermedad, las explicaciones médicas, los periodos del año: su primer cumpleaños, la Navidad…El día a día de unos padres que no claudican. El miedo… “El miedo es una presencia ajena a mí, pero que me sigue; que no está dentro de mí sino a mi lado, delante, detrás, debajo y, a veces, encima”.

“El cáncer tiene que ser residual para proceder al trasplante [de médula]…La médula está limpia…Nos vamos a Barcelona…”.

…Y la muerte, a pesar de la lucha, a pesar de que “todo el poder de la ciencia [está] al servicio de Pablo”. Con gran pudor, no se narran los últimos momentos: es como un fundido a negro. El siguiente capítulo ya es cómo vivir sin el hijo, cómo volver a la vida “normal”. “Camino solo por una casa sola y busco como un perro la compañía de mis libros…”. 


Vuelve a leer uno que leyó con 18 años: Mortal y rosa, de Francisco Umbral. “Me ha traído mucho bien y a la vez me ha desgarrado…De todo lo que he leído sobre niños muertos, sobre padres huérfanos y sobre enfermedad y ruina, Mortal y rosa es, con mucho, el libro más bello, hondo y suicida que he sufrido…Yo, como Umbral, deliro y hablo con mi hijo por los rincones de mi casa y por las calles de mi ciudad…Vivo atrapado en la hora violeta…”.

Solo en las páginas finales, nos dice: “He domesticado la pena”…, -aunque su intensidad es idéntica a la del día de su muerte. El libro se lo dedica a su segundo hijo, Daniel. “Que el ejemplo de Pablo siempre le guíe y nunca le pierda”…

Confesiones de escritor al hilo del relato

Soy literatura. Vivo por ella…La lectura…entrena mi cuerpo”.

“No me importaría ser un escritor…poco hábil en técnicas narrativas, pero con un estilo lo bastante poderoso como para hacer olvidar mis carencias…”. Le gustaría poseer la intensidad de Umbral.

“Yo no suelo usar grabadora y no tomo demasiadas notas…Prefiero confiar en mi memoria y apuntar solo los datos fundamentales o las frases que más me interesen”.

En eso, nos parecemos: yo dejé de usar grabadora desde que un día, en prácticas, me jugó una mala pasada en una entrevista muy técnica, y no grabó nada. Creo que tomo más notas que él, pero también suelo decir que si redacto el texto sin dejar pasar mucho tiempo después de la entrevista, puedo reconstruir bien el discurso del entrevistado.

“Yo no soy meditabundo. No me solazan los paisajes ni tengo la paciencia necesaria para quedarme quieto sin hacer nada…Me emocionan más una fábrica en ruinas o una estación de tren abandonada que una cordillera de montañas…”. Pero ante el mar de su infancia…, ante él es consciente de la fragilidad de las personas, de la vida, de la familia, y de su propia familia.

SABER MÁS

https://www.youtube.com/watch?v=4dpppZSdddQ. Saskatoon Tonight, por NQ Arbuckle. “En los 4 minutos y 27 segundos que dura siento algo parecido a la paz”. “Nada me sosiega tanto como la noche de Saskatoon”.

https://www.youtube.com/watch?v=_1qfIPXjGn4. Streets of Laredo, por Johnny Cash. “Hay noches en que incluso Saskatoon se me queda pequeño, y tengo que marcharme al sur, a la frontera con México…Entre Saskatoon y Laredo paso mis noches”.

https://www.youtube.com/watch?v=yH3Jxc98I-U. Leño, Que tire la toalla. … “La música de Leño, los cuatro discos del grupo…los llevo incorporados a la piel…Cuando pierdo pie, me refugio en Leño”.

https://www.youtube.com/watch?v=LeLRf0vCoLo. Sylvia Plath, de Ryam Adams. “Creo que armé uno de mis mejores cuentos, Malas influencias, bajo su influjo”. 




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