viernes, 11 de mayo de 2018

PEQUEÑO PAÍS (BURUNDI), de Gaël Faye



El libro está escrito desde la nostalgia y el deseo de volver del protagonista. “Este regreso me obsesiona. No hay día en que el país no me venga a la memoria…”.

En 1995, su familia (en realidad, él y su hermana Ana) huyó de su país natal, Burundi, en plena guerra civil. … “Hace veinte años -escribe en 2015- que regreso a mi barrio (durante la noche, en sueños; de día, con el pensamiento), a aquel tiempo suspendido en el que vivía feliz con mi familia y mis amigos…”.

“Ya no habito en ninguna parte. Habitar significa fundirse carnalmente con la topografía de un lugar…Vivo y trabajo en la Región parisina. Saint-Quentin-en-Yvelines. Línea RER C. Una ciudad nueva…Solo estoy de paso. Alquilo. Anido. Ocupo…”.

Con el desarrollo del libro vas acompañándole, primero en los tiempos felices; luego, en el desconcierto, hasta llegar a participar en una acción que le acompañará de por vida…

En la publicidad que acompaña al libro en castellano, hay una carta de Gaël, a Gino, uno de sus compañeros del “callejón”, a quien nunca volvió a ver a partir de su huida de Burundi. “Querido Gino: Imagínate, he escrito una novela. Es la primera vez…he escrito esta novela para que surja un mundo olvidado…Contar aquella época, no a partir de mis recuerdos, que son vagos e imprecisos, sino de los sueños que sigo teniendo con ese país que ya no existe…He escrito para hablar del pasado y entender el presente. He escrito para nosotros…”.

"Quería escribir un libro que llevara a amar Burundi, aunque hable de la guerra…Solo a través de la literatura podemos entrar en la intimidad de las vidas" -ha dicho Gaël Faye en una entrevista.

“El año en que cumplí ocho [1990] estalló la guerra en Ruanda…”.

El callejón. Nuestros días felices

“El callejón era un paseo sin salida de doscientos metros de largo, con pavimento de tierra y piedras y una hilera de aguacates y pinos de oro en el centro…en nuestro escondite del terreno baldío del callejón estábamos tranquilos y éramos felices…Por las tardes, después de almorzar, los cinco [amigos: los gemelos, Armand, Gino y  él] nos largábamos a nuestro cuartel general, los restos de una Volkswagen Combi…En la furgoneta charlábamos, bromeábamos, fumábamos…, decidíamos nuestros proyectos, nuestras escapadas, nuestras grandes correrías… ”.

Las jornadas de “ciudad muerta”. Habituarse a lo inhumano

“Cuando esas jornadas comenzaban, bandas de jóvenes tomaban las calles, con la complacencia de las fuerzas del orden, levantaban barreras…y agredían…El miedo se abatía entonces sobre la ciudad”.

Comenta Faye en una entrevista: “La guerra empieza por palabras…La guerra no son solo bombardeos. Es también esa impunidad cotidiana, una violencia que hace tanto daño como la guerra total porque uno se acaba habituando a lo inhumano…”.

El libro y la escritura como refugio

En ese momento, los libros de la biblioteca de la señora Economopoulos, una anciana griega de su barrio, serán su salvación: El viejo y el mar, el Diario de Ana Frank, El niño y el río…. “Gracias a las lecturas, derribé los límites del callejón, respiré de nuevo…aprendí a identificar mis gustos, mis deseos, mi manera de ver y de sentir el universo…Los libros, mis amigos, pintaban mis días de luz”.

Y, simultáneamente,  como la otra cara de la moneda, el escritor Gaël Faye comienza a escribir. “Empecé a escribir a los 13 años – dice en una entrevista- y creo que lo hice porque tenía miedo de lo que estaba pasando a mi alrededor…empecé a escribir poesía. Eso fue mi refugio: me permitió expresar mi terror y el miedo a morir y huir del tremendo ruido de la guerra en una ciudad arrasada a sangre y fuego, con violencia en todas partes”.

Antes de convertirse en libro, Pequeño país fue una canción…“Una hoja y un bolígrafo calman mis delirios insomnes / Lejos de mi pequeño país en el África de los Grandes Lagos”, dicen sus versos de unas canciones “plenamente autobiográficas”… 


Cuando la guerra lo alcanza

“Siempre somos o verdugos o víctimas…Es más sencillo hacer la guerra que la paz…”- dirá Faye.

La madre del protagonista de Pequeño país, Yvonne, una tutsi, llega de Ruanda trastornada, de buscar a la familia, y hallarla asesinada. La descripción es sobrecogedora… “Hay cosas que no deberían verse nunca en la vida…”.

“Lo que más miedo me daba era cuando ya no había ruido. El silencio”- dirá Faye en una entrevista. “El silencio me parecía mucho más angustioso que el sonido de los disparos. El silencio fomenta la violencia de arma blanca y las intrusiones nocturnas que uno no ve venir”, se lee en el libro Pequeño país.

Y él, el protagonista, Gaby, ha de tomar partido…

Exiliado de mi infancia. Hablar con mis propias palabras de mi propia historia

Gabriel, Gaby, regresa al callejón…veinte años después. “Los grandes árboles del barrio fueron talados…”. Los muros de piedra con trozos de vidrio y alambre de púas  han reemplazado los setos de buganvillas. Solo uno de sus amigos, Armand, sigue viviendo allí: es directivo de un banco. Lo lleva al bar del callejón. En el fondo de la cabaña encuentra a…su madre. “Ignoro qué voy a hacer con mi vida. De momento, pienso quedarme aquí, ocuparme de mamá y esperar que mejore. El día comienza y tengo ganas de escribir…” – termina el libro.

“Volver es necesario para dejar de considerarse como un exiliado” – dice Gaël en una entrevista.Para mí era necesario volver a la región de mi infancia para no vivir en una mentira. Y cuando uno vuelve es para hacer el duelo de una época ya desaparecida y de nuevo fabricar un futuro”.

En la actualidad, Faye pasa una parte del año en París. La otra parte transcurre en Kigali, la capital de Ruanda. En 2017, sale su segundo disco en solitario, Rythmes et botanique. Su libro, Pequeño país, consiguió el Premio Goncourt des Lycéens (de los Estudiantes) en 2016.


Me apoyé en sensaciones

“No hay nada más dulce que el momento en que el sol se pone tras la cima de las montañas. El crepúsculo trae el frescor de la noche y una luz cálida que va cambiando cada minuto. A esa hora el ritmo cambia. La gente regresa tranquilamente del trabajo, los vigilantes nocturnos comienzan su turno, los vecinos se acomodan delante de sus portales. Se hace el silencio antes de  la llegada de lo sapos y los grillos. Suele ser el momento ideal para un partido de fútbol, para sentarse con un amigo en el bordillo, por encima del reguero de  la calle, para escuchar la radio con la oreja pegada al aparato o para visitar a un vecino…”.

ALGUNOS DATOS SOBRE GAËL FAYE TOMADOS DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Nace en Buyumbura (capital de Burundi, cerca del lago Tanganica) en 1982. Su padre, francés; su madre, ruandesa. Él, se define como mestizo.

Pasa la adolescencia en una banlieue cerca de Versalles, donde descubre el rap y el hip-hop y comienza a escribir sus propias canciones.

Primero con el dúo Milk Coffee and Sugar y luego en solitario, en 2013, a los 31 años, edita el disco Pili Pili sur un croissant au beurre


En 2017, sale su segundo disco, titulado Rythmes et botanique.

Entre sus referentes están los escritores haitianos René Depestre (n. 1926), Jacques Stephen Alexis (n. 1922) y Jacques Roumain (1907-1944).

SABER MÁS

https://www.youtube.com/watch?v=DlXcMuUfIgQ. Canción Pequeño país, cantada por Gaël Faye. “Los jardines de buganvillas...".

Petit Pays

Gahugu gatoyi
Gahugu kaniniya
Warapfunywe ntiwapfuye
Waragowe ntiwagoka
Gahugu gatoyi
Gahugu kaniniya
Une feuille et un stylo apaisent mes délires d'insomniaque
Loin dans mon exil, petit pays d'Afrique des Grands Lacs
Remémorer ma vie naguère avant la guerre
Trimant pour me rappeler mes sensations sans rapatriement
Petit pays je t'envoie cette carte postale
Ma rose, mon pétale, mon cristal, ma terre natale
Ça fait longtemps les jardins de bougainvilliers
Souvenirs renfermés dans la poussière d'un bouquin plié
Sous le soleil, les toits de tôles scintillent
Les paysans défrichent la terre en mettant l'feu sur des brindilles
Voyez mon existence avait bien commencé
J'aimerais recommencer depuis l'début, mais tu sais comment c'est
Et nous






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