viernes, 20 de marzo de 2015

GREGORIO Y YO. MEMORIAS DE UNA DRAMATURGA VIAJERA

De María Lejárraga (conocida como María Martínez Sierra, apellidos de su marido Gregorio, empresario teatral) sabemos poco, incluso hoy. Viajera por Europa a principios del siglo XX, conoció y trató a los principales representantes de la cultura española; sin desconocer la obra de Saint Exupéry,  o a Walt Disney, a quien servirá de inspiración para La dama y el vagabundo.


En 1953, María Lejárraga da a la imprenta Gregorio y yo: medio siglo de colaboración, reeditado en el año 2000 (Pre-Textos). Pensó llamarlo Horas serenas. Al final, deja el título como preámbulo (“Horas serenas porque son las únicas que quiero recordar”). Lo comienza en Niza en 1949 y lo termina en Buenos Aires, en 1952.

María, viajera (“Siempre he sido nómada y viajera”)

En 1905, el médico le dice que si quiere salvar la vida de su marido ha de llevárselo fuera de Madrid. “Recordé que la Escuela Normal Central otorgaba anualmente una beca para estudiar en el extranjero a una de sus antiguas alumnas. Se ganaba por oposición y había que presentar y defender una Memoria [el tema, la educación física, tan descuidada en nuestra tierra]…Gané la beca, y el primero de octubre del año 1905 tomamos el tren camino de Francia. En Burdeos se alojan en el hotel Saint-Jean, cercano a la estación de tren. En París, que a ella no le atrapa, como a su marido, pero donde se trabaja bien (“Incita a trabajar y deja vivir”) recuerda el desaparecido Hotel du Dauphin, “triste, triste, triste…donde se tecleó parte del primero y casi todo el segundo acto de Canción de cuna. Allí, en una pensión del barrio de la Estrella, está concebida y escrita en su mayor parte Tú eres la paz. En el hotel d´Harcourt, en el bulevar Saint-Michel, escribe los actos segundo y tercero de Don Juan de España. En París vive el 1º de mayo de 1906. “Por primera vez los trabajadores de París habían anunciado que harían fiesta en ese día y desfilarían en manifestación pacífica por las calles de la ciudad pidiendo el establecimiento legal de la jornada de ocho horas”.

“El descubrimiento de Bélgica [1905] tuve que hacerle yo solita…Por primera vez en mi vida viajaba sola…Bélgica me calmó…Enseñóme a gustar y entender la soledad…Allí se rompieron no pocas sutiles pero fuertes ligaduras, las telas de araña de tantos prejuicios disfrazdos de reglas con que nos atan e inmovilizan familia y costumbre…La Casa del Pueblo de Bruselas fue mi primer contacto personal con el socialismo…Monsieur Rutot organizó para nosotros un viaje circular por Bélgica, Holanda y un pedacito de Alemania…Gante, Namur [“donde está el corazón de don Juan de Austria], Amberes, Rotterdam, Breda, Amsterdam, La Haya y sus cisnes, Brujas [“En la solitaria cervecería Die schwarze Hus, La casa negra, cuántos planes, ¡cuántos proyectos de futuras obras, cuántas escenas de nacientes comedias se han perfilado, enredado, aprobado, rechazado!...Está escrita la novela El agua dormida y quedó planeada Tú eres la paz”.] y sus canales y sus beguinas, Aquisgrán y la sombra de Carlomagno, Colonia, el Rin…”.

“Siempre me gustó Berlín en verano…Antes de 1914, y a pesar de los gastos de tren, resultaba el veraneo más barato que yendo a El Escorial o Cercedilla…La tierra alemana me es simpatiquísima… En la Selva Negra he pasado semanas de soledad inolvidables…, huella profunda han dejado en mi espíritu mis vagabundeos por Heidelberg, Francfort, Hamburgo; mi estancia en la casa de un guarda forestal en los Vosgos…en campos y ciudades alemanas he trabajado siempre bien…La inspiración, la serenidad y la facilidad de trabajo las he encontrado yo en tierra germana”.

Londres, “otro planeta”. “Llevaba a Londres un capricho, hijo de mis lecturas dickenianas: quería beber whisky como Míster Picwick…No me gustó. Súpome y sigue sabiéndome a infusión de suela”. El Londres de 1905 era el de los cabs, cochecillos [de caballos] moscas montados en dos ruedas…Era el Londres de los deslumbradores music-halls…Holland Park, Oxford Street, Windsor…Hay muchísimos pobres en Londres…”los del abismo” les ha llamado un escritor inglés [El estadounidense Jack London escribe en 1903 Gente del abismo]…¡Y a cien metros del Banco de Inglaterra!”. En 1906 escucha a Grieg el día que acaba de morir Ibsen, “genial colaborador y amigo del músico desde la juventud…Tocó, añadiendo al programa algunos fragmentos del Peer Gynt, la obra común, el poema de la montaña noruega que soñaran juntos”.

“En la primavera de 1909, Gregorio Martínez Sierra, me dijo: ¿Quieres que vayamos a Italia?...Iba releyendo el Baedecker y un librote que entonces me entusiasmaba y hoy me da terror: Las siete lámparas de la arquitectura, de Ruskin. En Pisa, una puesta de sol le hace recordar a “Tiépolo y tantos otros”… “Llegué a Florencia a las once de la noche…Instaléme en una pensión  de las que frecuentan las inglesas cerca de las Cascine, a orillas del Arno…Salía de casa, bajaba despacio por la orilla del río, deteníame un instante frente a la iglesia de la Trinidad…curioseaba en los tenduchos del Puente Viejo; iba por las callejas llenas de ingleses…Llegaba unos días a la plaza del Domo; otros, a la plaza de la Signaría. Sentábame en ésta a la puerta de un cafetucho frente a la Logia dei Lazzi y pedía un refresco…
De la plaza de la Signaría sale una callecita estrecha y recóndita; en ella hay una iglesia pequeña…En uno de los altares laterales había entonces un cuadro tapado por oscura cortina…Era la visita de la Virgen a San Bernardo, pintada por Filipino Lippi…Es uno de los muchos elementos que más tarde cristalizaron en Canción de cuna”. En Florencia disfruta de los primitivos hasta Perugino.

En Milán encuentra la noticia que le da pie a escribir la obra: dentro de una iglesia, al pie de la pila de agua bendita, el sacristán encuentra un niño recién nacido. “En España, la habrían dejado en el torno de la Inclusa”- comenté. El nombre surge de uno de los versos del Intermedio: “La caricia consciente y la canción de cuna”. “Una comedia sin acción, sin conflicto, sin protagonista…El éxito del estreno fue brillante y ruidoso…Complacíame sobre todo haber hecho llorar a los hombres”.

“De Portugal guardo algunos gratos recuerdos: la visita a Coimbra y un paseo comicopoético por su Choupal da Rainha, Chopera o alameda de la reina”.

María es una temprana “precursora” del pase InterRail: “Algunas de las quince noches que estaban incluidas en el plazo de nuestros billetes las pasamos en el tren para ahorrar gastos de hotel y tener algo más que derrochar en la ciudad vecina”. Era en 1905.

Visita a Galdós en Santander

“Le visitamos varias veces. Decíase que había elegido  tal emplazamiento para estar cerca de su gran amigo don José María Pereda, autor de esa joya de la literatura española, Sotileza,  y de tantas otras novelas admirables…De una  de sus visitas a la casa de Santander guardo un suave recuerdo. Ya estaba casi ciego [+ 1920], pero quiso, con graciosa cortesía, salir a despedirnos y, en el jardín, buscando a tientas una mata de hierbaluisa, cortó para mí un inmenso ramo de fragantes hojas. Largos años las he conservado hasta que se convirtieron en polvo”.

También recuerda de “la montaña de Santander” la mantequilla servida en forma de caracolitas.

María había publicado en 1952 el primero de sus libros de memorias, Una mujer por caminos de España (Castalia, 1989. Ver en el blog). El primer título que había pensado para él era España triste.

Esta segunda obra, Gregorio y yo, comienza: “En este libro, sin continuidad rigurosa ni pretensión autobiográfica, quiero consignar el recuerdo de unas cuantas horas, que acaso alguien pueda leer con interés, no por ser parte de mi vida…sino porque esta vida mía anda mezclada con otras de los que han hecho más o menos ruido en el mundo de la literatura, de la música, del arte dramático y, hablando en términos más generales, de la inteligencia española desde 1898 a 1947. “¿En qué puede soñar una anciana? ¿Con qué puede ilusionarse una fantasía si ya no hay porvenir? Una anciana ensueña el pasado, es decir, recuerda” -escribe al final de Gregorio y yo.

Maestros y amigos

En este capítulo habla de Jacinto Benavente, el primer amigo literario “en orden cronológico”…No tuve ocasión de recibirle en mi casa y hablar con él hasta 1911, después del estreno de nuestra Canción de cuna…” Sin embargo,  Gregorio le había conocido antes en su tertulia de café  en 1898. “Era golosísimo”- escribe María.

De Galdós, dice: “Es el primer escritor español que ha tenido piedad de las mujeres. El primero, tal vez, en comprender que una mujer no es mero motivo emocional o sensual para los sentimientos y los deseos de un hombre, sino que siente y sufre y goza y desea en sí misma y por sí misma; en resumen, que vive como él”.

De Santiago Rusiñol, a quien conocen en París en 1905, escribe: “Poseía el sentido del efecto dramático…Combatió la farsa, burlándose de ella, en todas sus obras: la farsa del heroísmo militar en El héroe; la farsa de la caridad en Libertad; la farsa de la poesía en Los juegos florales de Camprosa…A su amistad debemos el primer paso decisivo en nuestro camino de autores dramáticos”. Escriben en colaboración la obra Vida y dulzura, Los sabios de Villatriste, en catalán, que estrenan en 1907 en Barcelona y Madrid.

“A los hermanos Quintero debemos nuestros estrenos en el teatro Lara, de Madrid…En 1909…emplearon esa autoridad suya a favor nuestro obligando a los empresarios del teatro Lara a estrenar nuestra comedia en dos actos La sombra del padre”. En 1910, El ama de casa. Tras el estreno “afortunado”, “renuncié a mi puesto de maestra de escuela y me dediqué exclusivamente a la literatura”. En 1911, estrenan en el Lara Canción de cuna.

Juan Ramón Jiménez, el amigo perfecto, encarnó para mí durante mucho tiempo el ideal de fraternidad entre hombre y mujer que tanto se sueña y casi nunca se consigue…Él ha puesto título a casi todas nuestras novelas largas y cortas: Tú eres la paz, Golondrina de sol, Margarita en la rueca…Casi todos los atardeceres venía a nuestra casa…A él está dedicado nuestro libro Motivos, recuento de impresiones de nuestro primer viaje fuera de España”.

“A Pedro González Blanco, el amigo fantástico, le interesaban dos cosas que me interesaban a mí también: el problema moral, es decir, el sentido de la conducta, y el ansia de saber y aprender…Despreciaba la gloria literaria tan absolutamente como yo”.

“Nuestros” músicos

El primero al que cita es a José María Usandizaga (1887-1915). Se conocen el verano de 1912 tras haber visto el músico vasco una representación de Canción de cuna en San Sebastián. “El día que en San Sebastián nos conocimos nos hizo oír los fragmentos de música que ya había compuesto para Saltimbanquis”. Con el título de Las golondrinas se estrenó en 1914 en el Circo Price. Fue un éxito. “Estuvo con nosotros casi todo el invierno…Quería componer una ópera [La llama, estrenada póstumamente en 1918]…A Jose Mari los personajes no le importaban; necesitaba situaciones dramáticas…Había nacido dramaturgo como Verdi, lo mismo que Wagner”.

A Manuel de Falla lo conoce en París pocos meses antes de la I Guerra Mundial. La lectura de su guía sobre Granada le había inspirado Noches en los jardines de España, que le dedicó en un primer momento. “Joaquín Turina nos había hablado de él, y gracias a él le encontramos…La música de Falla es la quintaesencia de la sensualidad…habla de sangre y muerte, de fuego en las entrañas, de pasión exclusiva y celosa, de anhelo no logrado o, lo que es aún más fuerte, de deseo, de anhelo reprimido…A medida que pasaban los años, su fervor religioso degeneró en pasión maniática…Sentía escrúpulos de conciencia, y le parecía que escribir para el teatro era poco menos que pecado mortal”. De hecho, la amistad se rompe porque Falla no se decide a componer la música de Don Juan de España y han de echar mano de otro colaborador, Conrado del Campo.

“No recuerdo cómo conocí a Joaquín Turina: fue después del estreno de Las golondrinas…Nuestra colaboración empezó con Margot, zarzuela en tres actos [se estrena en 1914 en el teatro de la Zarzuela]…Escribió la música de escena para nuestro milagro Navidad [1916. La virgen paseando del Museo Municipal de Colonia fue la simiente de esta obra]…Para preparar la ópera en un acto Jardín de Oriente hice con Turina un corto viaje al norte de África. Quería él escuchar y anotar algunas armonías árabes y entrar en el ambiente”.

María Rodrigo colaboró al menos dos veces: en Linterna mágica, espectáculo de variedades, en 1921. Y en el cuadro popular Salmantina, en 1924.

María y el teatro, “la dramaturga más destacada de principios del siglo XX”

Desde Gertrudis Gómez de Avellaneda muy pocas autoras habían escrito para el escenario.

“El drama atrae, la tragedia fascina, la plácida comedia parece argumento digno para una acción escénica”- escribe en su autobiografía.

Sus obras favoritas son: El reino de Dios, Don Juan de España, Sueño de una noche de agosto y Rosina es frágil, puestas en escena en el teatro Eslava entre 1916 y 1918. “Les tengo especial amor …por haberme brotado más de adentro, por llevar la huella de un gozo o de un dolor trascendentales, de una hora o un segundo inolvidables”.

Tenía muy claro cómo debía ser este teatro: Nuestra obra está fundada siempre en la más absoluta realidad”. “Es preciso mostrar los infiernos sin melodrama”.

De El reino de Dios, elegía en tres actos  comenta que se fue a León, a la casa de Misericordia, para ver y oír ese mundo. Se la dedica a Sor Antonia Osés, “madre admirable”, la directora. Se estrenó en el teatro Novedades de Barcelona el 31 de diciembre de 1915 por la compañía [Enrique] Borrás-Martínez Sierra, primera compañía dramática creada por su marido. En 1916, en el teatro Eslava de Madrid. En 1927 se representó en Londres, en el Strand Theatre, con el título The Kingdom of God, y en 1928 la actriz Ethel Barrymore la llevó a la escena en Nueva York, en el teatro Schubert.

Don Juan de España es “nuestra propia versión de El burlador de Sevilla…Ni una sola palabra está escrita ni pensada en Sevilla…En Madrid está escrito el primer acto…El segundo se escribió en París, en el hotel d´Harcourt…En Barbizón, en la pensión Las Pléyades, el tercero…El acto cuarto se escribió en Viena…En Berlín salió a luz el acto quinto, en una pensión de la Grünewald…De vuelta a París se resolvió y escribió el acto sexto; el séptimo y último, en Madrid”.

Sueño de una noche de agosto, comedia en tres actos, se estrena en 1918 en el Eslava. En 1920 se estrena en el Royalty Theatre de Londres con el título The romantic young lady (La señorita romántica). “Cruzó el mar y arribó a Norteamérica, donde, lo mismo que otras hermanas suyas, sirve como libro de texto para lengua española en varias universidades y escuelas…Vertida al italiano,…en Francia se radiodifunde…”.

Rosina es frágil, comedia en un acto, “es una aventura meramente personal”, que agradece a la primavera y al escritor Alphonse Allais, quien le motiva con sus comedias en un día en blanco.

Reivindicación del nombre y la obra

En 1987, la crítica literaria norteamericana Patricia O´Connor publica Gregorio y María Martínez Sierra, crónica de una colaboración, donde se recoge la siguiente opinión de Pedro González Blanco, crítico y escritor: “Gregorio Martínez Sierra jamás escribió nada que circulase con su nombre. Ya fuese novela, ensayo, poesía o teatro. Eso es algo que Juan Ramón Jiménez. Ramón Pérez de Ayala y yo sabemos muy bien. Eso es algo que Usandizaga sabía muy bien; sabía que el libreto de Las golondrinas era de María. Turina sabía que el libreto de Margot era de María. Falla sabía que las directrices para los ballets de El sombrero de tres picos y El amor brujo eran de María. Eso es algo que Marquina sabía muy bien; El pavo real fue escrito por María y puesto en verso por Eduardo. Arniches lo sabía: los dos actos de La chica del gato eran de María, etc. Pero quienes mejor lo sabían eran los actores, que siempre estaban nerviosos cuando salían de Madrid y en especial cuando viajaban por América: “El tercer acto que tiene que enviar doña María no ha llegado todavía y tendremos que suspender los ensayos”.

En una carta a su hermano Alejandro en 1948, María le confirma: “De que soy colaboradora en todas las obras no cabe la menor duda, primero porque es así, y después porque lo acredita el documento voluntariamente redactado y firmado por Gregorio en presencia de testigos que aún viven y que dice expresamente: “Declaro para todos los efectos legales que todas mis obras están escritas en colaboración con mi mujer, Doña María de la O Lejárraga y García. Y para que conste firmo ésta en Madrid a catorce de abril de mil novecientos treinta”. Además, aunque, después de esto, todo es superfluo, tengo numerosas cartas y telegramas que prueban no solo mi colaboración sino que varias obras están escritas solo por mí y que mi marido no tuvo otra participación en ellas que el deseo de que se escribiesen y el irme acusando recibo de ellas, acto por acto, según se los iba enviando a América o a España cuando yo viajaba por el extranjero. Las obras son de Gregorio y mías, todas, hasta las que he escrito yo sola, porque así es mi voluntad”.

En este año también escribe a María Lacrampe lo siguiente: “Yo ahora estoy haciendo no examen sino recuerdo de mi vida porque quiero escribir un libro de memorias con el plausible fin de ganar un poco de dinero con una bonita obra de arte y al recorrer las horas pasadas siento rabia contra mí misma por las muchísimas que he desperdiciado en sufrir por amor: ahora que lo veo a la clara luz de la ancianidad veo que no valía la pena “esa pena insolente y mal nacida que no tiene consuelo ni medida”. Claro es que como he seguido siempre el consejo de Goethe: “Si tienes un monstruo, escríbele”. Tal vez a esa calamidad debo el haber escrito algunas cosas que no están mal del todo”.

Su vida (“Yo, panteísta y terrena”)

María de la O Lejárraga García nace el 28 de diciembre de 1874 en San Millán de la Cogolla. “Siempre he llevado en el corazón el huerto riojano en que jugué de niña”.

Se considera de la Generación del 98, “el grupo de escritores que empezamos a emborronar papel en los últimos años del siglo XIX. Todos andábamos soñando la vida entre los dieciocho y los veinticinco” (ella tiene 24).

Fue aprobada como Maestra de Primera Enseñanza Normal el 28 de junio de 1895, siéndole expedido el título el 22 de agosto de ese mismo año [La escuela, situada en la plaza del Dos de Mayo, se llamaba en su época Escuela Modelo. Hoy es el colegio Pi y Margall]. En 1908 solicita la excedencia de su cargo de maestra pero su petición le es denegada.

“El amor común al arte dramático” es lo que le hace conectar con Gregorio Martínez Sierra, 7 años más joven [n. Madrid el 6 de mayo de 1881]. “Antes de ser siquiera lo que se llama novios habíamos escrito y publicado cuatro libros: “El poema del trabajo” (1898, Gregorio); “Cuentos breves” (1899, María); “Diálogos fantásticos” (1899, G) y “Flores de escarcha” (1900, G)…El poema del trabajo y Cuentos breves logramos editarlos en secreto juntando nuestros escasos ahorros. Firmamos yo, por ser maestra de escuela, los Cuentos, destinados a los niños; él, por ser reconocidamente poeta, el poema”…Nuestra primera obra, después de casados [el 30 de noviembre de 1900], fue un poema ¡en verso!” (para almacenes Marín, en la calle Herradores, 12)…Por la misma época escribí yo un libro de encargo…Mi marido se ocupaba en fundar y organizar la primera de sus empresas editoriales [La Biblioteca Nacional y Extranjera, fundada por el literato inglés Leonardo Williams]”…Contribuimos a la colección con la segunda de nuestras novelas cortas: Horas de sol [La primera, antes de casarse, fue Almas ausentes. “Gregorio pasó quince días interno voluntario en el manicomio del renombradísimo doctor Esquerdo, colega y amigo de mi padre”, para inspirarse] …También escribimos un drama humano y contemporáneo…Saltimbanquis…No se estrenó…y le incluimos en nuestro primer libro de tamaño normal, Teatro de ensueño [1905. Su argumento sirvió en 1914 para reelaborar la ópera Las golondrinas, de Jose Mª Usandizaga]”. De 1916 a 1926 Gregorio fue el director y empresario del teatro Eslava. Su proyecto artístico fue el llamado “Teatro de Arte”. “Su vocación esencial fue la de director de escena”.  Con Eduardo Marquina colabora en dos ocasiones: El pavo real, estrenada en 1922 y basada en “viejas leyendas hindúes” y Una noche en Venecia, estrenada en 1923.

Entre los argumentos que da para firmar sus obras con el nombre de su marido, cita: “Siendo maestra de escuela, es decir, desempeñando un cargo público, no quería empañar la limpieza de mi nombre con la dudosa fama que en aquella época caía como sambenito casi deshonroso sobre toda mujer literata”. De hecho, Clarín había escrito por esos años: “…La [mujer] que recurre a las letras de molde para llenar el alma de vana gloria es ni más ni menos (y eso cuando lo es) la mulier formosa superne [mujer hermosa desde lo alto] de Horacio; y digo cuando lo es, porque las literatas, salvadas honrosas excepciones, ni siquiera superne son hermosas, y desde el moño  a los talones parecen caballos o peces”.

Ella, al final de sus memorias, escribe: “Una hembra no renuncia, no se anula voluntariamente más que en el amor”.

Atraída por la obra de Saint-Exupéry

“A mí me gusta muchísimo, porque escribe exactamente lo mismo que yo con una emoción contenida, como si le diera vergüenza sentirla, pero no lo pudiese remediar…Tiene un espíritu muy semejante y estilo muy parecido al mío, sobre todo en el modo de expresar la emoción escondiéndola y frenándola un poquito”- escribe a su amiga María Lacrampe en 1949.

Inspiración para  Walt Disney

En 1956 aparece publicada en Buenos Aires por la editorial Hachette el volumen de cuentos Viajes de una gota de agua. Además de la crónica de la gota de agua, recoge tres cuentos infantiles dramatizados: Merlín y Viviana, La gata egoísta y El perro atontado. Esta última comedia se la había enviado a Walt Disney durante su estancia en los Estados Unidos. Este la rechazó, pero aprovechó la idea para su película de dibujos animados La dama y el vagabundo.

Su obra, en breve

Se compone de casi cien obras literarias.
En el semanario Instantáneas comenta la foto de un tren, un encargo que les pasa Jacinto Benavente. En Los Lunes de El Imparcial  “publicóse nuestro primer cuento”.
En 1904, aparece el tomo de novelas cortas “Sol de la tarde”, seguido por las novelas La humilde verdad (1905) y Tú eres la paz (1906).
La casa editorial Garnier, de París, que entonces tenía sección española, publica cuatro libros: Granada, guía emocional, y Motivos, en 1905; La feria de Neuilly, en 1906; y La aldea ilusoria, en 1907.
En 1903, un grupo de cinco personas pone en marcha la revista literaria Helios [además de María y Gregorio, participan Juan Ramón Jiménez, Ramón Pérez de Ayala y Pedro González Blanco], “pienso que por mi apasionado amor al sol [En 1924 construye Villa Helios en Cagnes-sur-mer, que vende en 1931 para comprarse una casa en Niza] y a causa de mi no menos desordenada afición a la mitología griega”. Fueron 15 números en los que aparecieron “todos los nombres que significaban algo en la literatura española del momento”. “Aquella época [1903-1904] de Helios ha sido tal vez la más feliz de mi vida“.

Algunas reflexiones, confesiones y percepciones

Definición: “Como española, soy ventanera –o balconera”.
Pasiones: “La porcelana ha sido una de mis pasiones”.“He sentido siempre amor apasionado por la música”.
Maternidad: “Faltábame el instinto maternal. Jamás, jamás, ni aun en el más sincero de mis trances de amor, he soñado con tener en los brazos a un hijo de mi carne y de mi sangre”.
Religiosidad: “Fui beatita y practicante estricta de los doce a los veinte, y no me decidí a abandonar el redil espiritual…hasta bien cumplidos los veintisiete [1901]”. “Tengo tal afición al calor y me causa tal terror el frío que nunca he podido imaginar el infierno con llamas, sino con temerosos témpanos de hielo”.
Gregorio, los hombres: “melancólico por naturaleza… el pesimismo, característica fundamental de su espíritu”.
“Esas alternativas de rencor y fervor son reacciones esencialmente masculinas”.
“¡Cuánto he aprendido y sigo aprendiendo, callando, callando mientras otros hablan!”.
Conocer un país: “Si se ha de comprender y gozar un país, hay que vivirle con sus naturales”. “Las obras dramáticas y musicales, si quieren saborearse en perfección, hay que escucharlas en el país en que se engendraron”.
Francia: “El sol de Francia no tiene luz de oro sino de plata”. “Francia no se divierte más que en París, en Marsella y en Niza”.
París: “Sus grises crepúsculos me dan melancolía”.
Bruselas, Flandes: “Serenidad es la impresión esencial que sobre un inquieto espíritu latino produce la tierra de Flandes”. “La niebla es el hechizo primordial de Bruselas…Las tiendas de flores son maravillas de cuento de hadas…El Museo de Historia Natural de Bruselas es el mejor ordenado y más claro de entender de todos los que he visto en Europa”.
Nacionalismos: “Me da náuseas todo nacionalismo”.
Los españoles, poco aficionados a tomarnos trabajos minuciosos de preparación, somos formidables improvisadores”.
La gente vasca sabe comer y beber superabundantemente”.
Barcelona es ciudad para gourmets”.
Rosario Pino, “tal vez la mejor actriz española del siglo XX”.

PARA SABER MÁS…


https://www.youtube.com/watch?v=BG67YowNhuk. Inicio de la película Canción de cuna, de José Luis Garci (1994).

[La próxima semana: Teresa de Jesús, otra andariega].


1 comentario:

  1. Hola Aida, hoy estuve en tu conferencia que me resultó amena e instructiva y por ello te doy las gracias. Supistes captar nuestra atención desde el primer minuto.
    Te di referencias de mi blog, yo te he añadido, y por supuesto que te seguiré.

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