jueves, 8 de octubre de 2015

TALLERES DE ESCRITURA (5). QUÉ PRETENDO Y DÓNDE PONGO EL FOCO

Ahí van unas reflexiones y una pequeña teoría -mi teoría-, que va naciendo tras analizar la práctica, a salto de mata...


AUTOCONOCIMIENTO, OBSERVACIÓN, INVESTIGACIÓN: las 3 patas

Mis apoyos, yo digo que son siempre los mismos: la auto/biografía (en cualquiera de  sus formas: autoanálisis, autoficción…); la observación – atenta y consciente- de todo lo que nos rodea (con los 5 sentidos); y la documentación  (e investigación). Carmen Martín Gaite es un buen ejemplo. Aúna en su escritura las tres facetas.

“Un escritor solo precisa arrancar a la realidad un puñado de datos mínimos para montar su ficción”. (Fernando Marías en La isla del padre).

“Nada confiere tanta fascinación a una biografía como ignorarlo todo de ella”. (Fernando Marías en La isla del padre).

Mis “alumn@s” destacan que lo que les más les aportan los talleres es: atrevimiento. También tienen claro que “se puede escribir a partir de cualquier cosa” que les motive, que les impulse: todo puede convertirse en literatura. No hay temas nimios o que sean poco importantes o que no merezcan atención.

En clase, me gusta trabajar la creatividad, la improvisación y la versatilidad. Jugar, en definitiva. Creo que el darse cuenta de que son capaces de responder a mis propuestas -a veces, disparatadas, un poco locas- fomenta su autoestima. Como yo digo, maravillada: “Entran a todo…”.

Para escribir, hay que concentrarse y no dispersarse. Dice Murakami (en De qué hablo cuando hablo de correr), que dos cualidades imprescindibles,  que pueden entrenarse y mejorarse, son: la capacidad de concentración y la constancia, que sirven tanto para correr como para la carrera de fondo que es la escritura.

“SOLO SE APRENDE PARA CONTARLO”

Esto cuenta la paisajista Ana Luengo Añón que decía en clase un profesor suyo. En mi caso, es verdad: tanto para las charlas como para los talleres o mis blogs. Compartir lo que sé y lo que voy aprendiendo.

APRENDER A MIRAR Y APRENDER A CONTAR

Escribe Fernando Marías que “Cada narrador es su mirada”. Cada cual tenemos nuestra forma de mirar el mundo. Hemos de descubrirla y convertirla en única y diferente.

Luego viene el contar aquello que vemos, que intuimos, que pensamos, que imaginamos. Más que “hallar nuevas cosas que narrar”, yo diría que hay que narrar lo mismo (las emociones, las relaciones, etc) de otra manera; una que sorprenda al lector y que le haga desear seguir leyendo.

“MI MEDIO ES LA PROSA”

Lo dijo W. G. Sebald. Y, para mí, fue clarificador, además de un alivio. No la novela o el cuento: la prosa. En un momento en que los géneros cada vez están más diluidos, más imbricados, menos definidos, el optar por escribir una buena prosa, una prosa verdadera, que cautive, que emocione, que anime a leer – me parece una idea revolucionaria (y más fácil para cualquier persona que empiece a escribir). Pueden escribirse relatos de vida, testimonios, impresiones, notas de viaje… No todo se reduce a la novela o el cuento, en sus diversas formas.

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