miércoles, 20 de julio de 2016

ROBERTO BOLAÑO, TRECE AÑOS DESPUÉS


Como no he leído nunca antes algo de Bolaño, me acojo a la máxima de Miguel Delibes de “empezar [un nuevo autor] por lo más corto que encuentre” y cojo de la biblioteca Entre paréntesis, ensayos, artículos y discursos escritos entre 1998, año de la publicación de Los detectives salvajes (Premio Herralde de Novela), el inicio de su reconocimiento público, y 2003, año de su muerte, a los 50 años. Presentados por su amigo Ignacio Echevarría.

En el “Autorretrato” que abre el libro, escrito en 1999 con motivo de la concesión del premio Rómulo Gallegos, termina: “Soy mucho más feliz leyendo que escribiendo”. En su última entrevista, en 2003, confiesa: “Me hubiera gustado ser detective de homicidios mucho más que ser escritor”.

Algunos datos sacados de su última entrevista con Mónica Maristain

Fue vigilante nocturno en un camping cerca de Barcelona, trabajó en una tienda “allá por el año 84”.

Le hubiera gustado parecerse (como personaje literario) a Sherlock Holmes, al capitán Nemo, a Julien Sorel, al príncipe Mishkin, a Alicia…

Se imagina el paraíso como Venecia y el infierno como Ciudad Juárez.

Le divierte ver jugar a su hija Alexandra [entonces de dos años], “desayunar en un bar al lado del mar…La literatura de Borges. La literatura de Bioy. La literatura de Bustos Domecq. Hacer el amor”.

Si creyera en la existencia del más allá, se matricularía “de inmediato en algún curso que estuviera dando Pascal”.

“Todo lo que he escrito es una carta de amor o de despedida a mi propia generación”, la nacida en 1953.

Acerca de “Los detectives salvajes”


En el Autorretrato, donde explica con una frase algunas de sus novelas, dice de ésta: “Hablo de la aventura, que siempre es inesperada”. Y en un columna posterior, explica algo más: “una lectura (…) en la estela del Huckleberry Finn de Mark Twain.(…) intenta reflejar una cierta derrota generacional y también la felicidad de una generación”.

Sus juicios

Bolaño No tiene pelos en la lengua. No sabe de ser “diplomático” o “políticamente correcto”. Y tiene opiniones propias, no “canónicas”.

“Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es Marcela Serrano…”.

Consejos (12) sobre el arte de escribir cuentos

Forman parte del prólogo a una recopilación. “Un cuentista debe ser valiente”- dice el número 6. “Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo y a Monterroso…a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y Umbral”. Y lo repite: “A Cela y a Umbral, ni en pintura”.
Otros que deben ser leídos: Jules Renard y Marcel Schwob, Alfonso Reyes. “La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra”.
“Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, de Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney…La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila Matas, y Mientras ellas duermen, de Javier Marías”. Y concluye: “Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver; uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo”.

Su novela inconclusa 2066, de nuevo al teatro


La última vez ha sido en el festival de Avignon, el pasado julio: una adaptación de 12 horas, propuesta de Julien Gosselin. Antes, en 2007, Alex Rigola en el teatro Lliure, de Barcelona. O el estadounidense Robert Falls, en Chicago, a principios de 2016.

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