“Yo ya no recuerdo cuando
era una chica “bien”, en un ambiente de burguesía. Ni cuando era ayudante de
médico y dirigía gimnasia sueca. Ni cuando era nadadora en el Cantábrico. Ni
cuando intenté arrojarme desde un avión con un paracaídas… Ni cuando di en
Londres un primer recital de mis poemas…”- resume en una entrevista para La Gaceta Literaria, en 1929.
Pero eso son solo algunos
retazos de su vida, una vida rica, libre, de una mujer vitalista, dinámica,
llena de energía.
“Yo he visto nacer todos los
inventos del siglo. Nací en medio de la modernidad, del canto a los medios de
transporte, a la velocidad, al vuelo. Mis primeros poemas están llenos de estas
cosas: de los clamores a la era moderna, de aviadores, aviones, motores,
hélices, telecomunicaciones”- cuenta en sus Memorias
habladas, memorias armadas…, “armadas” por su nieta Paloma Ulacia
Altolaguirre, hoy casi inencontrables y que deberían reeditarse como libro de
bolsillo asequible para las nuevas generaciones.
Concha
Méndez, por ella misma
En un breve ensayo
autobiográfico, escrito en México en 1967 -publicado en 2001 en la edición de
James Valender para Publicaciones de la Residencia de Estudiantes-, Concha se
presenta así: “Nací en Madrid (España), lugar donde siempre residió mi familia,
el día 27 de julio de 1898. Fui la mayor de diez hermanos. A los siete años
empecé mi educación en un colegio laico francés, terminada a los catorce…”.
Hacer
teatro
“Tendría yo unos trece años
[h. 1901] cuando en San Sebastián, lugar donde veraneaba, fui a ver representar
con mis familiares la famosa obra del escandivano Ibsen, Casa de muñecas, y recuerdo que salí del teatro con una idea fija:
el problema de aquella mujer –la protagonista. El deseo de reivindicación tomó
cuerpo en mí. También yo debiera de hacerme oír, que es un modo de
reivindicarse. Así lo pensé, y fue hacia el escenario adonde se dirigió mi idea
fija. ¿Por qué razón? Porque la idea de hacer
teatro la llevaba en la sangre”- cuenta en un texto inédito, de 1942 (Historia de un teatro).
En enero de 1929 estrena en
el Lyceum Club Femenino una (lectura de una) obra de teatro infantil (El ángel
cartero), con decorados de su amiga Maruja Mallo.
“La
novia desconocida de Buñuel”, pionera del cine mudo
Pero antes, ¡se dedicó al
cine! En 1927, escribe un argumento para la película Historia de un taxi, “comedia cinematográfica en cinco partes,
original de la señorita Concha Méndez Cuesta”…, que no llegó a estrenarse. No se
conserva el guion original, aunque sí una sinopsis del argumento, publicada por
los periódicos de la época. “Quiero ser,
a más de argumentista, director, cineasta…”- escribirá en su artículo El cinema en España, publicado en La Gaceta Literaria el 1 de octubre de
1928.
Concha fue novia de Buñuel,
su novia “secreta”, entre 1916 (“En uno de esos largos veraneos [en San
Sebastián], a la edad de dieciocho, conocí a Luis Buñuel, a quien había de
tratar, digamos a diario, durante los casi siete años siguientes”) y 1923. “Él llevaba doble vida. Nunca nos reunimos juntos
con los chicos de la Residencia de Estudiantes. La vida dividida entre los amigos
y la novia era una costumbre de la época; me hablaba de ellos, pero nunca me los
presentó…”.
Ella creía que el cine tenía
su propio lenguaje y que no debía ser deudor de obras literarias. En su breve aventura cinematográfica, es el taxi el que cuenta la historia, toda una
novedad.
Primero,
poeta
Concha dice haber escrito
sus primeros poemas, en francés, cuando tenía 13 años. Pero su primer libro publicado
(Inquietudes) no lo será hasta 1926,
con 28. Al alcanzar su mayoría de edad, decide “emanciparse” de su familia:
“salir a la calle sin la vigilancia de una institutriz, o un familiar
cualquiera…; así pude cambiar los tés danzantes por exposiciones, conferencias
y las tertulias de café madrileñas…; asistir
a una lectura de poemas de Federico García Lorca [en el Palacio de Cristal del
Retiro]: allí encontré mi camino, y esa misma noche empecé a escribir. Tenía
veintiséis años”.
Su primer asesor, a quien daba a leer sus poemas, fue Rafael
Alberti, “reciente premio nacional de poesía” [por Marinero en tierra, en 1925].
En 1928, publica Surtidor, antes de viajar, sola, por primera vez al extranjero. El último
poema del libro, Verbena, remite a un cuadro del mismo título de su amiga Maruja
Mallo.
“Cuando Maruja empezó a pintar, me tomaba a mí como modelo. Pintó una chica
en bicicleta, que era yo…; hizo una serie de cuadros de las verbenas madrileñas…;
en ellos plasmaba muchas de las imágenes que surgían en nuestras conversaciones”.
Ella prefiere la palabra “poeta” a “poetisa”: … “me suena a cosa banal, entre merengue
y amapola…”.
Viajera
intrépida
“Debí nacer con el alma un
tanto viajera…”- escribe en su ensayo autobiográfico. Su primera salida al
extranjero fue a París, con 13 años, en familia. Pero ya con 7 años, al ver en
el puerto de Santander uno de los barcos que zarpaban para América, dijo: “¡En
uno de esos barcos me iré un día!”.
Y así fue: primero, a
Inglaterra, durante seis meses (“Embarqué en Bilbao – de tripulante-…en un
barco de cabotaje de los llamados “vagabundos”- hasta Cardiff. De allí volvió
en un pequeño barco carbonero). Luego, en diciembre de 1929, “con un pasaje de
emigrante”, a bordo del trasatlántico Infanta Isabel, que hacía el trayecto de
Barcelona a Buenos Aires.
En el primer caso, se gana
la vida en Londres dando clases de español. En Madrid, en el Centro de Estudios
Históricos, se había sacado el título de profesora de español, que había
ocultado a su familia.
En Argentina, colaborando en
diarios (La Nación) y revistas, y con
un cargo “semi-oficial” en la oficina creada por el Consulado y la Embajada
españoles para becar estudiantes con destino a España. La escritora Consuelo
Berges, que le prologa su tercer libro, Canciones
de mar y tierra (1930) -con ilustraciones de Norah Borges-, dirige la
oficina. Por esa época, Berges publica en la prensa argentina el artículo “Hoy creo en la
vanguardia”, que comienza: “…Ahora creo en la vanguardia. Porque la he visto…”.
Es Concha Méndez, de “mirar luminoso y fuerte”. “Me ha ganado a su fe,
optimista y dinámica…Concha Méndez quiere hacer de la vida muchas cosas. Por lo
pronto, quiere hacer de la vida arte y, sobre todo, vida…”.
1931-1939.
Luces y sombras
Con la implantación de la
República, Concha vuelve a España. En Madrid asiste a las tertulias literarias,
“la del café de Pombo, que presidía Gómez de la Serna; la de don Ramón del
Valle Inclán, en el café La Granja [café Granja
El Henar, en Alcalá 40, junto al Círculo de Bellas Artes]; las reuniones de
José Ortega y Gasset en La Revista de
Occidente…”. En el café La Granja, García Lorca le presenta al impresor y
poeta Manuel Altolaguirre (siete años más joven que ella), con quien se casa en
1932. “Testigos de nuestra boda fueron los poetas Juan Ramón Jiménez, Federico
García Lorca, José Moreno Villa, Jorge Guillén, así como Francisco Iglesias –
héroe de la aviación española- y Carlos Morla – ministro de Chile. De la boda
civil lo fueron el poeta Luis Cernuda y el librero Sánchez Cuesta”.
Con su marido, Concha edita
la revista de poesía Héroe y la
colección Héroe, donde publican
Salinas, Razón de amor, y Cernuda, La realidad y el deseo. También idean la
revista Caballo verde para la poesía,
“cuya dirección se le ofreció al
poeta y cónsul chileno Pablo Neruda”.
En esta etapa, ella misma da
a la luz El personaje presentido
(1931), “Espectáculo en 16 momentos”, escrita en Buenos Aires. Sonia, la
protagonista principal, “es un álter ego bastante evidente de la autora”-
escribe Emilio Miró- “una mujer soñadora, dinámica, activa, que quiere escapar,
que anhela volar y, sobre todo, que busca el gran amor, el amor ideal, el amor
casi absoluto…”.
En marzo de 1933 nace su
primer hijo, que muere enseguida, origen de su poemario Niño y sombra. Dos años más tarde, en 1935, nace en Londres su hija
Paloma, que apadrina Vicente Aleixandre. Dedicada a su hija, escribe El carbón y la rosa, “una obra de teatro para niños…La presenté en
el Liceo [Lyceum] Club el mismo día que Alberti daba una lectura de poemas”.
Al
destierro
Al finalizar la Guerra
Civil, se exilian (“Los tres salimos al destierro”); primero recalan en Cuba,
donde permanecen cuatro años. “En nuestra nueva imprenta [La Verónica] publiqué
Lluvias enlazadas –poemas; como
prólogo, el retrato lírico que me hiciera Juan Ramón Jiménez. En La Habana
escribí la obra teatral La caña y el
tabaco, alegoría antillana, en verso; y en verso también el autosacramental
El solitario [1941], editado allí con
prólogo de la escritora María Zambrano”. Zambrano escribirá: “De todas las
bellezas que encierra El solitario:
la voz de la luz y de las estaciones, la milagrosa aparición de la sirena, el
color del olvido y de las horas, ninguna sin duda como estas que hallamos al
hablar del tiempo y al tiempo…”.
Luego parten a México donde
comparte su casa, en el número 11 de las calle Tres Cruces, con el poeta Luis
Cernuda. “…Publiqué dos libros de poesía, Sombras
y sueños y Villancicos” (1944). “Tan sola me has dejado,/ que estoy conmigo
y me basta…”-escribe en Sombras cuando
Altolaguirre la abandona.
Concha
Méndez, vista por otros
Retrato
de José Díaz Fernández, en 1928: “Concha Méndez Cuesta:
veintitrés años, campeona de natación en los veraneos de San Sebastián,
automovilista del Madrid deportivo, risa trepidante en las tertulias
vanguardistas. Y, al fin, poetisa. Esta es una muchacha actual, ceñida y tensa
por el deporte y el aire libre”.
Retrato
de Juan Ramón Jiménez, en 1932: “Su mono añil puede ser de
cajista de imprenta, enrolada de buque, fogonera de tren, polizón de zepelín,
todo por la Poesía delantera que huye en cruz de horizontes ante las cuatro
máquinas…
Concha Méndez era la niña
desarrollada que veíamos, adolescentes, con malla blanca, equilibrista del
alambre en el casino de verano; la que subía con blusa del marinero del aire,
prologuista de la aviación, en el trapecio del Montgolfier cabeceante y
recortaba su desnudo chiquito blanco negro sobre el poniente rojo; la sirenita
del mar que sonreía secreta a los mocitos en su nicho de cristal…; la campeona
de natación, de jiujitsu, de gimnasia sueca. La hemos encontrado en el Polo, el
Ecuador, el cráter del Momotombo, la
mina de Tarsis…”.
Ella
se retrató en sus poemas…y en sus memorias a su nieta Paloma Ulacia
Altolaguirre (Memorias habladas, memorias
armadas).
De ellas, dice en ABC Miguel García Posada, en 1990: “…es
obra de apasionante lectura…; [memorias] superiores a las de Altolaguirre,
demasiado contenidas en general, además de grises estilísticamente…; memorias
–estas- llenas de vitalidad…el testimonio de una mujer de posición acomodada
que supo romper con los tabúes y restricciones de su clase social; que asumió
muy pronto, cuando no era fácil, la emancipación de la condición femenina; que
hizo, en buena medida, aquello que le gustaba hacer, y fue, fiel a su destino”.
Deberían reeditarse en
alguna colección de bolsillo y ponerse a disposición del gran público; ser
distribuida en escuelas e institutos, y que no vuelva a caer en el olvido un
modelo y ejemplo de mujer independiente y activa, libre.
Impresora, dramaturga, poeta
y pionera del cine mudo, que aún hoy no aparece en los libros de texto cuando se
cita a la Generación del 27…
ALGUNOS
DE SUS VERSOS
“Vine
para algo más que pasar como sombra”.
“…dejar
una estela de mi vida/que no pueda acabarse con mi sangre”.
“¿Qué
nacerá de mí/ el día que me siembren?”.
“¡Qué
lejos está la Sierra, /mi Sierra de Guadarrama!...
Por
sus vertientes yo era/patinadora en mi infancia”… - escribe desde México, en
1944. “¡Ay, Manzanares, mi río,/cuánto hace que no te vi!”.
“De
altos sueños y anchas luces/encendías el ambiente/
Cuando
por mi casa ibas/con los amigos de siempre./
Con
Luis, con Pablo, con Delia,/ con Rafael, con Vicente/,
Con
Concha, Rosa y Miguel/- ¡que tuvo tu misma muerte!/…”- dedicado a Federico
García Lorca.
Me
gusta andar de noche (Poema de Concha Méndez, escrito en La Habana en 1939).
SABER
MÁS
http://www.residencia.csic.es/bol/num6/mendez.htm. Concha
Méndez.
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0003886746&search=&lang=en. La Gaceta Literaria, 1 octubre 1928.
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/articulo.php?publicacion=84&art=2394&sec=Art%C3%ADculos. Concha Méndez y Cernuda.
http://sevilla.abc.es/hemeroteca/historico-24-05-2002/sevilla/Sevilla/paloma-altolaguirre-yo-encontre-a-cernuda-muerto-en-el-hall-de-casa_49765.html. Paloma Altolaguirre
http://www.residencia.csic.es/bol/num5/maurer.htm.
Sánchez Cuesta, el librero “omnisciente”.
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