jueves, 24 de noviembre de 2016

CONCHA MÉNDEZ, CIUDADANA DEL MUNDO: OTRA MUJER OLVIDADA


“Yo ya no recuerdo cuando era una chica “bien”, en un ambiente de burguesía. Ni cuando era ayudante de médico y dirigía gimnasia sueca. Ni cuando era nadadora en el Cantábrico. Ni cuando intenté arrojarme desde un avión con un paracaídas… Ni cuando di en Londres un primer recital de mis poemas…”- resume en una entrevista para La Gaceta Literaria, en 1929.

Pero eso son solo algunos retazos de su vida, una vida rica, libre, de una mujer vitalista, dinámica, llena de energía.

“Yo he visto nacer todos los inventos del siglo. Nací en medio de la modernidad, del canto a los medios de transporte, a la velocidad, al vuelo. Mis primeros poemas están llenos de estas cosas: de los clamores a la era moderna, de aviadores, aviones, motores, hélices, telecomunicaciones”- cuenta en sus Memorias habladas, memorias armadas…, “armadas” por su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre, hoy casi inencontrables y que deberían reeditarse como libro de bolsillo asequible para las nuevas generaciones.

Concha Méndez, por ella misma

En un breve ensayo autobiográfico, escrito en México en 1967 -publicado en 2001 en la edición de James Valender para Publicaciones de la Residencia de Estudiantes-, Concha se presenta así: “Nací en Madrid (España), lugar donde siempre residió mi familia, el día 27 de julio de 1898. Fui la mayor de diez hermanos. A los siete años empecé mi educación en un colegio laico francés, terminada a los catorce…”.

Hacer teatro

“Tendría yo unos trece años [h. 1901] cuando en San Sebastián, lugar donde veraneaba, fui a ver representar con mis familiares la famosa obra del escandivano Ibsen, Casa de muñecas, y recuerdo que salí del teatro con una idea fija: el problema de aquella mujer –la protagonista. El deseo de reivindicación tomó cuerpo en mí. También yo debiera de hacerme oír, que es un modo de reivindicarse. Así lo pensé, y fue hacia el escenario adonde se dirigió mi idea fija. ¿Por qué razón? Porque la idea de hacer teatro la llevaba en la sangre”- cuenta en un texto inédito, de 1942 (Historia de un teatro).

En enero de 1929 estrena en el Lyceum Club Femenino una (lectura de una) obra de teatro infantil  (El ángel cartero), con decorados de su amiga Maruja Mallo.

“La novia desconocida de Buñuel”, pionera del cine mudo

Pero antes, ¡se dedicó al cine! En 1927, escribe un argumento para la película Historia de un taxi, “comedia cinematográfica en cinco partes, original de la señorita Concha Méndez Cuesta”…, que no llegó a estrenarse. No se conserva el guion original, aunque sí una sinopsis del argumento, publicada por los periódicos de la época. “Quiero  ser, a más de argumentista, director, cineasta…”- escribirá en su artículo El cinema en España, publicado en La Gaceta Literaria el 1 de octubre de 1928.


Concha fue novia de Buñuel, su novia “secreta”, entre 1916 (“En uno de esos largos veraneos [en San Sebastián], a la edad de dieciocho, conocí a Luis Buñuel, a quien había de tratar, digamos a diario, durante los casi siete años siguientes”) y 1923.  “Él llevaba doble vida. Nunca nos reunimos juntos con los chicos de la Residencia de Estudiantes. La vida dividida entre los amigos y la novia era una costumbre de la época; me hablaba de ellos, pero nunca me los presentó…”.

Ella creía que el cine tenía su propio lenguaje y que no debía ser deudor de obras literarias. En su breve aventura cinematográfica, es el taxi el que cuenta la historia, toda una novedad.

Primero, poeta

Concha dice haber escrito sus primeros poemas, en francés, cuando tenía 13 años. Pero su primer libro publicado (Inquietudes) no lo será hasta 1926, con 28. Al alcanzar su mayoría de edad, decide “emanciparse” de su familia: “salir a la calle sin la vigilancia de una institutriz, o un familiar cualquiera…; así pude cambiar los tés danzantes por exposiciones, conferencias y las tertulias de  café madrileñas…; asistir a una lectura de poemas de Federico García Lorca [en el Palacio de Cristal del Retiro]: allí encontré mi camino, y esa misma noche empecé a escribir. Tenía veintiséis años”. 

Su primer asesor, a quien daba a leer sus poemas, fue Rafael Alberti, “reciente premio nacional de poesía” [por Marinero en tierra, en 1925]. 

En 1928, publica Surtidor, antes de viajar, sola, por primera vez al extranjero. El último poema del libro, Verbena, remite a un cuadro del mismo título de su amiga Maruja Mallo.


“Cuando Maruja empezó a pintar, me tomaba a mí como modelo. Pintó una chica en bicicleta, que era yo…; hizo una serie de cuadros de las verbenas madrileñas…; en ellos plasmaba muchas de las imágenes que surgían en nuestras conversaciones”. Ella prefiere la palabra “poeta” a “poetisa”: … “me suena a cosa banal, entre merengue y amapola…”.

Viajera intrépida

“Debí nacer con el alma un tanto viajera…”- escribe en su ensayo autobiográfico. Su primera salida al extranjero fue a París, con 13 años, en familia. Pero ya con 7 años, al ver en el puerto de Santander uno de los barcos que zarpaban para América, dijo: “¡En uno de esos barcos me iré un día!”.

Y así fue: primero, a Inglaterra, durante seis meses (“Embarqué en Bilbao – de tripulante-…en un barco de cabotaje de los llamados “vagabundos”- hasta Cardiff. De allí volvió en un pequeño barco carbonero). Luego, en diciembre de 1929, “con un pasaje de emigrante”,  a bordo del trasatlántico Infanta Isabel, que hacía el trayecto de Barcelona a Buenos Aires.

En el primer caso, se gana la vida en Londres dando clases de español. En Madrid, en el Centro de Estudios Históricos, se había sacado el título de profesora de español, que había ocultado a su familia.

En Argentina, colaborando en diarios (La Nación) y revistas, y con un cargo “semi-oficial” en la oficina creada por el Consulado y la Embajada españoles para becar estudiantes con destino a España. La escritora Consuelo Berges, que le prologa su tercer libro, Canciones de mar y tierra (1930) -con ilustraciones de Norah Borges-, dirige la oficina. Por esa época, Berges publica en la prensa argentina el artículo “Hoy creo en la vanguardia”, que comienza: “…Ahora creo en la vanguardia. Porque la he visto…”. Es Concha Méndez, de “mirar luminoso y fuerte”. “Me ha ganado a su fe, optimista y dinámica…Concha Méndez quiere hacer de la vida muchas cosas. Por lo pronto, quiere hacer de la vida arte y, sobre todo, vida…”.

1931-1939. Luces y sombras

Con la implantación de la República, Concha vuelve a España. En Madrid asiste a las tertulias literarias, “la del café de Pombo, que presidía Gómez de la Serna; la de don Ramón del Valle Inclán, en el café La Granja [café Granja El Henar, en Alcalá 40, junto al Círculo de Bellas Artes]; las reuniones de José Ortega y Gasset en La Revista de Occidente…”. En el café La Granja, García Lorca le presenta al impresor y poeta Manuel Altolaguirre (siete años más joven que ella), con quien se casa en 1932. “Testigos de nuestra boda fueron los poetas Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, José Moreno Villa, Jorge Guillén, así como Francisco Iglesias – héroe de la aviación española- y Carlos Morla – ministro de Chile. De la boda civil lo fueron el poeta Luis Cernuda y el librero Sánchez Cuesta”.

Con su marido, Concha edita la revista de poesía Héroe y la colección Héroe, donde publican Salinas, Razón de amor, y Cernuda, La realidad y el deseo. También idean la revista Caballo verde para la poesía, “cuya dirección se le ofreció al poeta y cónsul chileno Pablo Neruda”.

En esta etapa, ella misma da a la luz El personaje presentido (1931), “Espectáculo en 16 momentos”, escrita en Buenos Aires. Sonia, la protagonista principal, “es un álter ego bastante evidente de la autora”- escribe Emilio Miró- “una mujer soñadora, dinámica, activa, que quiere escapar, que anhela volar y, sobre todo, que busca el gran amor, el amor ideal, el amor casi absoluto…”.

En marzo de 1933 nace su primer hijo, que muere enseguida, origen de su poemario Niño y sombra. Dos años más tarde, en 1935, nace en Londres su hija Paloma, que apadrina Vicente Aleixandre. Dedicada a su hija, escribe El carbón y la rosa,  “una obra de teatro para niños…La presenté en el Liceo [Lyceum] Club el mismo día que Alberti daba una lectura de poemas”.

Al destierro

Al finalizar la Guerra Civil, se exilian (“Los tres salimos al destierro”); primero recalan en Cuba, donde permanecen cuatro años. “En nuestra nueva imprenta [La Verónica] publiqué Lluvias enlazadas –poemas; como prólogo, el retrato lírico que me hiciera Juan Ramón Jiménez. En La Habana escribí la obra teatral La caña y el tabaco, alegoría antillana, en verso; y en verso también el autosacramental El solitario [1941], editado allí con prólogo de la escritora María Zambrano”. Zambrano escribirá: “De todas las bellezas que encierra El solitario: la voz de la luz y de las estaciones, la milagrosa aparición de la sirena, el color del olvido y de las horas, ninguna sin duda como estas que hallamos al hablar del tiempo y al tiempo…”.

Luego parten a México donde comparte su casa, en el número 11 de las calle Tres Cruces, con el poeta Luis Cernuda. “…Publiqué dos libros de poesía, Sombras y sueños y Villancicos” (1944). “Tan sola me has dejado,/ que estoy conmigo y me basta…”-escribe en Sombras cuando Altolaguirre la abandona.

Concha Méndez, vista por otros

Retrato de José Díaz Fernández, en 1928: “Concha Méndez Cuesta: veintitrés años, campeona de natación en los veraneos de San Sebastián, automovilista del Madrid deportivo, risa trepidante en las tertulias vanguardistas. Y, al fin, poetisa. Esta es una muchacha actual, ceñida y tensa por el deporte y el aire libre”.

Retrato de Juan Ramón Jiménez, en 1932: “Su mono añil puede ser de cajista de imprenta, enrolada de buque, fogonera de tren, polizón de zepelín, todo por la Poesía delantera que huye en cruz de horizontes ante las cuatro máquinas…

Concha Méndez era la niña desarrollada que veíamos, adolescentes, con malla blanca, equilibrista del alambre en el casino de verano; la que subía con blusa del marinero del aire, prologuista de la aviación, en el trapecio del Montgolfier cabeceante y recortaba su desnudo chiquito blanco negro sobre el poniente rojo; la sirenita del mar que sonreía secreta a los mocitos en su nicho de cristal…; la campeona de natación, de jiujitsu, de gimnasia sueca. La hemos encontrado en el Polo, el Ecuador, el cráter del  Momotombo, la mina de Tarsis…”.

Ella se retrató en sus poemas…y en sus memorias a su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre (Memorias habladas, memorias armadas).


De ellas, dice en ABC Miguel García Posada, en 1990: “…es obra de apasionante lectura…; [memorias] superiores a las de Altolaguirre, demasiado contenidas en general, además de grises estilísticamente…; memorias –estas- llenas de vitalidad…el testimonio de una mujer de posición acomodada que supo romper con los tabúes y restricciones de su clase social; que asumió muy pronto, cuando no era fácil, la emancipación de la condición femenina; que hizo, en buena medida, aquello que le gustaba hacer, y fue, fiel a su destino”.

Deberían reeditarse en alguna colección de bolsillo y ponerse a disposición del gran público; ser distribuida en escuelas e institutos, y que no vuelva a caer en el olvido un modelo y ejemplo de mujer independiente y activa, libre.

Impresora, dramaturga, poeta y pionera del cine mudo, que aún hoy no aparece en los libros de texto cuando se cita a la Generación del 27…

ALGUNOS DE SUS VERSOS

“Vine para algo más que pasar como sombra”.

“…dejar una estela de mi vida/que no pueda acabarse con mi sangre”.

“¿Qué nacerá de mí/ el día que me siembren?”.

“¡Qué lejos está la Sierra, /mi Sierra de Guadarrama!...
Por sus vertientes yo era/patinadora en mi infancia”… - escribe desde México, en 1944. “¡Ay, Manzanares, mi río,/cuánto hace que no te vi!”.

“De altos sueños y anchas luces/encendías el ambiente/
Cuando por mi casa ibas/con los amigos de siempre./
Con Luis, con Pablo, con Delia,/ con Rafael, con Vicente/,
Con Concha, Rosa y Miguel/- ¡que tuvo tu misma muerte!/…”- dedicado a Federico García Lorca.

Me gusta andar de noche (Poema de Concha Méndez, escrito en La Habana en 1939).


SABER MÁS





http://www.residencia.csic.es/bol/num5/maurer.htm. Sánchez Cuesta, el librero “omnisciente”.



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