jueves, 5 de enero de 2017

KAFKA: UN ALMA DOLIENTE

Los estudios sobre Kafka y su obra comprenden en la actualidad unos 15.000 títulos en los idiomas más importantes del mundo. “A Kafka se lo ha leído literal, alegórica, política, psicológicamente”- escribe Alberto Manguel en su maravillosa “Historia de la lectura”.

“Para entender el mundo de Kafka, no hay que perder de vista su manera de leer”, señalaba Walter Benjamin.

De niño, Kafka leía cuentos de hadas, las historias de Sherlock Holmes, narraciones de viajes; de joven, las obras de Goethe, Thoman Mann, Dickens, Flaubert, Kierkegaard, Dostoievsky…

Sus Diarios son muy reveladores para entenderle. Ahora, se dice que Reiner Stach ha escrito la “biografía definitiva”, tras más de diez años estudiándole…En traducción de Carlos Fortea, acaba de editarse en Acantilado en 2016.


Su retrato,  a partir de sus palabras


“Soy una persona reservada, silenciosa, insociable, insatisfecha…”.

Da la sensación de ser un tipo difícil, incluso retorcido. Visionario y en estado visionario permanentemente. Con baja autoestima, sentimiento de culpa, autocompasión…

No era precisamente un Adonis, pero tampoco da la impresión de que se sacara mucho partido.

Escindido entre el funcionario público y el escritor en solitario. Siempre cuestionándose, siempre autoanalizándose.

Enfermo de tedio, ¿enamoradizo…?

“Todos los escritores somos unos tarados” (Ana Mª Matute).

“No soy otra cosa que literatura, y no puedo ni quiero ser otra cosa...Todo lo que no es literatura me aburre y lo odio, porque me demora o me estorba...”

“En mí se puede reconocer perfectamente  una concentración apta para escribir. Cuando se hizo evidente en mi organismo que la literatura era la manifestación más productiva de mi personalidad, todo tendió a ella y dejó vacías todas las facultades que se orientaban hacia los placeres del sexo, de la comida, de la bebida, de la meditación filosófica, y principalmente de la música. Me atrofiaba en todos los aspectos”.


“El mundo tremendo que tengo en la cabeza. Pero cómo liberarme y liberarlo sin que se desgarre y me desgarre. Y es mil veces preferible desgarrarse que retenerlo o enterrarlo dentro de mí. Para eso estoy aquí, esto me resulta perfectamente claro”.

La conciencia de sí mismo

“Cuando me he comportado humanamente unas horas...me siento orgulloso al ir a acostarme”.

Conciencia de su fealdad, de su poca cosa: “…el pecho está impresentable...la cabeza hundida entre los hombros…”.

“Estoy desesperado a causa de mi cuerpo y del futuro con este cuerpo...Mi cuerpo es demasiado largo...  no tiene la menor cantidad de grasa para producir un calor beneficioso, para preservar el fuego interior. Es evidente que mi estado físico constituye un obstáculo fundamental para mi progreso. Con semejante cuerpo es imposible llegar a nada”.


“En las escuelas de natación de Praga, etc, he dejado de avergonzarme de mi cuerpo”.

“Mi forma de andar vestido, con unos trajes feísimos que mis padres mandaban confeccionar a alguno de sus clientes...También en mi actitud cedí al dominio de aquellos feos trajes: andaba con la espalda encorvada, los hombros torcidos, los brazos y las manos puestos de cualquier manera y en cualquier sitio...”.

Su mala salud/ ¿El enfermo imaginario…?

“Mi estreñimiento...Noche de insomnio. Es ya la tercera de la serie. Me duermo bien, pero una hora después me despierto...”.

“Hace ya mucho que me quejo de que siempre estoy enfermo, pero nunca tengo una enfermedad concreta que me obligue a guardar  cama”.

Incapacidad de escribir

“...tras cinco meses de mi vida en los que no pude escribir nada que me dejase satisfecho...”.

“¿Con qué voy a perdonarme que hoy no haya escrito nada todavía?... De día tampoco he escrito nada”.

“El escritor es un solitario o no existe” (Camilo José Cela).

La soledad sirve para concentrarse y ordenarse uno mismo: “La soledad tiene sobre mí un poder que nunca falla...Empieza a producirse una pequeña ordenación de mi interior...Cuando se tienen escasas aptitudes, lo peor es el desorden”.

Pero la soledad, pesa: “Esta tarde, el dolor por mi soledad me ha invadido de un modo tan penetrante y agudo...”.

Su estado de ánimo

“Yo, decaído como antes y como siempre. La sensación de estar atado, y al mismo tiempo la otra, la de que, si me desatara, sería peor aún...”.

“Llevo un horrible sucedáneo de vida y soy lo bastante cobarde y miserable...”.

Escribir como su salvación y redención

“Mi felicidad, mis aptitudes y cualquier posibilidad de ser útil en algún aspecto, residen desde siempre en lo literario. Sin embargo, yo no podría vivir de la literatura a causa de la larga gestación de mis trabajos y de su carácter insólito”.

“No volveré a abandonar este diario. Debo mantenerme aferrado a él, porque no puedo aferrarme a otra cosa”.

“Yo, que quiero curarme la neurastenia trabajando…”.

La imposibilidad física de escribir y la íntima necesidad de hacerlo.

Cómo ve su futuro

“Si llego a los cuarenta años (escribe con 28) probablemente me casaré  con una chica ya mayor, de dientes superiores salidos, algo descubiertos por el labio de arriba...Pero difícilmente llegaré a los cuarenta (murió, de tuberculosis, con 41); así lo indica, por ejemplo, la tensión que se me pone a menudo en la mitad izquierda del cráneo”.

Su posición sobre la lectura: ¿Qué leer? Su opinión como lector

“Creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen”, escribe a un amigo en 1904. “Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros”... “Uno lee para hacer preguntas”.

La familia

“(Mi madre)  Me cree un joven sano, que tiene un poco la ilusión de estar enfermo”.

“En muchos sentidos, mi educación me ha perjudicado mucho...Este reproche afecta a una serie de gente: a mis padres, a unos cuantos parientes, a determinados visitantes de nuestra casa, a diversos escritores, a cierta cocinera..., a un montón de maestros..., a un inspector escolar, a unos transeúntes que caminaban lentamente...”.


La relación con su padre

Está perfectamente descrita en su “Carta al padre”, del 21 de agosto de 1913:… “Mi empleo me resulta insoportable, porque contradice mi único anhelo y mi única profesión, que es la literatura…vivo en el seno de mi familia…sintiéndome más extranjero que un extranjero…Con mi madre, en los últimos años, habré intercambiado por término medio unas veinte palabras diarias; con mi padre, nunca cambiamos apenas más que palabras de saludo…Para la vida familiar carezco del menor sentido, como no sea el de la observación…”.

El tío soltero de Madrid

“30 de agosto de 1912. Visita del tío de España...4 de septiembre... El corte de su levita... Su andar flotante...Le pregunto: ¿Cómo encajar el hecho de que no estés contento con el de que te adaptes tan bien a todo? El contestó: En cuestiones de detalle, me siento insatisfecho, pero esto no atañe al conjunto...”.

Las casas y calles de K. en Praga

Nace en el número 27 en la esquina de Caprova St. (calle de la Carpa) con Naiselova St. el 3 de julio de 1883. Hoy, solo el portal es original.

Trabajó 14 años (de 1908 a 1922) en la oficina de seguros de Porici St.

En el Hotel Europa (Vaclavské Namestí 25), en el salón de los Espejos, K. leyó por primera vez su novela El proceso.


Su amigo Max Brod le esperaba cada día, a las dos en punto, en la torre de la Pólvora.


Su apellido, Kafka, en checo significa “grajo”. Era el emblema de la tienda de su padre.


Goethe

Plan para un trabajo sobre “La tremenda personalidad de Goethe”.... “Creo que esta semana he estado influido totalmente por Goethe...El entusiasmo ininterrumpido con que leo cosas sobre Goethe...”.

La condena

“La he escrito de un tirón, durante la noche del 22 al 23 (septiembre de 1912), entre las diez de la noche y las seis de la mañana...Sólo así se puede escribir, sólo con esa cohesión, con esa apertura total de cuerpo y alma...
Indirectamente, es a ella (F. Bauer) a quien debo mi historia (14 de agosto de 1913)”.

La metamorfosis

“Después, en casa, me puse a leer La Metamorfosis; me parece mala (20 de octubre de 1913)”.

“Pienso sin cesar en el escarabajo negro (21 de octubre)”.

Recopilación de todo lo que se puede decir a favor y en contra de mi matrimonio:

1.    Incapacidad de soportar la vida solo…
2.    Todas las cosas me dan enseguida que pensar…
3.    Necesito estar solo mucho tiempo…
4.    Odio todo lo que no tiene relación con la literatura, me aburre sostener conversaciones…
5.    El miedo a la unión, a dar el paso…
6. Ante mis hermanas…he sido una persona completamente distinta a como soy ante la otra gente…
7.  Solo, es posible que alguna vez pudiese dejar mi empleo…

Sus cartas a Felice (Bauer), una de sus novias

En la primera, escrita en Praga el 20 de septiembre de 1912 (K. tiene 29 años, F. 24), ya le da a Felice algunas claves: “soy poco puntual en mi correspondencia”, “quizá me haya presentado como mucho más complicado de lo que soy”…

Su presentación es esta: “Ante el caso muy probable de que no pudiera usted acordarse de mí lo más mínimo, me presento de nuevo: me llamo Franz Kafka, y soy el que le saludó a usted por primera vez una tarde en casa del señor director Brod, en Praga…cuya mano…acabó por coger la suya, con la cual confirmó usted la promesa de estar dispuesta a acompañarle el próximo año en un viaje a Palestina”. En dicho viaje, Kafka se ofrece a ir en calidad de “acompañante, guía, lastre, tirano o lo que de mí pueda buenamente resultar”.

En las cartas siguientes, siguen las peticiones y autodescripciones: “mi memoria es muy mala”, “Una lluvia de neurastenias cae ininterrumpidamente sobre mí”, “Escríbame un pequeño diario…”.

La exigencia de que el diario sea minucioso hasta el último detalle y el envío de las cartas certificadas con acuse de recibo, revelan una persona controladora y exigente.

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