Publicado en Nueva York en
2019, cuatro años después de su muerte, el libro agrupa material anteriormente publicado
(entre 1987 y 2015) y algunos textos inéditos; entre ellos, el que cierra,
titulado “La vida sigue” que, para mí, también podría haber sido un buen
título. Con Sacks, mientras lees, aprendes (ese instruir deleitando de un lector omnívoro y curioso…).
La
vida sigue
Escrito en 2015 (cita la
encíclica Laudato si, del 24 de mayo
de ese año, tres meses antes de su muerte), confirma lo que dicen sus amigos en
el documental Oliver Sacks, su vida, de octubre de 2020: “Escribía 10 días antes
de morir…”. Un hombre inquieto que titula su autobiografía En movimiento y que toma notas constantemente, tanto en su vida
profesional (para los historiales de sus pacientes) como tras su jubilación,
hasta su “inminente marcha de este mundo”.
“… Me parece que solo la ciencia, ayudada por la
decencia humana, el sentido común, la amplitud de miras y la atención a los
desfavorecidos y los pobres, supone una esperanza para un mundo sumido en el
marasmo moral”…, - concluye-, algo que tiene sentido en medio de esta pandemia
global, cinco años después de su muerte.
«Alabado seas, mi Señor»,
cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra
casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia,
y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores
y hierba »…Así comienza la encíclica
del papa Francisco (del 24 de mayo de 2015) sobre el cuidado de la casa común:
“Laudato si’, mi’ Signore” .
En apenas 6 páginas, el
neurólogo Sacks nos hace un recorrido desde el siglo XVIII -y el impacto que
supuso para él leer a Hume con 18 años, “Tratado de la naturaleza humana”: [el
ser humano] “no es más que un amasijo o conjunto de percepciones distintas, que
se suceden unas a otras con imperceptible rapidez, y están en un flujo y un
movimiento perpetuos”…- pasando por el relato anticipatorio de E.M. Foster, en
1909, La máquina se detiene, “donde
imaginó un futuro en el que la gente vive bajo tierra en celdas aisladas, nunca
se ven unos a otros y se comunican tan solo mediante dispositivos de audio o
visuales” ; hasta la advertencia del científico Martin Rees, en 2003 - hace 17
años- en Nuestra hora final: cómo el
terror, el error y el desastre medioambiental amenazan el futuro de la
humanidad en este siglo [XXI]. Y, por supuesto, la apelación al “cuidado de la
casa común” del papa Francisco, en 2015.
En otros relatos (agrupados
bajo el epígrafe Primeros amores, Historias clínicas y La vida sigue), nos vamos haciendo una
idea de cómo era el hombre tras el científico.
En “Los primeros amores” nos desvela cómo nacieron y se desarrollaron
sus grandes pasiones en la vida: la
natación (“…nadar nunca me pareció monótono ni aburrido…me pongo irritable
cuando no puedo nadar”), los museos
(en el Museo de Historia Natural de South Kensington [en Londres], “mi amor más
profundo…era por los cefalópodos…Me pasaba horas observando los
calamares”…”Pero la auténtica epifanía me llegó en el Museo de Ciencias…al
descubrir la tabla periódica…Mi fe y mi vida se decidieron en ese momento…”), un profesor de biología (“Exigía que
fuéramos tan obsesivos como él”), el químico británico Humphry Davy, “poeta de la
química” (“fue un héroe para casi todos los jóvenes interesados en la química o
la ciencia de mi generación. Todos conocíamos y repetíamos sus famosos experimentos,
imaginando que éramos él”), un libro
(Viaje alrededor de mi cráneo, de
Frigyes Karinthy, “la primera descripción autobiográfica de un viaje al
interior del cerebro…, me influyó a la hora de escribir mis propios casos
neurológicos”) y las bibliotecas (en
la biblioteca familiar descubre El libro
de la selva, de Kipling. “Me identificaba enormemente con Mowgli…”, y obras
del siglo XIX, “las favoritas de mis padres” (Dickens, Trollope, Thackeray, Shaw,
Kipling…); luego vendrán la biblioteca pública, la escolar y las universitarias,
en especial la del Queen´s College, de Oxford. “Tener libros antiguos, incunables,
en mis manos, fue una experiencia completamente nueva para mí…Adoraba en concreto
la Historiae animalium, de Gesner (1551)…
y la obra sobre los peces fósiles en 4 volúmenes [Recherches sur les poissons fosiles (1833-1843)], de Agassiz”. Allí
leyó a Hume, Pope, Dryden y Johnson; a Darwin y Sir Thoms Browne).
SABER
MÁS
https://www.youtube.com/watch?v=47ooNWugxRE. Oliver Sacks, su vida. Tráiler (en inglés).
http://ricardoreques.blogspot.com/2018/02/frigyes-karinthy-chains-cadenas.html. Chains, Cadenas, por K. Karinthy.
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