Así (“Señora de la novela
catalana”) la llamó María Luz Morales en una de sus “Presencias”. Cuando la visita, en 1927, la describe así:
“No era ya la joven Catalina Albert, en quien Luis Vía, director de la revista Joventut, descubriera en una primera
visita, allá por los inicios del siglo [XX] la verdadera identidad de Víctor
Catalá. Tenía, ahora, [con casi 60 años], entrecano el abundante cabello fuerte
y algo rizoso. Tras los cristales de los lentes, la penetrante mirada de los
ojos, muy brillantes, bajo las cejas pobladas y negrísimas. Y en toda la
persona un algo de autoridad y sencillez, de energía y llaneza, al mismo
tiempo, con un mucho de inconfundible señorío… Era la señora más cabal, la
persona más normal que pueda imaginarse…”.
“Soy
solo una aficionada”
En 1927, le confiesa: “Me
formé a la buena de Dios…, sin maestros…Me gusta, sobre todo, la honrada
claridad de sentimiento, concepto y expresión del pueblo; de los clásicos y de
los místicos…”.
María Luz Morales iba a pedirle
unos cuentos para el diario madrileño El
Sol, que ella traduciría del catalán al castellano. Català le pone una
serie de objeciones…, pero en carta posterior le adjunta su primer cuento para
el periódico: Enigma. “Los cuentos de
Víctor Català fueron publicados a todo honor en el gran rotativo madrileño…Dionisos, La púa del rastrillo, Esfinge,
Chiribito, El corsé de damasco amarillo, Desenlace, Conversión, Sortilegio…Algunos
se incluyeron, muchos años después en el libro Retablo (Ediciones Mediterráneas, 1944)”.
“El léxico de Víctor Català
es el más vivo, el más diverso, el más jugoso, el más expresivo que jamás haya
poseído un escritor, poeta o prosista, en lengua catalana. Se dan, en él, los
giros más garbosos, más desconcertantes; las metáforas, si más certeras, más
inesperadas…” -escribe María Luz Morales en Alguien
a quien conocí.
La Senyora Caterina. “Soy toda vista y oídos”
A Baltasar Porcel, uno de sus visitantes, le dijo en los años 60: “He
tenido un gran interés por todo; he sido, y soy aún, toda vista y oídos…Puede
que haya descrito la gente de este pueblo [L´Escala, donde nació en 1869]… Me hubiera gustado hacer
teatro”…
Y sigue contando: “… Me dijo que prácticamente no dormía, que apenas
comía. Excepto unas horas por la mañana, en que se levantaba, estaba siempre
acostada y desde hacía diez años no salía a la calle”… Sobre su habitación,
escribe: … “La cama era vasta, alta, antigua. En las paredes había fotografías
suyas de infancia, otras con gente de renombre, imágenes religiosas, una
colección de láminas en colores de amantes famosos: Otelo y Desdémona…En la
casa había un jardín frondoso, con una estatua alegórica… En la fachada de la
casa eran hermosas las barandillas de hierro de los anchos balcones…” (Del Retrato de Caterina Albert por Baltasar Porcel en 1965 para la revista Serra d´Or).
Solitud/Soledad
Escribe Soledad (Solitut, en catalán) en 1905. Se publicó
primero por entregas semanales en la revista Joventut (hasta el 20 de abril de 1905).
En 1991 es llevada al cine
por Roma Guardiet.
La novela comenzaba así: “Pasado Ridorta habían subido a un carro que seguía su
mismo camino, y Matías, para evitarse luego una decepción, preguntó al
carretero si los quería llevar hasta los pasos de la montaña. El campesino,
risueño y encantado de encontrar un rato de charla, le hizo un sitio enseguida
a su lado en la traversa, y le dijo a Mila que se acomodara tras ellos, sobre
la estera, Ella miró agradecida a aquel desconocido que le hacía tal merced. Pese
a la buena pierna que tenía, estaba fatigada. Su marido le había contado que
desde Lisquents, donde los dejó el recadero, hasta Ridorta, había una media
hora de camino, y llevaban ya andando cinco cuartos de hora bien cumplidos
cuando vieron negrear el pequeño campanario del pueblo en lo alto de la loma
cubierta de verdor: desde entonces hasta encontrar el carro había pasado otro
cuarto largo y, entre el sol, el polvo y la contrariedad, la pobre mujer se había
ido poniendo de mal humor”…
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