Memoria
de la Melancolía aparece publicado por primera vez en 1970,
en la editorial argentina Losada (Memoria de la melancolía; Losada S.A., Editorial, Buenos Aires, 1970, Biografía).
“Todos son palabras y colores dentro de mí, que ya no sé muy bien qué
representan…una confusión de recuerdos…esta memoria pálida que me va quedando…”-
comienza.
Su manera de escribir me trae ecos de Svetlana Alexievich, La guerra no tiene rostro de mujer (cuando
María Teresa, dice: “se han evitado las palabras tristes en los libros para
dejar las heroicas…”), y de Carmen Laforet, en la obra de su hija Cristina
[Cerezales], Música blanca. En sus
fotos de mayor, con el pelo blanco, me recuerda a Mercè Rodoreda.
Escribe a veces en tercera persona, como si ella, María Teresa, fuera otra…
“Aquel padre militar que se
cansaba de todo y pedía un nuevo destino y estaba contento unos años y luego
languidecía y se iba agriando. Niña de militar inadaptada siempre…con amigas de
paso… No era de buen tono detenerse a mirar cómo jugaban los otros chiquillos,
empeñados en meter bolillas de colores
en un hoyo. Ni desear los refrescos de los puestos de horchatas…”.
“Era una muchacha con trenzas largas……rubia…bajando los ojos [verdes]
cuando la miran demasiado”…
Otras, en primera: “En mi casa no se rezaba el rosario, ¿para qué? Mi
padre era incrédulo y mi madre ¡tenía tanto que reprochar a su marido!
[infiel…]”.
Va y vuelve sobre los recuerdos, sin una línea cronológica o temática.
Lo escribe/termina en Roma, ¿en 1969…?
“Estoy cansada de no saber dónde morirme. Esa es la mayor tristeza del
emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los cementerios de los países donde
vivimos…?”.
“Nos traemos dentro todas las casas donde vivimos”...
La casa madrileña de la calle Marqués de
Urquijo (nº 47)
“Una terraza que miraba a las montañas [el Guadarrama] y, a sus pies, el
templete de la música y un puesto de horchata”. Cuando salen hacia el exilio,
dice: “Lo que dejo poco importa…Me preocupan un poco aquellos cuadros…el
Solana, los Domínguez Bécquer y las esculturas de Alberto…”. Cuando regresan de
Ibiza, al comenzar la guerra civil, se encuentran todo revuelto: “hasta los
libros dedicados se llevaron”…
“Aquella casa de la calle de Buen Suceso…, la primera casa de la que me acuerdo…frente a una iglesia tristona y fea, mirando un hospital para militares atropellados por la enfermedad…”.
Dos ciudades: Burgos, Barcelona
“Los balcones de la casa daban a los cielos de la catedral donde el
arquitecto Salvador (¿?) Gaudí levantó sus extrañas agujas…”.
Agradecimientos y reconocimientos. “Somos el
producto de los otros…”
“Recuerdo algunas amigas mías…Una era vasca; las otras dos, burgalesas…Son
culpables de mi gusto por la selección, por lo extraño, por lo maravilloso…Les
debo mi gusto por lo impar, mi inclinación a lo diferente… ¿Dónde estarán
hoy?”…
“¿Y aquella monja del Sagrado Corazón [de Leganitos] que me enseñó la
melancolía…?”.
“El principal culpable de las lecturas de la chica [ella misma, Mª
Teresa León] había sido un tío viejo encerrado en una ciudad de Aragón
(Barbastro)… (libros prohibidos para
una adolescente católica como Los
miserables, de Víctor Hugo, Dumas, La
religiosa, de Diderot, Las amistades
peligrosas, Trafalgar, de Galdós…).
“Y estaba Jimena (Menéndez Pidal Goyri, su prima, dos años
mayor)…saliendo sola, yendo sin acompañante al colegio (la Institución Libre de
Enseñanza)…”.
“…Pedro Salinas…era una manera nueva de oír la vida…”. Le admira…; más
que a Lorca.
“Había comenzado a escribir porque sus días
eran largos, fríos, solos”
Alberti
“Lo primero que dejó Rafael Alberti en mis manos fue un dibujo, “Naufragio y Salvación
de Rafael Alberti…En ese ejemplar de Marinero
en tierra están todos mis sueños…”.
Habla de su primer “poema al color”, que comienza: “Voy camino de la
aldea/ por un sendero morado…”.
Otros libros
Sus escritos tienen unos títulos buenísimos: Doña Jimena Díaz de
Vivar, gran señora de todos los deberes; o Cervantes. El soldado
que nos enseñó a hablar. Rosa-Fría, patinadora de la luna...
Hacia el alzheimer
“Las imágenes se le han
desordenado, encimándose unas a otras…”. “Sufro por olvidar…”.
Una patria pequeña como un patio
“¿Cuántas tumbas hemos ido dejando por el mundo en estos casi treinta años de vida desterrada
que vivimos los españoles…?”.
“Durante años, únicamente sus amigos judíos comprendieron su soledad…”.
¿??
Es difícil ser vieja
“A mí me da miedo que llegue un día en que nadie me vea… Hay que hacer
algo, distinguirse…”.
Mis recuerdos personales
Recuerdo que Alberti me pareció fatuo, prepotente, engreído, encantado
de conocerse, con su abrigo largo dirigiéndose al estrado en la facultad de
periodismo, a principios de los 80.
No supe nada de su mujer, de María Teresa León, hasta mucho más tarde; primero, a través de la
literatura infantil y juvenil: solo títulos (Rosa –Fría, patinadora de la Luna), no leí nada…Luego ya como “la
cola del cometa”, un cometa brillante, que era su marido…
SABER MÁS
https://elpais.com/diario/1988/12/15/cultura/598143601_850215.html. Muere María Teresa León, una escritora comprometida.
https://elpais.com/diario/1988/12/16/cultura/598230002_850215.html. María Teresa León, nuestro último mito, por Antonina Rodrigo. “Cuando María Teresa recuperó su patria, el 28 de abril de 1977, había esperado tanto que seguía anclada a esa admirable diáspora que formaron las gentes de "la España peregrina" y del "paraíso perdido". María Teresa ha sido una de nuestras mujeres silenciadas por el franquismo…”.
https://www.eldiario.es/cultura/libros/maria-teresa-leon-guerrillera-cultura-salvo-obras-museo-prado-guerra-civil_1_6149145.html. María Teresa León, la guerrillera de
la cultura que salvó las obras del Museo del Prado en la Guerra Civil
https://elpais.com/noticias/maria-teresa-leon/. Sobre María Teresa León en el diario El País.
https://www.eldiariomontanes.es/prensa/20070413/cultura/santiago-ontanon-hombre-mundo_20070413.html. Santiago Ontañón, compañero en las Guerrillas del Teatro.
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