domingo, 10 de enero de 2021

ELENA FORTÚN. Cartas a Inés Field

 


Ambas introducciones son de Nuria Capdevila-Argüelles (León, 1972. Catedrática de Estudios Hispánicos y de Género en la Universidad de Exeter, Reino Unido). Los títulos están sacados de palabras dichas por Elena Fortún: Sabes quién soy y Mujer doliente.

En la Navidad de 1948 le escribe a Inés: …”Tú también sabes quién soy”…Y, desde Barcelona, el 7 de mayo de 1951, un año antes de su muerte: “Suelo tener un poco de lástima de esta pobre mujer doliente”…

La primera carta está fechada en Madrid, el 14 de diciembre de 1948.

En ella, Encarnación/Elena Fortún le informa de que se ha matriculado en las clases de Ortega [y Gasset, entonces, de 65 años. Fortún tiene 62] en Aula Nueva [Instituto de Humanidades, organizado por Ortega y Gasset y Julián Marías]. “Se trata de la exposición y examen de la obra de A. Toynbee, llamada A Study of History (Estudio de la Historia)…”.   Le cuenta “lo más saliente de la primera clase” y le comunica que no sabe si suprimirán sus clases (duraron, al menos otro curso más)…

Inés Field había nacido en La Plata, Argentina, en 1897. Maestra, se doctora en 1930. Hasta su jubilación, trabajará en la Escuela Normal número 6 y 7 de Buenos Aires, donde será vicedirectora.

En su segunda carta, Fortún le habla de la epidemia de gripe que hay en Madrid. Su amiga Matilde Ras también la ha cogido y va a visitarla (vive en la calle Trafalgar, 32).  "Insoportable, como siempre...”-le escribe a Inés. Además, le informa de que está acabando “a toda prisa” el libro de Mila y Piolín  (La editorial Aguilar lo publica en 1949).

El 16 de diciembre le informa de la moda en Madrid: “Todo el mundo se viste lo mismo. La falda [¿plisada?] y los dos sweaters. Doble en el invierno y sencillo, con mangas cortas, en el otoño y la primavera”. De lana. A ella le parece bien porque así no tiene que pensar “en modas”. Pero todas las faldas tienen que tener bolsillos y no le gusta “llevar nada colgando de la cintura”. Le apura ponerse el abrigo de astracán (es algo carísimo en la España de posguerra) y piensa en venderlo para hacer obra en su casa de Chamartín, Los Álamos.

En la misma carta le confiesa estar inquieta por su marido Eusebio, que sigue en Argentina: “Esta noche he tenido la sensación de que estaba enfermo o le ocurría algo…”. (Su marido se suicida el 17 de diciembre, un día después).  En la misiva, le pide a Inés que ayude a Eusebio con el embalaje de sus libros y papeles. “Celia en la revolución, que está en borrador…no debe venir”. Firma como  “tu Encarnación”.

Él le ha escrito su última carta el día 13. Le dice: “Mañana es día de gran ajetreo. Emecé [editorial], peluquero, sastre, grabador...”. A Inés, Fortún le cuenta: “Estaba muy contento. Había terminado el último de los Entomológicos, había entregado Celia madrecita,…y me decía: “Ya solo me queda preparar el viaje y me parece mentira”. (Eusebio de Gorbea era, desde 1931, con 50 años, comandante en retiro).

Las cartas siguientes son las que siguen a la muerte de su esposo, desesperadas y culpables: “Inés querida, ya estoy muerta. Creo que me iré pronto con él del todo. No tengo ya nada que hacer aquí”…”Yo no he sabido ser buena con él… no quería ir con él a las visitas, ni salir con él…, no podía soportar sus dichos absurdos a la gente y el deseo de dar espectáculo que le entraba en cuanto estaba en público”. Otras veces, le disculpa: “Era un alma en carne viva…Era un ser infantil…Estaba fuera de lugar en este mundo”…

Él es quien pone nombre a los personajes de sus libros y “si estaba de humor, los títulos…”- le cuenta a Inés, en carta desde New Jersey, en 1950.

La sierra es mi verdadera patria (Ortigosa del Monte, en Segovia)

Piensa enterrarle en Ortigosa. “Allí, al pie de la sierra, voy a comprar un terreno para él y para mí…”. Eusebio, en su última carta, le recomendaba la familia del médico de Ortigosa como “verdaderos amigos”. Y ella detesta  vivir en una ciudad.

El 3 de febrero de 1949, le escribe a Inés: “Hoy es San Blas. No sabes lo que evoca este nombre para mí y el deseo que me produce de marcharme a la sierra…Ya habrá llegado o estará para llegar la cigüeña a la torre de Ortigosa…”.

A mediados de febrero va, por fin, a Ortigosa: quiere hacerle una misa de réquiem a Eusebio. “No se ponen sábanas sino mantas sobre los colchones, y mantas y mantas de lana para taparse…y botella de agua caliente”. El pueblo está a más de mil metros, y hace frío.

El cementerio es muy pequeño y se niegan a venderle un trozo en propiedad. Al final, lo enterrará en Madrid, en San Justo, junto a su hijo Bolín, sus padres (y donde estará ella misma).

Volverá a Ortigosa, con la familia del médico, en agosto de 1950. “En esta tierra me siento como en un regazo materno…”. La casa está en el centro de un gran huerto…”Tengo una habitación en el piso alto con dos pequeñas ventanitas sobre el huerto…Los bordes de la huerta están limitados con álamos blancos…, y una cerca de piedra”. “Me paso en mi cuarto hasta las doce del día y muchas tardes me subo después de almorzar y no salgo hasta las siete…Solo puedo leer los domingos [lee 30 páginas diarias del Kempis], pues los días de trabajo me parece mal leer en la tertulia del jardín, y tejo…””. Su salud no mejora: “Ya no tolero ni la sopa de sémola…”.

Luis, el hijo

En carta desde Orange, en octubre de 1952 (ya muerta su madre), Luis le escribe a Carolina Regidor (la que fuera exnovia en su juventud) sobre su trabajo: “…Como sabes, trabajo en Nueva York en el departamento médico de una gran compañía farmacéutica…Por  la mañana, doy tres horas de clase a los vendedores que van a la América del Sur a vender nuestros productos y, por la tarde, corrijo pruebas de imprenta y arreglo la literatura médica que escriben dos médicos hispanos y una traductora enfermera que sabe tan poquito de español como de medicina”. El viaje de ida y vuelta  le lleva más de tres horas de tren. Sale por la mañana a las 7.30 h, trabaja 8 horas y está de vuelta hacia las 19 h en Orange, New Jersey.

Al suicidarse su padre, él piensa que ha sido por sus cartas (en una de las últimas, al parecer, le desengañaba de hacer teatro en Norteamérica). En cada una escrita a su madre, le dice: “Madre, te necesitamos”…Ella le promete ir en el invierno de 1949.

El 29 de noviembre de ese año, Encarnación llega en barco de Argentina a Nueva York. Los seis meses de estancia serán un horror…Su hijo está “completamente deshecho de los nervios” (“Luis es su padre, pero mucho peor: mil veces más desequilibrado e irascible…¡Su ira es algo que da espanto!”); su nuera no la quiere (y no le habla). Nada que ver con lo que Luis le había escrito unos meses antes: “Vamos a comprarte un gatito. Vamos a poner frente a tu ventana un comedero y bebedero donde vengan los pájaros y las ardillas…”. Su habitación es el recibidor, no se puede hablar de nada de España (ni del pasado, ni de Eusebio…), la casa está permanentemente a 28 grados (y, fuera, bajo cero, “siete semanas de frío”)… “Días he tenido - ¡que Dios me lo perdone!- en que he pensado tirarme al tren…”.

Miguel Delibes escribió sobre la Guerra Civil española: “Yo creo que si fuera posible hacer un estudio médico de las personas que participamos en aquella terrible conflagración, resultaría que los mutilados psíquicos somos bastantes más que los mutilados físicos”…

Elena Fortún escribe en una carta a Inés: “Esta pobre criatura que estuvo en los tribunales populares acompañando a los reos a ser fusilados, tiene el cerebro mutilado también, y no quiere recordar, no puede recordar sin enloquecer…” (27 de diciembre de 1949).

La vida en Orange, New Jersey, con su hijo y su nuera (1949-1950)

En una de sus cartas, Fortún le detalla a Inés cómo es un día de su vida con “sus hijos”: Los días de diario está sola hasta las doce. “Me levanto a las siete y media, hago mi cama, me desayuno, me arreglo y me pongo a escribir Celia. Luego escribo una o dos cartas, y enseguida me visto y me voy al correo…Es una media hora o veinte minutos de camino. Luego vuelvo por el bosque todo lo deprisa que puedo para hacer algo de ejercicio, y a las doce ya estoy en casa. Llega mi hijo, comemos en silencio, friego los cacharros, y mientras él duerme tejo hasta que no se ve más con la luz del día. Cuando se enciende la luz, leo, hasta que viene Ana María. Ellos cenan enseguida y yo me baño y me acuesto.

Esto es así todos los días menos el sábado y el domingo, que ellos están en casa. Entonces me levanto a las seis y media, me voy  a misa de ocho, luego de hacer mi cama, y vuelvo a las nueve para desayunarme. Después, ellos deciden lo que he de hacer”.

Si pensamos en lo que era para ella una vida en libertad -como le cuenta en carta a su hijo Luis, en 1946, desde Buenos Aires: “Necesito echarme a la calle sin motivo que lo justifique, vagar por ahí, meterme en un cine y estarme horas y horas en mi rincón, o entrar en una iglesia…simplemente mirar escaparates, y volver a casa sin explicar dónde he estado…Es una necesidad de Libertad (así con mayúscula)…de este modo no me duele el estómago…”-, podemos hacernos una idea de lo que significaron estos meses en el apartamento de Lincoln Avenue…”…un presidio donde he venido a purgar pecados por seis meses”.

El 14 de marzo de 1949 le cuenta a Inés sus planes cuando vuelva a Buenos Aires desde Madrid: “La Meca de Charcas, la confitería de María del Carmen [Vernacci, el salón de té “Bambi”]…Visitas al cementerio, misas en Las Victorias…”.

Quizá sea un amanera de resarcirse de no poder salir sola a la calle hasta los 20 años (en que se casó…).

Barcelona. “La casa del retorno”

Cuando llega de casa de “sus hijos”, en Estados Unidos, se establece en Barcelona, en la calle Roger de Lauria, 91. En la habitación (5 metros y medio por 3 y medio, empapelada en azul oscuro con el dibujo en un gris azulado, con un balcón-terraza y suelo de mosaico, “la mejor habitación de la casa”, aunque ruidosa por los tranvías), coloca en una estantería de roble los 100 libros que se ha traído y las 40 carpetas de papeles;  ocho o diez cuadritos y “los retratos de mi madre, del hijo que se me murió y la palmatoria que tú [Inés] me regalaste…”. Una mesa camilla, una máquina de escribir Hermes, una maceta de albahaca, una colcha amarilla (“la he copiado de una que he visto en un escaparate”…), el baúl de camarote transformado en butaca, un espejo junto al tocador, “mi acerico”, el estereóscopo que le regaló su hijo, o una cómoda, forman parte de ese lugar acogedor que se crea.

En ella, las plantas ocupan un lugar primordial. "Para mí es imposible pasarme la vida sin plantas..."- escribía  a su amiga Matilde Ras, desde Buenos Aires, en 1942. 

“Todas las tardes, desde las cinco, salgo o al cine (ve la mexicana Miguel Strogoff; Belinda, Los hermanos Karamazof “hecha en Italia”, Rosa de abolengo, que aquí se llama otra cosa [La señora Míniver]Nacha Regules, El padre de la novia…Españolas, no. “Siguen siendo de una ñoñez…” También va al teatro (El divino impaciente, de Pemán) o a la zarzuela (La viejecita, La leyenda del beso, Molinos de viento) (los domingos) o a la iglesia [la parroquia de la Concepción está muy cerca] o a una exposición y, siempre, a merendar por ahí (cita una tienda de nombre Bambi; otra, El pibe, y otra, Bruselas, o lecherías). A la vuelta, con la ciudad de noche, siento la soledad como una losa”…- le escribe a Inés el 5 de junio de 1950. “Coso mucho…”.

La vida en Barcelona es “más barata, más apacible y, sobre todo, más solitaria” (tiene menos conocidos que en Madrid y, por ello, menos visitas)…Habla de “mi paz de Barcelona…sin temor a ningún encuentro…Es ya el único sitio que en España es como seguir viviendo en el extranjero”. En Madrid, rencillas, cotilleos…

El sanatorio

El 2 de abril de 1951 le escribe desde el sanatorio Puig de Olena, en Centellas (Barcelona): “no te asustes, no me ocurre nada sino lo que me viene ocurriendo desde la gripe de enero. Cada vez más tos, cada vez mayores dolores en el costado, cada vez más fatiga, y en este última semana fiebre y cien pulsaciones al minuto, lo cual no me dejaba vivir…”.

Es el principio del fin (el 8 de mayo de 1952)...

El diagnóstico va variando: pleuresía, corazón cansado, tuberculosis, un tumor de ovario, los bronquios… Y ella, horrorizada, y sufriendo. “Temo que van a intoxicarme [de medicamentos]… Uno cree que en el sanatorio han de evitarle dolores, pero no es así...”.

En el sanatorio lee a Emerson, un libro de Juana de Arco, El juego de los abalorios, un libro de Ana Catalina Emmerick, Visiones y revelaciones.  Y escribe cartas, pese a todo. "... algunas veces...una carta me cuesta cinco horas, echándome y levantándome, tosiendo, llorando, quejándome sin parar de angustia y dolores en el pecho...". La última a Inés Field, del 18 de febrero de 1952, no se conserva (a su hijo Luis, le escribe a Orange el 29 de marzo:..."la letra apenas es legible y repite las palabras de un modo que da la impresión que su cabeza ya no coordina las ideas. Me dice que está muy malita, que esto es ya el final..."- le escribe Luis a Carolina Regidor, su exnovia de juventud, que está con ella hasta el final).

Del 16 de enero de 1952 data la última carta conservada de  Fortún a Carmen Laforet.

Aún escribe, a mano, una pequeña carta a Inés Field (separada de su correspondencia y encontrada por su sobrina, Alicia Field) el 1 de abril de 1952. Termina: “Adiós, Inesita querida. Reza por mí, reza siempre para que no dejemos de estar acompañadas”…

Recomendaciones de lectura de Inés y otros libros leídos

Cuatro ensayos sobre el espíritu en su condición carnal, de Jacques Maritain (filósofo católico francés, 1882.1973) y Ciencia y sabiduría.


De camino a casa de su hijo, las amistades de Buenos Aires le regalan lectura para el viaje en barco: “Di a Walter [hermano pequeño de Inés] que estoy acabando su libro [El revés de la trama, de G. Greene]”. Sin embargo, sus objetos imprescindibles, son: “una cajita con pinzas de la ropa y un cordón de seda [para hacer la colada], una bolsa de gamuza marrón … (en ella van los anteojos, el libro, el pañuelo, la mantilla, el bolsillito con llaves y dinero, etc) y el libro Dolor, sexo y tiempo [de Gerald Heard]…Alterno con San Juan de la Cruz…”. También se lleva sus “cacharritos”: “el vaso de Lalique…, la tacita que me regaló María Baeza y la palmatoria que me regalaste tú, y todos los retratos de mis tíos y padres de Eusebio…”. Y tres docenas de libros suyos (diccionarios, sus libros infantiles y muchos de filosofía). En carta de 6 de octubre de 1952, Luis le escribe a Carolina Regidor sobre “las cosas de su madre”: “Yo sé lo más importante que tenía ella: abrigo, máquina, radio, dólares, niño Jesús, mapa de Madrid, etc”. A él le interesa conservar  las “partidas de nacimiento, matrimonio y defunción de la familia”, así como sus libros dedicados.

En Orange, New Jersey, mientras se queda con su hijo y su nuera, la lectura es la forma de aislarse de esa atmósfera toxica: He leído España de Madariaga…Lo que me ha gustado mucho es lo que dice sobre los olores de la tierra española…Luego de este libro he leído dos de Marañón, Enrique IV y El Conde Duque de Olivares. Después he leído Don Álvaro de Luna, de Quintana…”. El juego de abalorios, de Hermann Hesse, le saca del mundo: “Vivo en Castalia [el lugar inventado por Hesse]…Tres días sin dejar de leer…”. Victorina Durán le envía Místicos y Magos del Tíbet, de Alexandra David-Neel. “Me ha servido de pórtico para entrar en el templo de Castalia”…   “Empecé a leer Crimen y castigo…Después de este, leí La cartuja de Parma…Ahora estoy leyendo El molino a orillas del Floss, de George Eliot...".

Pero sus “viejos amigos”, a los que siempre acude, son: Santa Teresa (“a la que yo adoro porque sabía más de psicoanálisis que Freud”-le escribe a Carmen Laforet el 19 de septiembre de 1951. “Lee, si puedes, a Santa Teresa -le escribe en diciembre. Primero, su vida; luego, las fundaciones al mismo tiempo que las cartas por orden cronológico”) , San Juan de la Cruz, Huxley y Santayana. “Lo que me gustaría leer…es siempre historia y filosofía”.

“Encontrar el cielo en esta vida…ha sido mi obsesión muchos años”- le escribe a Carmen Laforet en octubre de 1951 desde el sanatorio de Centellas.

Los libros que va escribiendo (y adelantando en las revistas Semana o Fotos)

El 28 de enero de 1949 le escribe a Inés: “…ya estoy empezando Celia se casa”, para lo cual aprovecho…lo que tenía de Patita [en la Argentina] y que no ha servido”.

“Como se trata de que el libro Mila y Piolín sea de historia, ayer me pasé la tarde viendo cómo se va a ilustrar con fotograbados de iglesias y edificios, poniendo al pie pequeñas leyendas de la reconquista. En realidad es el libro de la reconquista de España…”. (29 de enero de 1949).

El 3 de febrero, le cuenta: “Ayer estuve en casa de [Manuel] Aguilar [editor] a llevar Mila y Piolín, y Celia institutriz, con alguna rectificaciones…Enseguida hablamos de Celia y su niño, que es el libro que ahora le obsesiona por los diálogos cómicos”…Ahora mismo me voy a "Semana" [revista], a llevar el trabajo de marzo. Llevo los dos últimos capítulos de Mila y los tres primeros de Celia se casa.

El 17 de enero de 1950, desde Orange, New Jersey, le escribe: … “Ayer he mandado a España los dos capítulos que faltaban de Celia se casa. Los he mandado certificados…Hoy, que es día 17, San Antonio Abad, comienzo lo de Mila, Piolín y el burro”.

El 31 de enero, le dice: “Me cuesta mucho trabajo andar con Mila por tierras de Aragón…Doña Benita siempre en el burro y siempre quejándose de dolores no es muy amena…Me parece que Mila se va a distraer y se va a perder doña Benita... En realidad no sé qué va a pasar…”.

“Ya tengo quince páginas de Celia y Miguelín…Creo que puede ser el mejor de  mis libros…”- le escribe el 2 de mayo.

“He mandado los cuatro primeros capítulos…”- le dice el 25 de junio, ya en Barcelona.

Y el 17 de julio…”Estoy haciendo Celia y Miguelín en diálogos…Mañana o pasado mandaré otros cuatro capítulos con los que ya van doce [para la revista Fotos], y como solo ha de tener treinta, lo más…”. 

En casa de Carmen Laforet el 1 de febrero de 1949

“Ayer por la tarde María [Baeza] quiso llevarme a casa de Carmen Laforet…Fuimos en coche porque está lejos [en O´Donnell 38, Gral. Pardiñas 107?] y porque yo me canso mucho… Cada vez que volvía la cara me encontraba los ojos de Carmen Laforet que me miraban con un no sé qué de adoración…Lo que le conmueve…es el haberme conocido en Celia desde niña y haber escrito  (según dice) por imitarme…”.

http://memoriademadrid.es/buscador.php?accion=VerFicha&id=120319. En Gral. Pardiñas, 107 escribió Nada en 1944.

Carmen Laforet la visitará en noviembre de 1950 en su casa de Roger de Lauria.

El 1 de enero de 1951 le explica a Inés por qué le ha dicho a Carmen Laforet que se separe… "Él es un periodista mediocre, ella una novelista de primera categoría. Los celos literarios le tienen a él enloquecido. Las notas que ella escribe y deja entre sus papeles son requisadas por él cuidadosamente, y luego [le dice]: “¡Es así lo que tú piensas del amor…! ¡Es de este modo como tú comprendes el matrimonio…! ¡Es de esta manera como tú juzgas un carácter…”…Cada capítulo, cada frase, es analizada y descuartizada por ese colega doméstico…Sé mucho de esto…”.

Curiosidades

Firma como Encarnación o “tu Encarnación” y se dirige a Inés como “Inés de mi alma”. Al principio, tenía la esperanza de que Inés viniera a España a vivir con ella; pero, poco a poco, lo va desechando y va aceptando la imposibilidad. “Dios nos ha unido para siempre en el tiempo y el espacio. Bastará para ello que leamos los mismos libros y vaciemos el corazón en las cartas”...

A Inés tenía por costumbre escribirla el lunes, para empezar la semana con ella.

Así la recuerda Carmen Baroja en sus memorias: “Era Encarnación pequeñita, de ojos grandes negros, ocultista, teósofa y espiritista, muy simpática, excelente persona, vegetariana, y un poco chiflada. Vivía en una casa muy bonita de Chamartín a la que alguna vez fui con el Chico [su hijo, Pío Caro], cuando era pequeño.

El marido, militar, también simpático, que escribió alguna comedia con éxito, tenía una enorme afición por el teatro. Ella se lamentaba porque tenía que ganar para sostener la casa. Tenía un solo hijo que creo que se casó con una suiza”.

Notas de infancia de Elena Fortún. "Mis primeros 14 años"

Abades, el pueblo de mi padre, donde pasé mi infancia”.

La auténtica Valeriana fue sirvienta de mi abuelo y no dejó de acudir mientras vivió a todas las enfermedades y muertes que ha habido en mi casa”. (31 de enero de 1949).

El barrio. [El hotel Victoria, Plaza del Ángel, 2, Plaza de Santa Ana, en Madrid] está edificado sobre la casa que fue de la duquesa de la Torre, madre de la emperatriz Eugenia. Cuando yo era niña, existía el palacio…y se daban fiestas a las que asistían los reyes”. …”en pleno centro y en los barrios de mi niñez [en la calle Huertas]”. 

El primer libro que leí en mi infancia era una Guía de Ferrocarriles…Tenía las tapas encarnadas, y en cada estación una pequeña foto con una catedral,  una iglesia, o un puente…los horizontes que se abrieron ante mis ojos con aquel maravilloso libro…” (Carta a Carmen Laforet el 1 de septiembre de 1951).

[En Barcelona y su “casa del retorno”]…”en este hogar tan idéntico al de mi infancia, en que todos los olores me son conocidos, y todos los ruidos me son familiares…, estos alimentos que consisten en los platos conocidos en mi primera infancia y hasta el orden en que se hacen las cosas, y lo que se dice, y lo que se canta…todo me es familiar, pero familiar de mis primeros catorce años [hasta 1900] que son los que se me han cristalizado en la mente…”.

El olor de los claveles le lleva a su infancia.

Encuentro con Esther Tusquets adolescente

“Hace tres días vino a verme esa niña de quince años que se me presentó un día este verano, diciéndome que me admiraba mucho. Y que ya ha venido dos veces en este invierno. Me es muy útil su amistad porque por ella sé lo que les gusta o no les gusta a las chicas”.

Reencuentro con María Héctor, alumna en la Residencia de Señoritas

“Estudió conmigo Biblioteconomía [en los años 30, antes de la Guerra Civil]… y es ahora directora de un jardín de infantes”- le cuenta a Inés en carta de 9 de octubre de 1950. “El marido es un anciano…, pintor de jardines y arquitecto de jardines también [Javier de Winthuysen]".

Ha sido un placer ir investigando al hilo de lo que Elena Fortún le iba contando a Inés Field en sus cartas. Son casi como un diario porque informa de lo que sucede semana a semana.

SABER MÁS

https://www.elenafortun.es/biografia/. Elena Fortún. Biografía.

http://www.gibralfaro.uma.es/biografias/pag_1820.htm. Elena Fortún.

https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2018/09/elena-fortun-el-arte-de-contar-cuentos.html. Cartas entre Elena Fortún y Matilde Ras.

https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2016/06/elena-fortun-en-cantabria.html. Elena Fortún en Cantabria.

https://www.eldiariomontanes.es/santander/adios-centenario-hotel-20170827194238-ntvo.html. Adiós al centenario Hotel París.

https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2019/12/elena-fortun-roenueces-entrevistas.html. Elena Fortún. Entrevistas a niños trabajadores.

https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2016/05/celia-en-la-revolucion-una-novela-de-la.html. Celia en la revolución.

https://antiguaeditorialaguilar.wordpress.com/2013/07/18/elena-fortun-y-la-editorial-aguilar/. Elena Fortún y la editorial Aguilar.

http://revistas.rae.es/bilrae/article/view/284/706. Archivo personal de Elena Fortún en la biblioteca y archivo personal de José Luis Borau, hoy en la RAE.

https://elcultural.com/carmen-laforet-y-elena-fortun-correspondencia-inedita. Correspondencia entre Carmen Laforet y Elena Fortún.

http://www.filosofia.org/hem/199/19980226.htm. Humanidades hace medio siglo, Aula Nueva (1948-1950).

https://www.youtube.com/watch?v=gwCxVb_r4GU. Canción “A la voreta del mar”.

https://www.losandes.com.ar/estilo/manuela-mur-escritora-y-gestora-cultural/. Manuela Mur, escritora y gestora cultural..

https://elpais.com/diario/1982/08/18/cultura/398469601_850215.html. Las mil tertulias de María Baeza.

https://www.semana.es/corazon/feliz-cumpleanos-para-nosotros-hoy-cumplimos-80-anos-20200227-002186090/8. Revista Semana, desde 1940.

https://www.lanacion.com.ar/cultura/elena-fortun-el-mito-detras-escritora-espanola-nid2377790. Elena Fortún. El mito detrás de la escritora española que vivió exiliada en la Argentina.

https://jaeinnova.wordpress.com/2019/04/28/cuando-madrid-fue-la-capital-de-los-entomologos-del-mundo/. Cuando Madrid fue la capital de los entomólogos del mundo.

https://elpais.com/elpais/2017/05/14/eps/1494713132_149471.html.



1 comentario:

  1. Gracias por la publicación de esta entrada. Resulta muy interesante todo lo que has contado a cerca de Elena Fortún, me gusta mucho esa mujer. Un saludo.

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