domingo, 14 de marzo de 2021

ZENOBIA CAMPRUBÍ AYMAR, la mujer de Juan Ramón Jiménez. Cartas desde el balneario de Solares, en Cantabria


“… en esta nueva entrega…se reúnen las epístolas…desde que, con solo ocho años, escribió a la neoyorquina revista Saint Nicholas [desde su casa del Paseo de Gracia, 14, en Barcelona]” hasta unos meses antes de que estallara la guerra civil -escribe en la introducción Emilia Cortés Ibáñez, experta en esta integrante de la Edad de Plata.

“…más de quinientas cartas y tarjetas postales…dirigidas a cien receptores de toda índole…” (más de 200, a su madre, “le escribo la mayor parte de los días...”).

Zenobia nació en Malgrat de Mar (en la provincia de Barcelona, la casa de verano) el 31 de agosto de 1887 (calle del Mar, 85).

Se educó en casa con profesores particulares. “En mi cuarto instaló mi abuela mi primera biblioteca y me hizo amiga, antes de los ocho años, de todos los dioses del Olimpo y de los legendarios mortales que surgen de las páginas de la Iliada y la Odisea”. Recuerda, en concreto, los cuentos indios e irlandeses, “tan llenos de imaginación…y tan románticos”.

Con 8 años escribe a la revista Saint Nicholas para decirle los personajes que más le gustan: “Teddy y Carrots y Zach. Ballister, el mejor”. Les informa de que su hermano mayor [José, nacido en 1879] la colecciona desde 1885. “Vivo en una ciudad preciosa llamada Barcelona, que está en el mar Mediterráneo”. (Posteriormente, escribirá en ella cuentos y relatos: A Narrow Scape/Una escapada milagrosa, A Dog Hero/Un héroe perruno, en 1902, con 14 años;  The Garret I Have Known, El desván que he conocido, en 1903; When Grandmother Went to School/ Cuando mi abuela asistía a la escuela, en 1904…).

Con 9 años realiza su primer viaje a Estados Unidos. Se alojan en el hotel Bristol (en la Quinta Avenida con la Calle 42). A su hermano Raimundo, de 12 años, le escribe: “Si tú estuvieses aquí verías por la Quinta Avenida las bandadas de coches y carros que hay y también las bandadas inmensas de bicicletas que hay en el Central Park…”.

Lecturas

En 1904, desde Valencia, le escribe a su madre que está leyendo “Ranch Life by Teddy” (Ranch Life and the Hunting Trail, por Theodore Roosevelt. Su experiencia de dos años en un rancho de ganado en el estado de Dakota, allá por 1884, antes de ser el presidente más joven de los Estados Unidos, en 1901).

Intereses múltiples

En 1904, le escribe a su madre: “…estoy bastante interesada en el cambio del desierto del Colorado en tierra fértil…” (a raíz de la lectura de un artículo en Review of Reviews).

La “americanita”

Al retrato que hace de ella Carlos Morla, en 1932 (“voz suave, alegre y cariñosa…; ojos azules, … carácter espontáneo y expansivo…, manos llenas de expresión, bondadosas y abiertas…”) yo añadiría el sentido de humor (carta sobre una misa “de aventuras” en Valencia en 1904), persona hiperactiva -más que activa- a quien le gusta saber las cosas con certeza.

En 1904, le escribe a su madre (en Barcelona) desde Valencia: “La gente me dice que soy muy guapa”...

En el balneario de Solares (Cantabria), en 1911

“¡No tenía ni idea de lo paradisiaco que es!… [el norte de España]”- le escribe a su amigo americano Henry Lee Shattuck el 21 de agosto. Le encanta la “naturaleza salvaje” de los alrededores del balneario.

“Estoy fascinada…”-le escribe un día después a su amiga bostoniana Helen Rotch- por este “maravilloso lugar”.

Mina Pepita, ese lugar “salvaje y tranquilo”

Zenobia, en sus cartas, habla de un lugar “a cinco minutos a pie desde el hotel”; “el camino lleno de musgo más adorable y tortuoso jamás visto”… “Había tal cantidad de helechos a vuestro alrededor…los grandes peñascos grises y blancos…sobresalen en grupos de la roja tierra…”.

http://turismo.mediocudeyo.es/web/parque-mina-pepita/. Parque Mina Pepita. Abierto en 2015 al público, son casi dos hectáreas donde conviven laureles y helechos con  agujas de más de 15 metros de altura. Comenzó a explotarse en 1887 hasta los primeros años del siglo XX.

https://ficcionesdeloreal.blogspot.com/2021/03/a-solares-en-busca-de-zenobia.html. A Solares en busca de Zenobia.

SABER MÁS

https://casamuseozenobiajuanramonjimenez.com/vida-zenobia-camprubi-aymar/. Casa-museo Zenobia/Juan Ramón Jiménez.

https://www.castillatermal.com/blog/libro-historia-balneario-solares/. Balneario de Solares.

Curiosidades

Decora, en 1935, el parador de Ifach, en Calpe (Alicante).

Sus medidas (en 1904, 17 años): Largo de manga, 63. Largo de espalda: 37. Ancho de espalda: 33. “La medida de mis guantes es número 26”.

Vestimenta (en 1904, en Valencia): “Para las tardes llevo falda verde y jubón azul celeste y blanco, con cuello de encaje inglés; para la mañana, falda azul y jubón marinera; para paseo, vestido verde completo con sombrero de paja”.

“Lo que más desearía tener es una chaqueta lisa de diario…prefiero el azul gris claro…Uno no vive para vestirse, sino que se viste para vivir “.

“Voy a dar a lavar mi corsé; como no lo llevo puesto, estoy comodísima”.

Sus gastos en 1904 en Pointe-au-Pic, Quebec, Canadá: Guantes, 1 dólar; sellos: 20 céntimos, 1 lazo: 40 céntimos. 

Un día de su vida

(En Valencia, en 1904): “Nuestra vida aquí es, en cuanto a hechos, monótona, pero no me aburro absolutamente…siempre tengo algo que hacer…tantas cartas que escribir y tantos libros…cada libro es un amigo”.

(En Pointe-au-Pic, Quebec, Canadá, el verano de 1904): “…tennis por la mañana, drive [clases de conducir] por la tarde y party por la noche…Anoche estuve en un party y me divertí muchísimo con el Virginia reel [baile popular escocés]…Ayer fuimos todos a un picnic…”.  

CON SUS PALABRAS

Malgrat

“Nací en Malgrat. Mis padres vivían en Barcelona e iban a pasar los veranos en ese pueblecito de la costa catalana y, como yo vine al mundo en agosto de 1887, nací en la casa de campo. Con Malgrat asocio siempre todos los sueños encantados de mi niñez".

Carrera literaria abandonada en favor de la de JRJ

“[...] Como no me casé hasta los veintisiete años, había tenido tiempo suficiente para averiguar que los frutos de mis veleidades literarias no garantizaban ninguna vocación seria. Al casarme con quien, desde los catorce, había encontrado la rica vena de su tesoro individual, me di cuenta de que el verdadero motivo de mi vida había de ser dedicarme a facilitar lo que era ya un hecho, y no volví a perder más tiempo en fomentar espejismos".

La guerra

“[...] Vivíamos felices en nuestra torre de marfil y lamentábamos que el tiempo se acabase. De repente, el conflicto de la guerra irrumpió. De manera que, como si se enrollase una alfombra mágica, la paz y la belleza de la ciudad desaparecieron. Todo quedó erradicado por el feroz resplandor de los edificios ardiendo, por el hedor de las sucias calles y, por encima de todo, por la crueldad de los hombres".


 

 

 

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