jueves, 4 de marzo de 2021

JOSEFINA DE LA TORRE MILLARES. Perdimos tanto…

 


Fran Garcerá (doctor en Estudios Hispánicos, especializado en las poetas españolas de la Edad de Plata), en la introducción a la Prosa breve reunida, de Josefina de la Torre, dice que es “una de las pocas autoras a las que el olvido no ha logrado relegar a la sombra…”.

Yo, lo dudo, como ocurrió con sus compañeras de generación, de la Edad de Plata, esos años veinte y treinta hasta el inicio de la Guerra Civil, que lo arruinó todo.


Ella misma lo dice en uno de sus poemas. Sus “amigos de entonces” [Los de la Generación del 27] - escribe Josefina de la Torre en un poema- tampoco las reivindicaron (“…cubierta de ceniza,/borrada con olvido./¿Dónde estabais…?/ Enrique, Pedro, Juan,/ Emilio, Federico…,/ Manuel, Gustavo…/Luis, Jorge, Rafael…/ignoro…/si llegará el día/ en que vuelva a sentirme descubierta”).


Una mujer tan completa y polifacética

Josefina era la menor de seis hermanos. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 (no he logrado encontrar el día...). En su diario cuenta cómo una tarde de juegos, “de pronto, sin darme cuenta, hice un poema”. Tenía 8 años. Se lo dedica al poeta canario Alonso Quesada (director del periódico Ecos, de Las Palmas, donde su hermano Claudio -doce años mayor- había empezado a colaborar).

Margarita Nelken habla de ella ya en 1917 (Josefina tenía diez años): “…Nadie le ha enseñado…es un verdadero poeta…”.

El 12 de enero de 1920 publica en el periódico La Jornada de Las Palmas un poema titulado A don Benito el día en que se murió [4 de enero de 1920].

Dos años después, el 16 de enero de 1922, publica en el Diario de Las Palmas el texto titulado El quinto atardecer (Las horas pálidas) que se considera su primer texto en prosa. Apareció bajo el seudónimo Elvira Ilusión. “Y soñar con la ilusión, con el mañana siempre”…

Su hermano Claudio (en 1924 su novela En la vida del señor Alegre consigue el Premio Nacional de Literatura) lee sus cosas y le pone notas al margen, para que mejore: “Habrá que corregir alguna, con adjetivo o imagen demasiado fácil”…Incluso le anima a inspirarse en “cosas modernas”: el cine, los deportes, la aviación, el aire libre, la vida social, los viajes, los automóviles… “Fuerza y alegría. Despreocupación de temas sentimentales. Optimismo y gracia. Cuerpo sano y corazón sano. Lo demás es decadencia…,  en literatura de hoy”.

Pedro Salinas pondrá el prólogo a su primer poemario, Versos y estampas, escrito en 1927. Salinas la llama “muchacha-isla”.


Ya en Madrid, asiste a la escuela de canto (academia) de  Carlota Dahmen Chao, donde termina su formación como soprano.

En 1929, Ernestina de Champourcin, en una entrevista, declara que las poetas que destacan en aquel momento en el panorama literario español son: Rosa Chacel, Carmen Conde, Concha Méndez y Josefina de la Torre.

En 1930, Josefina publica su segundo poemario, Poemas de la isla.


1934. El año del reconocimiento literario

En la segunda edición de la Antología de Gerardo Diego (solo figuran ella y Ernestina de Champourcin. En la primera, no incluyó ninguna autora), ella cuenta de sí misma: “Me gusta dibujar. Juego al tennis, Me encanta conducir mi auto, pero mi deporte predilecto es la natación. He sido durante años Presidenta del primer Club de Natación de mi tierra. Otras aficiones; el cine y bailar”. Tiene 27 años.


En 1934 empieza a trabajar como actriz de doblaje (es la voz de Marlene Dietrich en El Cantar de los Cantares, o de Dorothea Wieck en Un secuestro sensacional) para la Paramount, en Joinville (Francia).


En 1935 regresa a Madrid. En febrero de ese año da un concierto en el Teatro María Guerrero. En 1936 ofrece un recital en la Residencia de Estudiantes interpretando canciones de Fauré, Debussy o Saint- Saens… Y llega a ser solista de la Orquesta Sinfónica de Madrid. También compone partituras como Puerto de Mar.

Durante, y después de la guerra civil, se recicla y crea junto con su hermano y su cuñada la colección La Novela Ideal, donde publica -bajo el seudónimo Laura de Cominges- diez novelas de corte romántico y policiaco, desde Idilio bajo el terror, en 1938, a ¿Dónde está mi marido?, en 1943.



También se dedica a su faceta de actriz de teatro

“…los inagotables sueños de mi fantasía, infatigables siempre”…

Una chica insignificante. Cubierta de ceniza, borrada con olvido

En el relato De domingo a domingo cuenta cómo, en el Club, los muchachos están tratando de averiguar quién de las muchachas ha escrito en La Provincia. Se decantan por Otilia Manrique, de rizos rubios, o la inteligentísima  Margara Bosch. El relato termina “Debo ser muy insignificante, cuando nadie sospecha de mí”…

¿Llegará el día en que vuelva a sentirme descubierta…?

La muchacha-isla

En uno de sus últimos textos habla de “su” mar. “Ese mar que rodea “mi isla” vive en mí…”. “Mar de mi niñez, transparente, con tu fondo lleno de peces de todos los colores, que nos divertíamos en alzar con nuestras cañas, prendidos de los anzuelos…”. “Nos poníamos aprisa las alpargatas y los delantales de hilo crudo, y después de coger los grandes sombreros de paja…- relata en ¡A pescar!. “Llegados al lugar elegido -el Oyo de la Barra, la Peña de la Vieja, el Rincón- lanzábamos al agua el anzuelo…¡Y surgía el pez vivo, “guelde” [pejeverde], “zeifía” o “panchona”, cuando no los decepcionantes “rascacios” [pez escorpión] o “tamboriles”!...Los más grandes, las “viejas”, las “palometas”, las “cabrillas”, los había pescado papá”…

En el texto Dos ventanas, de 1966, evoca las casas en el camino al cole o a jugar con sus primas: la Casa de la Cruz, la Casa del Torreón, los hoteles de aire colonial con sus sillones de mimbre…La ventana baja de su casa, que daba sobre el mar o  el balcón sobre la plaza. “Ya no podré asomarme al balcón sobre la plaza, ni a la ventana verde sobre el mar. Ambas han desaparecido…”. La casa familiar en Las Canteras.

En Estampas de los siete años, se refiere al muro desde el que saltaban de niñas. “Nos gustaba mucho ver flotar en el aire los encajes y los vuelos de los delantales como alas de mariposas”…De los juegos de corro o con los recortables de la caja de cartón, sus “señoritas de papel”…

En “Nuevas estampas”, la protagonista “Soñaba siempre con su isla…”. El paseo del muelle,

SABER MÁS

https://ctxt.es/es/20190731/Culturas/27443/Susana-Hernandez-Josefina-de-la-Torre-escritora-actriz-compositora-relato-sonoro.htm. Relato sonoro sobre Josefina de la Torre.

https://www.youtube.com/watch?v=luzOHc_lfow. El Cantar de los cantares, 1933. Pone la voz a Marlene Dietrich en castellano.

http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/escritorascanarias/?p=261. Escritoras canarias.

https://elpais.com/diario/2001/05/06/domingo/989117217_850215.html. La última superviviente de la Generación del 27.

https://elpais.com/cultura/2002/07/12/actualidad/1026424803_850215.html?rel=listapoyo. Necrológica.

https://leer.es/proyectos/las-sinsombrero/audiovisuales/imagenes/-/asset_publisher/6PDWfmMaEH4s/content/galeria-fotografica-de-josefina-de-la-torre. Galería fotográfica de Josefina de la Torre.

 MIS AMIGOS DE ENTONCES (poema de Josefina de la Torre)

 

Mis amigos de entonces,

aquellos que leíais mis versos

y escuchabais mi música:

Luis, Jorge, Rafael,

Manuel, Gustavo...

¡y tantos otros ya perdidos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico...,

¿por qué este hueco entre las dos mitades?

Vosotros ayudasteis

a la blandura del que fue mi nido.

Yo me formé al calor

que con vuestras palabras me envolvía.

Me hicisteis importante.

Con vuestro ejemplo,

me inventé una ambición

y tuve

vuelos insospechados de gaviota.

Gaviota, sí,

porque fue el mar mi espejo

y reflejó mi infancia, mis septiembres.

¡Amigos que de mí hicisteis nombre!

A la mitad vertiente de mi vida

hoy os llamo.

¡Tendedme vuestras manos!

Yo me sentí nacer,

para luego rozar de los cimientos

la certera caricia.

Pero de pronto,

un día me cubrió lo indefendible,

algo sin cuerpo, sin olor, sin música…,

y me sentí empujada,

cubierta de ceniza,

borrada con olvido.

¿Dónde estabais vosotros, compañeros,

vuestras letras de molde, vuestro ingenio,

vuestra defensa

contra el desconocido ataque?

¡Oh, amigos!

Enrique, Pedro, Juan,

Emilio, Federico…,

nombres que no responderán mi voz.

Manuel, Gustavo, lejos…

Luis, Jorge, Rafael…

Que aunque el afán

vientos nos dé para encontrarnos, ignoro en qué ciudad

y si llegará el día

en que vuelva a sentirme descubierta.

(Medida del Tiempo, 1989)

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