Fran Garcerá (doctor en
Estudios Hispánicos, especializado en las poetas españolas de la Edad de Plata),
en la introducción a la Prosa breve
reunida, de Josefina de la Torre, dice que es “una de las pocas autoras a
las que el olvido no ha logrado relegar a la sombra…”.
Yo, lo dudo, como ocurrió
con sus compañeras de generación, de la Edad de Plata, esos años veinte y
treinta hasta el inicio de la Guerra Civil, que lo arruinó todo.
Ella misma lo dice en uno de
sus poemas. Sus “amigos de entonces” [Los de la Generación del 27] - escribe
Josefina de la Torre en un poema- tampoco las reivindicaron (“…cubierta de
ceniza,/borrada con olvido./¿Dónde
estabais…?/ Enrique, Pedro, Juan,/ Emilio, Federico…,/ Manuel, Gustavo…/Luis,
Jorge, Rafael…/ignoro…/si llegará el día/ en que vuelva a sentirme
descubierta”).
Una
mujer tan completa y polifacética
Josefina era la menor de
seis hermanos. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 (no he logrado encontrar el día...). En su diario
cuenta cómo una tarde de juegos, “de pronto, sin darme cuenta, hice un poema”.
Tenía 8 años. Se lo dedica al poeta canario Alonso Quesada (director del
periódico Ecos, de Las Palmas, donde
su hermano Claudio -doce años mayor- había empezado a colaborar).
Margarita Nelken habla de
ella ya en 1917 (Josefina tenía diez años): “…Nadie le ha enseñado…es un
verdadero poeta…”.
El 12 de enero de 1920
publica en el periódico La Jornada de
Las Palmas un poema titulado A don Benito
el día en que se murió [4 de enero de 1920].
Dos años después, el 16 de
enero de 1922, publica en el Diario de
Las Palmas el texto titulado El
quinto atardecer (Las horas pálidas)
que se considera su primer texto en prosa. Apareció bajo el seudónimo Elvira
Ilusión. “Y soñar con la ilusión, con el mañana siempre”…
Su hermano Claudio (en 1924
su novela En la vida del señor Alegre
consigue el Premio Nacional de Literatura) lee sus cosas y le pone notas al
margen, para que mejore: “Habrá que corregir alguna, con adjetivo o imagen
demasiado fácil”…Incluso le anima a inspirarse en “cosas modernas”: el cine,
los deportes, la aviación, el aire libre, la vida social, los viajes, los
automóviles… “Fuerza y alegría. Despreocupación de temas sentimentales.
Optimismo y gracia. Cuerpo sano y corazón sano. Lo demás es decadencia…, en literatura de hoy”.
Pedro Salinas pondrá el
prólogo a su primer poemario, Versos y
estampas, escrito en 1927. Salinas la llama “muchacha-isla”.
Ya en Madrid, asiste a la
escuela de canto (academia) de Carlota Dahmen Chao, donde termina su formación como soprano.
En 1929, Ernestina de
Champourcin, en una entrevista, declara que las poetas que destacan en aquel
momento en el panorama literario español son: Rosa Chacel, Carmen Conde, Concha
Méndez y Josefina de la Torre.
En 1930, Josefina publica su
segundo poemario, Poemas de la isla.
1934.
El año del reconocimiento literario
En la segunda edición de la
Antología de Gerardo Diego (solo figuran ella y Ernestina de Champourcin. En la
primera, no incluyó ninguna autora), ella cuenta de sí misma: “Me gusta
dibujar. Juego al tennis, Me encanta
conducir mi auto, pero mi deporte predilecto es la natación. He sido durante
años Presidenta del primer Club de Natación de mi tierra. Otras aficiones; el
cine y bailar”. Tiene 27 años.
En 1934 empieza a trabajar
como actriz de doblaje (es la voz de Marlene Dietrich en El Cantar de los Cantares, o de Dorothea Wieck en Un secuestro sensacional) para la
Paramount, en Joinville (Francia).
En 1935 regresa a Madrid. En
febrero de ese año da un concierto en el Teatro María Guerrero. En 1936 ofrece
un recital en la Residencia de Estudiantes interpretando canciones de Fauré,
Debussy o Saint- Saens… Y llega a ser solista de la Orquesta Sinfónica de
Madrid. También compone partituras como Puerto
de Mar.
Durante, y después de la
guerra civil, se recicla y crea junto con su hermano y su cuñada la colección La Novela Ideal, donde publica -bajo el
seudónimo Laura de Cominges- diez novelas de corte romántico y policiaco, desde
Idilio bajo el terror, en
También se dedica a su
faceta de actriz de teatro
“…los
inagotables sueños de mi fantasía, infatigables siempre”…
Una
chica insignificante. Cubierta de ceniza, borrada con olvido
En el relato De domingo a domingo cuenta cómo, en el
Club, los muchachos están tratando de averiguar quién de las muchachas ha
escrito en La Provincia. Se decantan
por Otilia Manrique, de rizos rubios, o la inteligentísima Margara Bosch. El relato termina “Debo ser
muy insignificante, cuando nadie sospecha de mí”…
¿Llegará
el día en que vuelva a sentirme descubierta…?
La
muchacha-isla
En uno de sus últimos textos
habla de “su” mar. “Ese mar que rodea “mi isla” vive en mí…”. “Mar de mi niñez,
transparente, con tu fondo lleno de peces de todos los colores, que nos
divertíamos en alzar con nuestras cañas, prendidos de los anzuelos…”. “Nos
poníamos aprisa las alpargatas y los delantales de hilo crudo, y después de
coger los grandes sombreros de paja…- relata en ¡A pescar!. “Llegados al lugar elegido -el Oyo de la Barra, la Peña
de la Vieja, el Rincón- lanzábamos al agua el anzuelo…¡Y surgía el pez vivo,
“guelde” [pejeverde], “zeifía” o “panchona”, cuando no los decepcionantes
“rascacios” [pez escorpión] o “tamboriles”!...Los más grandes, las “viejas”,
las “palometas”, las “cabrillas”, los había pescado papá”…
En el texto Dos ventanas, de 1966, evoca las casas
en el camino al cole o a jugar con sus primas: la Casa de la Cruz, la Casa del
Torreón, los hoteles de aire colonial con sus sillones de mimbre…La ventana
baja de su casa, que daba sobre el mar o
el balcón sobre la plaza. “Ya no podré asomarme al balcón sobre la
plaza, ni a la ventana verde sobre el mar. Ambas han desaparecido…”. La casa
familiar en Las Canteras.
En Estampas de los siete años, se refiere al muro desde el que
saltaban de niñas. “Nos gustaba mucho ver flotar en el aire los encajes y los
vuelos de los delantales como alas de mariposas”…De los juegos de corro o con
los recortables de la caja de cartón, sus “señoritas de papel”…
En “Nuevas estampas”, la
protagonista “Soñaba siempre con su isla…”. El paseo del muelle,
SABER MÁS
https://ctxt.es/es/20190731/Culturas/27443/Susana-Hernandez-Josefina-de-la-Torre-escritora-actriz-compositora-relato-sonoro.htm. Relato
sonoro sobre Josefina de la Torre.
https://www.youtube.com/watch?v=luzOHc_lfow. El Cantar de los cantares, 1933. Pone la
voz a Marlene Dietrich en castellano.
http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/escritorascanarias/?p=261. Escritoras
canarias.
https://elpais.com/diario/2001/05/06/domingo/989117217_850215.html. La
última superviviente de la Generación del 27.
https://elpais.com/cultura/2002/07/12/actualidad/1026424803_850215.html?rel=listapoyo.
Necrológica.
https://leer.es/proyectos/las-sinsombrero/audiovisuales/imagenes/-/asset_publisher/6PDWfmMaEH4s/content/galeria-fotografica-de-josefina-de-la-torre. Galería fotográfica de Josefina de la Torre.
aquellos que leíais mis versos
y escuchabais mi música:
Luis, Jorge, Rafael,
Manuel, Gustavo...
¡y tantos otros ya perdidos!
Enrique, Pedro, Juan,
Emilio, Federico...,
¿por qué este hueco entre las dos
mitades?
Vosotros ayudasteis
a la blandura del que fue mi nido.
Yo me formé al calor
que con vuestras palabras me envolvía.
Me
hicisteis importante.
Con vuestro ejemplo,
me inventé una ambición
y tuve
vuelos insospechados de gaviota.
Gaviota, sí,
porque fue el mar mi espejo
y reflejó mi infancia, mis septiembres.
¡Amigos
que de mí hicisteis nombre!
A la mitad vertiente de mi vida
hoy os llamo.
¡Tendedme vuestras manos!
Yo me sentí nacer,
para luego rozar de los cimientos
la certera caricia.
Pero de pronto,
un día me cubrió lo indefendible,
algo sin cuerpo, sin olor, sin música…,
y me sentí empujada,
cubierta de ceniza,
borrada con olvido.
¿Dónde
estabais vosotros, compañeros,
vuestras
letras de molde, vuestro ingenio,
vuestra
defensa
contra
el desconocido ataque?
¡Oh, amigos!
Enrique, Pedro, Juan,
Emilio, Federico…,
nombres que no responderán mi voz.
Manuel, Gustavo, lejos…
Luis, Jorge, Rafael…
Que aunque el afán
vientos nos dé para encontrarnos, ignoro
en qué ciudad
y si llegará el día
en que vuelva a sentirme descubierta.
(Medida del Tiempo, 1989)
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