Inés Martín Rodrigo lo dice
muy claro en el Prólogo: “…reducir la importancia de su obra a una sola novela
es no haber entendido “Nada”…
Los
artículos, un mapa íntimo hacia
Carmen Laforet
En la introducción, de Ana
Cabello y Blanca Ripoll, estas apuntan: “La obra periodística de Carmen Laforet
merece ser objeto de un trabajo de localización y estudio para su posterior
publicación como un corpus definido y fijado”. Esto es solo una parte, los artículos
publicados en la revista Destino entre 1948 y 1953…
No
son lo que parecen…
El
primero es de noviembre de 1948 (13 de noviembre) y lleva
el título La fiesta de la moda. Pero que nadie se lleve a engaño…La moda,
como tal, ocupa poco espacio: un desfile de modelos en los salones del modisto
Marbel con la presencia de la señora Schiaparelli, venida de París. El tema le
sirve de pretexto…: “En realidad, esta fiesta de exaltación femenina era un
fiesta en honor de los señores…Las mujeres, y no solo las modelos…, estábamos
todas en el escenario para ellos. Ellos, los hombres, los únicos espectadores.
Por algo es creación suya este aspecto nuestro, el de la frivolidad…”.
El artículo comienza: “Yo quisiera escribir para mujeres sobre
temas nuestros, de mujeres…”. Pero aclara…: “no voy a hacer un apartado de
recetas culinarias, de charlas de puericultura o sobre la mejor manera de
fruncir una cortina…”. Y pone una disculpa justificada…: … “es tarea para la
que yo no me siento capacitada, quizá porque cuando escribo me gusta descansar de ella”…Las rutinas caseras y
domésticas, “cosas todas que deben interesarnos a las mujeres
forzosamente”…-concede, como de cara a la galería…
Y continúa: “…hablar para
mujeres que, al tomar la revista entre sus manos, quisieran descansar también,
charlando un poco con una amiga…, para aliviar la tensión del vivir diario…”. Los
hombres tienen la tertulia del café y el casino… “En cambio, se mira con
desconfianza cualquier club femenino, cualquier lugar en que con cierta
regularidad las mujeres puedan reunirse para hablar libremente…”. Se puede
decir más alto, pero no más claro…
El
mundo del Gineceo está en sus artículos (Escribir desde y sobre el Gineceo)
En 1966, le escribe a Ramón
J. Sender: “Quisiera escribir una novela
sobre un mundo que no se conoce más que por fuera, porque no ha encontrado su
lenguaje…El mundo del Gineceo…Es el mundo que domina secretamente la vida”…
“…Instintivamente la mujer
se adapta y organiza unas leyes inflexibles, hipócritas en muchas situaciones,
para un dominio terrible…Las pobres
escritoras no hemos contado nunca le verdad, aunque queramos…Lo verdaderamente
femenino en la situación humana las mujeres no lo hemos dicho, y cuando lo
hemos intentado ha sido con lenguaje prestado, que resultaba falso por muy
sinceras que quisiéramos ser”.
Hablar
como mujer y contar lo que les sucede con los problemas de su libertad. La
primera novelista española que escribe como mujer
Sender le responde que ella
lo está haciendo muy bien. “Es usted, en nuestra ya larga historia literaria,
la primera que habla como mujer…”- le ratifica.
A pesar de que reconociera a
Elena Fortún que los escribe con desgana, porque necesita el dinero… (“Yo
escribo artículos -que no me gusta hacer [“que escribo sin ganas y a la fuerza,
y en el último minuto”] -para ganar dinero [“porque me hace falta el dinero”]…”.
Este es su día a día,
contado a EF, por esa época:…“En aquella temporada [1950] escribía yo de cinco
a ocho [de la mañana], y a esa hora preparaba el desayuno de todos; y luego
arreglaba la casa, iba al mercado, volvía cargada…”, y subía la escalera con la
bolsa de la compra a la espalda, embarazada de 7 meses, cinco pisos… Y, en
tercera persona, le relata -como hablando de otra: “…hace una vida casi
monástica; trabaja, lee, se ocupa de sus hijos, no frecuenta la sociedad en
absoluto y quiere con mucha ternura a su marido”…).
En La mujer sola, publicado el 18 de diciembre de 1948, explica: “Goethe,
como la gran mayoría de los pensadores masculinos, no concibe que este ser [la
mujer], que sacrifica una parte tan grande de su tiempo y su desvelo por amor
al hombre, tenga aún tiempo y deseos de compartir sus ideas, preocupaciones y
cariño con seres de su mismo sexo…”. Carmen, por el contrario, ve la soledad de
la mujer como “un gran deseo de expansión en potencia”.
…”¿Por qué las mujeres estaremos siempre condenadas a llevar la realidad a cuestas, a no poder soñar nunca a nuestro gusto…? – se pregunta en “El viaje”.
La
mirada impresionista de Laforet
(término de Rosa Navarro)
“Yo…, como casi todas las
mujeres, voy ligando mis pensamientos
sobre las cosas a mis experiencias
personales…”.
En Los libros y los niños (publicado el 8 de enero de 1949), al hilo
de su vagabundeo por las calles la víspera de Reyes y el encuentro con un grupo
de niños, habla de los libros de su
niñez: … “los eternos amigos: La Cenicienta, Blancanieves…Veo gestos de mi
madre y sus manos maravillosas volviendo las hojas de un libro de Fabre
[Jean-Henri, el entomólogo]…, encantada ante la lectura de las memorias
científicas del gran naturalista…libros que
casualmente caían en mis manos…Cosas heterogéneas…de las que recibí una
primera emoción literaria que jamás se me ha borrado”.
Al encontrarse la ciudad
llena de mimosas un febrero de 1949, “he tenido una sensación de felicidad
plena”. Le lleva a recordar otro invierno, templado y suave, en su correría por
el pueblo, vacío y hermoso, con las mimosas floridas sobre el oscuro azul del
mar. Y de esas sensaciones, pasa a comentar el libro recién publicado de la
condesa de Campo Alange, La secreta
guerra de los sexos, para terminar con Proust, “el más genial autor de una
obra femenina”…- conforme a la catalogación de femenino para “el tejer y destejer de las propias sensaciones”.
Artículos
urbanos. La realidad cotidiana y compartida
Jalones de su personalidad
Sabemos muchas cosas de
ella, a través de sus artículos: unas, dichas expresamente, y otras, intuidas.
El verano de los catorce
años, “el verano más densamente empapado de literatura…, el verano más verano
de nuestra existencia…de nubes lentas, de sabor a fruta…”, leyendo la poesía de
Rubén [Darío], “tumbados bajo la sombra de una higuera…”.
En “Con Galdós en las
Canarias”, se refiere al día en que
fugadas de las clases del instituto,
ella y otras dos o tres compañeras de estudios suben al campanario de la
catedral de Las Palmas (algo que ella, de chiquilla, ya ha hecho varias veces).
Habla de su manía de
escribir…, y de romper los papeles a medida que los escribía.
De su primer carnaval en Las
Palmas, en el paseo de coches, en la calle de Triana, sentada en el pliegue de
la capota del automóvil, vestida de china, con cinco o seis años.
Quitarse
importancia
Ante un lector que le
reprocha que no hable “de un solo defecto femenino”, Carmen le responde que no
ha seguido ninguna táctica al publicar sus artículos semanales: los escribe tal
como se le van ocurriendo. “En ellos hablo, como habla todo el mundo, de las
nubes o de las horas, de los libros que voy leyendo y de personas que conozco o
que me invento, con el único y poco ambicioso fin de entretener un rato a quien
me lea”.
Los
paseos
Canarias
“Yo he
vivido con Galdós en Canarias…”- comienza uno de sus artículos, el 15 de enero
de 1949. Más adelante, lo aclara: “He pasado mi infancia respirando el mismo
aire salino y soleado que él en su infancia respiraba…Y aunque en la casa en
que nació don Benito no he entrado nunca, casi puedo decir sin miedo a equivocarme
que es como tantas casas canarias que conozco: alegre y tibia, con su gran patio
central con macetones de palmeras, o con una vieja palmera auténtica…
Yo he pasado atardeceres inolvidables, hermosos, en la finca de la familia Pérez Galdós, al pie del cráter apagado de la Caldera de Bandama. En esta casa de campo, acogedora y antigua, he visto multitud de recuerdos del novelista guardados como reliquias: líneas escritas de su mano, dibujos a pluma hechos en su juventud…”.
SABER MÁS
https://quefluyalainformacion.blogspot.com/2021/01/carmen-laforet-otra-chica-rara.html. Carmen Laforet: otra chica “rara”.
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