martes, 25 de febrero de 2014

ANTONIO MACHADO Y SEGOVIA. TRECE AÑOS DE CLASES Y PASEOS


Antonio Machado estuvo en Segovia de 1919 a 1932 ininterrumpidamente a excepción de los fines de semana en que se desplazaba a Madrid a casa de su hermano Manuel, en General Arrando, 4. En Segovia, vivía en una fonda de la calle de los Desamparados. Convertida en Casa-Museo, hoy [1995] se yergue -triste y sola- en una ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

De mi Diario de viaje (en 1995)

Siempre había tenido a Antonio Machado asociado a Soria. Por eso, cuando en el plano de Segovia leí "Casa-Museo de Antonio Machado", me picó la curiosidad.

El primer día, no encontré el sitio y me perdí por calles intrincadas. Pregunté a un señor mayor y me dijo -casualidad- que él había sido alumno suyo y que le había dado clases de francés. "Iba siempre con la chaqueta manchada de sardinas o de huevo"- comentó todavía incrédulo aun después de tantos años.

Un guardia municipal intentó orientarme -y orientarse él primero- pero no acababa de saber cómo situar el plano y yo ya llegaba tarde a una conferencia.

Pero no iba a rendirme tan fácil. Al día siguiente cogí por la calle de Daoíz, la última recomendación del bienintencionado guardia y, pasando la catedral, a la derecha, vi la placa "Calle de los Desamparados: en el número 5 de esta calle estuvo la fonda donde se hospedaba don Antonio Machado". ¡Al fin!- pensé. Sin embargo, cuando llegué al número 5, otra vez la desilusión: en el edificio, recién pintado, ponía: Convento de San Juan de Dios.  ¡Vaya, pues sí que está actualizado este folleto! -pensé.

De todas formas, teniendo quizá en el subconsciente la imagen del "6 bis" de algunos portales de Madrid, decidí andar un poco más.

Una vez pasada la iglesia adosada al convento, un metido y, de repente, ahí estaba: una casa de pueblo con un jardín, un busto de Machado y un pájaro en una jaula. Como ponía que se podía visitar de 4 a 6, decidí subir a verlo.

Un hombre de apariencia más bien triste: "ahora en invierno no viene mucha gente y uno se aburre mucho" -encendió las luces y se dispuso a enseñármelo. A la entrada, un arcón desvencijado y un pasillo, muy largo, de madera. En esta fonda estuvo el poeta alojado trece años -desde 1919 a 1932.

La leyenda del plano decía: "en el interior se conserva un pequeño museo con muebles y objetos que utilizó". Realmente, no se puede decir que fuera un museo: era, para mi gusto, demasiado pobre. Solo se conservaba amueblada la habitación del poeta: una cama de hierro, la cómoda, los orinales... y la cocina. Pero le faltaba el calor de otras recreaciones cotidianas.

También había unas fotos de Antonio con algunos de sus antiguos alumnos, uno de los cuales fue -al parecer- quien compró la casa o, al menos, hizo fuerza para que se conservara. La patrona, ya muy mayor, aparecía en otra de las fotos.

Finalmente, discordando con el supuesto ambiente del primer tercio de siglo, una mesa con las obras -últimas ediciones- de Antonio Machado y cintas con sus versos recitados o cantados.

La impresión, cuando bajaba las escaleras, era la de haber visto una casa definitivamente vacía. Y pensé que quizá el poeta, para superar el desaliento, saliera a menudo a recorrer el camino que rodea la muralla y conduce a la Fuencisla, o se parara junto al río, bajo el Alcázar, a observar los árboles vestidos de amarillo.


 Una vez en casa…

Cuando llegué a casa, empecé a revolver entre los papeles, queriendo saber más. En mi libro de literatura encontré que, efectivamente, había vivido en Segovia, algo que cuando estudiaba me pasó totalmente desapercibido.

Antonio Machado enseña en el Instituto de Segovia desde el curso 1919-1920. En 1906 había hecho oposiciones a cátedras de francés, obteniendo la de Soria. Allí se casa en 1909 y de allí se va en agosto de 1912, a la muerte de su esposa Leonor. Al irse, escribe: "Adiós, campos de Soria/ donde las rocas sueñan, /cerros del alto llano, / y montes de ceniza y de violeta./ Adiós, ya con vosotros/ quedó la flor más dulce de la tierra./ Ya no puedo cantaros,/ no os canta ya mi corazón, os reza...".

En noviembre de 1912 ya está en Baeza: "Sobre el olivar, / se vio a la lechuza/ volar y volar./ A Santa María/ un ramito verde/ volando traía./ ¡Campo de Baeza/ soñaré contigo/ cuando no te vea!".

En 1913 escribe una autobiografía para una supuesta antología de Azorín. En ella cuenta, entre otras cosas: "No tengo vocación de maestro y mucho menos de catedrático. Procuro, no obstante, cumplir con mi deber...".

En Segovia se aloja en la fonda de doña Luisa Torrego, situada en la calle de los Desamparados 11. Para llegar a su cuarto -y según narra José María Valverde- tenía que atravesar el de otro huésped, Luis Recuero, empleado del catastro aficionado a tocar la guitarra, e insomne. Muchas veces le leerá versos hasta que le entre el sueño. Los fines de semana se va a Madrid a la casa de su hermano  Manuel en la calle general Arrando 4. Quizá comprara yemas de Almazán, de la casa Gil, en la mantequería de la esquina o se extasiara contemplando las "legumbres finas de Castilla". Solo una vez no acude a la cita y es cuando Unamuno ("Mi maestro") va a Segovia de visita.


El escultor Emiliano Barral cincela en los años 20 el busto de Antonio en piedra rosada que hay a la entrada. A su quehacer dedica Antonio un poema:

" Y tu cincel me esculpía/ en una piedra rosada,/ que lleva una aurora fría/ eternamente encantado./ Y la agria melancolía/ de una soñada grandeza,/ que es lo español (fantasía/ con que adobar la pereza)/ que surgiendo de esa roca,/ que es mi espejo,/ línea a línea, plano a plano,/ y mi boca de sed poca./ Y, so el arco de mi cejo,/ dos ojos de un ver lejano,/ que yo quisiera tener/ como están en tu escultura:/ cavados en piedra dura/ en piedra, para no ver."

En los años 50, por iniciativa del Gobierno Civil de Segovia, se preserva la fonda - con el busto en el jardín- que luego se convertirá en Casa-Museo.

Aunque la casa se ha restaurado desde entonces, entre las postales de Segovia no pude encontrar una dedicada a la casa- museo de Antonio Machado.

CODA. En abril del año 2000, coincidiendo con la celebración de un Congreso Internacional y, tras pintar las paredes y cubrir grietas, vuelve a abrirse al público la casa-museo. Quizá a partir de entonces resulte menos desangelada que cuando la visité en 1995...

[Artículo inédito escrito en 1995]