Antonio
Machado estuvo en Segovia de 1919
a 1932 ininterrumpidamente a excepción de los fines de
semana en que se desplazaba a Madrid a casa de su hermano Manuel, en General
Arrando, 4. En Segovia, vivía en una fonda de la calle de los Desamparados.
Convertida en Casa-Museo, hoy [1995] se yergue -triste y sola- en una ciudad
declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
De mi Diario de viaje (en 1995)
Siempre
había tenido a Antonio Machado asociado a Soria. Por eso, cuando en el plano de
Segovia leí "Casa-Museo de Antonio Machado", me picó la curiosidad.
El primer
día, no encontré el sitio y me perdí por calles intrincadas. Pregunté a un señor
mayor y me dijo -casualidad- que él había sido alumno suyo y que le había dado
clases de francés. "Iba siempre con la chaqueta manchada de sardinas o de
huevo"- comentó todavía incrédulo aun después de tantos años.
Un guardia
municipal intentó orientarme -y orientarse él primero- pero no acababa de saber
cómo situar el plano y yo ya llegaba tarde a una conferencia.
Pero no iba
a rendirme tan fácil. Al día siguiente cogí por la calle de Daoíz, la última
recomendación del bienintencionado guardia y, pasando la catedral, a la
derecha, vi la placa "Calle de los Desamparados: en el número 5 de esta
calle estuvo la fonda donde se hospedaba don Antonio Machado". ¡Al fin!-
pensé. Sin embargo, cuando llegué al número 5, otra vez la desilusión: en el
edificio, recién pintado, ponía: Convento de San Juan de Dios. ¡Vaya, pues sí que está actualizado este
folleto! -pensé.
De todas
formas, teniendo quizá en el subconsciente la imagen del "6 bis" de
algunos portales de Madrid, decidí andar un poco más.
Una vez
pasada la iglesia adosada al convento, un metido y, de repente, ahí estaba: una
casa de pueblo con un jardín, un busto de Machado y un pájaro en una jaula.
Como ponía que se podía visitar de 4
a 6, decidí subir a verlo.
Un hombre de
apariencia más bien triste: "ahora en invierno no viene mucha gente y uno
se aburre mucho" -encendió las luces y se dispuso a enseñármelo. A la
entrada, un arcón desvencijado y un pasillo, muy largo, de madera. En esta
fonda estuvo el poeta alojado trece años -desde 1919 a 1932.
La leyenda
del plano decía: "en el interior se conserva un pequeño museo con muebles
y objetos que utilizó". Realmente, no se puede decir que fuera un museo:
era, para mi gusto, demasiado pobre. Solo se conservaba amueblada la habitación
del poeta: una cama de hierro, la cómoda, los orinales... y la cocina. Pero le
faltaba el calor de otras recreaciones cotidianas.
También
había unas fotos de Antonio con algunos de sus antiguos alumnos, uno de los
cuales fue -al parecer- quien compró la casa o, al menos, hizo fuerza para que
se conservara. La patrona, ya muy mayor, aparecía en otra de las fotos.
Finalmente,
discordando con el supuesto ambiente del primer tercio de siglo, una mesa con
las obras -últimas ediciones- de Antonio Machado y cintas con sus versos
recitados o cantados.
La
impresión, cuando bajaba las escaleras, era la de haber visto una casa
definitivamente vacía. Y pensé que quizá el poeta, para superar el desaliento,
saliera a menudo a recorrer el camino que rodea la muralla y conduce a la Fuencisla , o se parara
junto al río, bajo el Alcázar, a observar los árboles vestidos de amarillo.
Una vez en casa…
Cuando
llegué a casa, empecé a revolver entre los papeles, queriendo saber más. En mi
libro de literatura encontré que, efectivamente, había vivido en Segovia, algo
que cuando estudiaba me pasó totalmente desapercibido.
Antonio
Machado enseña en el Instituto de Segovia desde el curso 1919-1920. En 1906
había hecho oposiciones a cátedras de francés, obteniendo la de Soria. Allí se
casa en 1909 y de allí se va en agosto de 1912, a la muerte de su esposa
Leonor. Al irse, escribe: "Adiós, campos de Soria/ donde las rocas sueñan,
/cerros del alto llano, / y montes de ceniza y de violeta./ Adiós, ya con
vosotros/ quedó la flor más dulce de la tierra./ Ya no puedo cantaros,/ no os
canta ya mi corazón, os reza...".
En
noviembre de 1912 ya está en Baeza: "Sobre el olivar, / se vio a la
lechuza/ volar y volar./ A Santa María/ un ramito verde/ volando traía./ ¡Campo
de Baeza/ soñaré contigo/ cuando no te vea!".
En 1913
escribe una autobiografía para una supuesta antología de Azorín. En ella
cuenta, entre otras cosas: "No tengo vocación de maestro y mucho menos de
catedrático. Procuro, no obstante, cumplir con mi deber...".
En Segovia
se aloja en la fonda de doña Luisa Torrego, situada en la calle de los
Desamparados 11. Para llegar a su cuarto -y según narra José María Valverde-
tenía que atravesar el de otro huésped, Luis Recuero, empleado del catastro
aficionado a tocar la guitarra, e insomne. Muchas veces le leerá versos hasta
que le entre el sueño. Los fines de semana se va a Madrid a la casa de su
hermano Manuel en la calle general
Arrando 4. Quizá comprara yemas de Almazán, de la casa Gil, en la mantequería
de la esquina o se extasiara contemplando las "legumbres finas de
Castilla". Solo una vez no acude a la cita y es cuando Unamuno ("Mi
maestro") va a Segovia de visita.
El escultor
Emiliano Barral cincela en los años 20 el busto de Antonio en piedra rosada que
hay a la entrada. A su quehacer dedica Antonio un poema:
" Y tu
cincel me esculpía/ en una piedra rosada,/ que lleva una aurora fría/
eternamente encantado./ Y la agria melancolía/ de una soñada grandeza,/ que es
lo español (fantasía/ con que adobar la pereza)/ que surgiendo de esa roca,/
que es mi espejo,/ línea a línea, plano a plano,/ y mi boca de sed poca./ Y, so
el arco de mi cejo,/ dos ojos de un ver lejano,/ que yo quisiera tener/ como
están en tu escultura:/ cavados en piedra dura/ en piedra, para no ver."
En los años
50, por iniciativa del Gobierno Civil de Segovia, se preserva la fonda - con el
busto en el jardín- que luego se convertirá en Casa-Museo.
Aunque la
casa se ha restaurado desde entonces, entre las postales de Segovia no pude
encontrar una dedicada a la casa- museo de Antonio Machado.
CODA. En
abril del año 2000, coincidiendo con la celebración de un Congreso
Internacional y, tras pintar las paredes y cubrir grietas, vuelve a abrirse al
público la casa-museo. Quizá a partir de entonces resulte menos desangelada que
cuando la visité en 1995...
[Artículo inédito escrito en 1995]