Cuando Joan Didion escribió El año
del pensamiento mágico, entre el 4 de octubre y el 31 de diciembre de 2004,
no podía saber que su hija Q. moriría en
agosto (el día 26) de ese año que empezaba, 2005, tras una concatenación de
hospitales y de estar al borde de la muerte en varias ocasiones. “Veinte meses
[desde diciembre de 2003, en que murió su marido, con Quintana en la UCI en ese
momento] durante los cuales ella tal vez solo tuvo fuerzas suficientes para
caminar por sí misma durante un mes en total…”.
No pensó en rectificar o ampliar el libro y, a cambio, escribió uno
entero dedicado a su hija: “Blue Nights”, “Noches Azules”.
“Este libro se titula “Noches azules” porque en la época en que lo
empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la
enfermedad, hacia la muerte… Durante las noches azules (aquella
hora de la tarde de principios de la temporada estival), uno piensa que el día [la vida] no
se va a acabar nunca…”.
Es un libro sobre la fragilidad y el miedo.
Publicado en 2011, Joan tenía 75 años cuando lo escribió. De hecho,
comienza un 26 de julio de 2010, día del séptimo aniversario de la boda de su
hija Quintana…, si viviera.
“Cuando empecé a escribir estas páginas, yo creía que iban a hablar de
los hijos…Cuando hablamos de mortalidad, estamos
hablando de nuestros hijos…Pero a medida que las páginas avanzaban se me
ocurrió que su tema real… era… la negativa a afrontar las certidumbres del
envejecimiento, la enfermedad y la muerte… El envejecimiento y sus evidencias
constituyen los acontecimientos más previsibles de la vida y, sin embargo,
siguen siendo asuntos que preferimos dejar sin mencionar, sin explorar…”.
Ella sí habla de las evidencias… “Tengo miedo a caerme por la
calle… Me siento inestable, carente de equilibrio… ¿Y si
los músculos se me traban…? ¿A quién quiero que avisen en caso de emergencia…?”.
“Las
frases de mamá”
“Cepíllate los dientes”, “Cepíllate el pelo”, “No hagas ruido, que estoy
trabajando”…- eran las frases que Quintana oía y que colgó en el garaje de su
casa de la playa, en Malibú. Allí viven entre 1971 y 1978, de los 5 a los 12
años de Quintana.
Lo que Joan no supo ver
Didion se pone a analizar las palabras, los gestos: lo suyos y los de Q… Obsesiva,
minuciosamente…
Sus cambios de estado de ánimo
Quintana era una niña especial, adoptada al nacer: con 5 años llamó en
una ocasión al hospital mental de Camarillo “para averiguar qué tenía que hacer
en caso de volverse loca”…En la escuela femenina Westlake realiza un ejercicio
de investigación sobre el estrés…”¿Por qué necesitaba ella tanto adoptar un rol
adulto…?”.
Su diagnóstico médico iba cambiando de nombre: de trastorno
maniaco-depresivo a trastorno obsesivo-compulsivo o trastorno límite de la
personalidad. “Ella estaba deprimida. Ella tenía ansiedad. Y como estaba
deprimida y tenía ansiedad, bebía demasiado. A esto lo llamaron automedicarse…”.
Sus miedos
“Uno de sus miedos más pertinaces era que se muriera John [su padre] y
no quedara nadie más que ella para cuidar de mí…Ella me veía como alguien
frágil…alguien que necesitaba ser cuidada…”.
En un diario que Quintana escribe en 1984, con 18 años, habla del “miedo
que le tengo actualmente a la vida”…
Su fragilidad
“Tengo entendido que los hijos adoptados temen que sus padres adoptivos
los vayan a abandonar igual que los abandonaron sus padres naturales…”- explica
Joan.
Quintana siempre supo que era adoptada, pero hasta 1998 (ya tenía 32
años), en que su hermana de sangre se pone en contacto con ella, no conoce a su
madre biológica (de Tucson, Arizona). Confiesa que “está siendo un up and down emocionalmente,
un drama…”.
La culpa
“¿Acaso nosotros le exigíamos que fuera adulta…? ¿Acaso era yo el
problema? ¿Acaso fui yo siempre el problema…?”- se pregunta Joan Didion. “En
cuanto nació ella, ya nunca dejé de tener miedo…”. Los miedos de todos los
padres por sus hij@s...
SABER MÁS
Las canciones de su vida
https://www.youtube.com/watch?v=SEUCoPkECQ4. Do you wanna dance, por The Mamas and The
Papas (1966).