jueves, 29 de octubre de 2015

ELENA QUIROGA (3): UN REPASO SOMERO A ALGUNAS DE SUS NOVELAS. PRINCIPIOS Y FINALES


La soledad sonora, 1949, primera obra

“Es una obra inmadura, que la autora prefiere dejar en el olvido” -escribe P. Zatlin en 1992 en el prólogo a la edición de Escribo tu nombre para Espasa-Calpe. Sin embargo, como mantiene Zatlin en su estudio de 1977 Elena Quiroga – no traducido al castellano-, “introduce temas y personajes desarrollados más tarde en otros trabajos”. En cuanto a la casa donde Elisa, el personaje protagonista, es criada, “es, sin duda, la misma en Santander que Quiroga describirá con más detalle en las novelas de Tadea”.


“…La casa, la vieja y querida casa; su gran jardín, lleno de flores; la glorieta, el rincón umbrío del pozo, el paseo de los plátanos, y lo que, de niña, con temor y énfasis,  llamaba “el bosque”…

Pero no aparecen las calles y la ciudad citadas expresamente, como lo hará después: “Vivía en la vieja casona de la ciudad norteña…”.

En el ejemplar de la primera edición, disponible en la Biblioteca Municipal de Santander, Elena Quiroga escribe de su mano y letra: “A Polín [Leopoldo] Rodríguez Alcalde, cordialmente. Madrid, 8 junio 1949”.


Debajo, “A la Excelentísima Diputación Provincial de La Coruña” [que, al parecer, patrocina la edición]. En el interior, su padre y  su amiga Blanca Quiroga son nombrados “padrinos” de su primera obra.

Esta abre con unos versos de San Juan de la Cruz: “En soledad vivía,/y en soledad ha puesto ya su nido,/ y en soledad la guía/ a solas su querido,/también, en soledad, de amor herido”.

El libro cierra con la datación: “Mª del Carmen”. Oleiros. Noviembre 1948. Antes, el último párrafo: “Creía escuchar unas notas… ¿Qué era?... Ella conocía aquella música… ¡La Sinfonía Heroica! Pero, esta música, ¿sonaba realmente en la escalera o la llevaba Elisa dentro del corazón?”.

Trayecto uno, una novelita sobre un viaje en autobús (1953)

La edición de “La novela del sábado” está dedicada “a Queca Guillén Salvetti, viajera del “Uno”. La edición de Noguer, en 1970, la dedica “A mis compañeros de autobús Cartagena-Princesa-Moncloa (por Ferraz)”.


Su inicio: “El cristal, a espaldas del conductor, estaba corrido. Por aquel boquete se colaba el aire cortante de la Moncloa…Principio de trayecto. La muchacha se apresuró hacia una de las ventanillas de la derecha…Y el pesado autobús arrancó…”.

El relato termina: “Soltó el freno. Adelante. Plaza de J. Pernas. Desmonte en medio de la plaza. Casas bajas y humildes… Sí. Era bueno conducir un autobús a través de Madrid… El mismo Madrid de la Gran Vía, y de Serrano y de las casas de Lista. Giró de nuevo a la derecha. Calle del General Zabala [Bº de Prosperidad]… Final de trayecto”.

Por él desfilan sus poetas favoritos, las películas y los comercios del momento en ese día, un jueves 15 de enero de 1953, después de las 17.30 de la tarde.

La otra ciudad, otra “Novela del Sábado”


Es otra novelita, en este caso dedicada “a Teresa y Francisco Siso Cavero [periodista fallecido en 1970, nacido en Villafranca del Bierzo]”. Forma parte de “otras narraciones”  en el volumen Plácida, la joven.La otra ciudad es “la de los muertos”, el cementerio de San Isidro, de Madrid. 

Algo pasa en la calle, 1954

Dedicada a su marido, Darío de la Válgoma, la cita que abre es, en este caso, del Juan de Mairena, de Antonio Machado: “- Salga usted a la pizarra y escriba: “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa…”. Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.

El alumno, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”.

La novela, finaliza: “Iba despacio el coche por la calle, tan íntimamente unida a sus vidas, y ella estuvo así, con medio cuerpo fuera, hasta que en el recodo el coche fúnebre torció, desapareció bruscamente, y ya desde la ventana no podía adivinar entre el montón de gente la silueta del hijo”. 

La careta, 1955

En la versión de 1974 para Ediciones del Centro, lleva un prólogo, de M. E. Coindreau [traductor y crítico literario], firmado en París en 1959, para la versión francesa de Gallimard  (las novelas de Elena Quiroga se han traducido además al inglés, el italiano, el finlandés, el alemán y el ruso).

Este, cita una carta de la autora  de 17 de enero de 1956 acompañando la obra, en la que le explica de qué va: “Como usted verá, es el problema de un ser humano que sobrevive a la guerra, a su propio terror, a su propia cobardía… El protagonista es Moisés, un hombre en el mundo en tanto que coexiste y vive con los demás. Que es gracias al reflejo, al contacto, al decantamiento con otros, pero que a su vez modela. Ser en cuanto se está en relación con otro o con otros. Por esta relación se es, se define…”.

La Careta es una novela sin piedad… No hay careta que él [Moisés, el protagonista] no levante”-explica Coindreau en el prólogo.

Unos versos del poeta Luis Pimentel dan paso a la obra, dedicada a su marido, como casi siempre: “En esta frontera de harapos/quisiera clavar una bandera./¿Pero qué ángeles vendrán/ a soplar en estos rincones miserables?”.

Plácida, la joven y otra narraciones, 1956

Está dedicada “A una mujer -y en ella a todas las trabajadoras mujeres del campo gallego- que murió cerca de mí, en octubre pasado [de 1955], sin que hubiéramos cruzado una palabra… Era muy joven [muere de parto]. Se llamaba Plácida”.

La narración comienza: “Que ayer estaba triste porque Plácida ha muerto. Aún hoy, mientras te escribo, me pesa el corazón”.

Y termina: “No parecía posible  que, en la hora dorada y verde de una tarde tan dulce, una mujer que se llamaba Plácida muriera…”. 

Presente profundo, 1973, última novela publicada

Empieza: “Le molesta la voz del hijo…”.

Al final, una nota a pie de página, explicando: “La frase de Theo: “Mi manera de acabar con la burguesía es gastándome el dinero de un burgués”, son palabras de un muchacho publicadas en una entrevista hará unos siete años, en un periódico francés. He perdido la referencia, y ni siquiera recuerdo el periódico en que la leí”.

Después de esta novela, el silencio…

LA APASIONANTE BÚSQUEDA DE GRANDES SOLEDADES, DE ELENA QUIROGA

El detonante fue un Curso de Verano sobre Jardines. En él nos hablaron de una novela de Elena Quiroga (Tristura) que describía la casa y el jardín que actualmente ocupa el Conservatorio Municipal de Música de Santander, en la llamada Finca Altamira (en el Paseo General Dávila, 77; entonces, el Alta).

Tristura, y su continuación, Escribo tu nombre, me parecieron tan apasionantes – no solo en la descripción de la casa y el jardín, del Santander antes de la Guerra Civil y del incendio de 1941, sino de la observación de hábitos y costumbres de entonces (educación en familia, el internado, el paso de la infancia a la adolescencia), la inclusión de hechos históricos…-, que quise saber si en la tercera novela de la trilogía, Grandes soledades, al parecer, inacabada e inédita, también había referencias (aunque fuera en cursiva) a la casa familiar de la infancia y primera juventud.

Empecé entonces mi labor de “ratona de biblioteca” y una apasionante aventura a modo de detective “letrado”. Buscando en periódicos de la época, tirando de hilos que me llevaban a nuevos puntos de inicio (las personas citadas en una dedicatoria, miembros de la familia, personas que la conocieron y escribieron sobre ella, los lugares donde vivió…).

Cada vez que daba con un nuevo dato (una dedicatoria con firma de la autora, una foto inesperada, la sugerencia de una nueva línea de investigación), se me alegraba el ojillo y decía para mis adentros: ¡Biennn!

Ha sido el entretenimiento de este verano de 2015…

[Agradecimientos: Al profesor Miguel Ángel Aramburu, que me descubrió a Elena Quiroga. A Rosa, bibliotecaria del COACAN; a Sabrina, del Conservatorio Municipal, y al personal del archivo del Ayuntamiento de Santander. Y a la Hemeroteca de ABC].




jueves, 22 de octubre de 2015

MANKELL: ARENAS MOVEDIZAS. Superar el impulso de rendirse


“Estoy en pleno proceso ”-escribe el 18 de junio de 2014. “Se ha producido una tregua” -le dice el oncólogo, tras varias sesiones de quimioterapia en la habitación número uno del hospital. “En esa tregua vivo…”.  Hasta el 5 de octubre de 2015...

En esa tregua  y durante ese proceso escribe “Arenas movedizas”, su último libro. “De eso, precisamente, trata este libro. De mi vida. De lo que ha sido y de lo que es… La vida es un viaje tumultuoso entre lo que nos causa miedo y lo que nos da alegría”.

Recuerda que dos de las cosas que más le asustaban de niño eran la muerte tras pisar el hielo quebradizo en un lago o en el río y la muerte tragado por arenas movedizas. Así se sintió los diez días posteriores a comunicarle el diagnóstico de cáncer…, hasta que “supera” el impulso de rendirse. “Las fuerzas oscuras que tratan de sumergirme en un abismo espiritual”.

Salamanca, un lugar en el camino. El camino a Salamanca

“El camino a Salamanca” es precisamente el título de la segunda parte de su libro, y de dos de sus epígrafes.

Es su “caída del caballo”, su lugar de peregrinación (“todos tenemos nuestro lugar de peregrinación”)… al que nunca volvió.

Era agosto de 1985, tenía 37 años, era director de teatro; se encontraba en la plenitud de la vida e iba de regreso a Suecia desde Portugal…, “y debía decidir de una vez por todas a qué quería dedicar mi vida”.

Dos situaciones vividas “en la vieja ciudad española” le harán tomar una decisión, la decisión de su vida: escribir de la ruptura de personas y de sociedades (“los únicos relatos verdaderamente importantes”), “desvelar lo que otros trataban de esconder”.

Ya había publicado antes (a los 20 años escribió su primer drama, Feria popular) y  su primera novela (The Rock Blaster) había salido en 1973, el mismo año en que viaja a África por vez primera.

Un año después de “Salamanca”, en 1986, se convierte en el director escénico del teatro Avenida, en Maputo, Mozambique. Allí, precisamente, sitúa “el instante de su vida en que ha sentido mayor alegría”: el 4 de octubre de 1992, el último día de la representación de “nuestra Lisístrata” [obra de Aristófanes en la que las mujeres se declaran en huelga amorosa para obligar a sus maridos a abandonar la guerra], que coincide con el acuerdo de paz de Roma que termina con una guerra civil de diez años en Mozambique. La actriz principal pronuncia unas palabras, sus palabras, al terminar los aplausos, “lo más emocionante que he presenciado nunca en un teatro”.

Hay muchas más cosas en el libro, pero descúbranlo/descubridlo ustedes mismos, leyéndolo…

POR SI QUERÉIS SABER MÁS…

http://verne.elpais.com/verne/2015/10/05/articulo/1444042190_010356.html. Sus artículos sobre el cáncer (en inglés).


http://henningmankell.com/. Página oficial (en inglés).


jueves, 8 de octubre de 2015

TALLERES DE ESCRITURA (5). QUÉ PRETENDO Y DÓNDE PONGO EL FOCO

Ahí van unas reflexiones y una pequeña teoría -mi teoría-, que va naciendo tras analizar la práctica, a salto de mata...


AUTOCONOCIMIENTO, OBSERVACIÓN, INVESTIGACIÓN: las 3 patas

Mis apoyos, yo digo que son siempre los mismos: la auto/biografía (en cualquiera de  sus formas: autoanálisis, autoficción…); la observación – atenta y consciente- de todo lo que nos rodea (con los 5 sentidos); y la documentación  (e investigación). Carmen Martín Gaite es un buen ejemplo. Aúna en su escritura las tres facetas.

“Un escritor solo precisa arrancar a la realidad un puñado de datos mínimos para montar su ficción”. (Fernando Marías en La isla del padre).

“Nada confiere tanta fascinación a una biografía como ignorarlo todo de ella”. (Fernando Marías en La isla del padre).

Mis “alumn@s” destacan que lo que les más les aportan los talleres es: atrevimiento. También tienen claro que “se puede escribir a partir de cualquier cosa” que les motive, que les impulse: todo puede convertirse en literatura. No hay temas nimios o que sean poco importantes o que no merezcan atención.

En clase, me gusta trabajar la creatividad, la improvisación y la versatilidad. Jugar, en definitiva. Creo que el darse cuenta de que son capaces de responder a mis propuestas -a veces, disparatadas, un poco locas- fomenta su autoestima. Como yo digo, maravillada: “Entran a todo…”.

Para escribir, hay que concentrarse y no dispersarse. Dice Murakami (en De qué hablo cuando hablo de correr), que dos cualidades imprescindibles,  que pueden entrenarse y mejorarse, son: la capacidad de concentración y la constancia, que sirven tanto para correr como para la carrera de fondo que es la escritura.

“SOLO SE APRENDE PARA CONTARLO”

Esto cuenta la paisajista Ana Luengo Añón que decía en clase un profesor suyo. En mi caso, es verdad: tanto para las charlas como para los talleres o mis blogs. Compartir lo que sé y lo que voy aprendiendo.

APRENDER A MIRAR Y APRENDER A CONTAR

Escribe Fernando Marías que “Cada narrador es su mirada”. Cada cual tenemos nuestra forma de mirar el mundo. Hemos de descubrirla y convertirla en única y diferente.

Luego viene el contar aquello que vemos, que intuimos, que pensamos, que imaginamos. Más que “hallar nuevas cosas que narrar”, yo diría que hay que narrar lo mismo (las emociones, las relaciones, etc) de otra manera; una que sorprenda al lector y que le haga desear seguir leyendo.

“MI MEDIO ES LA PROSA”

Lo dijo W. G. Sebald. Y, para mí, fue clarificador, además de un alivio. No la novela o el cuento: la prosa. En un momento en que los géneros cada vez están más diluidos, más imbricados, menos definidos, el optar por escribir una buena prosa, una prosa verdadera, que cautive, que emocione, que anime a leer – me parece una idea revolucionaria (y más fácil para cualquier persona que empiece a escribir). Pueden escribirse relatos de vida, testimonios, impresiones, notas de viaje… No todo se reduce a la novela o el cuento, en sus diversas formas.

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