Marie Kondo dice haber comenzado
a leer revistas de decoración a los 5 años y analizar a partir de los 15 cómo
ordenar las estancias (El arte de
desechar, de Nagisa Tatsumi fue para ella una revelación). Dice haber leído
todo lo que se ha escrito sobre el tema, y haberlo practicado ella misma,
antes. Lo cual parece ahorrarnos todos los pasos anteriores para llegar
directamente al meollo: Desechar y organizar teniendo la vista puesta en
guardar solo lo que nos hace felices tras tener cada objeto en nuestras manos.
En
vez de centrarnos en qué tirar, centrarnos en los objetos
que nos producen alegría, para guardarlos; pero solo esos. Poner el foco en las
cosas que, una a una, nos proporcionan felicidad y deshacernos del resto. Para
estar, al final, rodeados solo de las cosas que amamos.
Compartir
lo que sé y lo que he aprendido. Deshaciendo mitos.
Su imagen da paz y su rostro
irradia felicidad. Su voz en los vídeos es suave y reposada:
“Los
métodos de almacenamiento no resuelven el problema de cómo deshacerse del
desorden”.
El
índice del libro ya es fantástico…:
-
Si organizas un poco cada día, nunca
acabarás.
-
Lo que tú no necesitas, tampoco lo necesita
tu familia.
-
Libros no leídos: “Algún día” significa
“nunca”.
-
Cómo ordenar los papeles: La regla de oro es
“desecha todos”.
-
Primero desecha, luego guarda.
-
Las cosas que están en el suelo van al
armario…
Organiza
tu casa y organizarás tu vida: 2 objetivos por el precio de 1
Al organizar tu casa y haber
tenido que decidir -tras evaluar con determinado criterio-, también estás
haciendo emerger tus prioridades, necesidades
e intereses reales. Por ello, la experiencia de sus “clientes” es que, a
partir de entonces, han visto también más claro qué querían hacer con sus vidas.
El
libro
Son menos de 200 páginas con
letra grande en las que se explica -de forma práctica y “gráfica”- cada paso,
con ejemplos propios de la autora y de much@s de l@s asistentes a sus cursos.
(En)
Mi caso: Tenemos ¡tantas cosas…!
Me pasó con Pennac y sus 10
derechos del lector: para mí fue revelador oírle decir que si un libro no te
gustaba/interesaba, no tenías por qué acabarlo. Supongo que lo pensaría muchas
veces, pero verlo escrito fue como darme permiso para dejar sin leer libros que
no me decían nada.
Igual me ha ocurrido ahora con
Marie Kondo: decir que hay cosas que ya
han cumplido su función y que puedes despedirte de ellas sin sentirte culpable,
es un alivio. Aunque sean heredadas o regalos, incluso dedicados…
Ya había confirmado que
necesitamos muy poco haciendo el Camino de Santiago con mi mochila al hombro o
cuando me perdieron la maleta en un viaje y no apareció hasta tres días
después.
Otro ejemplo: hubo una
inundación en mi casa y se mojaron todas las revistas que tenía en lo alto de
un armario. Tuve que tirarlas, pero nunca las había echado, antes, de menos, ni
las eché de menos, después.
Mi antes y después: nada por el suelo, todo en los armarios
En la cocina, el primer
espacio que acometo: Dejo solo una vajilla, una cubertería y 6 de cada (que son
los máximos que cabemos en mi mesa de cocina). Tiro botes de cristal “por si
acaso un día…” y cartones, por lo mismo;
zapatillas de un pie (siempre el mismo, el izquierdo, por si un día se me
estropea el del otro pie, y las puedo combinar…). Me deshago de paños para
secar (más de 12, la mayoría, regalos): siempre dejo la vajilla en el
escurreplatos y me seco las manos en los pantalones…Y de trapos y textiles para
echar al suelo si un día estoy de obras…Cuando termino, en el espacio que me
queda libre, consigo acomodar los botes de pintura que tenía por el piso y dejar el
espacio diáfano, también en la encimera. Visualmente, todo resulta más
despejado y ligero. Ahora, mis ojos respiran cuando recorren el lugar.
Antes de empezar, visualiza qué quieres lograr al final del
proceso
En mi caso,
la imagen era “lo que me enamoró de mi piso la primera vez que lo vi”: la luz,
el silencio y el espacio diáfano (entonces no había muebles ni objetos que
interrumpieran la vista, claro…). Volver a ver el dibujo de las alfombras,
tener libres los espacios centrales de las habitaciones y lugar donde poner los
pies, se han convertido en mis objetivos finales.
¿De
qué te das cuenta al ordenar?
En mi caso,
de algo que – intuitivamente-, ya sabía: Que “Andar es la vida”, que andar es
“mi vida”. He encontrado mapas y planos de
muchos de mis destinos, reales y soñados; al hilo de artículos, salidas
de fin de semana o “vacaciones de trabajo” con organizaciones de voluntarios...
Numerándose. Lo que “coleccionamos”...
12 cepillos
de dientes (por si algún día se queda alguien a dormir, y se le ha olvidado).
5
desodorantes de barra “Sanex” (ante el temor de que desaparezca y solo me quede
el de “bola”, que no me gusta).
7 hueveras
de cartón (de media docena, para acercar a la panadería, donde también venden
huevos).
Sellos
usados (para el marido de una amiga, que los colecciona, y a quien no veo hace
años)…
El placer de ir deshaciéndose de cosas
Me encanta
ver en el pasillo las bolsas que voy a tirar al contenedor o a dar a alguien. Y
hacer “palitos” con cada nueva bolsa que bajo (Ya llevo 20...). Es como que me
incentiva.
Lo que
menos me ha costado: deshacerme de objetos de cocina y ropa (sea de cama o de
uso diario). Incluso de las fotos. Pero libros y papeles me están costando un
montón.
Para ir
descartando libros, he decidido hacer una categoría: “Los que he leído enteros
y me han gustado”. Así dejo en la librería, en primer lugar, aquellos que me
han hecho feliz, separándolos de los que aún no he leído (pero me
gustaría…algún día), o los de consulta, de los que he leído algún capítulo,
pero no el libro completo.
He
intentado guardar lo más posible en los armarios, pero hay cosas que me gusta
tener a mano: como la escalera. No quiero tener que sacarla cada vez y prefiero
dejarla apoyada en un lateral del armario de la cocina, fuera. Igual me pasa
con la tabla de planchar: yo no plancho nunca, pero pensar en tener que
sacarla, aunque sea una vez en la vida…
Con los
papeles, primero me he planteado liberar las alfombras y volver a ver sus
dibujos. Luego, ya vendrán los armarios, cajones y archivadores…
Los días de
lluvia son ideales para ello. Pero tengo que hacerlo con luz del día. Con luz
eléctrica, ya por la tarde, es como que no veo bien: no me apetece. I am not in the mood- que diría un
inglés…
Tenemos tanto, de todo…
Aun después
de quitar, sigo quitando. He hecho dos bolsas con cosas para los refugiados de
Siria, fundamentalmente ropa y elementos de aseo, restos de hoteles y “por si
se acaban”…
Prendas de
abrigo, solo me he dejado una gabardina y un tres cuartos. Pero aún conservo
muchas toallas de pies: me encantan…
Guardo solo
un chándal, que ni siquiera casa: el
pantalón lo compré en Portugal, azul marino, de terciopelo. La parte de arriba
es negra, de algodón, y tiene capucha. Procede
de unas rebajas hace años. Pero muchos años…
Deshacerme y desprenderme de materiales escolares
En el Museo
Escolar de Polanco disponen de
abundantes manuales y libros escolares (muchos colegios los donan). En
cambio, les faltan cuadernos y ejercicios escolares que revelan el día a día de
colegios y escuelas. Un buen lugar para dejarlos, donde sé que los cuidarán
bien.
Lo que me quiero quedar
Esa es la
clave según Marie Kondo. No de lo que quiero deshacerme, sino lo que me quiero
quedar.
Me lo
explico a mí misma así: En orden de prioridades, del 10 al 1, de qué cosas no
me desharía nunca (o sería lo último de lo que me desharía). Eso sí que me
ayuda.
Ahora que me ha dado el arrebato…
Siento la
presión de mi amiga Cristina que me dice que el plazo “para el orden” era de
“seis meses” a partir de leer el libro...
Como
siempre me pongo tareas que me van posponiendo la de “tirar”, tengo que esperar
uno de mis días de arrebato -en que no soy tan mirada con las cosas-, y presto
menos atención…
Libros “fondo de armario”
Esos que siempre citas o a los que vuelves siempre, los
que siempre recomiendas. Esos son los que me interesa salvar.
Debería buscarles un rincón especial. Y ponerles el cartel: FONDO DE
ARMARIO.
Tengo que quitar libros hasta que se ajusten a las
librerías que tengo, no más.
La solución que me proponen las amigas: prolongarlas
hasta el techo, no resolverían nada y me daría la impresión de estar bajo los
rascacielos de Nueva York.
Libros no leídos: “Algún
día…” significa “nunca”
Me cuesta mucho esta tesis de Marie Kondo…, aunque sea/fuera
verdad. Lo que estoy intentando es deshacerme de los libros que, a pesar de
haber sido subrayados, no me han dejado ningún recuerdo, ni siquiera general.
A veces, no es que me acuerde del tema o de alguno de los
personajes, pero al menos queda un comentario en mi mente como: “planteamiento
original”, “temática inusual”, “punto de vista peculiar…”.
Ay, pero qué difícil es librarse de libros que dicen es
“imprescindible leer”, o “haber leído”. Y si mañana, por un casual…
Comprar solo un libro
cada vez…, y leerlo
Lo que he aprendido es a no comprarme más de un libro
cada vez, acuciada por el “y si luego ya no me acuerdo”, “y si desaparece de
las mesas de novedades de las librerías”.
Antes, en época de bonanza, llegaba a
casa con un montón de títulos…que eran sepultados por la siguiente tanda, y ya
quedaban en la parte “baja” de la bandeja clasificadora, sin tener la
posibilidad de ser leídos nunca.
Señalalibros a tutiplén
También tengo que recordar decirles a l@s librer@s que,
por favor, por lo que más quieran, no me regalen señalalibros. Además de que nunca
los uso (siempre acabo dejando dentro el boli o el rotulador con el que
subrayo -a pesar del escándalo de mi madre- es que ya me superan. No sé cuántos
he regalado y así y todo me salen por las orejas.
PROPÓSITOS
DE PRENAVIDAD 2018…, CUMPLIDOS
Yo me adelanto a los
propósitos de Año Nuevo y ya he comenzado la limpia…
- He liberado los cajones
del baño de todo lo caducado y/u obsoleto.
- He quitado la ropa de cama
y baño que excedía de mis “tres juegos, máximo”.
- He quitado, o dejado para
otros usos, la vajilla “picada”, con “besos” (para mezclar acrílicos, por
ejemplo).
- En el desván de casa de
mis padres he revisado álbumes de cromos y otros recuerdos que acumulaba sin
más. He llevado los álbumes al Museo de la Escuela, de Polanco.
- He descongelado la nevera,
que estaba haciendo mucho hielo y consume así más energía.
- He dejado sin tiestos mi
balcón, porque no hacían nada allí y
porque todo lo que planto se me muere.
Y UNA PROMESA para 2019: Si sale bien
lo de mamá, haré un “maricondo” de libros y papeles definitivo.
He decidido convertir en “Meacuerdos” los papeles y libros que guardo:
así podré deshacerme de ellos (porque perduran en la letra escrita).
Me pongo a digitalizar como una loca (al menos, en el ordenador, ocupan
un espacio “virtual”, que no se ve…).
Coloco toda mi ropa, de verano, invierno y entretiempo en perchas; así nada se arruga y todo se estira. En las cajas, solo calcetines, bragas y sujetadores.
Deshacerme de libros y papeles tengo que hacerlo con la luz del día;
con la luz eléctrica es como que me cansa mucho más: no me veo con fuerzas…
Cosas que me encuentro:
- Una calculadora solar (yo, que nunca he
usado calculadora y que sigo haciendo las cuentas con los dedos).
- Unas gafas de cine 3D que usé una vez
en Aguilar de Campoo¿¿¿
-
En Territorio del nómada, libro de Rafael Argullol, me encuentro -en la
primera hoja- con una anotación del 7 de marzo de 1993, a las 11.45 de la
noche: “Leer menos y vivir más…No me puedo dormir. Estoy tan nerviosa…Siento
que no doy a vasto con lo que me he propuesto. Son tantas cosas…Y creo que me
alejan de las personas y de las relaciones verdaderamente interesantes. Me
quitan demasiado tiempo para dedicarlo a causas o personas, y eso me desazona.
Tendré que dejarlo.
Necesito más el contacto con
la naturaleza, vivir de una forma más sencilla. Constantemente tengo que hacer
un esfuerzo por estar en el mundo porque podría prescindir de él para ser un
ratón de biblioteca. Creo que mis actividades sociales son un intento, quizá
desesperado, para no sepultarme en la cueva. ¿Quizá es que necesito que me
necesiten…?”.
SI QUIERES SABER MÁS
http://verne.elpais.com/verne/2015/11/10/articulo/1447151617_649753.html. La magia del orden en nueve pasos.