Nacido
en Grecia en 1938 (en el pueblo de Molaoi), Theodor Kallifatides emigró en 1964, con 26
años, a Suecia (Su padre, maestro en Molaoi, le dijo: “Si quieres ser escritor,
sal, vete, viaja”). Publica su primera obra en 1969, un libro de poemas, con 31
años, en sueco.´
En
2018, con 80 años, publica Otra vida por
vivir. Es su primer libro escrito en griego en medio siglo.
“Escribí este libro como si fuera a ser el último de mi vida”…
"MI PADRE HABÍA SIDO UN REFUGIADO. Y YO, UN EMIGRANTE”.
“La emigración no me había hecho
escritor…Me fui no solo porque no encontraba trabajo o porque la presión
política era severa [en Grecia]…hacía lo que hacía no solo porque así lo
deseaba sino porque alguien más lo había hecho y lo había escrito”…
“La
ocupación alemana, la guerra civil, la dictadura, la emigración masiva. Estas
experiencias habían moldeado a mi generación”.
“La
emigración es una especie de suicidio parcial. No mueres, pero muchas cosas
mueren dentro de ti. Entre otras, tu lengua…”..
“La
literatura había dado forma a mi vida casi tanto como las condiciones políticas
y económicas de mi época”.
“DESPUÉS DE LOS 75, NADIE ESCRIBE”
Esto le dice un día un colega escritor, cuando se halla en plena sequía tras su última novela, Siempre volveré (Jag kommer alltid tillbaka).
YO NO SOLO ERA UN INMIGRANTE: ERA UN GRIEGO
”En 2015... Europa calculaba cuánto le debíamos [Grecia, los griegos. ”Europa quería su dinero”] mientras en el Egeo los refugiados arriesgaban su vida día tras día”.
”No soportaba ver a Suecia dejar de ser un país de justicia social y solidaridad para enredarse en los tentáculos del comercio...Yo no tenía tiempo de adaptarme...La nueva realidad moral me ofendía personalmente...En Estocolmo la pobreza ya era evidente. Mendigos en las calles y gente sin techo. Al mismo tiempo, desconocidos que prendían fuego a los campamentos de refugiados, mientras el partido más reaccionario subía en cada sondeo...”.
”Oía [las campanas de Santan Catalina] y me acordaba de San Jorge en el pueblo o de San Eleuterio [pequeña iglesia bizantina del siglo XV junto a la catedral] en el barrio de Gyzi, en Atenas...”. También se acuerda del susurro de las moreras de la plaza Gyzi. Los pistachos de [la isla de ] Egina, ”los mejores que existen”. El café Sonia de la avenida Alexandra, donde se reúne con Diágoras Xronópulos (”nos conocíamos desde los 12 años”, desde el colegio, que dirige un grupo de teatro. ”A los 17... nos escapábamos de nuestras casas a medianoche para ir a una de las dos cafeterías que, en la avenida Alexandra, permanecían abiertas toda la noche...Hablábamos solo de teatro”.... Yannis Fertis es el tercer miembro de su grupo de amigos en Grecia). La estación ferroviaria de Lárisa, ”en la que mucho tiempo atrás yo había iniciado el viaje hacia mi futuro”... Eleusis, donde había hecho parte de su servicio militar...Le gustaba salir al balcón y ver y oír el despertar de la ciudad. Esa era la hora de la poesía. El alba. El amanecer. El resto del día era para los prosistas..”.
El taller de Yorgos
”Lo conocí en 1966...Ahí acudíamos todos los que no teníamos más que hacer. Siempre había café, hablábamos de esto y de lo otro, y los taxistas nos contaban de sus clientes...”Hasta la una de la mañana, Estocolmo es Estocolmo. Después, se vuelve Sodoma y Gomorra”- nos decían...”.
ATENAS, 2015. REENCUENTRO. ”ME VOLVÍ GRIEGO DE NUEVO”
Vuelve diez
años después de la muerte de su madre.
“En mi
barrio, los cafés estaban llenos de desempleados y los vendedores ambulantes
aumentaban…”Ni durante la ocupación alemana fue así”, dijo una anciana…La
pobreza no solo se veía. Se olía…En Pevkaki, el bosquecillo que está cerca de
la antigua Academia Militar, que ahora alberga los Juzgados…”.
“Cerca de
la plaza Exarjia estaba la escuela a la que fui durante la década de los
cincuenta…Ahora la plaza era un lugar de venta de drogas…Nunca antes había
visto mi ciudad así. La pobreza era una vieja compañera, pero aquella
indigencia no”…
“Yo quería
que todo siguiera siendo como antes. Ese es uno de los dramas del expatriado”.
Al día siguiente
de asistir en su pueblo, Moloai, a una representación de Esquilo por los jóvenes
de la escuela, empieza a escribir, en griego,
como si se dirigiera a un amigo en Suecia: “El año pasado, en invierno, unos cuantos
días antes de Navidad, me invitaron…”. “No escribía, hablaba…Era mi idioma…”.
LOS REFUGIADOS, EL TEMA QUE DIVIDÍA A LA SOCIEDAD EN DOS
“Los pobres
habían dejado de ser personas, para convertirse en un problema”.
LIBROS Y ESCRITORES
CITADOS
En su adolescencia: Cumbres borrascosas [de Emily Brontë].
“Desde entonces relacioné el amor impetuoso pero desdichado con tormentosas
condiciones meteorológicas”.
Aksel Sandemose [escritor
danés, 1899-1965, autor de El pasado es
un sueño, y Un refugiado en sus
límites], “un escritor al que yo amaba y admiraba”. En una ocasión, había
dicho: “Quien pueda dejar de escribir, debe hacerlo”.
Philip Roth: “Uno no
puede escribir cuando los recuerdos le abandonan”.
SUS LIBROS
Masters and
Peasants.
UN HOMBRE FRUGAL
“Una noche
en la plaza Gyzi…me senté en una suvlakería a comer algo… [queso] Feta, acelgas
y retsina [un vino resinado]”.
Su
desayuno, en Suecia: “dos rebanadas de pan, que yo mismo horneo cada sábado,
una con un poco de caviar barato y la otra con queso y mermelada de ciruela y
mora, hecha también por mí durante los veranos en la isla”.
MI GUARIDA DE LOBO, EL ESTUDIO QUE TENÍA EN LA CIUDAD
(ESTOCOLMO)
“Allí
estaban mis libros, mis discos y mis pipas…Mi pipa y yo habíamos estado juntos
durante 55 años…”.
“De joven
yo había sido un Otelo…”. Con su mujer, Gunilla lleva desde 1968. “Casados
durante 46 años… Teníamos cada uno su dormitorio…A la edad que tengo, es
maravilloso estar al lado de tu compañera de toda la vida…”.
“Gunilla es
incansable e insaciable en lo que a vida social se refiere. Yo soy lo opuesto…”.
“Gunilla
intentaba que yo aprendiera su teoría de la organización…la organización es la
quintaesencia del modelo sueco…Gunilla me decía que hiciera listas”.
“La
caminata matutina de casa a la estación [desde 1968]…Era alrededor de un
kilómetro y medio…Al bajar del tren aún había kilómetro y medio hasta mi
estudio. Todos los días observaba lo que ocurría en el barrio…Todos los días me
encontraba con las mismas personas…Bastaba con que me cambiara de acera para
que todo el trayecto se convirtiera en una aventura distinta…En el cementerio
de santa Catalina estaba enterrado un amigo mío, que había rodado una película
basada en mi primera novela…”.
Nuestra casa de campo en [la isla de] Gotland
“Habíamos
ido a Gotland cada verano desde 1972…Farosund, nuestra pequeña aldea…La guerra
de Vietnam despertó a mi generación…".
LA VEJEZ. “PARA ALLÁ VAMOS TODOS…”.
“Una de las
cosas buenas que trae consigo la vejez es que uno piensa más en el futuro de
los otros que en el propio”.
“Las
personas envejecemos…y es mejor envejecer trabajando”.
“Pensaba en
Kostas, mi amigo del alma, un muchacho valiente y fornido…Fue él quien me
protegió cuantas veces nos manifestábamos
en contra de la dictadura [en Grecia, desde Suecia]…Acababa de morir…”.
Su nieto,
con 13 años, le dice que pronunciará unas palabras en su funeral: “Eres la
persona más divertida que conozco. Y eso es lo que voy a decir”…
SU ABUELA
“No era
periodista ni filósofa, pero solía decir que “las palabras no tienen huesos,
pero los rompen”…Decir algo es hacer algo…El Otro ha de ser el límite natural y
el lindero de nuestros actos y nuestras palabras”.
En resumen: un libro con mucha sustancia y mucha verdad en tan solo 153
páginas. En ocasiones me recuerda a José Luis
Sampedro, hablando de la globalización.
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