“En la primavera de 1936, un
escritor plantó rosales”…- así comienza el nuevo ensayo de Rebecca Solnit.
“Si
guerra tiene un antónimo, quizá sea jardines”…
“La gente ha encontrado una
determinada clase de paz en los bosques, las praderas, los parques y los
jardines…”- escribe la autora. “Trabajar en un jardín o en un huerto es
recomponer lo que se ha roto en pedazos”.
Orwell cuenta en 1946 que,
diez años antes, por doce chelines y medio, compra 5 árboles frutales [entre
ellos, un manzano Cox], 7 rosales y 2 arbustos de grosella. Diez años después,
“uno de los árboles y uno de los rosales habían muerto, pero el resto estaban
todos floreciendo”…
La casa que habitaba en
abril de 1936 estaba en la aldea de Wallington, en el número 2 de Kits Lane, en
un cottage de nombre The Stores. En
los diarios de esos años (entre 1936 y 1940) habla a menudo de la vida
silvestre alrededor. “…Los ciruelos y los ciruelos damascenos comienzan a
florecer. Los manzanos echan brotes, pero no flores todavía. Los perales en
plena floración. Las rosas retoñan con mucha fuerza”…
En un esbozo autobiográfico
en 1940, consignaba: “Aparte de mi trabajo, lo que más me interesa es la
jardinería, en especial la horticultura”.
En 1944 escribe en Tribune: “…pasé por delante de la casa
donde viví antes de la guerra [IIGM]. El rosal de florecitas blancas, no mayor
que un tirachinas cuando lo planté, se había convertido en un enorme y vigoroso
arbusto, y la Abertine [Albertine] o casi Abertine cubría la mitad de la valla
con una nube de flores rosadas. Planté esos dos en 1936”.
En la columna, habla,
además, de la rosa Dorothy Perkins y de la Rosa polianta amarilla. Así que…,
entendía…
En Homenaje a Cataluña (1938), su experiencia en la guerra civil
española, también habla de rosas: “En torno a los cráteres de los obuses que
rodeaban Torre Fabián florecían rosas silvestres del tamaño de un platillo de
té. Detrás de las líneas uno se encontraba con campesinos que llevaban rosas en
la oreja”…
Ya en Wallington de nuevo, tras
una helada, Orwell anota en su diario el 13 de marzo de 1940: “…Todos los
esquejes de los rosales han sobrevivido, salvo uno…, los groselleros negros
[black currant] retoñan, los rojos [red currant] no, los espinosos [goose
berry] con retoños”…
En la isla de Jura (en las Hébridas, en Escocia), a la que se muda tras
la muerte de su mujer, también planta rosas. Pero en 2020, según la dueña de la
finca, solo sobrevive una azalea “que hay delante de la ventana de la cocina”.
En sus Diarios domésticos de esa época comenta el tiempo, la vegetación
y las actividades de cada día. A finales del verano de 1948, se refiere a “las
rosas, amapolas, claveles de poetas, caléndulas en flor, los altramuces, aún
con algunas flores”… Y, en su última anotación, esa Nochebuena, refiere:
“Campanillas de invierno por todas partes. Asoman unos cuantos tulipanes.
Algunos alhelíes intentan echar flores…”. Después, ingresa en el hospital a
causa de su tuberculosis y muere el 21 de enero de 1950. Pide que en su tumba
se planten rosas…
Literatura y jardinería
Orwell habla de árboles en
el ensayo En defensa del párroco de Bray
(1946): “…Plantar un árbol, en particular uno de larga vida y madera noble, es
un regalo que podemos hacerle a la posteridad…”. En concreto, hace alusión a un
tejo plantado en el camposanto de Berkshire por el veleidoso -políticamente-
párroco.
Pero también habla de
naturaleza en Algunas reflexiones en
torno al sapo común.
Influencia
de Orwell en Solnit
Rebecca revela que su
crónica de la guerra civil española Homenaje
a Cataluña, “tuvo una influencia fundamental” en su segundo libro, Savage Dreams. A Journey Into the Landscape
Wars of the American West”, publicado en 1994 (no traducido al castellano),
sobre el paisaje de las guerras del oeste americano.
También sus ensayos influyeron
en su periplo hasta llegar a convertirse en ensayista ella misma.
En este ensayo, a partir de
esa primera frase: “En la primavera de 1936, un escritor pintó rosales”…, ella
hace un repaso a todo el proceso de generación de una rosa: su genética, lo que
supuso en la historia, la relación con los procesos sociales y económicos (cap.
En la fábrica de rosas, en Bogotá),
etc. Todo a partir de una rosa…
“Escribí este libro en una
época de intensa crisis sobre el clima, el medio ambiente y la naturaleza; sobre
los derechos humanos, la democracia, los medios de comunicación, la tecnología,
el género y la raza; sobre las preguntas de a quién debería permitirse hablar y
quién pone coto a los mentirosos”… Todos estos aspectos tienen su reflejo en el
libro, escrito “en gran medida durante el aislamiento excepcional de la
pandemia de la COVID-19”.
E intenta ser fiel al
escritor en la precisión y el rigor en el lenguaje, en los datos, en la ciencia
y en la historia. “Siempre he
considerado un reto y una obligación trabajar ciñéndome a los hechos”.
SABER
MÁS
https://www.eldiario.es/cultura/libros/george-orwell-colm-toibin-cccb-poum-barcelona_1_4772685.html. El
triángulo orwelliano de Barcelona.
https://www.publico.es/politica/orwell-cogio-fusil.html. La
Ruta de Orwell en Huesca.
https://www.ucl.ac.uk/library/digital-collections/collections/orwell. El
Archivo Orwell (en inglés).
https://www.youtube.com/watch?v=XuIliaOdM00. La
vida de G. Orwell contada por su hijo Richard.