“Te llaman andariega” -escribe Matilde Zapata en La Región,
en 1933…. “eres una Teresa de Cepeda, sin éxtasis divinos… La Teresa de Cepeda de
las Casas del Pueblo campesinas…”.
De ella escribió María
Lejárraga en Una mujer por los caminos de
España: “…uno de los más positivos valores como
inteligencia, erudición y voluntad en la España del siglo XX. Desconocida por
ser mujer…”.
Ramón Viadero insistía en
ello, en su desconocimiento, en la introducción a Las páginas femeninas de Matilde Zapata, en 2007: “Su nombre no ha
sido aún reivindicado por nadie, ni cuenta con una referencia a modo de
homenaje en las calles santanderinas”.
En 2016, su nombre ya está
en el callejero de Santander en la zona de Valdenoja-La Pereda, y el Centro
Cultural Matilde de la Torre, en la calle San Celedonio, también lo lleva desde
el curso 1980-1981.
Matilde de la Torre
Gutiérrez nació en Cabezón de la Sal el 14 de marzo de 1884. Murió el 19 de
marzo de 1946, a los 62 años, en México.
Su padre, Eduardo de la
Torre, era notario en Cabezón. Su madre, Ana Gutiérrez-Cueto, era aficionada al
canto e intérprete de piano. “Cuando yo, acurrucada en un rincón de la
biblioteca, escuchaba a mi dulce madre interpretar a Beethoven… las “Pastorales”
de Beethoven [Sinfonía nº 6] y de Scarlatti…”.
https://www.youtube.com/watch?v=LHmWoAj4al0.
Sinfonía nº 6, “Pastoral”, de Beethoven.
https://www.youtube.com/watch?v=9ilMODfi2vM. Pastorale, de Scarlatti.
¿Cómo
era…? Sobria en el vestir, y apasionada
Hay quien dice que en Agua de nieve, novela publicada por
Concha Espina en 1911, aparece descrita Matilde en el personaje de Regina de
Alcántara (en esa fecha, 1911, Matilde tenía 27 años): “moza elegante y
gentilísima, de ojos negros y cabellos rubios”. “Era alta, delgada, la piel
morena, los músculos recios, desarrollados en una vida de ejercicios
corporales, casi continuos… su traje de corte inglés, algo masculino…”. “Voz
musical y elocuente”. “Su conversación… demostraba un carácter fuerte y
original”… “La ausencia prematura de los desvelos maternales emancipó a Regina
de toda tutela familiar. Educóse en bravía independencia… dióse a vivir sin ley
ni freno, por campos y playas…”.
Josefina (n. 1902), hija de
Concha Espina, la recuerda así: visitando a su madre todos los días, cuando
ella era pequeña. “Como se había quedado huérfana, hacía su santa voluntad”.
Llegaba cabalgando. Iba a Cabuérniga, a San Vicente… “Una muchacha
inteligentísima y culta, valiente… de voz alta y vibrante… con los ojos azules de
los Cueto”, llena de alegría y dinamismo, “una criatura luminosa”. Solo
discutían acerca de la cuestión religiosa…
En la actuación de Voces Cántabras en el Albert Hall de
Londres, en 1932, le preguntan si ella no ha traído su traje regional. “¡Si yo
solo tengo otro traje de chaqueta como este [gris], solo que azul marino!...”.
Así que sale a escena con sus gafas “muy gordas”, traje de chaqueta gris y un
pañuelo blanco en la cabeza que le han prestado.
En las pocas fotos y
retratos que he visto de ella, casi siempre la misma, siempre aparece con una
camisa blanca y sin joyas, o con un discreto collar.
Con
sentido de humor
Al ver bailar al director de
la English Folk Dance Society, Sir Douglas Kennedy, con su mujer, una danza del
folklore norteamericano, exclama: “¡Vaya, queridos matrimonios españoles,
serios como recibos al cobro, que así como os cae encima la Epístola de San
Pablo, parece que os atropelló un camión de ocho toneladas…!”.
“Mi
familia, tribu de gente rara”
La hermana de su madre,
Julia [Gutiérrez Cueto], es la madre del pintor Antonio Quirós.
Su tío, Cástor Gutiérrez
Cueto, aparece envenenado, junto a su hermano mayor, Eduardo (+ 1897), entonces
de 15 años, en la casa de Santander (calle Menéndez de Luarca).
Otro tío, Enrique Gutiérrez
Cueto, es el padre de María y Aurelia Gutiérrez [Cueto] Blanchard.
La
biblioteca de Matilde de la Torre
¿Cuál era su biblioteca
personal? ¿Qué leyó? ¿Cuáles fueron sus libros de cabecera…?
En la primera página de su
primera obra publicada, Jardín de damas
curiosas, en 1917 (Matilde tenía 33 años), ya aparecen Shopenhauer, Moebius y Weiningen.
Al final, firma esta novela
epistolar como Pulqueria, una
emperatriz bizantina, hermana del emperador Teodosio II, que vivió en el siglo
V d. C.
En la novela de Concha Espina
Agua de nieve (1911), dice de la
protagonista, Regina de Alcántara – que Gerard Lavergné identifica con Matilde
de la Torre: “dióse a la lectura sin freno, devorando cuantos volúmenes había
en la olvidada biblioteca familiar… poesía…novelas de amor… narraciones de viajes
y de historia… filosofía… no hubo libro, ni siquiera de medicina, donde ella no
clavase los ojos y el pensamiento; repasó estampas, índices, diccionarios y
pergaminos… abrió los empolvados volúmenes de su padre… Nietzsche, Schopenhauer, Renán…”.
Otros
libros y autores de los que habla en sus escritos
La ciudad de la niebla (1909), de Baroja,
citada en La Montaña en Inglaterra,
escrito a raíz de un viaje con el grupo de danzas y orfeón Voces Cántabras al
Reino Unido, en 1932.
En el prólogo al libro del
Doctor Madrazo, Pedagogía y eugenesia, aparece el nombre del “gran filósofo Michelet”.
Como no existen apenas cartas
o diarios, solo sus obras y artículos nos pueden dar algunas claves sobre su
pensamiento.
Años
20, El jardín de Academos
En los años 20 funda la
Academia Torre en Cabezón, donde aplica los principios de la Institución Libre
de Enseñanza (ILE). También crea el orfeón campesino “Voces Cántabras”.
En 1926 (tiene 42 años), en
carta a Miguel Artigas, se describe como: “…una mujer madura, casi vieja, de
físico no muy agradable siquiera… Mi salud no es
muy buena hace algún tiempo, y el exceso de trabajo – por circunstancias
especiales del curso académico- es formidable”.
También le cuenta: “Yo
siempre tuve amor a la literatura y… hace bastantes años, escribí un librito, un
epistolario [Jardín de damas curiosas,
1917]. El libro fue muy malo…”.
Dos años después, en 1928
(once años después de su “epistolario”), escribirá Don Quijote rey de España.
De 1925 a 1937 publicó
alrededor de 400 artículos: El Diario
montañés, La Atalaya, El pueblo cántabro, La voz de Cantabria, El cantábrico,
La Región…y La Montaña, en La Habana, fueron sus altavoces.
Su
prosa, “humanismo sólido, cerebralismo y razonamiento”
Fernando Mora dice en 1929:
“Cuando escribe, esculpe en roca…”. Y Pick, José del Río Sainz, escribe en
1930: “Matilde de la Torre es por excelencia una escritora política. El juego
sentimental ni le va ni le agrada… Su estilo es un estilo forense y
periodístico… No aspira a conmover, sino a convencer”.
Matilde,
conferenciante
Fue muy apreciada como
conferenciante. Vehemente, vibrante, apasionada… “Daba
gloria oírla hablar”- recordará Nicolás Jiménez Molina, en 1983.
El 13 de febrero de 1926
pronuncia en el Ateneo de Santander la conferencia titulada “Psicología de la
prisa”. Y el 26 de diciembre del mismo año, en el Ateneo Popular, habla de
“Eva, ciudadana” (presentada por Matilde Zapata).
En 1929, el 28 de junio, en la Biblioteca Popular de Torrelavega,
diserta sobre “La nueva voluntad”.
“Esto de la lucha política por un ideal estaba latente en mi sangre…
¡Fuera lo “antiguo”!”…- dirá.
El
doctor Madrazo, mentor intelectual
Nacido en La Vega de Pas en
1850, tras terminar el doctorado en Cirugía y Medicina en Madrid, en 1870,
viaja por Francia y Alemania en busca de
los más modernos conocimientos médicos. En 1894, funda en Vega de Pas su primer
hospital (el segundo sanatorio, en Santander, en 1896) y las Escuelas al Aire
Libre de La Vega.
Amigo de Galdós, González de
Linares, Estrañi, Emilia Pardo Bazán, Unamuno y
Pereda, o de los políticos Alcalá, Zamora, Salmerón y Prieto, luchará a favor del ferrocarril
Santander- Mediterráneo así como del desarrollo del puerto y del campo
montañés.
En 1930 (año en que Matilde
publica El Ágora), esta le prologa su
libro Pedagogía y eugenesia: “Para
verificar la futura superhumanidad hace falta, ante todo, la superescuela…”-
escribe ella. “El espíritu del gran filósofo Michelet vive en el doctor
Madrazo…en él [el libro] se conciertan la doctrina socialista, la pedagogía y
la eugenesia…”. Madrazo era de la opinión de que “en cuanto hagamos hombres
como es debido, sobra la urdimbre legislativa…”.
El
exilio, la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles)
Cuando sale de Burdeos, en
1940, coincide en el barco con Eulalio Ferrer. A él le dirá cómo piensa ocupar
su vida en el Nuevo Mundo. “Creo que podré dar clases de música y literatura…”.
En el barco los deleita con su
conversación: “ Un día nos habla del románico montañés…otro día, la charla se
detiene en Cristóbal Colón…”. Pero la realidad se demuestra muy otra, y en
carta, más tarde, dirá: “Salimos al
exilio en edad en la que, aun disponiendo de salud, es difícil eso que llamamos
“reconstruir la vida”…Yo, procuré trabajar. Escribí libros que, por lo que
fuera, no hallaron editor; busqué colaboraciones de prensa; pero mis
gestiones…fueron perdidas” (De Escritos inéditos depositados por la familia de
Ramón Lamoneda en el Archivo de la Fundación Pablo Iglesias de Alcalá de
Henares).
Ella no tenía titulación
académica, a pesar de haber dado clases en su Academia Torre, de Cabezón de la
Sal (pero el título, en ese caso, lo
había puesto su pariente, Consuelo Berges). Por eso, quizá, no da clases en el
colegio Madrid, en México D.F., del cual
es director Jesús Revaque, y profesora, Valentina Rivero Gil.
También estaba muy delicada
de salud (va perdiendo la vista), lo cual le hace trasladarse a Cuernavaca, por
prescripción médica, en 1943. “Llevo dos años entre la vida y la
muerte…mis deplorables condiciones físicas…”- escribirá. A los Ferrer, que le
visitan en su casa, de cuando en cuando, les dirá: “No me muero porque no me da
la gana…”.
Da alguna conferencia (una
sobre folklore musical de España en la Sociedad Folklórica de México). Escribe
5 artículos entre 1944 y 1946 en El
Socialista, en su edición mexicana. Pero será la JARE quien se ocupe de
ella, como diputada que fue por Asturias.
Maltrato,
por escrito, de su marido
Matilde se casó con su primo
Sixto Gutiérrez en 1913, a los 29 años, y el matrimonio apenas duró unos meses,
unos días - al decir de su esposa, años después.
En el testamento ológrafo
que redacta en Cuernavaca el 12 de mayo de 1943 – según recoge Carmen Calderón
en su libro Matilde de la Torre y su
época (1984)- dice textualmente: “Desheredo formalmente de cuantos derechos
alegue sobre mis bienes a mi marido Sixto Gutiérrez Galloso (o Gayoso) porque
hace treinta años me abandonó a los quince días de casados y desde entonces
jamás me escribió ni se ocupó de mi vida sino para maltratarme por escrito inicuamente”.
Jardín de damas curiosas: ¿el de Concha Espina…?
El
título que elige para su primera obra es el mismo de un cuadro de María
Blanchard, pintado en 1910/1911. En él se ve a dos mujeres hablando alrededor
de lo que parece una fuente o un estanque, como haciéndose confidencias. En la
portada, de César Abín (Cabezón de la Sal, 1892- 1974), también se ve una masa
de agua circular y lo que parece un tejo o un ciprés, junto a hortensias y
rosas ¿?
“En esta
casa, que tiene en una de sus fachadas el ejemplar de glicina más hermoso de la
comarca – plantado precisamente por mi madre el año 1903-… un antiguo jardín
con araucarias, donde hay una glorieta con una mesa de piedra toda cubierta de
un liquen fino y aterciopelado”- escribe Víctor de la Serna, en 1937.
“…la gliccinia o la wellingtonia de la
glorieta…”- escribe su hija Josefina [de la Maza] en Vida de mi madre, Concha Espina).
1934: Feminismo y pacifismo
En
este año, dentro de las “I Jornadas Eugénicas Españolas. Genética, eugenesia y
pedagogía sexual”, pronunciará la conferencia titulada “Feminismo y pacifismo”.
En ella, habla del mejoramiento de la especie por la regulación de la natalidad
y de la maternidad “consciente”. “Sabemos bien que, tras de esas familias
“numerosas”, están las oficinas de estadísticas, orgullosas de alcanzar muchos
millones de habitantes. No se preguntan por la felicidad o desgracia de esos
habitantes; siguen la norma vieja: con que sirvan para coger un fusil o ponerse
delante de un cañón o, sencillamente, abaratar el trabajo humano, es
suficiente…”.
En
el “autoprólogo” de El Ágora (1930),
escribe: “Confieso que no siento el patriotismo militar”…”mi deseo más
ferviente es que ese sentimiento cavernario estuviera ya olvidado en el mundo
civilizado”. Tiene 46 años y ha vivido y oído hablar de la guerra de Cuba
(1898), la I Guerra Mundial (1914-1918), la de Marruecos (1925)…
Quizá
haya leído la novela de la austriaca Berta von Suttner “Abajo las armas”
(1889), la guerra vista desde el punto de vista de una mujer. En 1905, von
Suttner recibirá el premio Nobel de la Paz, la primera mujer distinguida con
este galardón. En 1891 fundó la Sociedad
Austriaca de la Paz y fue presidenta honoraria de la Oficina Internacional por
la Paz, radicada en Berna (Suiza).
Cabezón, verano de 1935. El Jardín de Academos.
“Todas
las tardes se sentaba al piano y cantábamos y bailábamos las canciones
montañesas antiguas”- cuenta Juana Lamoneda, entonces casi una niña. “La
medicina era también una de sus grandes pasiones…”. Además, todos los fines de
semana iba a Oviedo “a entrevistarse con gente del Partido [Socialista] para
ayudar a los compañeros escondidos” [tras la Revolución de octubre de 1934].
La
casa de Cabezón es la casa de sus padres y sus abuelos. “Yo había nacido en
ella, como ellos nacieron y murieron”. Su sobrina, Mireya Cueto, habla de “los
perales de la huerta…”.
A
la entrada de los nacionales en Cabezón, su casa fue saqueada, y la biblioteca,
incendiada.
1938, Marsella
Allí, su hermano Carlos era director del Banco
Exterior de España en Marsella. Desde su exilio en Marsella, Matilde empieza a
escribir en Norte, Revista Iberoamericana,
de julio de 1939 a enero de 1940.
En la
primavera de 1940, Carlos y ella salen de Burdeos hacia el exilio americano en
el vapor Cuba. Les acompaña su prima,
Luz Toca Martínez, enfermera (Cabezón, 1901-México, 1977), quien ayudará a
Carlos con su artritis reumatoide deformante.
Su último artículo
Se titula
“La era atómica” y lo escribió para el número de El Socialista que saldría coincidiendo con la celebración del 1º de
mayo, la Fiesta del Trabajo, en 1946. Termina con un sueño, su sueño (a la
manera del de Luther King): “No más ciencia química, no más ambición por lo
perecedero de la riqueza. El hombre que quede volverá la espalda a las flores
de hierro y acero de la industria y quedara embelesado frente a las rosas y a
las violetas, al mugido de la vaca, el amanecer de Dios sobre un campo de luz
en el que jugarán sus hijos…”.
Expulsión del PSOE y rehabilitación
Muere el
19/20 de marzo de 1946 sin llegar a enterarse de que le han expulsado del PSOE
junto a otros militantes históricos, disidentes de la línea impuesta por
Indalecio Prieto (quien la llamaba “Tilduca” en sus años de amistad).
“…A
consecuencia de una mal curada pleuresía contraída en un viaje de propaganda
por Extremadura…”- contará María Martínez Sierra (María Lejárraga).
Tendrán que
pasar 62 años (los de su vida), para que la rehabiliten, junto a otros 36
militantes socialistas, en 2008…