viernes, 18 de julio de 2014

JORGE EDWARDS, UN CRONISTA ¿PEREZOSO…?


“Soy un cronista perezoso que ha escrito, que ha terminado por escribir, centenares y más que centenares, miles de crónicas”.

Así comienza el prólogo a sus crónicas periodísticas, El whisky de los poetas, publicadas en 1997.

“Comencé estas crónicas en el año mítico de 1968, después de visitar Cuba, de pasar tres días en plena primavera política de Praga… y pocas semanas antes de que me agarrara la Revolución de Mayo en el corazón estudiantil de París…”.

Cada jueves escribe una con el estilo de Persona non grata, invocando a sus “mayores”: “el señor de Montaigne, Stendhal, Joaquín María Machado de Assis, y el otro Joaquín, al que en casa de  mi abuelo paterno llamaban el inútil”; recorriendo “los espacios de la memoria” y desembocando “en la invención pura”.

Porque eso es para él la imaginación creadora: “una capacidad de ver  y conocer”: “Lo que los grandes escritores inventan es precisamente una visión o una imagen de las cosas”.

Él aúna la observación y la reflexión, la anécdota y el descubrimiento, para crear unas crónicas amenas y pedagógicas en las que aprendemos cosas.

También nos enteramos de sus preferencias: “su novela breve El oso [de William Faulkner] que forma parte de ¡Desciende, Moisés! es una de las obras maestras de la literatura narrativa moderna”; sus costumbres: “mis hábitos de explorador de librerías antiguas y modernas”; sus recuerdos/memorias: “Sardinas y manzanas [crónica], evocación del París de mi juventud”, “A comienzos de los sesenta…yo había comenzado a trabajar como secretario de la embajada chilena en París”, “Cuando llegué a Barcelona, a mediados de 1973…”, “Cuando ingresé al Ministerio de Relaciones Exteriores, a mediados de la década del cincuenta…”, “Regreso al pueblo de Calafell…”, “Empecé a escribir poesía en mi adolescencia…”; sus confesiones: “La generación del antinorteamericano furibundo fue la mía”. Sus amistades: “Mi amigo Rubem Braga…”.

En definitiva, relatos “no ficticios”- según la definición de “ficción” y “no ficción”- escritos como ficción.

Si no se ha leído nada de Jorge Edwards -conforme al hábito de Delibes, “Como lector, suelo iniciarme con un autor por lo más corto que encuentre”-  El whisky de los poetas es un buen lugar por el que iniciarse de este escritor erudito y “vagabundo”, “optimista temperamental y vocacional”.


viernes, 4 de julio de 2014

CARTAS DE UNA PIONERA, ELINORE PRUITT STEWART, EN 1909



Publicadas en forma de libro en 1914, hace un siglo, contienen emociones que no pasan de moda.

Como escribe en la última carta, el 5 de octubre de 1914, “dondequiera que haya seres humanos, hay siempre pequeñas historias”.

No sé por qué pero su lectura me ha traído a la mente Memorias de África, de Karen Blixen (Isak Dinesen) y Las dos ancianas, de Velma Wallis, quizá por ser las tres mujeres contadoras de historias con una vida dura que no se rinden, miran siempre hacia adelante y tienen una actitud positiva ante la vida.

“Me paso el día trabajando…Cuando llega la noche ya he terminado con la mayor parte de la cocina, he ordeñado siete vacas, y he segado todo el heno… Pero también encuentro tiempo para hacer treinta pintas de jalea en conserva y la misma cantidad de mermelada para mí…”.

A pesar de ello, no se queja: “soy una mujer sumamente afortunada por encontrarme con gente encantadora de verdad y por tener experiencias realmente positivas. Siempre me pasan cosas buenas…”.

Aprovecha cada pequeño momento de ocio: “Cuando no hay nadie para quien cocinar, soy libre de ir donde me plazca”. También tiene sus estrategias: “Hace mucho que aprendí que la vía más rápida para conseguir lo que quiero es no quererlo, al menos aparentemente…”.


Wyoming, el estado en que desarrolla su vida a partir de 1909, “no tiene nada de especial, si hablamos de las cosas por separado. En conjunto, es absolutamente hermoso, y al amanecer y al atardecer, “los cielos proclaman la gloria de Dios”.

Sus lecturas, clásicas y actuales

A pesar de no haber tenido una educación formal (“No fui a la escuela ni un día de mi vida”), Elinore tiene cultura y guarda como un tesoro sus “pocos libros” en una “librería-vitrina hecha del bastidor de una cama de nogal viejo”.

En sus cartas a su antigua patrona en Denver, Juliet Coney, Elinore se refiere a varias obras literarias: el cuento tradicional Los niños del bosque, “las historias de lobos de Jack London”, David Copperfield…, y a autores/protagonistas: Mark Twain, Samantha Allen (protagonista de 10 títulos de la escritora Marietta Holley), Leatherstocking (protagonista de varias novelas de Fenimore Cooper), la señora Wiggs (protagonista de la novela de Alice Hegan Rice), Tam O´Shanter (protagonista de un poema de Robert Burns), Becky Sharp (protagonista de La hoguera de las vanidades, de Thackeray)…


Incluso uno de sus libros, los Cuentos de Calzas de cuero, servirán de motivo para una “cena de calzas” a base “de las viandas mencionadas en los Cuentos”: venado, antílope, erizo, cola de castor, faisán, urogallo y truchas.


Elinore no está desconectada del mundo: habla del modisto y diseñador Charles Worth, e incluso se refiere a la I Guerra Mundial (“Estamos hambrientos de noticias sobre la guerra”), en la continuación de las cartas (Cartas de una cazadora, 1915), con quienes comparte personajes y el relato de lo cotidiano.

Ese día a día incluye cuatreros, mormones (“la poligamia se sigue practicando”), cazadores de dientes e incluso una estampida.

También reflexiones: “Un modo tremendamente eficaz de reflexionar las cosas a veces es ponerse a trabajar”. “Los padres deberían alabar más a sus hijos”.

Una viuda rolliza, no muy madrugadora, capaz de llevar un rancho


En las cartas a la señora Coney, en ocasiones, se despide como “su exlavandera”. Se reconoce ignorante y que a veces abruma con sus cartas de “tropecientas mil palabras”. Pero ella cuenta todo lo que ocurre o lo que se le ocurre entre carta y carta. “Siempre sucede algo interesante, y así tengo dos placeres cada vez: mi propio disfrute y contárselo a usted”.

Narra anécdotas divertidas (los comentarios de su hija de cuatro años), describe a los personajes con los que se encuentra o que llegan a su casa: parejas desavenidas, muchachas pretenciosas, historias tristes y tiernas.

A medida que transcurre el tiempo, se atreve a sincerarse: el 16 de junio de 1910 le dice que se ha casado con el señor Stewart, su empleador. En agosto del mismo año le cuenta que ha tenido que “ayudar a amortajar a una pequeña criatura” que solo varias cartas después, y dos años más tarde, revela que es su primogénito. “El dolor ya no es tan agudo ahora y puedo contárselo, cosa que antes era incapaz”.

Las últimas cartas – de esta tanda;  luego le escribirá otras narrándole una cacería de alce- son de noviembre de 1913.

Quizá las cartas estén algo “aliñadas”- como dice ella misma- pero son conmovedoras, además de amenas y divertidas. Ella observa las caras y describe con detalle las casas y los paisajes. Así, aprendemos sobre tejidos: calicó, tartán, guinga…y sobre flores: alisos de mar, zinnias, malvarrosas… “Bajo la ventana este de nuestro comedor tenemos un parterre. Lo llamamos “el lecho de la memoria” pues fue idea de la primera esposa de Clyde y era donde ella cultivaba sus pensamientos…Tengo pensamientos a un lado del parterre en memoria de ella, que adoraba estas flores. Al otro lado, planté alisos de mar en memoria de mi bebé… [su primogénito, James, que murió de eresipela sin llegar a cumplir el año]”.

Cooperación y ayuda femenina

Con sus amigas, la señora Louderer (alemana) y la señora O´Shaughnessy (irlandesa) llevarán a cabo más de un plan “para hacer feliz a alguien”: cocinar en Navidad para los pastores de ovejas “que apenas viven de maíz enlatado y tomates, frijoles, cerdo en salmuera y café”; coser para Cora Belle, una huérfana de 12 años, cabeza de familia, un completo equipo (ropa interior, vestidos y delantales); llevar un árbol de Navidad adornado a una familia de mormones pobres…

Son mujeres de recursos, resolutivas, con ideas, creativas. Con bolsas de azúcar y harina confeccionan enaguas y bragas. “De dos cañas de pescar de bambú rotas hice el armazón para dos biombos”.

Ella cree firmemente en la risa. ”Soy una persona realmente feliz. Es verdad: se me antojan muchas cosas que no tengo, pero eso no me impide estar contenta y disfrutar de las muchas bendiciones que sí tengo”.

Habla del señor Stewart, su marido, que sigue siendo “el señor Stewart” incluso después de casados. Conocemos algunos retazos de él: “No hay nada que le agrade más al señor Stewart que pillarme desprevenida… el señor de la casa es de la opinión de que las mujeres no necesitan herramientas…”. “Lo bueno que es mi Clyde...”, se sincera en 1912.

Sus sueños

“Nunca pensé que me casaría de nuevo… Lo único que quería era andar por ahí descalza y libre y ver la vida como la ven los gitanos. Había pensado ir a ver las viviendas de los moradores de los barrancos [los indios anasazis]…También tenía planeado ir a visitar las viejas misiones e ir a Alaska; ir a cazar a Canadá. Incluso soñé con Honolulú…”.

A cambio, tiene… “mi casa en mitad de las montañas azules, mis niños bien educados, mi esposo limpio y honesto, mis lindas y generosas vacas lecheras, mi jardín del que yo misma me encargo. Tengo montones y montones de flores de las que yo misma me ocupo. Hay montones de pollos, pavos y cerdos que están a mi cuidado. Tengo unos cuantos caballos viejos, lentos y nobles, y una vieja carreta. Puedo subir a los críos y en cualquier momento ir a donde me apetezca. Tengo los mejores vecinos, los más amables, y tengo también mis queridos amigos ausentes…”.

Ella anima a las mujeres a hacer vida de hacendadas. “Cuando leí lo mal que lo pasan los pobres de Denver, me entraron ganas de animarles a todos a que salgan de allí y registren la propiedad de alguna tierra… Es menos fatigoso cultivar mucho para satisfacer a una gran familia que trabajar lavando… Lo que se cultive es propiedad del colono y no hay ningún alquiler de la casa que pagar… Para mí, la colonización es la solución a todos los problemas de la pobreza”.

Aunque es consciente de que no vale cualquiera: “quien tenga aprensión a los coyotes, al trabajo y a la soledad, mejor que se olvide de la vida en el rancho”; pero si es una mujer en paz consigo misma, “capaz de apreciar la belleza del ocaso”, le gusta cultivar cosas y está dispuesta a trabajar duro, “tendrá éxito seguro, independencia, toda la comida que quiera y, en definitiva, una casa propia”.

Una emprendedora de éxito

“Me encanta experimentar, trabajar y demostrar cosas” -le cuenta a la señora Coney en noviembre de 1913. “He encontrado un tipo de calabaza que puede darse aquí… la madura aguanta bien y se pueden hacer ricos pasteles con ella. La joven más tierna se puede encurtir, como los pepinos… Cuando vine me dijeron que no sería capaz ni de cultivar frijoles comunes, pero lo intenté y lo conseguí. También conseguí cultivar montones de tomates verdes… Otra vía de experimentación me llevó a la conclusión de que podía hacer ketchup de grosellas silvestres, tan delicioso como el de tomate… He probado todo tipo de labores que este rancho necesita, y puedo hacerlas todas…”.

Así se describe a sí misma en la última de las Cartas de una pionera. Pero nos ha dejado percibir retazos a lo largo de las 26 misivas.

“Me encanta el parpadeo de la hoguera, el olor de los pinos, el aire puro y fresco”. También le gustan las tormentas y la canción Annie Laurie, una de sus favoritas.

Heartland, la película sobre su vida


En 1979 se estrena Heartland, dirigida por Richard Pearce y protagonizada por Conchata Ferrell, basada en Cartas de una pionera. En 1980 consigue el Oso de Oro en el Festival de Berlín.

SI QUIERES AMBIENTARTE EN EL WYOMING DE 1909

Canciones citadas en ambos libros de Cartas:


http://www.youtube.com/watch?v=HmxQi1RSg_0. The Campbells are coming.

http://www.youtube.com/watch?v=XxKckHuHx_0. Bury me not on the lone prairie.


http://www.youtube.com/watch?v=xnYtJSnxncQ. Obertura 1812, de Chaikovski (“La retirada de Bonaparte”).

http://www.youtube.com/watch?v=3U66j_hdl64. Bingen on the Rhine, recitada.

Y SI TE QUEDAS CON MÁS GANAS…


http://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=YVJMzxA1zfgC&oi=fnd&pg=PR9&dq=letters,+elinore+pruitt+stewart&ots=IJxlwOB7zp&sig=tevQcyOllUDV7-dHksIIBV7IIuE#v=onepage&q=letters%2C%20elinore%20pruitt%20stewart&f=false. Libro de Susanne K. George en 1993: The Adventures of a Woman Homesteader. The Life and Letters of Elinore Pruitt Stewart (algunas páginas en inglés del libro).

http://repository.asu.edu/attachments/56261/content/Skipper_asu_0010E_10145.pdf.  Tesis de 2010 (en inglés) de Alicia Skipper de la Universidad de Arizona.

http://www.elinorestewart.com/. Fotos de la colección privada de Jerrine, hija de Elinore.