Lo dijo en una entrevista…
“Yo he escrito siempre con libertad”.
“Una mujer que en épocas
difíciles escribió cosas que entrañaban un cierto riesgo [por ejemplo, sobre el
divorcio en Algo pasa en la calle,
1954]”- dijo Carmen Conde al apoyar su candidatura como académica de la Lengua
en 1983.
Análisis psicológico y fluir
de conciencia (la llamada “novela subjetiva” del monólogo interior) son dos de
las características de las novelas de Elena Quiroga que se destacan, junto al
tono existencial. En los años 1950 y 1960 la tildaron de “faulkeriana”, pero yo
la relaciono más con Virginia Woolf. En los procedimientos formales, utiliza distintas
grafías (letra cursiva) para separar pasado y presente, y la técnica del
perspectivismo (distintos puntos de vista aportados por diferentes
interlocutores) para perfilar a un personaje…
A pesar de que en 1992,
Phyllis Zatlin la pusiera al lado de Carmen Laforet, Ana Mª Matute o Carmen
Martín Gaite (“Desde hace cuarenta años, Elena Quiroga figura entre las
escritoras españolas más destacadas”), en 2015 esto ya no es así y, junto a
Dolores Medio, es hoy una escritora que relacionan más con el nombre de un
colegio o un instituto que con su obra, inexistente incluso en las Ferias del
libro antiguo y de ocasión. La última reedición fue, en 2013, de su novela La enferma, en Cátedra.
LA
AUTOBIOGRAFÍA EN TRISTURA Y ESCRIBO TU NOMBRE
En las entrevistas y cartas
con Phyllis Zatlin, en 1975, le confiesa
que la protagonista, Tadea, “tiene mucha vivencia mía aunque no sea exactamente
mi vida”. Respecto a la experiencia del internado, sí refleja “el ambiente”:
“Ha sido nuestro mundo de niñas, de adolescentes y de jóvenes”.
Para Zatlin, “es muy posible
que Escribo tu nombre sea el retrato
más completo de la paralela experiencia femenina [de estudiar en un internado
religioso] en toda la literatura hispánica moderna” -escribe en 1992 en la introducción
a Escribo tu nombre para Espasa-Calpe.
LA
RELIGIÓN, OMNIPRESENTE
Phyllis Zatlin cuenta que
cuando Elena Quiroga tenía nueve años “la mandaron interna a un colegio de
monjas cerca de Bilbao… Como adolescente se rebeló en contra del ambiente
represivo del colegio, y su padre permitió que fuera a Roma para continuar sus
estudios. En navidades de 1937, en plena guerra civil, regresó a Galicia por el
sur de Francia… Aprovechó la biblioteca del abuelo paterno -pone la etiqueta
“volteriana” a esta colección de libros-, y en 1942, tras la mudanza de su
padre a La Coruña, siguió allí sus lecturas en la biblioteca municipal”.
En Escribo tu nombre son constantes los comentarios alusivos al “tempo
religioso” y a sus ritos:
“En religión nos tocaba
aquel año el Nuevo Testamento y comentarios. En cuarta división daría Historia
de la Iglesia. En quinta, Apologética del cristianismo, y en sexta, Apologética
segundo… Esta es la asignatura más importante del colegio -decía [la madre
Prefecta]”.
“Ni un día sin examen de
conciencia, ni una noche sin una oración fervorosa, ni una hora sin un acto de
agradecimiento a Dios. Ni una conversación sin el recuerdo de la presencia de
Dios. Ni una ofensa recibida sin un perdón indulgente. Ni una culpa sin arrepentimiento. Ninguna buena acción sin humildad”.
-
“Aquel año no habían
colocado la cuna en el pasillo. Nos había repartido a cada una un rosario
pequeño, de solo un misterio, que prendíamos a la faltriquera con un
imperdible. Se llamaba “conciencia”. Bajabas una cuenta por cada sacrificio o
mortificación”.
“- Todo lo que sea molicie,
blandura hasta del pensamiento, todo conduce
a lo mismo…pérdida de voluntad… Mientras hablaba había sacado del cajón un grupito de cintas y las había depositado sobre la carpeta. Las desenrollaba con naturalidad y vi los pinchos del revés de la cinta…- No se deje dominar por la pereza, es una forma de sensualidad…”.
-
“Recién salidas de Navidades entramos en
ejercicios…Andábamos todas a vueltas con
la vocación…Los ejercicios cambiaron de signo: no se nos habló tanto de
la muerte, del pecado, de la condenación”.
“…Un tiempo morado, el
tiempo de Oficios…por vez primera pensé que tras Pascua de Resurrección
llegaría Pentecostés. Y las vacaciones (No pensé: “Vacaciones”. Pensé:
“Salir”)”.
“En Pascua dábamos la
merienda a los pobres”….
GUARDAR
LAS FORMAS, ESENCIAL. PROHIBICIONES Y “LETANÍAS”
“La
forma en todo preocupaba desde que nacíamos… "En casa era el “las niñas no
tienen que hacer nada en la cocina, las niñas no tienen nada que hablar con el
servicio”.
“En casa de la abuela, prohibido jugar con
tierra y con agua, prohibido hablar de madres y de niños, mirar a la Diana [la
perra], tocar a la Diana”.
“Jugar era un deber, tenía
sus horas…De once a doce, juego”.
En ambos libros, aparecen
muchas de las frases y refranes que los mayores decían a los niños en esa
época…:
-
Ale, a jugar.
-
Con el agua de lluvia crece el pelo.
-
Lo que pica, cura.
-
A correr para entrar en reacción.
-
A tomar el aire.
-
No manches el banco
-
¿Dónde vas? Se juega en los plátanos.
-
No saltes así. Ten compostura.
-
El pelo, recogido.
-
Tápate las rodillas. No cruces las piernas.
Las piernas juntas.
-
No te tumbes en el diván, no te hundas en la
butaca.
-
En el cuarto de baño no se tarda: haces lo
que vas a hacer y sales.
-
No te cierres por dentro en el retrete.
-
No te mires al espejo. Un día te va a salir
el demonio.
-
Las cosas de la religión no se preguntan.
-
No se habla al oído. No se hacen muecas.
-
Las niñas no se aburren.
-
Las niñas no están nunca tristes.
-
No bosteces. Pon la mano delante de la boca.
-
Sin cogerse del brazo. No va uno cogido del
brazo.
-
Con las compañías hay que tener cuidado con
el contagio.
- No hables con las muchachas. No vayas a la
cocina. ¿Qué tienes que decirle a Mariano? No tienes que meterte en las cosas
de los mayores? ¿Por qué miras? ¿Qué estás escuchando? Una niña no escucha, no
mira a los lados. ¿No tienes a tus primos para hablar? Juega. No hay que tener
las manos desocupadas. A correr, a la comba, jardín entero para vosotras, no
salgáis de los plátanos… ¿Qué hacen las niñas frente a las dalias? Las niñas no
están solas, las niñas no hacen apartes, todo lo que se habla se puede decir
delante de la profesora. En todas partes te ve Dios: en los plátanos, en los
pasillos, en la cama. Hasta cuando estás dormida, está Dios. No hay que tenerle
miedo a nada. Las muchachas con las muchachas, las niñas con las niñas. ¿Qué
tienes que ir donde está la Diana? Los niños no andan con los perros. Deja a la
Diana. Todas las horas del día ocupadas. La imaginación es mala consejera. No
se echa una así sobre las cosas. Se anda despacio. Buenos modales…. No levantes
la voz, no somos sordos. Articula, que la abuela no te oye. ¿Ahora qué te pasa?
No se llora. Se traga una las lágrimas. No se puede andar así, exhibiéndose.
Pudor. Pudor…Una niña no piensa…”.
En el colegio, interna:
-
(Para dormir). "Las manos a los lados del
cuerpo, separadas. La cabeza hacia arriba…Decúbito supino… Boca arriba".
Lecturas
– controladas- en el colegio
“Teníamos una clase nueva; ética, que
alternábamos con religión. Seguía habiendo literatura, y se nos permitió leer
determinados textos...: Fray Luis, San Juan, Las Moradas, una antología que contenía poesía de Rubén Darío y
Bécquer…Yo tenía curiosidad por seguir la obra de Ortega, a quien tío Juan
admiraba tanto…Había leído las Sonatas
de Valle Inclán en el mirador…En clase terminábamos la novela en Pérez Galdós,
y la poesía en Campoamor y en Bécquer. Leíamos Trozos escogidos, de Galdós, que me parecía totalmente exento de
encanto, y las rimas lacrimosas de Bécquer. [Pero Machado, revelado por Carola
Higuer, compañera de colegio, le fascina].
-… “[la Madre] Nos ha pegado
La vida es sueño…
- Será por lo del frenesí.
No me acordaba de nada que
hubiera en La vida es sueño.
-¿Qué te crees que tienen
las hojas pegadas?...”.
“Los jueves repartían las
cartas…La madre Prefecta…entregaba las cartas abiertas…”.
“…la Madre Hornedo trajo a
clase: Viajes alrededor de mi cuarto…Nos
lo hizo leer en alta voz durante los últimos cuartos de hora de clase. Me
aburría profundamente. Nada me interesaba que no tuviera conexión conmigo”.
“Leía la Imitación de Cristo…[el último curso del
Bachillerato].
ACONTECIMIENTOS
HISTÓRICOS EN LA NOVELA
En Escribo tu nombre, aparecen distintos momentos y circunstancias
históricos: La quema de conventos. La visita de Alcalá Zamora a Santander en el
Miguel de Cervantes en agosto de 1932…
El incendio del Club
Marítimo [Náutico]. La intentona [militar] del 10 [agosto 1932]: la
“sanjurjada” en Sevilla. (El general Sanjurjo será llevado a la prisión de El
Dueso, en Santoña)…:
“Aquel verano salieron las
monjas para votar [1933]”.
“Pusieron una bomba en la
iglesia de la Consolación…Quisieron incendiar las Reparadoras…”.
“El 6 de octubre de 1934 no
comenzó el curso porque “los ánimos andaban soliviantados”…-¿Es verdad lo que
dicen por ahí, que vienen cinco mil mineros asturianos sobre Santander…?”.
“- Está ahí el Alfonso
Pérez…Lo han fondeado en la bahía, con ellos dentro…Dicen que están las
cárceles llenas, y han tenido que usar el barco…”.
“Empezaban a cubrir los
muros de la ciudad letras en rojo, signos que decían; UGT, UHP, FAI, CNT. No
sabía lo que significaban, pero perfectamente su relación con los
obreros…Habían dejado la huella de esas letras, a brochazos rojos, en los muros
de la Catedral, en las tapias de las fincas del paseo de la Concepción [hoy,
Menéndez Pelayo], del Alto de Miranda o del Paseo del Alta…CNT UGT UHP se leía
en el grueso muro de nuestro jardín y en el de los salesianos…En la
universidad, los estudiantes, unos de la FUE y otros de FE o de la CEDA…”.
LA
FAMILIA. EL TÍO JUAN, COMO MENTOR
El tío de Tadea es “de ideas
avanzadas, votó a la república…una postura de las intelectuales…hablaba de
política o de moral…inacabables parrafadas:…las dictaduras eran una disminución
del hombre…había que enseñar virtudes cívicas a todos…Austeridad…Libre
pensamiento…”.
“- De los del mirador puedes
coger los [libros] que quieras; de mi despacho [en la biblioteca de detrás], dímelo
antes…Y así comencé aquella formidable aventura de leer…Diario de un poeta recién casado [de JRJ]…De una manera
irremediable, la poesía me acercaba al mundo…Había descubierto mi corazón en
soledad”.
“El concierto número tres de
Beethoven [https://www.youtube.com/watch?v=k46fdX_3xDM].
…de pequeñita te gustaba ya…[le dice el tío Juan]…Te pondré unos discos de La
Argentinita, de unas canciones arregladas por García Lorca. Canela fina…Tío
Juan dijo que debían llevarnos a ver una gitana que se llamaba Carmen Amaya,
que era como de fuego, y tía Concha bajó los ojos y dijo, apretando los labios:
-
No digas esas cosas delante de las niñas”.
“El libro de Aleixandre, el Mesías de Haendel, eran un
terreno en común” [con el tío Juan]...
-
[Pedro] Salinas…A lo mejor viene a la
universidad de verano…”.
Su tío admirado, que, no
obstante, también miente…, y que le decepciona cuando se va dando cuenta de las
cosas. “Tío Juan pensaba bien y no obraba de acuerdo”.
EL
PROCESO DE CAMBIO Y LOS NUEVOS DESAFÍOS
Y ella, Tadea, intentando entenderse y entender el mundo: “Aquella
incapacidad de comunicación me agarrotaba… Me tenía a mí misma por torpe y desdichada…-No se puede leer a través de usted…Es usted cerrada” -le dice la madre Prefecta… No se deja aconsejar. Se defiende…Espíritu crítico. No es conveniente… Me aislaba por dentro, había aprendido a aislarme…”.
-
“Me pareció que estábamos
cambiando… aquella inconformidad con
todo…Me exasperaba la pregunta: - ¿Qué habéis hecho?¿Qué vais a hacer ¿De
qué hablabais? ¿En qué pensabas?... Mi confesión empezó a ser hosca,
defensiva…Escapar fue nuestra diversión continua…¿Qué sucedía porque dos chicas bajaran solas La Atalaya o la calle del Monte?...Me gustaba el cine…Fuimos [su prima Clota y ella, Tadea] a ver Cristina de Suecia”.
https://www.youtube.com/watch?v=Bb-eO8VAT7Q. La reina Cristina de Suecia,1933.
En el caso de los chicos, es siempre diferente:
“Se van a los bailes de modistillas o a bailar con las taxi-girls…-dice su prima Clota, de su hermano Odón, de dieciséis años.
La
apertura…que no duró
Pero la ilusión se trunca, en el colegio, y en las calles:
“La Madre Gaytán…nos
comprendía y procuró abrirnos caminos, darnos vuelo…No habrá bandas de
conducta, no habrá premios, ni puestos en la clase...”.
Cuando se despiden en junio (hasta octubre de 1936), una compañera de internado le pregunta a la protagonista: "Me olvidaba la cartera...¿Tú no te dejaste nada?...Nada"- le contesta Tadea, en una especie de remedo del final de la novela de Carmen Laforet: "De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces...".