miércoles, 25 de junio de 2014

ANA Mª MATUTE, UNA MAGA DEL SIGLO XXI: "TODOS LOS ESCRITORES SOMOS UNOS TARADOS".


Tiene en los ojos gotas de luna; por eso puede descifrar el lenguaje de los habitantes del Subsuelo. No cree improbable haber vivido en la Edad Media y se declara de la estirpe de los griegos y contra los fenicios.

A Ana María Matute parece que la raptaron las hadas y la devolvieron extraña al mundo de los humanos, con un ala de cisne para indicar que ella era y sería siempre diferente.  
Ha conservado la memoria de la infancia con ojos de niño (“Yo me he quedado con la mentalidad de una niña de doce años...aún tengo doce años”), algo que no es corriente entre los escritores adultos.

Tras publicar “Cuentos de infancia” (Ed. Martínez Roca), -nueve relatos escritos e ilustrados por ella misma entre los cinco y los catorce años, cuyos originales se encuentran en la Biblioteca de la Universidad de Boston, en Estados Unidos- Destino reeditó en mayo de 2005 “la trilogía medieval de Ana Mª Matute”, integrada por “La torre vigía”, "Olvidado Rey Gudú” y “Aranmanoth”. En 2007, consiguió el Premio Nacional de las Letras Españolas, considerado el más importante tras el Cervantes [que obtendrá en 2010]. Paraíso inhabitado es su última novela [en 2008].

LA OVEJA NEGRA

Ana María nació el 26 de julio de 1925 en Barcelona. De pequeña era un poco la oveja negra de la familia: desastrada, tartamuda, pero con una gran imaginación. Su padre era el que mejor la entendía y, con su madre, una mujer severa, tenía una relación de incomprensión. Ana María no entendía por qué la castigaban cuando tiraban sus cáscaras de naranja mohosas donde ella veía barcos vikingos, y que guardaba como auténticas joyas. Así que desde los cinco años y hasta la guerra civil, dedicaba gran parte de su tiempo a soñar y a inventar historias y personajes en aquel armario oscuro que era terrorífico para otros niños. Luego, grapaba sus cuentos y los ilustraba con las pinturas que su padre le traía cuando volvía de viaje.

NIÑA DE LA GUERRA

La guerra civil fue el despertar, el salir de la campana de cristal. Entonces conoce de cerca las injusticias de la vida, y las representa en su teatro de marionetas. De hecho, Pequeño teatro, escrita a los diecisiete años, aunque publicada once años después, en 1954,  será su primera novela seria.

Ana María es – conforme a la definición que hizo Josefina Aldecoa- uno de “los niños de la guerra”, aquellos que tenían entre 8 y 12 años cuando empezó la Guerra Civil en 1936, algo que los marcó para siempre. El conflicto entre Caín y Abel será uno de sus temas recurrentes y de sus obsesiones novelísticas.

PREDILECCIÓN POR LA EDAD MEDIA

Todo está en la Edad Media: el horror, el odio, el heroísmo, la magia, la superstición, el amor... Ana María siempre ha dicho que es su época de la historia favorita. Aquí sitúa “La torre vigía” y luego el libro que es compendio de toda su vida, “Olvidado rey Gudú”. “Siento una verdadera pasión por lo medieval. La Edad Media es una época increíble. Me gusta particularmente la Alta Edad Media, del siglo IX, época de las invasiones, al XI...En El rey Gudú, una de mis grandes pasiones, los vikingos, tienen mucha importancia en el libro”.

LA TÍA ANA MARÍA

A pesar de todo lo que haya vivido, del dolor, de la pena, Ana María ha creado magia y bienestar a su alrededor. Su sobrina, que firma orgullosa con el apodo que su tía le dio, Sapo Pareja Matute, cuenta como eran sus vacaciones en Sitges, en casa de la tía: “A la tía todo le parecía bien; podíamos comer todos los helados del mundo; ir al cine todas las noches, levantarnos cuando se nos acabara el sueño y sentarnos a la mesa cuando teníamos hambre...”. Ana María, experta carpintera, construía sus pueblos- la sensación de la colonia veraniega- con objetos que encontraba por ahí o que le regalaban (no valía comprarlo): cristales de colores, lentejuelas, frascos vacíos...” Tenía el don de hacer que cualquier cosa se convirtiera, bien por medio de sus manos, bien por medio de sus explicaciones, en algo maravilloso”. Por las noches, les leía cuentos de Andersen o los capítulos de Gudú. Siempre ideando nuevas aventuras, convirtiendo en extraordinaria cualquier tarea cotidiana. Era el sueño de todas las sobrinas.

MI RELACIÓN CON ANA MARÍA

Cuando tenía nueve años una profesora trató de disuadirme de leerla: "No es lectura para niños". Desde entonces, y quizá por ello, se avivó mi curiosidad. Creo que uno de los primeros relatos que leí fue “El tiempo”, en Selecciones del Reader's Digest. Me dejó una impresión de tristeza indefinible: dos adolescentes que no pueden hacer realidad sus sueños y para quienes el mundo de los adultos es hostil. Luego, en una biografía de Rosa Roma (escrita en 1971) que compré en la feria del libro antiguo y de ocasión, en 1988, leí que "Olvidado Rey Gudú"- el libro de su vida- era "de próxima aparición". Pero en 1988 aún no había salido y así, me dediqué a esperarlo casi otros diez años. La torre vigía –publicada en 1971- y los títulos sugerentes de sus capítulos: Jinete solitario, Historias de ogros, El envés del odio... fueron para mí un aperitivo de lo que podía esperar.

A estas alturas (en 2008), Ana María se ha librado del resentimiento, de la venganza, incluso de la soledad. Desde sus cuarenta años de escritora- y, cada vez más- admira la bondad y la educación. Las "gentes de corazón duro, ideas mezquinas y mentiras negras" ya no la abruman, ya no la incapacitan para seguir...”Sólo he tenido un enemigo en mi vida…”.

Todavía, a sus 82 años, antes de empezar a hablar en público, se la ve tímida y nerviosa, pero en cuanto empieza, hace sentirse a gusto a todo el mundo. "Estoy aquí porque soy una inconsciente"- dice- y  pronto hace reír  a todos con sus expresiones de andar por casa, esas que recuerdan a Cunqueiro y  al nonsense, y que también emplea en Gudú: “La madre de Sikrosio murió  de una indigestión de compota...”. 

CON SUS PALABRAS

* Su definición de sí misma: " Dulce, suave, pero de hierro por dentro".
* Por qué escribe: " Escribo porque no estoy contenta. Porque no estoy conforme, ni dormida, ni ciega, ni muerta"...”Escribir es una forma de protestar”.
* Su padre: "Mi padre era un ser dotado de una extraordinaria sensibilidad y fantasía, y cualquier cosa la convertía en mágica. A él le debo gran parte de Rey Gudú".
* Su madre: "Mi verdadera madre fue Anastasia, mi niñera".
* Su hijo: "Es mi razón de vida".
* Julio Brocard: “El gran amor de mi vida”.
* La literatura: "Es mi razón de ser". "A la literatura hay que entregarle la vida como a todas las cosas que son importantes". "Con la literatura- que es una gran mentira- se puede llegar más cerca de la verdad".
* Su visión de los humanos: " Siempre hay unos que aporrean a los otros y no porque sean más fuertes, sino porque unos quieren aporrear y otros no". "Hay seres humanos que no han amado nunca y otros que han nacido para amar". “Podemos llegar a Marte... pero seguimos llorando como en el siglo X. Y, sobre todo, hacemos llorar...”
* Sus obsesiones: “La infancia, Caín y Abel, el paraíso perdido...”.
* Un sueño: “Desde que era pequeña sueño con hacerme una casa de muñecas dentro de un armario. Una casa antigua con chimeneas, escaleras, lámparas que se enciendan, con piano y con todo...Pensaba hacer todo un mundo de gnomos en un armario”.
* Sus libros favoritos, que no deberían faltar nunca en ninguna biblioteca infantil: Peter Pan, Alicia en el País de las Maravillas y Huckelberry Finn.
* Andersen: Es mi padre espiritual...Los cuentos de Andersen con las ilustraciones de Arthur Rakham eran una cosa maravillosa, para soñar. Yo he vivido dentro de sus láminas”.
* Sus escritores favoritos: “... Faulkner, que es la libertad de estilo, y Proust, que es la memoria”.
* De “Olvidado rey Gudú”: “Es mi testamento literario“...Cada escritor lleva una novela dentro, una novela que es la suya, y Gudú es esa para mí. Es el libro que siempre deseé escribir. Nací con él en mi corazón...En él se halla todo lo que he recibido...Este libro representa todo lo que me ha hecho ser como soy. Es como un compendio de las vivencias y de las lecturas...Gudú es mi manera de recuperar los recuerdos,,, Quise hacer de este libro un gran cuento”... Es un enorme cuento de hadas y, como todos los cuentos de hadas, es inmoral, amoral, sanguinario, cruel, poético, dulce, esperanzador, perverso, inocente...Creo que la reina Ardid es uno de los personajes más redondos que he creado... Otro personaje al que adoro es el Trasgo del Sur (que tiene una historia muy triste)... En este libro sale de todo...
* Una novela no escrita aún: “Nunca he escrito una historia de amor…De amor del grande…”

OLVIDADO REY GUDÚ

Es la historia del mundo en un libro; son todos los cuentos. Es un compendio de símbolos y de sabiduría antigua donde cada uno reconoce y ve lo que quiere ver: los hunos, los vikingos, el reino del preste Juan, Carlomagno, Offa's Dyke, Vulcano, los fenicios, la reina de Saba... Eso es lo hermoso: que cada uno sueña e imagina con sus palabras, con las de Ana María,  sus propios sueños.

UN DÍA DE SU VIDA, CUMPLIDOS LOS 80

A sus 83 años, se levanta tarde, “porque me gusta mucho dormir…Me levanto, zanganeo, hago el crucigrama de Fortuny de La Vanguardia, que me despeja mucho; me ducho, me tomo mi café, y después me meto en mi cuarto [a escribir].Cuando llega la hora de comer, me avisan. A veces como con mis hijos, a veces lo dejo para más tarde…”.

[Publicado en 2008 en la revista Pluma y Pincel de la Asociación Cultural Tertulia Goya]

CODA EN 2014

En septiembre, aparecerá en Destino su libro póstumo Demonios familiares. Lo estaremos esperando. Entretanto, os recomiendo El río, una pequeña joya publicada en 1963, dedicado a sus padres, con su pueblo de infancia, Mansilla de la Sierra, como protagonista, un Comala fantasmal.


“Después de once años, he vuelto a Mansilla de la Sierra, el paisaje de mi niñez. El pantano ha cubierto ya el viejo pueblo…todo está ahogado…El agua cubre lo que fueron vegas hermosas y dulces, bordeadas de álamos y chopos…La casa era cuadrada, simple, con ventanas simétricas y un largo balcón de hierro que cruzaba de lado a lado la fachada…Yo recuerdo el río, limitando el prado…El pantano me robó el paraíso…”.

PARA SABER MÁS






jueves, 5 de junio de 2014

MIGUEL DELIBES, SU VIDA Y SU OBRA CON SUS PALABRAS

Miguel Delibes murió el 12 de marzo de 2010, pero nos dejó su pensamiento y su coherencia.

El medio ambiente, el fútbol, la vejez, fueron algunos de su temas recurrentes. Aquí va una selección con sus palabras…

A LA LITERATURA POR EL DERECHO

El curso de Derecho Mercantil, de don Joaquín Garrigues, fue el que me llevó a la literatura…El hecho de que una materia tan árida como el Derecho Mercantil influyera en mi destino se debe a la magia de su autor ya que, por debajo de las aburridas teorías jurídicas, yo encontré en él la belleza, la gracia y la exactitud expresivas. Garrigues aquilataba los términos, administraba los adjetivos con admirable precisión, exponía el mayor número de ideas con el menor número de palabras e, incluso, como fiel orteguiano, iluminaba el prosaísmo inevitable de los textos jurídicos con hermosas y rutilantes metáforas. Garrigues, a mi entender, no fue solo un gran maestro, sino un excelente escritor. A partir de él, empecé a tomar gusto a la expresión verbal y, por primera vez en la vida, experimenté el placer de encadenar unas palabras a otras  para formular con precisión una idea. La palabra se me ofreció como un instrumento bello y poderoso cuyo simple manejo me deparaba un placer que nunca hubiera sospechado”.

EL CAMINO,  UNA NOVELA “ECOLÓGICA” EN 1950


Delibes encuentra su camino a los treinta años. “El camino es mi camino. Lo que tengo que haces es escribir como hablo, con poco adorno y olvidándome por completo del diccionario de sinónimos…En El camino me despojé por vez primera de lo postizo y salí a cuerpo limpio…”.  

“El Mochuelo en la novela El camino viene a resumir el sentido de mi obra ante el progreso y, en consecuencia, uno de los pilares en que aquella se asienta: la defensa de la naturaleza”.

“Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional” (Un mundo que agoniza).

(Por las mismas fechas, en 1951, Rachel Carson publica en Estados Unidos “El mar que nos rodea”. El capítulo 12 titulado “El termostato del globo” ya aborda la “estrecha relación entre el clima y las trayectorias generales de las corrientes oceánicas…Para el globo terrestre en su conjunto el océano es el gran regulador, el gran estabilizador de su temperatura…”.

En 1958, Nicholas Ray dirige la película “Muerte en los pantanos”, que habla de la codicia y la falta de escrúpulos del ser humano en relación con los animales, entre otras muchas cosas).

UN CAZADOR QUE ESCRIBE

Lo expresó en varias ocasiones: “Cuando me siento bien escribiendo es cuando lo hago sobre caza y pájaros”.

Precisamente, treinta nombres de pájaros serán su aportación a la RAE a partir de ser nombrado académico: “Noté, nada más ingresar en la Academia, que faltaban en el diccionario muchos nombres de pájaros comunes aquí en España…”. Estos fueron los que sugirió Miguel para su incorporación al Diccionario de la RAE: agateador, alzacola, buitrón, bigotudo, buscarla, canastera, carricero, carricerín, charrán, charrancito, chochín, chorlitejo, correlimos, críalo, fulmar, fumarel, grajilla, grévol, lúgano, havelda, págalo, pagaza, paiño, ratonero común, roquero, serín, treparriscos, triguero, vuelvepiedras y zampullín.

Su primer artículo periodístico en 1942 en El Norte de Castilla será, precisamente, sobre la caza: El deporte de la caza mayor.

EL SENTIDO DEL PROGRESO DESDE MI OBRA

Es el título del discurso que lee Miguel Delibes al ingresar en la RAE en 1975.

“Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente es retroceder”.

En 1979 publica Un mundo que agoniza, donde los títulos de los capítulos ya son significativos: El progreso contra el hombre, Un mundo que se agota, La rapacidad humana, Un mundo sucio…Él mismo explica el sentido del progreso en su obra en el último capítulo.

Estas eran algunas de sus reflexiones entonces, hace casi treinta años:

“Fabricamos, intencionadamente, telas para que se ajen, automóviles para que se estropeen, cuchillos para que se mellen, bombillas para que se fundan. Es la civilización del consumo en estado puro, de la incesante renovación de los objetos –en buena parte, innecesarios- y, en consecuencia, del desperdicio”.

“El oceanógrafo Vital Alsar, que realizó hace pocos años un periplo alrededor del mundo, manifestó que durante más de un tercio de su viaje, no navegó sobre agua sino sobre petróleo”.

“Los hombres debemos convencernos de que navegamos en un mismo barco…De qué vale que Norteamérica instale depuradoras en sus fábricas de cemento si luego estimula la producción de las españolas – que no las tienen- para comprárselo más barato? ¿Qué adelantamos regulando la pesca de la ballena en acuerdos internacionales, si Rusia y Japón eluden el compromiso…? ¿Qué sentido tiene las precauciones suecas con los vertidos de sus papeleras, si las rusas llenan el mar Báltico de mercurio? ¿Qué podemos sacar en limpio de la disposición americana proscribiendo el empleo del DDT, si al mismo tiempo envía sus excedentes a los países subdesarrollados a precios de saldo…?”.


En 2007, casi treinta años después, se publica La tierra herida, una conversación con su hijo, Miguel Delibes de Castro, biólogo, sobre el mundo que heredarán las siguientes generaciones; un repaso a los principales problemas ambientales a que nos enfrentamos como raza humana. Y siguen siendo los mismos…