lunes, 29 de febrero de 2016

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER. LA GUERRA, NARRADA POR LAS MUJERES

(Para que no se nos olvide que la guerra no es nunca una “aventura”, un “desafío”; que la guerra, cualquier guerra, “mata el alma”).

“Escribo sobre la guerra…Yo, la que nunca quiso leer libros sobre guerras…”- cuenta en su diario de 1978  la periodista Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura en 2015.


“La aldea de mi infancia era femenina. De mujeres. No recuerdo voces masculinas…La guerra la relatan las mujeres…Un día abrí el libro “Soy de la aldea en llamas”, de Alés Adamóvich…la novela está construida a partir de las voces de la vida diaria…Había encontrado lo que estaba buscando…Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras…Yo quiero escribir la historia de esta guerra. La historia de las mujeres…la historia de los sentimientos…la historia del alma…”.

Sus preguntas y reflexiones se entremezclan con los testimonios que selecciona…testimonios de mujeres desde diferentes profesiones bélicas (no solo las que “se les supone”, como enfermeras, lavanderas y telefonistas,  sino francotiradoras, tanquistas, pilotos, zapadoras, conductoras, criptógrafas, partisanas, ingenieras, soldados, telegrafistas, mecánicas, cirujanas…).

“Lo primero que quiero preguntar es: ¿de dónde salieron [las muchachas de 1941. (En julio de 1941 se produce el cerco alemán de la ciudad rusa de Minsk)]? ¿Por qué eran tantas? ¿Cómo se atrevieron a levantarse en pie de guerra en igualdad con los hombres? ¿A disparar, a poner minas, a explotar, a bombardear, en definitiva, a matar?”.

“Al principio, iba y grababa a todas las mujeres que surgían en mi camino…Poco a poco comencé a recibir cartas de todo el país [Moscú, Kiev, Apsheronsk, Vítebsk, Volgogrado, Yalutorovsk, Súzdal, Gálich, Smolensk…]”.

En ocasiones, se filtra el comentario de algún hombre que encuentra en sus desplazamientos en tren: “Nosotros, los hombres, nos sentíamos culpables de que las muchachas combatieran…”. “Con una chica así tal vez iría de reconocimiento, pero seguro que no le propondría matrimonio…Normalmente percibimos a la mujer como una madre o como una novia. Como la bella dama, si me apura… [A las chicas combatientes] no las veíamos como mujeres…eran nuestras amigas, las que nos sacaban del campo de batalla. Nos salvaban, nos curaban las heridas…Pero, ¿acaso usted podría casarse con su hermano…?...Cuando la guerra acabó, ellas quedaron muy mal paradas…”.

Alguna de ellas lo cuenta: “¿Me atrevería a confesar que me habían herido, que tenía lesiones? Si lo reconoces, después nadie quiere darte trabajo, nadie quiere casarse contigo…”.

Diferencias entre ser hombre o mujer (ex)combatiente

“Transcurrieron por lo menos unos treinta años hasta que empezaron a rendirnos honores…A invitarnos a dar ponencias…Los hombres eran los vencedores, los héroes…Nos arrebataron la Victoria…Discretamente nos la cambiaron por la simple felicidad femenina…No compartieron la Victoria con nosotras”- cuenta Valentina, artillera.

“…Esas chicas son casi todas solteras. Nunca se han casado. Viven en pisos compartidos…”- le recrimina a su comandante, ya jubilado. “Habláis del honor, del respeto. Quién se compadeció de ellas? ¿Quién las defendió después de la guerra…?”.

Tras la guerra, temían que enfrentarse a las acusaciones de “fulanas”; “las calumnias y las ofensas de la posguerra”, también por parte de otras mujeres, las que no estuvieron en primera línea…: “¡Sabemos lo que estuvisteis haciendo allí! Os insinuasteis a nuestros hombres…Sois las putas del frente…”.

“Tenemos dos guerras -le cuenta un marido. Ella recuerda su guerra, yo la mía…A mí me pasaron cosas parecidas…Pero yo no lo recuerdo…Se me escapó…En aquel momento me parecía una nadería. Una tontada…”. Y, sin embargo, ahora cuenta a sus nietos la guerra de “ella”, sus historias, su punto de vista… “Me he dado cuenta de que les parece más interesante…Yo tengo más conocimientos bélicos concretos, ella tiene más sentimientos. Los sentimientos son más vivos, más fuertes que los hechos…”.

La guerra femenina. Sus propias palabras

“Me da pena no poder grabar los ojos, las manos…”- escribe la autora en una ocasión. Solo son sus palabras las que están reflejadas en las cintas…

“Nuestras cosas de chicas”

“Yo no me comía el azúcar, lo guardaba para usarlo de fijador del flequillo. Éramos felices cuando conseguíamos una olla para lavarnos el pelo…Buscábamos la hierba suave…y nos limpiábamos los pies”.

“[Como rulos] Usábamos piñas secas de los pinos…Aunque fuera solo un rizo en el flequillo”.

“Cuando teníamos un rato de descanso, nos poníamos a bordar algo…”.

“Para mí, lo más terrible de la guerra era tener que llevar calzones de  hombre…”- dice una tiradora.

“Nos dieron unos capotes grandes, gruesos; parecíamos gavillas de trigo”…- una sargento, comandante en una unidad de artillería.

Las mujeres siempre mencionan la belleza -dice Alexiévich- “independientemente del tema concreto del que hablaran”…: “Solo un temor  sobrevive hasta el final: quedar fea después de morir. Es un miedo femenino”- le explica una técnica sanitaria.

“Estaba dispuesta a estar allí toda la noche [de guardia], hasta el amanecer, con tal de poder oír a los pájaros. Solo de noche podía encontrarse algo que recordara a nuestra vida anterior. De paz”- le cuenta una sargento, conductora.

“¿Volveré a escuchar alguna otra vez el susurro del trigo…?”- se pregunta una técnica sanitaria.

“Antes de la guerra había muchos ruiseñores; dos años después de la guerra, todavía seguían sin oírse…”.

Los olores

“[A una que volvió de permiso tras darle una condecoración] Hacíamos cola para olerla…olía a casa”.

“…Me ahoga el olor a quemado…Usted no sabe cómo huele la carne humana al arder, sobre todo en verano…Por un soldado alemán muerto, quemaban el pueblo entero…”.

“Nunca pude acostumbrarme al olor de la sangre…Después de la guerra pasé varios años sin poder quitarme de encima el olor a sangre…No podía hacer la compra. No soportaba entrar en la sección de carne…”.

“Los combates cuerpo a cuerpo…Recuerdo el crujido…los huesos humanos que se rompían…”.

“En invierno, la sangre pesaba todavía más”- revela una soldado, de la unidad de lavandería.  "Las camisas militares se ponían rígidas de la sangre y el agua heladas…”.

“Dejamos de llorar porque para llorar hacen falta fuerzas…”- manifiesta Valentina, encargada de una pieza antiaérea.

“Cargábamos con hombres que pesaban dos y tres veces más que nosotras…En total, saqué de bajo el fuego a 481 heridos”- explica una instructora sanitaria.

“Los alemanes no cogían prisioneras a las mujeres militares…Siempre nos guardábamos dos cartuchos para nosotras, dos, por si el primero fallaba…”.

“¿Lo que más recuerdo?...El increíble silencio de las salas donde estaban los heridos graves…No hablaban entre ellos…Estaban pensando…”.

“¿Qué es la felicidad? Encontrar entre los caídos a alguien con vida”- explicita una enfermera.

Sus deseos para después de la guerra: “Al acabar la guerra, tenía tres deseos: primero, dejaré de arrastrarme por el suelo, iré en trolebús; segundo, me compraré una barra de pan blanco y me la comeré entera; tercero, dormiré hasta no poder más en una cama con sábanas blancas”- dice una sargento primero.

“Por fin alguien nos quiere oír a nosotras”- le dice una de las entrevistadas.

“Qué puñetera fue esa guerra…Vista con nuestros ojos. Con ojos de mujer…Es horrenda. Por eso no nos preguntan…”.

“Nuestro grito debe guardarse en algún lugar del mundo. Nuestro aullido…”.

“En la guerra, el alma del ser humano envejece”. 

Desconfianza y minusvaloración

“En más de una ocasión me lo han advertido (sobre todo escritores hombres): “Las mujeres inventan…, esas fantasías femeninas…”.

Pero ella lo tiene claro: “Las mujeres, hablen de lo que hablen, siempre tienen presente la misma idea: la guerra es ante todo un asesinato y, además, un duro trabajo. Por último, también está la vida cotidiana: cantaban, se enamoraban, se colocaban los bigudíes…”.

FRASES DE LA AUTORA

“Recordar es, sobre todo, un acto creativo. Al relatar, la gente crea su vida”.

“Los textos están en todas partes”.

“Para mí, los sentimientos son la realidad”.

“Para mí, tanto las palabras como el silencio son el texto”.

 “Es imposible parar [escribir cada uno de sus libros le lleva 3 o 4 años] porque cada vez la verdad es más insoportable”.

ALEXIÉVICH, EN CORTO

Nacida en Ucrania el 31 de mayo de 1948, estudió periodismo en la universidad de Minsk en 1967. Al terminar, trabaja en un periódico y en la escuela local de Biaroza, como profesora de historia y alemán.

El escritor bielorruso Alés Adamóvich la decanta por la literatura a través de la llamada novela “colectiva” o novela “evidencia”, en las que mezcla literatura y periodismo con la técnica del collage que yuxtapone testimonios individuales.

Su primer libro, de 1983, es “La guerra no tiene rostro de mujer”, publicado en 1985. Es la memoria de más de 200 mujeres [500 entrevistas] de un centenar de ciudades y pueblos soviéticos, que se convirtieron en soldados de la ex Unión Soviética en la II GM [más de un millón de mujeres soviéticas entre los 15 y los 30 años estuvieron en el frente en la IIGM].

Enfrentada al régimen autoritario y la censura, abandonó Bielorrusia en el año 2000 y volvió a Minsk en 2011, tras vivir en París, Gotenburgo y Berlín.

En 2015, premio Nobel de Literatura (la primera periodista que merece el Nobel), por su “obra polifónica, un monumento al valor y al sufrimiento en nuestro tiempo”.

SABER MÁS

http://www.alexievich.info/indexEN.html. Su página web (en inglés).

https://actualidad.rt.com/actualidad/view/10346-Solicitan-erigir-en-Mosc%C3%BA-un-monumento-al-papel-de-mujer-en-guerra. Solicitan erigir en Moscú un monumento dedicado al papel de la mujer en la guerra.

UN LIBRO



Ellas solas, de Virginia Nicholson. Dos  millones de “solteras de guerra” tras la IGM. Qué pensaban, cómo sentían, qué hicieron, a través de sus cartas, diarios y testimonios.

También, sobre la guerra, me vienen ahora a la cabeza, dos títulos; no, tres: Kaputt, de Curzio Malaparte. Recuerdo una imagen: los muertos, congelados en la estepa y descongelándose en primavera. En Homenaje a Cataluña, de George Orwell, recuerdo su mención a que la guerra no es eso que contaban, sino suciedad, piojos, malos olores…Como narra una instructora sanitaria en el libro de Alexiévich: “…A veces veo películas bélicas: la enfermera va por allí, paseándose en primera línea de fuego, toda limpita ella, tan recogidita, con una falda en vez del pantalón guateado, y con su gorrito bien colocado…¡Mentira!”. El tercero es de otra mujer: Los diarios de Bagdag, de Nuha Al-Radi. Me viene a la cabeza su sorpresa al darse cuenta de que los grandes congeladores que existen en las casas iraquíes no sirven de nada porque lo primero que cae en una guerra es la electricidad.




viernes, 26 de febrero de 2016

TALLERES DE ESCRITURA (6). SOBRE QUÉ ESCRIBIR

Aunque hay quien siempre prefiere el “tema libre” a la hora de ponerse a escribir, otr@s necesitamos un tema o una propuesta para empezar.

Pero, ¿sobre qué se puede escribir…? No se me ocurre nadaaaa…

DE DÓNDE SACAR LAS IDEAS

Todo vale…pero hay que estar atent@ y  con los sentidos alerta (y llevar un cuaderno, o una app…). Algunos ejemplos:

-      Una frase que te encuentras en un libro: “Todo lo que pasa, pasa por la escalera” (G. Perec). “Era zurda de una oreja” (Julio Cortázar).

-  (El titular de) Una noticia de un periódico (“Dos vietnamitas compran el pueblo más pequeño de Estados Unidos”. “Un chimpancé derriba  con un palo al dron que lo espiaba”. “Un loro declara ante la policía”).

- Una foto de Vivian Maier, la “niñera fotógrafa”. http://www.vivianmaier.com/.




Una frase cazada al vuelo en el mercado, en el autobús o en el tren (“Mi tía es un poco soltera”).

-      Una palabra rara (o no) sacada de un diccionario: “lisol”, “intersticio”.
-  La combinación de dos palabras que no tienen nada que ver: “glúteos” y “ganglios”.

-      Una foto (del álbum familiar, o del álbum familiar de otra persona).


-      Una viñeta de un periódico.


-      Un cuadro onírico de Leonora Carrington.


-      Una anécdota (de  un acto común y corriente) de Queneau.

-  Una lista de Cosas que… o Personas que…, a la manera de Sei Shonagon.

- Una errata en un pie de vídeo: “Abstemia primaveral”, o en un anuncio: “Limpieza y vaciado de fosas escépticas”.

-      Una imagen cazada en facebook…

-      O lo que tú quieras…


viernes, 19 de febrero de 2016

ANNA KARÉNINA Y LOS DIARIOS DE SOFIA TOLSTÓI

(“Leer en profundidad Anna Karénina y Guerra y paz te convierten en un lector de verdad”). José Ramón Sánchez.


Desde la primera página, Anna Karénina me ha parecido una novela muy moderna (fue publicada en forma de libro en 1877), tanto por su lenguaje (igual me ocurre con Séneca, Sei Shonagon o Cristina de Pizán), como por el retrato psicológico de sus personajes. Lo mismo me sucedió cuando leí El idiota, de Dostoievski. Y no me ocurrió con Madame Bovary, por ejemplo

La novela comienza con la famosa frase, tantas veces citada: “Todas las familias felices se asemejan; cada familia infeliz es infeliz a su modo”.

Según el diario de su esposa, Sofia Behrs (de casada, Tolstói), con fecha 24 de febrero de 1870, Tolstói le dice ““que ha ideado un tipo de mujer de la alta sociedad que incurre en adulterio. Dice que la cuestión está en presentar a esa mujer, no como culpable, sino como digna de compasión…”.


“Todo es físico…”. Los Diarios de Sofia Tolstói

Sofia Tolstói conoce al escritor en 1862, con 18 años. Él tenía 34,  llevaba publicando ya 10 años (Infancia, en 1852; Adolescencia, en 1854, y Juventud, en 1856. Relatos de Sebastopol, Felicidad conyugal y Los cosacos), y era famoso. Sofia será su copista (“Yo le copio sus escritos” -escribe el 10 de marzo de 1865), además de darle trece hijos (16 partos, de los que sobreviven 8). “Trece hijos vivos y otros tres malogrados”, escribe el 28 de agosto de 1910. “Por voluntad de mi marido, yo he dado a luz dieciséis veces”.

Sofia retoma su diario el 8 de octubre de 1862, solo dos semanas después de casarse con Tolstói (tras una semana de noviazgo): “Otra vez el diario, qué triste tener que retomar los viejos hábitos, abandonados cuando me casé. Solía escribir cuando me sentía mal; supongo que ahora lo hago por idéntico motivo…”. La entrada termina: “En cuanto empiezo a estar contenta, él me aplasta”.

El 13 de noviembre de 1862, apenas mes y medio después de su boda, dice estar embarazada. Conocer el pasado (“ese largo pasado tan horrible”) de su marido a través de sus diarios -que él mismo le da a leer-,  le parece horrendo. “La vida, el amor, la juventud, él los había gastado ya con las cosacas y con otras mujeres…”.

En 1891, mientras copia y pasa a limpio los diarios de Tolstói, escribe: “No hay una sola mención del amor en los diarios de Lióvochka, no al menos en el sentido que yo le doy; es como si nunca lo hubiese experimentado”.

Más adelante, en una página arrancada (de los diarios de Sebastopol y la guerra de Crimea), lee una reflexión de su marido sobre que hombres y mujeres buscan cosas distintas en el otro sexo: la mujer, matrimonio; el hombre, lujuria. Y que no hay reconciliación posible.

Tolstói: “Cuando estás de mal humor, ¡diario!”

Esto le dice su marido, en una ocasión, irritándola. Lo cierto es que escribe su diario para “concentrarse, desahogarse, confesarse”. "Escribo mi diario siempre que discutimos” -recoge el 31 de julio de 1868. “Siempre que me encuentro en este estado de angustia mental [“ideas en la cabeza que me turban, me atormentan o no me dejan en paz”], me pongo a escribir mi diario. En él vacío mi estado de ánimo y recobro la sobriedad” -escribe el 13 de febrero de 1873.

La maternidad

“Para una madre es muy duro la primera separación completa de su bebé [al retirarle el pecho]”- escribe el 5 de junio de 1870 (ya tiene 4 hij@s). “Con cada niño una va renunciando cada vez más a su propia vida y sometiéndose bajo el peso de las preocupaciones, las angustias, las enfermedades y la edad (entonces solo tiene 26 años).

Deseos

“Deseo alegría, cháchara, vestidos elegantes; quiero gustar y oír que soy  hermosa… quiero que Lióvochka salga de vez en cuando de su vida de recogimiento… y juntos los dos vivamos la vida que vive tanta gente corriente” -escribe el 13 de febrero de 1873.Tiene 29 años y 6 hij@s.

En 1887: “Me gustaría estar a solas con mi familia, llevar una vida más ordenada y disfrutar más del ocio. Los invitados me han robado y me siguen robando todo mi tiempo…”.

“Todas las madres desean lo mismo: que sus hijos sean felices” -escribe el 6 de diciembre de 1890.

“¡Qué feliz sería si supiera escribir relatos o estampas!” -manifiesta el 19 de enero de 1891.
Ella no es mansa ni sumisa; es poco paciente enseñando a sus hijos, tiene estallidos de mal genio, es severa… Pero también es defensora de la familia, aficionada a la lectura de poemas, una trabajadora incansable…

Lecturas en voz alta…

Ella: “Otra vez estamos leyendo a Dumas; a los niños les cautiva cada vez con más fuerza…” -escribe el 16 de octubre de 1878. “A los pequeños les he leído El Manantial [revista mensual infantil] y Ecos entrañables [Antología de poetas rusos]. “Masha está enferma. Le he leído El rey Lear en voz alta”.

Él: “Por las noches [agosto 1887] nos lee a todos en voz alta Almas muertas, de Gógol”.

“Liovóchka nos ha leído el Don Carlos, de Schiller, mientras yo hacía punto” (6 febrero 1891).


…y en voz baja

Ella: “Yo leía Le Journal d´une femme, de Octave Feuillet…”. “Estoy leyendo L´idée de Jean Têterol, de Cherbuliez”. “Me encanta Shakespeare…”. “Estoy leyendo Physiologie  de l´amour moderne [de Paul Bourget]” (6 de febrero de 1891). Generalmente, cosas recién publicadas, de actualidad.

Él: “Lióvochka dice que se va a tomar un descanso leyendo el Martin Chuzzlewit, de Dickens. Y yo ya sé que cuando a L. le da por leer novelas inglesas es que está a punto de ponerse a escribir”… "Por la tarde, estaba leyendo Dombey e hijo, de Dickens, cuando de pronto ha dicho: ¡Caramba, he tenido una idea!”. Tolstoi opta por los clásicos.


Las actividades propias de cada sexo

Él: “Lióvochka ha salido de caza…Ha cazado dos becadas…”. A menudo tiene accidentes: esquiando, cazando, trabajando en el campo…

Ella: “…Me tocará ponerme a zurcir en silencio; luego vendrán las clases de gramática (“He estado enseñándoles alemán a los niños”… "Clase de ruso a Masha, después a Liza de francés, más tarde a Liolia de alemán…”) y las escalas… Después, por la tarde, vuelta a los zurcidos…”. “¡Qué monotonía infernal!”- escribe el 7 de enero de 1891.

“Ayer me ocupé de la venta de leña, de las negociaciones por el reparto de las tierras…, ingresé dinero en el banco, hice compras…”-escribe el 5 de diciembre de 1890.

El nido vacío

En 1882, Serguei (Seriozha), el hijo mayor, empieza la universidad en Moscú y toda la familia se traslada a la ciudad. Allí pasarán los inviernos hasta 1901.

“Iliá [su segundo hijo varón] me apena profundamente con su vida misteriosa y disoluta. Ociosidad, vodka, mentiras frecuentes, malas compañías y, lo que es más importante, ausencia de toda vida espiritual” -escribe el 6 de marzo de 1887. “Iliá vive en una isba [cabaña de troncos, típica vivienda campesina rusa]… Me da mucha lástima, pero tengo que hacerme a la idea de que los polluelos han abandonado el nido”.

“Todos mis hijos se han independizado” -escribe el 20 de noviembre de 1890. “Vivo con los pequeños y los educo…”.

Chertkov, tolstoianos y los “oscuros”

“Ha llegado carta de Chertkov [1854-1936]. No me cae bien: es obtuso, taimado, intolerante y mala persona” -escribe el 6 de marzo de 1887. Con él y con Biriukov, Tolstoi ha creado la editorial El Intermediario  en 1884 para publicar obras literarias y de divulgación científica a precios económicos, para difundir la lectura entre el pueblo.

Imbuido del espíritu cristiano desde 1882, se vuelve vegetariano por temporadas. Tiene discípulos y seguidores que se acercan a verle con asiduidad. “Es el precio que debemos pagar por la fama y la novedad de sus ideas” -escribe su mujer.

Dependencia emocional

“Estoy tan acostumbrada a vivir, en vez de mi propia vida, la de Lióvochka y los niños que el día en que no hago nada para ellos o relacionado con ellos me siento vacía e incómoda. Es una lástima que con esta eterna dependencia sentimental de la persona amada haya malogrado mis distintas capacidades y mi energía”- escribe el 31 de diciembre de 1890.

Fotógrafa

“Ayer [2 de julio de 1887] Seriozha y yo estuvimos haciendo pruebas con la cámara que he comprado”. Uno de sus autorretratos está fechado el 10 de julio de 1900.


Yasnáia Poliana

Es una finca rural a 12 kilómetros de Tula, en Rusia, donde viven habitualmente. Significa en ruso “Claro del Bosque”.

Anna Karénina


En 1875, cuando Anna Karénina aparece en forma de folletín en una revista, Sofia tiene 31 años y Tolstói 47.

“Todo iba manga por hombro en casa de los Oblonski. La esposa, enterada de que el marido andaba en relaciones íntimas con una muchacha francesa que había sido institutriz en la casa, había anunciado que no podía seguir viviendo con él bajo el mismo techo…”.

El príncipe Stepan Arkadich Oblonski, Stiva, es descrito como un hombre de 34 años, “bien plantado y enamoradizo”. En cambio, su esposa, “madre de cinco hijos vivos y dos muertos”, solo un año menor que él, a sus 33 años, aparece como “una mujer extenuada, envejecida, sin atractivos y por ningún concepto notable”,  excepto por ser una buena madre (“tan contenta y tan feliz con los niños…”).

En el orden intelectual, a Stepan no le interesan “ni la ciencia, ni el arte ni la política”, pero apoya “con firmeza las opiniones que tanto la mayoría como su periódico profesaban sobre estos temas y solo las cambiaba cuando la mayoría lo hacía… El liberalismo… estaba más conforme con su estilo de vida”.

Sobre su relación de pareja (9 años), “reparar y rectificar las relaciones con su esposa era imposible, porque era imposible devolverle sus atractivos y hacerla digna de ser amada, o hacer de él un viejo incapaz de amar”.

La tónica general en la pareja son reproches y contradicciones: “Tú te acuerdas de los niños para jugar con ellos [“…pero jamás te ocupas de ellos”- como recoge en su Diario Sofia Tolstói, hablando de su marido”]… Lo que ella veía en él era compasión, pero no cariño… ¡Y cuánto le quería…! ¿Pero es que ahora no le quiero…?”.

En ocasiones, frases y personajes de sus novelas, parecen deudores de su vida y discusiones conyugales.

Imágenes

En las fotos, el escritor tiene, a menudo, una expresión tormentosa (me recuerda al actor Fernando Fernán Gómez en algunos momentos memorables). Como de tener un geniooo…

El fin

A los 81 años, en 1910, Tolstoi deja a su mujer y muere diez días después, de neumonía, en la estación de tren de Astápovo. Es un 20 de noviembre.

SABER MÁS


https://www.youtube.com/watch?v=7AWYJJtAas4. La última estación, película, 2009.


https://www.youtube.com/watch?v=HaLEfHIRn18. Anna Karénina, película, 2012. Última versión. Hay adaptaciones desde la época del cine mudo, con Greta Garbo y Vivian Leigh como protagonistas en dos de ellas.






viernes, 12 de febrero de 2016

EL SANTANDER DEL INCENDIO DE 1941

Aunque estos días habrá profusa información, he aquí una selección de hechos, breve…

*Fue un 15 de febrero de 1941, sobre las 10 de la noche.


*El fuerte viento (sur) provocó que se prendiese una chimenea de la calle Cádiz nº 20 a causa del hollín que se concentraba en el tubo de salida, algo muy frecuente en la época. El fuego pasa de la chimenea al tejado. Enormes pavesas saltan hasta las casas de Ruamayor (nº 15). A la media hora ha llegado a la plaza de Atarazanas.

*Los edificios, de piedra, del Banco de España, Correos y Delegación de Hacienda sirven de barrera contra el fuego.


*Ribalaygua, comandante de ingenieros, ordena el uso de dinamita sobre el frente de la calle Sevilla y Tantín para que sirva de cortafuegos. Hay que salvar la Central de la Electra de Viesgo.


*Quince días después se extingue el incendio en el último edificio situado en la calle Cuesta. La Puebla Vieja, el Santander del siglo XVI (edificios muy viejos en los que abundaba la madera y otros materiales altamente combustibles), ha desaparecido.


*376 edificios han ardido (1783 viviendas), 40 calles han desaparecido y 500 comercios se han visto reducidos a escombros. Hay 10.000 personas sin hogar (de los 100.000 habitantes de Santander entonces).

*El poblado de Canda Landaburu (200 casas de una sola planta y huerto) se construyó para dar alojamiento a las familias que habían perdido sus hogares.

*Víctimas: 1, el bombero Julián Sánchez, del Cuerpo de Bomberos de Madrid, que falleció 4 días después del incendio a causa del desplome de parte de un edificio.

*El primer edificio que se reconstruye en la zona afectada por el fuego es el de La Polar. Le ponen una placa con el lema " Prima ex igne renata" ("primera renacida del fuego") en el nº 17 de la Avenida de Calvo Sotelo, antes calles de la Ribera y Atarazanas.


 Bibliografía:

- Historias de la calle Cádiz. Joaquín Leguina.
- Con el fantasma de un loco. Antonio Martínez Cerezo.
- Ahogada en llamas. Jesús Ruiz Mantilla.


- Especial del Diario Montañés (16.2.91) y 15.2.2016 (75 años)
- Mapa de J. Simón Cabarga en "Santander en la historia de sus calles".
- Mapa de J.L. Casado en "Santander, una villa marinera en el siglo XVI".

CURIOSIDADES

·     Se le llama “el incendio andaluz” porque empezó en la calle Cádiz y terminó en la calle Sevilla.



·       En la calle Sevilla solo se salvan el Monte de Piedad (CASYC), la central de la Electra de Viesgo y la Escuela de Ingeniería Técnica (hoy ocupa su lugar el Rectorado).

·         En 1944, Luis Marquina estrena la película “Santander, ciudad en llamas”.


SABER MÁS






https://www.youtube.com/watch?v=9Pw3vbwH2xs. Taller de la Memoria del incendio.