El arte de contar cuentos a los niños se publica por primera vez
en Buenos Aires en 1947, donde la autora estaba exiliada desde el final de la
Guerra Civil española.
Valor
literario y moral de los cuentos
Es el título de una
conferencia que Elena Fortún lee el 27
de agosto de 1946 en Buenos Aires. En ella cuenta cómo, en Madrid, en la
Residencia de Señoritas, “se daban clases de Biblioteconomía, organizadas por
la señorita Enriqueta Martín, de la Universidad de Boston”. “En ellas, fui yo *
la encargada de dirigir la clase de Narradoras de cuentos, para las alumnas de
segundo año [de Biblioteconomía]”- continúa. Comenzó en 1933 hasta que la
Guerra Civil acabó con todo en 1936. “No
he podido localizar a ninguna de las muchachas que comenzaron conmigo aquel
trabajo…”.
En el año 1935 explica que
ya se hablaba en la Escuela Normal de Maestros de Madrid de hacer obligatoria
la asignatura de “Narración de cuentos”. Para educar la atención y despertar la
imaginación.
Elena Fortún menciona al
neurólogo, pedagogo y psicólogo infantil suizo E. Claparède y se refiere a “la
hora del cuento”, una institución en Estados Unidos, que en las bibliotecas de
París se conoce como “la hora alegre” en
que una narradora inicia el “Érase una vez…”. También habla de Elizabeth Clark,
“la gran narradora estadounidense”, autora de “20 cuentos para contar” (1933) y
“Stories to tell and how to tell them” (Cuentos
para contar y cómo contarlos, 1927).
Entre sus recomendaciones:
primero, “interesarnos por el cuento que vamos a estudiar”. Segundo, “hacer un
esquema del cuento”. Tercero, “vivir el cuento”: “cada una de las escenas ha de
pasar por nuestros ojos”. Elena Fortún aconseja leer de cada cuento todas las
traducciones y versiones que se pueda, para recrear cada escena con riqueza de
detalles. Finalmente, una vez hecho nuestro el cuento, narrarlo con las
“palabras más sencillas y familiares”.
MATILDE
RAS. DIARIO(s)
El Diario de Matilde Ras está
dedicado a Elena Fortún, “creadora de un mundo de pequeños personajes, que ha
encantado por igual a chicos y a
mayores…”, en ese momento, 1941-1943, “allende los mares”, en Buenos Aires,
exiliada tras la Guerra Civil.
Comienza en Lisboa, un 22 de
junio de 1941. “Ya estoy, por fin, en Portugal, desde ayer…un antiguo deseo
realizado…”. Tiene 60 años.
“¿Qué es para mí Madrid,
desde hace años, sino un desierto?...está poblado de recuerdos y de tumbas. Las
personas adoradas, que fueron mi dicha o mi consuelo, unas han muerto, otras…
“si alientan, lejos viven, en triste dispersión”; otras, han dejado de
quererme… ¡Y mi linda y florida casa bombardeada!”… (Consigue salvar entre sus
libros las fábulas de La Fontaine
ilustradas por Doré, ahora en un guardamuebles. “Perdí no pocos autógrafos y
facsímiles en el bombardeo de mi casa”…).
Ahora, su primer
pensamiento, todas las mañanas, al despertarse, es: “¡la Guerra!”…”no leo ya
nunca de la prensa más que lo referente a la Guerra Mundial”- escribe en 1943.
“La pesadumbre de la Guerra está en mi espíritu”…”La guerra me ha matado”…-
escribe en otro momento.
Entre muchas notas, hay
incluso una propuesta de Diario “totalizador” que recoja el día de la mañana a
la noche: … “los planes, los pensamientos, las impresiones fugitivas, los
recuerdos, los temores o las esperanzas, los deseos, las impaciencias…”. En uno
de los apartados de ese día, 2 de abril de 1943, titulado Las Consultas Grafológicas, cuenta cómo empezó ella a interesarse y
a colaborar con las revistas de la época. “El estreno fue en la hermosa revista
Por esos Mundos”, dirigida por Benito
Perojo. Les propuso la sección y animó a
los redactores a que le enviaran una muestra de su letra para que ella la
analizara.
También habla de “aquella
primera casa en Madrid, en el barrio de Salamanca, cuando vinimos de
Zaragoza...”, del álbum de los retratos y del “precioso almohadón de Filipinas
que fue de mi padrastro”. De su maestro de dibujo, Dolandier, del jardín de
madreselvas en Zaragoza y sus melocotones aterciopelados…
“¿Hay siempre algo de
narcisismo en un Diario?” - se
pregunta. Y se contesta: “Puede ser; un diario es un espejo…pero, ¿no es también una
válvula?”. En otro momento, responde: “El hombre [el ser humano] es el ser
que necesita contar lo que le pasa…de hecho, o lo que le pasa por la cabeza”. Y
otra reflexión más: “…en lo que llamamos Diario no hacemos sino lanzar una
mínima fracción del día sobre el cuaderno…”.
PORTUGAL
“Hay en Portugal más dulzura
y más cortesía que entre nosotros…”. Tras dos años aquí, escribe en 1943: “He
adquirido la amistad de Ricardo Serra, he visitado Sintra, es decir, la ciudad
más hermosa del mundo, he visto el cuadro de Alberto Durero [el San Jerónimo
que le hace decir “he descubierto a Alberto Durero”. Hasta entonces tenía de él
la imagen de su autorretrato: “Ya le perdono el descote, las barbas, la
ondulación marcel y el gorrito de
opereta…”.] y no me ha faltado el azúcar. Doy por bien empleada mi venida a
Portugal”…
LISBOA
“Creo que las dos cosas que
llaman la atención, cuando uno va al extranjero, son el cielo (“Me ha gustado
siempre, desde niña, mirar el cielo”) y el pavimento…hecho en muchos sitios de
unos preciosos mosaicos, de piedrecitas blancas y negras…Hay algunas horas
matinales en que Lisboa aparece,… como una ciudad de cien, de mil suaves
tonalidades de acuarela”.
SAN
PEDRO DE ESTORIL
“Estoy instalada en un
hotelito que aquí llaman vivenda, con
pequeño jardín, ahora todo florido de rosas y de reinas margaritas, y en las
verjas, de trepadoras madreselvas. Pertenece a dos hermanas francesas que dan
lecciones y alquilan cuartos. El mío, como es el más barato de todos, es el
peor, abuhardillado…Para comer me arreglo divinamente…en una granja
próxima…compro judías verdes, patatas, huevos y fresones recién recogidos de
sus matas…”.
Su
habitación en Portugal
“Es amplio y con una ventana
que se abre sobre el mismo Edén”…
“Mis libros, mi mesa de
trabajo, la hoja del almanaque portugués…, el gran mapa de Europa clavado en la
pared…”.
El
día a día
“Por la mañana escribo mi
trabajo de colaboración (consultas grafológicas?) - que ya va siendo bien raro-
o para los editores…Estoy, escribe que
te escribe hasta la hora de comer…Y por la tarde, que llueva o haga sol…, con
un libro si lo tengo, y si no con mis pensamientos, me voy por la costa
desierta hasta llegar a una escueta cruz de piedra…Enfrente hay un gran
sanatorio”…
LECTURAS
Estas son diversas: “He
leído a Aldous Huxley, a Juan Fayard, a Lajos Zilahy, a Proust…”. “Leo la
sorprendente vida de Paganini…”. “Acabo de leer Intentions, de Oscar Wilde”… El viudo inglés de la sobrina de
Salvadora ¿?? pone a su disposición su biblioteca. Otros, se los prestan, o los
compra. “He leído Santa María del Buen
Aire y Tiempos iluminados, de
Enrique Larreta, este argentino tan español…”. “Leo al célebre poeta Pessoa”…”Leo,
con más placer aún que en otro tiempo, al viejo Homero…”. “Leo un tomo de
breves biografías referentes a contemporáneos ingleses, de Andrés Maurois, que
dice cosas muy sutiles y muy exactas de Aldous Huxley; pero no una cosa que yo
esperaba…”. “Compro una biografía de Camoens, escrita en francés por Virginia
de Castro e Almeida, que es, dicen, la mejor escritora portuguesa…Me parece
comparable a las mejores biografías contemporáneas”…”He intentado leerme de
cabo a rabo Persiles y Sigismunda,
Imposible…No resisto esa lectura…Renuncio a terminar el insoportable libro”…”Leo
unos ensayos de Lafora, en que anda buscando el quid de la seducción de don Juan…”. “(Acabo de leer unos Estudios
literarios [de André Maurois]). Es tan sensato, tan razonable, tan ponderado,
tan comprensivo, tan indulgente, tan certero, tan sutil, tan sensible, tan
claro, tan buen consejero, tan multiforme, tan delicioso, tan humano…, ¡tan francés! Después de haber leído las más
perfectas novelas de amor…leéis Climas,
y veis que se puede producir algo deliciosamente nuevo”. “Compro Lecturas
Españolas (Colección Austral) de Azorín. Me encanta de su tersa prosa la
diafanidad, la precisión, la riqueza de léxico sin rebuscamiento, su
comprensión, su piedad por los humildes, su visión serena sin ser fría, su
comedimiento, su potencia evocadora…”. “Armando me ha prestado una biografía de
Nijinsky”…
ESCRITURA
“He escrito un cuento
absurdo…se titula: “Emancipado de su mujer y de la lógica”. Y por subtítulo:
“Cuento sin pies ni cabeza”. En el diario hay un “gap” de unos meses, desde el 20 de diciembre de
1942 al 3 de marzo de 1943: “He estado mucho tiempo sin escribir nada en mi
Diario. He tenido tanto trabajo, tantas contrariedades…, esta terrible
tendencia al dolor de cabeza…, y me deprime de tal modo esta formidable
duración de la Guerra…”. El 5 de marzo escribe: “Lo reanudo con la
estilográfica…que empleo hace ocho años…, con la que tú, Elena Fortún, me
regalaste un día de Reyes…”.
Mi
viejo cuaderno (donde apuntar versos, pensamientos y reflexiones de escritores)
“…empecé a anotar desde
chica…mi letra de los dieciséis años…letra de niña que borda y sueña…copiar
versos de Mürger…, reflexiones de madame de Sevigné sobre el ajedrez…versos de
Zorrilla…de Lamartine…de Heredia…siempre los poetas…”.
CARTA
DE ELENA FORTÚN
El 11 de octubre (de 1941)
escribe en su diario: “Ayer me interrumpió- ¡felicísima interrupción!, una
carta de Elena Fortún…”.
En 1942 se queja de que se
pierden las cartas entre ellas: “Meses enteros sin noticias. ¡Qué
desolación!”…Se consuela pensando que cuando el Diario se convierta en libro le
enviará el primer ejemplar.
El 5 de mayo escribe: “He
soñado que llegaba al puerto un trasatlántico y de allí desembarcaba Elena
Fortún y mi viejo amigo Salvador, que murió hace seis años [en 1936]…”.
Un día después, vuelve a
nombrarla a propósito de unos Cuentos Infantiles que está leyendo, “ñoños y
faltos de imaginación…, de tan monumental estupidez…” para contraponerlos a la
“gracia” y “el inimitable estilo pueril tuyo”…
El 1 de junio recoge parte
de la carta de Elena con fecha 19 de abril. En ella, Fortún le dice: “Continúo
en mi oficina, que se lleva lo mejor del día y de mi vida, Trabajo y trabajo
sin descanso en papeles oficinescos [en el registro civil]…Sé hacer actas de
defunción, de nacimiento y de matrimonio. Ya sé hacer fichas de todas clases
para estadística, para la oficina de higiene y para el distrito militar…He
llorado mucho…”- le confiesa. Matilde se desespera: “¡Que una mujer del talento
extraordinario de Elena Fortún esté sometida ocho horas a una oficina!...”.
Cuenta que EF escribió un
cuento titulado Pitimono en honor de
su gato siamés que Matilde tenía en su casa de Madrid.
“Sería tan feliz si me
esperase en casa Elena Fortún con una taza de té bien caliente y aquellas
tostadas de mantequilla que ella preparaba con sus pulidas manos tan
primorosamente…”.
“Hoy me llega - ¡por fin!-
carta de Elena, del 31 de agosto” (cuando escribe en su diario es el 20 de
noviembre, casi tres meses después). “¡Encantadoras cartas!...”. Le dice que tiene una gatita
callejera que se encontró en la calle, de nombre Tita, de tres colores. Que
para que no se caiga del cuarto piso en que viven, en las ventanas han puesto
antepechos y los ha llenado de plantas. “Para mí es imposible, como sabes,
pasarme la vida sin plantas…He comprado una maceta de cineraria…Cuando llegue
el verano, compraré una maceta de claveles y sé que su perfume me llevará a mi
infancia…”.
“Lo único que echo verdaderamente de menos: lo de no
tener tiempo para leer y escribir…Y eso que ya me he acostumbrado a soñar
trabajando…haciendo actas suelo pasear por el Retiro y hasta por el parque
Monceau…”- le confiesa. Matilde apunta: “…y a buen seguro que no haya ni un
gazapo en las actas, porque no he visto en mi vida persona más concienzuda para
el trabajo, por ingrato que sea”.
AMISTADES
AQUÍ Y ALLÁ
“Elena, Suzanne
[Bresard???], Gloria [Laguna ¿??], Sebastián, amigos a quien no sé si volveré a
ver…”.
“Francisco Rodríguez
Marín…ha muerto el día 9 [de junio de 1943]…Cuando me despedí de él hace dos años,
me dije para mis adentros: ¿Nos volveremos a ver? Y el corazón me contestó que no…Vivir es ir
presenciando morir”…
“Carta de mis buenísimos
amigos La Torre, de Valencia…los dos años de guerra que pasé en Valencia bajo
su hospitalario techo…Más tarde, aún volví a pasar con ellos un verano en
Rocafort, un delicioso pueblo valenciano…”.
Josefina [Pardo]. Pintora.
“…Mi amiga Josefina encontró en un puesto de libros viejos la Graphologie del abate Michon, la compró
y me la dejó…”.
“Mi amiga Antoñita Garreta –
una de esas pocas personas por quienes a veces siento el deseo de volver a
España- me escribe desde Valencia…”.
Ricardo
Serra, mi nuevo amigo
Conoce primero su obra: “En
Monte Estoril…, me han dado un libro de cuentos, en portugués, que se titula Un, outro, etc. [1943], de Ricardo
Serra. No conozco a este autor. Parece que se trata de su primer libro…”-
escribe en su diario el 25 de marzo de
1943. Al día siguiente, su primera anotación es: “Estos Cuentos han sido para mí algo completamente inesperado…”.
El 2 de abril, uno de los
“pequeños capítulos” se titula: “Conozco personalmente a Ricardo Serra”: “Mi
nuevo amigo tiene la edad de este siglo [43 años]…Ha vivido en España, el mayor
tiempo en Sevilla. Ha recorrido medio mundo…”. Antes de conocerlo, había
comentado: “Creo que el autor es una especie de bohemio, que ha recorrido medio
mundo sin dinero, lo cual me interesa ya, por lo que supone de enriquecimiento
de experiencias…”. Ahora, tras dos horas de charla: “Ricardo es un apasionado
de Beethoven… Y un lector incansable…No es, como yo creía, un bohemio…; dirige
un Centro Agrícola en Lisboa…”.
Dos días después se instala
en Lisboa (y deja Parede) y el día 6 de abril se va a ver a Ricardo. Más tarde,
nos enteramos de que Ricardo ha pasado nueve años en Coímbra, “los años
estudiantiles”. Se ha comprado una casa
a 7 kilómetros de esa ciudad “en lo alto de un bosque y con vastísima y
verde extensión a sus pies”.
Matilde lo compara al
caballero del cuadro de Durero: “es el viajero lleno de curiosidades
intrépidas”.
Forma parte de un núcleo de
amigos, entre los que se encuentran Eugénio de Andrade, Célio, Nelmi, “la amiga
florentina” y Armando, “el amigo enfermo”: “Ricardo Serra está en Lisboa y me
ha invitado a cenar con Eugénio de Andrade y con Célio a un sitio muy chic”- escribe Matilde el 4 de junio.
El 14 de septiembre se
vuelve a España en el internacional
Express, despedida por unos cuantos amigos. “Quiero esperar que volveré…”.
Brevemente
Matilde Ras nace en
Tarragona en 1881, “en la costa mediterránea nací”.
Su hermano Aurelio, un año
menor nace en 1882. Filósofo, será padre de otra grafóloga, Silvia Ras.
Con 2 años Matilde se va a
Cuba donde muere su padre, arquitecto. Vuelven en 1886 y se instalan en
Tarragona, luego en Barcelona, y más tarde en Soria (1888), donde su madre se
vuelve a casar con un ingeniero de Caminos.
Cuando muere su padrastro, regresan
a Barcelona, tras unos meses en Zaragoza. Finalmente, se establecen en Madrid
de forma definitiva, donde Matilde termina el Bachillerato. “He vivido casi
siempre en Madrid”…
SABER
MÁS
Su
banda sonora en Portugal
Beethoven ("Ricardo [Serra] es un apasionado de B...no quiere más que Beethoven y más Beethoven...")