Siguiendo
la exposición de José Luis Sampedro sobre sus “Geografías literarias”, haremos
lo mismo con la obra en prosa de Gerardo Diego, “el escritor viajero”. Nacido
en 1896. Fallecido en 1987. Casi cien años de historia…
“La obra en prosa de Gerardo
Diego es la gran desconocida de toda su producción literaria”- dice Díez de
Revenga en la introducción al tomo IV de las Obras completas, en la edición de
1997.
Son artículos de prensa y
radio (“radiotextos”) principalmente, escritos a lo largo de más de sesenta años que
superan los 3.500 originales en el archivo familiar. Entre ellos, muchos
recuerdos autobiográficos. “Todo lo que
ha cabido en mi memoria lo he trasladado a mis papeles, impresos o
inéditos” -confiesa en el artículo
titulado “El valor de los recuerdos”, publicado en 1979.
“Soy
nada más un hombre que ha vivido”
“Mis recuerdos de lo que he
visto, escuchado y sentido constituyen para mí la única historia verdadera” -escribe Gerardo Diego.
“Recuerdos de juegos, de
fiestas, de tradiciones, de costumbres familiares, de personajes vinculados a
su infancia…” -sigue Díez de Revenga.
“Los
datos de mi vida están en mis libros”
A veces en tercera persona: … “un viejo nacido en el siglo XIX, que ha
recibido cariñosos cachetes de don Marcelino Menéndez Pelayo (“Más de una vez
le sigue por las calles a verle entrar en el Suizo y pedir La Época”)…, que ha contemplado y aplaudido infinitas veces a
Galdós durante los últimos años de residencia en Santander…”. “…Con un carácter tímido, meditativo, algo
rabioso, huraño… Con un deseo paradójico de precisión y de aventura: el reloj y
el tren son sus aficiones favoritas… Ese deseo paradójico se va concretando en
vocaciones más intelectuales: la geometría y la cosmografía…Y la música…Y por
fin, un día, la temible retórica…”.
“La vida es verso, prosa y aledaños”
E incluso en verso: “Todo lo que he escrito,
singularmente en verso, es memoria mía, es biografía incompleta… un poeta lírico
se pasa la vida hablando o cantando de sí mismo”. De hecho, muchas veces -al
final de un artículo-, coloca el poema alusivo a lo que ha tratado en prosa. “Mi
libro Mi Santander, mi
cuna y mi palabra, es un poco mi libro de memorias” -dirá.
“Niño astrónomo y marino”
O en primera persona: “…soñaba con ser balandrista, relojero,
geómetra creador, pianista, compositor musical, torero o filólogo” -escribe en
otras de sus columnas, en 1968. “Yo soy muy tímido y en los viajes suelo
quedarme mudo, contemplando el paisaje o soñando, alguna vez leyendo” -explica
en 1974. “A mí me hubiera gustado más que nada en este mundo ser músico de
entresueños”.
Juegos
de niños
La gallina ciega, a los
toros “en los prados libres”; el marro, las canicas, las cuatro esquinas, la
pelota o los bolos (“no se le dan mal el birle, la siega y el emboque”); todos,
con su calendario que no se podía transgredir o adelantar.
“La aparición mágica del
gran tiovivo en los jardines de Pereda, en el Santander de mis once años…; los
días de nordeste… íbamos mis hermanos mayores y yo, ellos con su cometa…Globos
libres, mi mayor ilusión de niño y aun de hombre”.
“Mi primera aventura de
niño… cinco años… a las 4 de la tarde… la escapatoria desde la tienda paterna [una
tienda de telas en los bajos del número 7 de la calle Atarazanas, desaparecida
en el incendio de 1941, hoy Calvo Sotelo] hasta una relojería próxima…”.
Lecturas
Cuando empieza el instituto,
además de libros de aventuras, ya había leído el Quijote, “y algún que otro
libro moderno, del Padre Coloma [Jeromín],
de Pereda o de Enrique Menéndez” -relata en 1971. “De poesía, poco menos que
nada…”.
Sobre
Santander
“Mi ciudad es la menos a
propósito para el pedaleo, porque, al revés de Holanda o de Castilla la Vieja,
todo en ella son cuestas, salvo los terrenos robados a la bahía” -cuenta en
1971 a propósito de su profesor de instituto en 1909, “don Narciso” (Alonso
Cortés), que iba a clase en bicicleta.
Deusto
y Bilbao
Allí va a estudiar Filosofía
y Letras en 1912 (los tres primeros cursos). Los primeros años, con patrona.
“Tenía que levantarme a las seis y media para estudiar las lecciones y salir
antes de las 8 de la alameda de Recalde, atravesar la vía de Portugalete y la
Campa de los Ingleses, muchos días con lluvia, y pasar la ría en el bote…; en
mi tercer curso me fui a vivir frente a la Alhóndiga…”.
El
escritor viajero
“He viajado lo que he podido
y todos mis viajes me enseñaron
mucho y dejaron huella en mi obra poética” -escribe en 1978.
En 1925, visita Andalucía.
Falla le hará de cicerone en Granada y le traza el plan de viaje en Cádiz.
“Fueron dos sus principales recomendaciones. La primera, subir al mediodía a la
Torre de Tavira. La segunda, visitar en casi segura soledad el Museo de Bellas
Artes, y en él los zurbaranes”.
En 1928 va a Buenos Aires
“en el Infanta Isabel de Borbón”, con escala en Tenerife. En 1929 es su “bautismo
de aire”: un vuelo Sevilla-Madrid. En 1934 visita Filipinas. En 1941, “la
bella, dulce y blanda tierra portuguesa”. Viaja a México en 1958. En 1964, va a
Perú, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Guatemala…
Relación
con otros literatos, artistas…
“Fue en diciembre de 1920
cuando yo visité por primera vez al poeta [Antonio Machado]… Al ya glorioso
músico [Manuel de Falla] le vi por vez primera, como espectador yo y él como
pianista, en un concierto dirigido por Turina en el teatro de la calle de Cedaceros… Solo
pude al fin conocer y hablar largo y tendido a don Manuel de Falla en su
“Antequeruela Alta”, en la semana de Pasión de 1925…”. Respecto a Federico
García Lorca, no recuerda si fue en el Ateneo o en la Residencia de Estudiantes
donde lo conoció, pero para 1920 “ya éramos amigos instantáneos” -dice.
El
gusto por el mundo del futuro
“Vivía yo en mi niñez
pendiente de la navegación aérea. Primero, de los globos… Luego…, biplanos o
monoplanos, cuyos pilotos inventores sabía de memoria…”.
“Las nuevas máquinas
eléctricas, computadoras y ordenadoras…”- escribe en 1983, tres años antes de
su muerte, que permite “casi editarse la obra antes de darla a la imprenta”.
Él, que había conocido desde
el tranvía de mulas hasta el trolebús, pasando por el tranvía de vapor y el
eléctrico…
En 1966, tres antes de que
Armstrong pisara el satélite, escribe: “Anoche he soñado que había viajado a la
Luna y que paseaba por ella”.
“Si uno no fuera tan viejo -escribe en 1977- se embarcaría con ilusión en algún viaje interplanetario…”.
SABER
MÁS
http://www.fundaciongerardodiego.com.
Fundación Gerardo Diego.
http://www.turismosoria.es/conoce-soria/soria-ciudad-de-los-poetas/gerardo-diego.
Gerardo Diego y Soria.
http://www.eldiario.es/norte/cantabria/cantabrosconhistoria/Gerardo-Diego-poeta-corazones_6_652744738.html. Dos corazones, uno
clásico, otro vanguardista.
https://elpais.com/cultura/2017/04/26/babelia/1493222487_122325.html. Su
poesía, reunida.
UNO
DE MIS FAVORITOS
“Río Duero”, una fusión entre paisaje y sentimiento…
Río
Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente
o cobarde
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo
Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre
los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién
pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
Río
Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los
enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.