En 1962, Rachel Carson con su libro Primavera silenciosa ya alertaba sobre
el peligro de la proliferación de productos químicos sin control. Llamaba al
DDT el “elixir de la muerte” y a los insecticidas, biocidas. “Por primera vez en la historia del mundo, todo ser
humano está ahora sujeto al contacto con peligrosos productos químicos, desde
su nacimiento hasta su muerte…Un insecticida corriente para uso doméstico está
compuesto de perclóricos…Otros preparados, asimismo con destino al hogar,
contienen dieldrín, aún más tóxico…El
alcance de la peligrosa interacción de los productos químicos es poco conocida
aún”.
En
2002, cuarenta años después de su advertencia, se firma un Convenio para la
erradicación de los 12 productos químicos más peligrosos, los llamados
contaminantes orgánicos persistentes (COPs). Lo firman 120 países, entre ellos
España. Los COPs son: dioxinas, furanos, DDT, PCBs, clordano, heptacloro,
aldrín, dieldrín, endrín, mirex, toxafeno y hexaclorobenceno. Hidrocarburos
clorados y pesticidas muchos de ellos. Algunos de sus efectos: daños en el
hígado, esterilidad, tumores o afectación del sistema nervioso.
En
Europa hoy existen más de cien mil sustancias cuya inocuidad en el organismo no
ha sido testada antes de lanzarse al mercado. En diciembre de 2006 se aprobó la
normativa europea REACH (registro, evaluación y autorización de sustancias químicas), -mucho más descafeinada de lo
previsto en un primer momento por las presiones de la industria química-, que
obliga a las industrias químicas a demostrar que las sustancias que están
comercializando son seguras para la salud pública.
El 1 de junio de 2008 la Agencia Europea de Sustancias y
Preparados Químicos (ECHA, en inglés, (http://echa.europa.eu) comienza a funcionar para
el prerregistro de sustancias ya existentes y registro de las nuevas. Su
cometido principal consiste en evaluar y controlar los riesgos de los productos
químicos, proporcionando apoyo científico y técnico para la aplicación del
reglamento REACH. A partir de esa fecha, cualquier empresa europea que fabrique
o importe una tonelada o más de cualquier sustancia química ha de registrarla
en la ECHA.
En 2009, se añaden otras 9 sustancias a la primitiva lista de 12
COPs. Son los polibromodifeniléteres (PBDE), el hexabromobifenilo, la
clordecona, el alfa-hexaclorociclohexano, el beta-hexaclorociclohexano, el
lindano, el pentaclorobenceno y el ácido sulfónico de perfluorooctano, sus
sales y el fluoruro sulfonil de perfluorooctano (PFOS). Los PBDEs son un grupo
de pirorretardantes utilizados en asientos y reposacabezas de automóviles, en
sofás y colchones. Los PFOS, repelentes de agua tierra y suciedad, se
encuentran -entre otros- en materias textiles, alfombras, tapicería y espumas
de extinción de incendios.
Cada
vez son más frecuentes en los medios las noticias que tienen como protagonistas
diversos productos químicos: titulares sobre el síndrome de sensibilidad
química múltiple (SSQM); pinturas tóxicas en juguetes, leche adulterada con
resinas en China, agricultores que trabajan con pesticidas en sillas de ruedas
en Reino Unido…Conocer las interacciones y aplicar siempre -en cualquier caso-
el principio de precaución debieran ser premisas irrenunciables. La salud del
mundo está en juego.
[Comunicación para el VIII Congreso de APIA, en
2008].
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