Matsuo Basho nació en 1644
en Ueno, en la provincia de Iga, en Japón. Es considerado el poeta más famoso
del periodo Edo y uno de los 4 grandes maestros del haiku, junto a Yosa Buson,
Kobayashi Issa y Masaoka Shiki.
En 1662, con 18 años,
publicó su primer poema y, a partir de 1680, ya se dedica al oficio de poeta a
tiempo completo. Incluso tiene discípulos…
Ese invierno, a sus 36 años,
se decide a llevar una vida más solitaria. Sus discípulos le construyen una
cabaña y le plantan un banano (basho), que pasará a ser su sobrenombre.
Cuatro años más tarde, a los
40, en 1684, realiza el primero de sus 4 grandes viajes. “No sigo el camino de
los antiguos: busco lo que ellos buscaron”.
1684. Primer diario: Recuerdos de viaje de un
demacrado saco de huesos
Este comienza: “Siguiendo el
ejemplo de un antiguo sabio chino, que había recorrido miles de leguas sin
preocuparse de la comida hasta alcanzar el estado de suprema vacuidad, un día
abandoné mi humilde choza junto al río Sumida y me puse a caminar. Fue durante
la octava luna de otoño del año 1684 y soplaba un viento helador…”. Lo
concentra en el haiku: “Saco de huesos./Toca mi corazón/ el viento frío”.
Aquí
y Ahora. “El haiku es sencillamente lo que sucede en un lugar y en un momento
dado”.
Su hogar estaba en ese
momento en la llanura Musashino; en el trayecto, duerme en cama de hierba
muchas veces; lleva sandalias, bastón y sombrero. El sonido de las hachas de
los leñadores y de las campanas de los templos cercanos le conmueven
profundamente. Llega a casa en su aldea natal a tiempo para celebrar el Año
Nuevo.
1687.
Diario de Kashima
“Durante mucho tiempo había
deseado, influenciado por este poeta [Teishitsu], ver la luna llena alzándose por entre las montañas que rodean el
santuario de Kashima [dedicado a una
deidad patrona de las artes marciales]…”. Ese es el desencadenante del viaje. Va
acompañado de “un samurai sin señor y un
monje peregrino”, los tres con sombreros de ciprés que les han regalado.
1689.
De camino a Oku
“…Un día, de pronto, se
despertó en mí este deseo irresistible de dejarme llevar por el viento como
este hace con las nubes…tuve la necesidad de echarme otra vez al camino…Parecía
haber sido poseído por el espíritu del viaje…El día veintisiete del mes de
marzo, a primeras horas de la mañana, me puse en marcha…”.
Antes, remienda sus “raídos”
pantalones, repara su sombrero de bambú y se echa artemisia moxa en las piernas,
“para fortalecerlas”. También presta a una familia su choza de hierbas. Su
obsesión es contemplar la luna llena sobre Matsushima y los paisajes de
Kisakata. Por delante, tres mil millas y el paso fronterizo de Shirakawa, “la
puerta de entrada a las regiones del norte” en esa peregrinación al norte
lejano…
Basho tiene una enfermedad
crónica y un precario estado de salud a sus 45 años. Sin embargo, ni para ni
vuelve atrás: ser un peregrino y contemplar los lugares que han cantado otros
antes que él le hacen sentirse vivo.
Soryu, a quien Basho pide
que pase a limpio De camino a Oku,
dice en el epílogo: “En este cuadernito de viaje se ha recogido todo lo que hay
bajo el cielo. No solo lo manido y seco, sino también lo nuevo y colorido. No
solo lo que es imponente y perdurable, sino también lo que es frágil y
efímero…”.
1691.
Diario de Saga
“En el día 18 del cuarto mes
del cuarto año de Genroku, viajé hasta Saga, a la Casa de los Caquis Caídos de
Kyorai” -comienza este nuevo diario.
En la casa, han dispuesto
para él “una mesa baja, un tintero, una caja con útiles de escritura y una
serie de libros: los poemas de Bo Juyi [uno de los grandes poetas chinos de la
dinastía Tang junto a Li Po], los Poemas chinos de autores japoneses, la
Historia de una Sucesión, la Historia de Genji, el Diario de Tosa y la
Antología de la Hoja de Pino”…
“Aprovecho para tomar notas
para el texto que quiero escribir…Me entretengo escribiendo lo primero que pasa
por mi cabeza…Nada me seduce tanto como la soledad” – son algunas de sus
entradas.
1704,
póstumo. Diario de mi mochila
“…Fue a principios de
octubre…que decidí emprender un viaje…”. Amigos, familiares y estudiantes le
donan dinero “para comprar sandalias de paja”, y prendas de vestir:
“impermeable de papel encerado, sombrero, manto de algodón y otras…”.
“Desde tiempos inmemoriales el arte de llevar un diario de viaje ha
sido una actividad muy popular”. Pone ejemplos como el diario del señor Ki
[Ki-no-Tsurayuki, El diario de Tosa],
de Chomei [Kamo-no-Chomei, Notas desde mi
cabaña de monje] o de la monja Abutsu [Abutsu-Ni, "Diario
de la luna de la decimosexta noche"].
“Los
lectores de mi diario encontrarán entre estas páginas una variopinta selección
de lo que me ha ido conmoviendo a
medida que avanzaba por el camino…Lo que he intentado ha sido proponerles
interesantes temas de conversación y serles útil en caso de que alguno de ellos
se animara a hacer este mismo trayecto”.
El equipaje del viajero
“Como
me gusta viajar ligero, me desprendí de un montón de cosas accesorias…”. Pero
hay otras necesarias que debe portar: “impermeable, abrigo, tinta, pincel,
papel de escribir, algunas medicinas, la cesta de la comida”. También lleva un
sombrero de ciprés que le protege de las inclemencias del tiempo.
A
pesar del cansancio y de los pies desollados, “disfruté mucho con las
inigualables bellezas naturales [cascadas, cerezos en flor] con las que me
topaba en las montañas y en las costas, visitando las ermitas en las que se
recluyeron durante algún tiempo ciertos sabios del pasado y, muy especialmente,
reuniéndome con personas que lo habían abandonado todo para cultivar alguna
disciplina artística”.
Sus
únicas preocupaciones: encontrar un lugar apropiado para pasar la noche e
“intentar calzar sandalias de paja que fueran de mi talla”. Sin un itinerario
fijo, se deja llevar por el camino.
Al
llegar a su lugar natal, Ueno, la contemplación del lugar al amanecer, “campos rojizos de trigo y chozas de
pescadores rodeadas de amapolas blancas”, le hace componer un haiku: “Pescan al
alba./Entre amapolas blancas,/ rostros morenos”.
Basho muere en 1694, a los
50 años.
En otoño de 1693, había
escrito: “Son pocos los que alcanzan los setenta años. El periodo de máximo
florecimiento corporal y mental es raro que sobrepase los veinte años. Nuestros
primeros cuarenta años, edad a partir de la cual comienza la vejez, transcurren
tan rápidos como el sueño de una única noche. A los cincuenta y los sesenta
cada vez enfermamos más y presentamos un aspecto lamentable. Nos cansamos
pronto, como consecuencia de lo cual nos dormimos al atardecer y nos levantamos
en medio de la noche, errando de hora en hora sin saber muy bien qué hacer”. Esto
lo decía ¡hace 324 años…!
Basho escribió unos dos mil
haikus, tantos como discípulos tuvo. En el haiku es obligatoria una palabra
(llamada kigo) que indique a qué
época del año se refiere. “Al releerlo [su haiku recién terminado, escrito de
manera espontánea], me di cuenta de que le faltaba la palabra estacional”- escribe en el Diario de mi mochila.
SABER
MÁS
Thoreau,
el equipaje del viajero en el siglo XIX en Estados Unidos
Su amigo Emerson lo describe
así en su semblanza: “Llevaba bajo el brazo un libro viejo de música para
recoger dentro de él las plantas; en el bolsillo llevaba el diario y el
lapicero, un catalejo, un microscopio, la navaja y bramante. Usaba sombrero de paja,
botas fuertes, pantalones grises y de mucha resistencia para que no los
desgarrasen los arbustos, o para subir, si preciso fuera, aun árbol en busca de
un nido de halcón o de ardilla…”.
Y el de una peregrina del siglo XXI...
"Llevo un saco ligero, un “quita y pon” de ropa, más otro juego, por si no se seca; los bastones; en vez de toalla, más gruesa y pesada, un fular multiusos. Y más cosas esenciales...".
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2013/09/mi-camino-de-santiago-2013-de-comillas.html. MI
CAMINO DE SANTIAGO EN 2013.
http://ficcionesdeloreal.blogspot.com.es/2014/09/mi-camino-de-santiago-2014-de-colunga.html. MI
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