José (Pepe)
Hierro nació en Madrid el 3 de abril de 1922 (en la calle Andrés Borrego, 16).
Un Tauro. A los dos años, la familia se traslada a Santander por cambio de
destino del padre, empleado de telégrafos. (Dice Carlos Galán, director del
Ateneo de Santander: “Su primer alojamiento fue en El Sardinero, cerca de la Fuente de Cacho, y no lejos
de la que andando el tiempo, sería su casa de verano, en la Colonia de los Pinares, en
unas casas baratas de protección oficial, en un quinto piso sin
ascensor...Luego, vivió en la
Cuesta de la
Atalaya y, definitivamente, en la calle Vargas, número 9...”).
Su madre
había nacido en Santander. De allí será su mujer, María de los Ángeles, y allí
nacerá alguno de sus hijos. Por eso dirá: “Me he considerado siempre de allí...Viví
en Cantabria hasta los 17 años de forma continuada, y después de un tiempo
fuera, retorné”.
En Santander
realiza los estudios primarios en el colegio de los Salesianos. (En 1936, con
catorce años, recibió en El Ateneo Popular de Santander un premio destinado a menores de dieciocho años.
Entre sus lecturas, Peter Pan y El alcázar de las perlas, de Francisco
Villaespesa). Terminada la educación primaria, opta por la Escuela de Peritos
Industriales para estudiar perito electro-mecánico. Pero al estallar la guerra
civil, ha de interrumpir los estudios (“Cuando empieza la guerra española tengo
14 años...”). En 1937 detienen a su padre, “republicano de Azaña”, y, como
cabeza de familia, él ha de ponerse a trabajar. Su primer empleo será el de
peón cilindrador en una fábrica de botas de goma.
Durante los
años de la guerra, por su casa de la calle Vargas, número 9 (4º piso) pasan muchos amigos para saciar su
apetito con los platos de alubias que les ponía doña Esperanza, la madre de
Pepe.
En esta
época, dos hechos van a marcar su vida de manera fundamental: la amistad con el
poeta Jose Luis Hidalgo (1919-1947) y el descubrimiento del libro Poesía Española. Antología (1915-1931),
publicado por Gerardo Diego en 1932.
“Nuestras
primeras lecturas podían reducirse a estos poetas: Lorca, Alberti, Gerardo
Diego, Jorge Guillén, Pedro Salinas y acaso Villalón, Aleixandre y Cernuda”.
Tras el fin
de la guerra en 1939, es detenido el 13 de septiembre, acusado de pertenecer a
una organización clandestina de ayuda a los presos, además de ser miembro de la
“Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios”. Su primer poema “Una bala le
ha matado”, había aparecido publicado en 1937 en el número 26 de la revista
CNT, de Gijón. Con el nombre José H. Real también había publicado en el
Romancero General de la guerra de España. “Es corriente decir que los primeros
versos que se escriben son versos de amor, dedicados a alguna muchacha, rubia o
morena, de quien estamos enamorados o de quien creemos estar enamorados. Pero
en nuestro caso nunca fue así. Hicimos sonetos a una naranja, a un rombo,
versos libres a una langosta... Con ello ahogábamos nuestro corazón, el dolor
provocado por una guerra brutal que conmovía nuestras almas
adolescentes...Durante la cárcel, mi filosofía consistía en pensar que todo
momento, bueno o malo, es irrepetible, y por lo tanto, aquello que estaba yo
viviendo, un día lo añoraría por duro que fuera. En todo caso, yo sabía que
aquello era irrepetible”.
En enero de
1944, sale en libertad definitiva. Su padre, detenido en 1937 y excarcelado por
enfermedad en 1941, muere dos meses más tarde.
Entonces, el
poeta José Luis Hidalgo, que está en Valencia, le llama. Para poder subsistir
allí, tendrá que realizar numerosos trabajos: palero, moldeador, listero,
transportista de leña a domicilio, comisionista para venta a plazos de libros,
negro de escritor...Pero es ahí donde encuentra su “tono personal” poético que
se manifestará en su primera obra Tierra
sin nosotros, en 1947.
En 1946
regresa a Santander. Piti Cantalapiedra le consigue un trabajo como listero en
la empresa Monobra, que entonces realiza los trabajos de construcción de la
fábrica SNIACE en Torrelavega. Luego, hasta 1951 trabaja en Maliaño en el
taller de fundición Benito Martínez.
En 1952 se
traslada definitivamente a Madrid y empieza a trabajar en Editora Nacional.
También lo hará en Radio Nacional hasta su jubilación, en 1987.
En 1998 le conceden el Premio Cervantes “por ser un
poeta excepcional cuya carrera ha sido tenaz, exigente y honrada”.
SU RETRATO: Generoso, modesto, íntegro
En 1949,
Hierro se presenta a JRJ con estas palabras: “Tengo 27 años. Trabajo en una
fundición de hierro. Estuve preso cuatro años y medio (de los 17 a los 21). Antes de ésta,
he tenido, en los últimos seis años, toda clase de ocupaciones absurdas; aún en
los peores momentos he encontrado un rinconcito libre en que albergar a la
poesía. Por desgracia, no puede ésta llenar totalmente mis horas...”.
JRJ le
escribe ese año: “Desde que leí su primer poema, le he seguido con verdadero
deseo...Considero a usted uno de los pocos mejores entre los poetas españoles
actuales, poeta de libre emoción directa, sin virtuosismo ¡por fortuna!”.
El 16 de
julio de 1947 Gerardo Diego había publicado en ABC un artículo en el que participa a los lectores que ha
descubierto a un joven poeta llamado José Hierro. Es a través de una crónica
radiada de Gerardo Diego como JRJ conocerá su segundo poema.
... "Su cabeza con algo de titán, como
tallada en roca, a golpe de trueno expresionista; su conversación torrencial de
una lucidez alucinada y encantatoria; sus
manos, que en sus recitales trazan con la exactitud de pájaros fatales el
dibujo del poema” (Lorenzo Oliván, poeta. Castro Urdiales, 1968).
... "Aquella voz tenía la consistencia de la
piedra, el latido del trueno, el púdico temblor de la palabra en un poema...Su
voz poderosa que aniquilaba toda resistencia, su voz de metal noble que
engrandecía cada palabra que entregaba. Y sus manos. Sus manos que trazaban los
poemas en el aire...Tus manos minerales nacidas para el arte” (Ana Belén
Rodríguez de la Robla, escritora).
“La voz poética más pura de la España actual”
Así lo
describió en 1993 Eulalio Ferrer en un discurso leído en el Centro Asturiano de
México. “Compañero y hermano de generación”- le llamaba Eulalio, que nace en
Santander un 26 de febrero de 1921. A él le dedica Hierro el poema Don Quijote trasterrado: “A Eulalio
Ferrer, viejo amigo, quijotesco y trasterrado”.
SUS LIBROS, por él mismo
“La Quinta
del 42 era, para mí, la de los que llevaban sobre sus hombros la
pesadumbre de la guerra española... No sufrieron daños en su cuerpo, sino en su
alma”.
Cuaderno de Nueva York (1998). En 1993, cuenta: “He comenzado unos poemas
sobre Nueva York...Será una especie de “Cuaderno de Nueva York”, aunque no del
tono de Lorca. En un poema mezclo a Bach y a Gloria Fuertes en Washington
Bridge” (“Pasea con el luto de viuda de sí misma / payasa, miliciana / entre
los arces plateados de New Jersey / (o tal vez sean pinos, encinas, jaras y
retamas) / de Chozas de la
Sierra.. .Yo ya no sé”).
SU FORMA DE
ESCRIBIR
“(En Madrid) Nos recibía (a los periodistas) en un
pequeño bar de barrio junto a su casa de la calle Fuenterrabía (nº 4), apurando
copas de chinchón y fumando un cigarrillo detrás de otro” (Tulio Demicheli).
“Cuaderno en Nueva York, como todos, lo compuso en la
cafetería La Moderna entre musiquillas de tragaperras y la
fragancia oleosa de los bocadillos de calamares porque, si se quedaba en casa,
“mi mujer me saca del trance contando no sé qué sobre el precio de las
lechugas” (Alvaro Latorre).
“En Santander, recibía en el bar Corona
o en su piso de la calle Cádiz” (Francisco Valcarce).
“Yo siempre escribo en un bar...Lo que me importa es
estar aislado, que nadie dependa de mí”.
Sus
palabras
“Me siento como una especie de transexual de la
música, la poesía y la pintura, pero no sé en cual quedarme”. (Su cuadro más
antiguo conocido es un gouache fechado en 1938. Cuando va a Valencia en 1944,
lleva un acordeón como equipaje).
“Mi anhelo ha
sido siempre buscar la palabra justa que diga, exprese y sugiera”.
“Soy un poeta lento. Mi proceso de creación es fatigoso”.
“El poema tiene que ser seducción...La poesía
informa y persuade”.
“A
un poema no se le puede quitar misterio ni añadir oscuridad”.
“La
poesía se escribe ella sola cuando quiere”.
“Siempre he escrito lo que he querido. De lo que me dolía a mí o me pasaba a mí”.
“He querido
cantar, día a día, lo que hay en mí...Pretendo hacer una poesía que no sea
arte, sino vida”.
“Por mi
parte, y para mi uso personal, persigo, entre otras cosas, estas intenciones:
que los versos sean como una semilla que cae al corazón y de la que florece un
cantar; que para gustarlos no sea preciso un previo equipaje de conocimientos
culturales y técnicos”.
“En general,
mi poesía es seca y desnuda, pobre de imágenes. La palabra cotidiana, cargada
de sentido, es la que prefiero. Para mí el poema ha de ser tan liso y claro como un espejo ante el que se sitúa el lector”.
“Prescindo
del adjetivo siempre que puedo. Empleo las
palabras de cada día, las verdaderamente originales porque arrastran
resonancias desde sus orígenes”.
“(Mi poesía
pretende) poner en pie hechos,
ideas, sentimientos, hombres de hoy”.
“(Esto es
lo que el poema ha de pretender):Hallar
para cada sentimiento la palabra justa -conceptual y musicalmente- conseguir
que lo que queríamos decir quede acuñado en forma imperecedera, sin que nada se
le pueda quitar o añadir para perfeccionarlo”.
“El hombre es
fuego y es lluvia. / Lo hace el odio y el perdón”.
“La mejor
crítica de arte la han escrito los poetas...dicen”.
Inacabado
dejó el discurso de ingreso en la
RAE. Iba a versar sobre Juan Ramón Jiménez, que él
consideraba injustamente olvidado. En 1972 se presenta en el Teatro María
Guerrero de Madrid una versión dramática de Platero
y yo, escrita por Hierro, con canciones de su propia cosecha y cuyo
monólogo convierte en diálogo, que recibe palabras elogiosas de Lázaro Carreter
en La Gaceta Ilustrada.
PARA SABER MÁS
Últimos documentos
En 2012,
Nórdica Libros publica Hierro ilustrado.
Antología gráfica y poética de José Hierro (1947-2002).
La Fundación
Gerardo Diego publica el pliego nº 4 de su colección con el epígrafe Mi Santander nº 4: José Hierro. Una
edición homenaje con poemas y dibujos del autor.
Impresión de
sus Cuentos reunidos en octubre, con
su favorito, Quince días de vacaciones.
El Instituto
Cervantes de Belgrado edita una antología bilingüe del escritor.
Antrophos
publica una edición homenaje a José Hierro, en la que participan varios
autores, con el título En homenaje a la
amapola.
Emisión de un
sello de correos con un autorretrato de José Hierro.
Libro de
fotografías Profesor José Hierro, con
fotos realizadas en la UIMP entre 1999 y 2002.
Libro
catálogo de la exposición montada en el
Palacete del Embarcadero de Santander, Memoria
de un homenaje.
Lo que queda hoy con su nombre
Los premios
literarios de poesía y relato breve José Hierro, patrocinados por el
ayuntamiento de Santander, celebran en 2012 su 31 edición, una cantera de
jóvenes escritores.
En Getafe, Madrid,
en 2003, se crea la Fundación Centro de Poesía José Hierro (www.cpoesiajosehierro.org).
Entre sus objetivos, además de “promover, fomentar y difundir la figura, vida y
obra de José Hierro”, los de “promover el estudio, la investigación y difusión
de la poesía, especialmente la poesía española del siglo XX; fomentar la
creación poética y literaria, y promover la relación de la poesía con otras
artes o disciplinas”, como la música, el cine, el teatro o las nuevas
tecnologías.
Llevan su
nombre varios institutos, entre ellos El IES José Hierro de San Vicente de la
Barquera, en Cantabria. Y el IES José Hierro en Getafe, Madrid.
Palabra de
Hierro
Este fue el
título de la obra estrenada hace doce años por la compañía cántabra de teatro La Machina. Nominada entonces a los
premios Max de teatro, la compañía la recupera de nuevo para conmemorar los
diez años de la muerte del poeta.
ALGUNOS POEMAS
DESPEDIDA DEL MAR
(...) Por más
que intente al despedirme
Llevar tu
imagen, mar, conmigo;
Por más que
quiera traspasarte,
Fijarte,
exacto, en mis sentidos;
Por más que
busque tus cadenas
Para negarme
a mi destino,
Yo sé que
pronto estará rota
Tu malla gris
de tenues hilos.
Nunca jamás
volveré a verte
Con estos
ojos que hoy te miro.
(De Tierra
sin nosotros (1947)
JUNTO AL MAR
Si me muero,
que me pongan desnudo,
Desnudo junto
al mar.
Serán las
aguas grises mi escudo
Y no habrá
que luchar.
Si me muero
que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede,
quien amaba las olas,
Desear otro
fin.
Oiré la
melodía del viento,
La misteriosa
voz.
Será por fin
vencido el momento
Que siega
como hoz.
Que siega
pesadumbres. Y cuando
La noche
empiece a arder,
Soñando,
sollozando, cantando,
Yo volveré a
nacer.
(Se hacen
proyectos..., se imagina..., se sueña...
La realidad
es diferente). Pocas cosas
Os enseñé: a
adorar el mar;
A sentir la
alegría de ver vivir a un animal minúsculo;
A interpretar
las palabras del viento;
A conocer los
árboles, no por sus frutos:
Por sus hojas
y por su rumor;
A respetar a
los que dejan
Su soledad en
unos versos, unos colores, unas notas
O tantas
otras formas de locura admirable;
A los que se
equivocan con el alma.
Os enseñé
también a odiar
A la
crueldad, a la avaricia,
A lo que es
falso y feo, a las flores de plástico...
Yo ya no
lloro,
Excepto por
aquello que algún día
Me hizo
llorar:
Los aviones
que proclamaban
Que todo
había terminado;
La estación
amarilla diluida en la noche
En la que
coincidían, tan sólo unos instantes,
El tren que
partía hacia el norte
Y el que
partía hacia el oeste
Y jamás
volverían a encontrarse;
Y la voz de
Juan Rulfo: “diles que no me maten”;
Y la
malagueña canaria;
Y la niña
mendiga de Lisboa
Que me pidió
un “besiño”.
Yo ya no
lloro.
Ni siquiera
cuando recuerdo
Lo que aún me
queda por llorar.
(De Cuaderno
de Nueva York (1998)
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