jueves, 27 de diciembre de 2012

PAVEL, DESPUÉS DE PRAGA

Cuando estuve en Praga, pregunté por libros de Ota Pavel (en inglés) en las principales librerías. Solo había uno, de Penguin Modern Classics, y lo compré, pese a que tenía el mismo título que mi ejemplar en castellano. Pero, al contrastarlo, relato a relato, pude ver que, en la versión inglesa,  faltaban algunos y había otros nuevos. ¡Qué felicidad! Yo, que buscaba en castellano el segundo título con relatos autobiográficos, La muerte de los ciervos hermosos, y el relato estaba en la versión inglesa junto a otros, también desconocidos para mí, como El pez más caro de Centro Europa; Al servicio de Suecia; Carpas para la Wehrmacht; Pescado seco; Conejos de ojos sabios y Big Water Tramp (La vagabunda de los océanos?(La anguila).


En ellos nos vamos enterando de más detalles sobre la infancia, los personajes y los lugares que poblaron la vida de Ota Pavel (Ver: http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2012/05/ota-pavel-lo-mas-hermoso-de-mi-vida-el.html. CÓMO LLEGUÉ A CONOCER A LOS PECES, de Ota Pavel).

The death of beautiful deer (una traducción personal)

“A los tres hermanos nos encantaba el entorno alrededor del Castillo de Krivoklat…Papá había descubierto esa región siguiendo su olfato… en los años 30. Allí pasamos nuestras primeras vacaciones… en una mágica casita de campo (cottage). Tenía un horno para hacer pan; un sótano lleno de leche, mantequilla y manteca; un granero con una vaca y una montaña de patatas; incluía un bosque lleno de setas y nubes de pescado en las claras aguas, que podíamos ver desde la ventana. Era el paraíso”.
Pero ese paraíso iba a transformarse en el infierno para los judíos de Bohemia con Hitler. “En el tercer año de la guerra, mis hermanos Hugo y Jirka fueron  convocados a un campo de concentración. “Los chicos necesitan comer antes de irse. Deben comer carne otra vez” -dijo papá. Traeré algo de pescado o de carne”. Papá tenía prohibido andar en bicicleta excepto para ir al trabajo; tampoco podía abandonar su lugar de residencia sin permiso. Y menos aún, pescar”.

La caza furtiva estaba castigada con la muerte. Sin embargo, Leo Popper se arriesgó por sus hijos y consiguió cazar un ciervo. “Mamá lo marinó en un barril y preparó salchichas y filetes, sus especialidades, para mis hermanos. Se cebaron para soportar los años en los campos de Terezin, Auschwitz y Mauthausen; las marchas agotadoras con tiempo helado transportando piedras, y otras delicias imaginadas para ellos por los alemanes. Hugo regresó más o menos bien, pero Jirka, que había estado en Mauthausen, pesaba solo 40 kilos y durante seis meses murió de muchas formas antes de empezar a vivir de nuevo. Nunca habló mucho sobre lo que le ocurrió. Solo una vez, dijo: “Ese ciervo me salvó la vida. Quizá esos últimos pedazos de carne sustanciosa fueron suficientes para hacerme durar hasta el final”.
Pavel sigue narrando, sin enjuiciar, solo describiendo. Quizá sea esta aparente frialdad, este distanciamiento,  lo que nos haga más impresión.

En El pez más caro de Centro Europa narra una experiencia divertida: cómo su padre, vendedor de aspiradoras y frigoríficos, paga con la misma moneda al “vivo” que le vendió un estanque sin carpas. Por el mismo precio, él le venderá un frigorífico que es solo fachada. “Ambos parecen estupendos, pero no tienen nada dentro”-concluye el padre, zanjando la conversación telefónica.
Al servicio de Suecia cuenta como su padre, gracias a la venta de aspiradoras Elektrolux, “fabricadas en Suecia”, conoce al retratista pragués Vratislav Nechleba y  maniobra para pedirle un retrato de la mujer de su director general, que le tiene obnubilado. Le lleva a pescar y este pasa un día estupendo junto al río Berounka, pero ni por esas pintará “esas anchuras”. Solo su récord de ventas de aspiradoras le librará de ser despedido.

Carpas para la Wehrmacht comienza: “Al principio de la ocupación confiscaron el estanque de papá en Bustehrad. ¿Cómo puede un judío criar carpas?-preguntó el alcalde…Cuando llegaron los alemanes, confiscaron las carpas”.
La familia se traslada de Praga a Bustehrad para estar cerca del estanque de su padre. “Día y noche, papá se acercaba al estanque”. Guardaba un poco de pan para echárselo a las carpas. Pero un día, antes de Navidad, el padre es llamado al campo de concentración. No quiere dejar las carpas a los alemanes, así que, una noche roba su propio pescado y lo lleva, vivo, a casa. Ese invierno cambiarán las carpas por comida a comerciantes y granjeros de la zona. “Fue mi Navidad más abundante”- certifica el escritor.
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Mientras estuve en Praga, un día cogí el metro para acercarme al nuevo cementerio judío. Sabía que en él estaban enterrados Kafka y Pavel. Era domingo, pero apenas me crucé con dos o tres personas paseando por las avenidas principales. A la entrada había un pequeño puesto de flores y compré dos, rojas: una gran margarita para Kafka (en realidad, una gerbera) y una rosa para Pavel. Justo al entrar, un cartel señalaba, a 250 metros, la tumba de Kafka. Me costó más encontrar la de Pavel. Había que dar la vuelta al letrero. Le habían dejado castañas y pequeños muñecos: un pez  (qué lástima, no se me ocurrió…), así como notas en papeles desteñidos. Yo también le dejé una: “Gracias por tus libros”.
Otro día, subí al tren en la estación Smíchov con destino Karlstein. Quería ver con mis ojos el río Berounka, protagonista de tantos relatos. No me interesaban el castillo ni el pueblo: solo el río. Anduve a lo largo de la carretera, ida y vuelta, intentando imaginar uno de sus días de pesca desde un pequeño bote o metido en el río con botas altas de goma, en puro disfrute…


+ En 1986, el director checo Karel Kachyna dirigió la película Sueños prohibidos protagonizada por Leo Popper, un representante de ventas de Electrolux que tiene que sacar adelante a su familia. http://mubi.com/films/forbidden-dreams .
+ Tras volver de Praga, me enteré de que Max Brod esperaba cada día a Kafka, a las dos en punto, en la torre de la Pólvora.

+ En octubre de 2015, Sajalín Editores saca la primera edición de Carpas para la Wehrmacht, nuevos relatos de Ota Pavel, en castellano. Toda una alegría para mí.




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