En ellos nos vamos enterando de más detalles sobre la infancia, los personajes y los lugares que poblaron la vida de Ota Pavel (Ver: http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2012/05/ota-pavel-lo-mas-hermoso-de-mi-vida-el.html. CÓMO LLEGUÉ A CONOCER A LOS PECES, de Ota Pavel).
The death of beautiful deer (una traducción personal)
“A
los tres hermanos nos encantaba el entorno alrededor del Castillo de
Krivoklat…Papá había descubierto esa región siguiendo su olfato… en los años
30. Allí pasamos nuestras primeras vacaciones… en una mágica casita de campo
(cottage). Tenía un horno para hacer pan; un sótano lleno de leche, mantequilla
y manteca; un granero con una vaca y una montaña
de patatas; incluía un bosque lleno de setas y nubes de pescado en las claras
aguas, que podíamos ver desde la ventana. Era el paraíso”.
Pero
ese paraíso iba a transformarse en el infierno para los judíos de Bohemia con
Hitler. “En el tercer año de la guerra, mis hermanos Hugo y Jirka fueron convocados a un campo de concentración. “Los
chicos necesitan comer antes de irse. Deben comer carne otra vez” -dijo papá.
Traeré algo de pescado o de carne”. Papá tenía prohibido andar en bicicleta
excepto para ir al trabajo; tampoco podía abandonar su lugar de residencia sin permiso.
Y menos aún, pescar”.
La
caza furtiva estaba castigada con la muerte. Sin embargo, Leo Popper se
arriesgó por sus hijos y consiguió cazar un ciervo. “Mamá lo marinó en un
barril y preparó salchichas y filetes, sus especialidades, para mis hermanos.
Se cebaron para soportar los años en los campos de Terezin, Auschwitz y
Mauthausen; las marchas agotadoras con tiempo helado transportando piedras, y
otras delicias imaginadas para ellos
por los alemanes. Hugo regresó más o menos bien, pero Jirka, que había estado
en Mauthausen, pesaba solo 40 kilos y durante seis meses murió de muchas formas
antes de empezar a vivir de nuevo. Nunca habló mucho sobre lo que le ocurrió.
Solo una vez, dijo: “Ese ciervo me salvó la vida. Quizá esos últimos pedazos de
carne sustanciosa fueron suficientes para hacerme durar hasta el final”.
Pavel
sigue narrando, sin enjuiciar, solo describiendo. Quizá sea esta aparente
frialdad, este distanciamiento, lo que
nos haga más impresión.
En El pez más caro de Centro Europa narra
una experiencia divertida: cómo su padre, vendedor de aspiradoras y
frigoríficos, paga con la misma moneda al “vivo” que le vendió un estanque sin
carpas. Por el mismo precio, él le venderá un frigorífico que es solo fachada.
“Ambos parecen estupendos, pero no tienen nada dentro”-concluye el padre,
zanjando la conversación telefónica.
Al servicio de Suecia
cuenta como su padre, gracias a la venta de aspiradoras Elektrolux, “fabricadas
en Suecia”, conoce al retratista pragués Vratislav Nechleba y maniobra para pedirle un retrato de la mujer
de su director general, que le tiene obnubilado. Le lleva a pescar y este pasa
un día estupendo junto al río Berounka, pero ni por esas pintará “esas
anchuras”. Solo su récord de ventas de aspiradoras le librará de ser despedido.
Carpas para la Wehrmacht
comienza: “Al principio de la ocupación confiscaron el estanque de papá en Bustehrad.
¿Cómo puede un judío criar carpas?-preguntó el alcalde…Cuando llegaron los
alemanes, confiscaron las carpas”.
La
familia se traslada de Praga a Bustehrad para estar cerca del estanque de su
padre. “Día y noche, papá se acercaba al estanque”. Guardaba un poco de pan
para echárselo a las carpas. Pero un día, antes de Navidad, el padre es llamado
al campo de concentración. No quiere dejar las carpas a los alemanes, así que,
una noche roba su propio pescado y lo lleva, vivo, a casa. Ese invierno
cambiarán las carpas por comida a comerciantes y granjeros de la zona. “Fue mi
Navidad más abundante”- certifica el escritor.
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Mientras
estuve en Praga, un día cogí el metro para acercarme al nuevo cementerio judío.
Sabía que en él estaban enterrados Kafka y Pavel. Era domingo, pero apenas me
crucé con dos o tres personas paseando por las avenidas principales. A la
entrada había un pequeño puesto de flores y compré dos, rojas: una gran
margarita para Kafka (en realidad, una gerbera) y una rosa para Pavel. Justo al entrar, un
cartel señalaba, a 250 metros, la tumba de Kafka. Me costó más encontrar la de
Pavel. Había que dar la vuelta al letrero. Le habían dejado castañas y pequeños
muñecos: un pez (qué lástima, no se me
ocurrió…), así como notas en papeles desteñidos. Yo también le dejé una:
“Gracias por tus libros”.
+ En
1986,
el director checo Karel Kachyna dirigió la película Sueños prohibidos protagonizada por Leo Popper, un representante de
ventas de Electrolux que tiene que sacar adelante a su familia. http://mubi.com/films/forbidden-dreams .
+
Tras volver de Praga, me enteré de que Max Brod esperaba cada día a Kafka, a
las dos en punto, en la torre de la Pólvora.+ En octubre de 2015, Sajalín Editores saca la primera edición de Carpas para la Wehrmacht, nuevos relatos de Ota Pavel, en castellano. Toda una alegría para mí.
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