miércoles, 5 de julio de 2017

JAVIER REVERTE. LA AVENTURA DE VIAJAR


“Siempre tuve el propósito…de ser escritor. Pero nunca, hasta hace muy pocos años, se me ocurrió ser un narrador de viajes…”. Así comienza el prólogo del libro subtitulado Historias de viajes extraordinarios“Mi primer libro viajero surgió de manera espontánea y por casualidad”- continúa.

VIAJES EN LA INFANCIA

Desde muy pequeño, viajar le pareció la mejor de las aventuras. “El sabor caldorro del agua de una cantimplora y la frescura del agua en las fuentes serranas, el olor a pinos en verano, el gusto de un bocadillo frío de tortilla de patatas, mi visión del mar un día de la infancia y el sonido del cencerro de los bueyes de una yunta constituyen las primeras sensaciones que identifico con el viaje”.

De los primeros años, recuerda las excursiones colegiales a la sierra madrileña. “Desde aquellos días, amo el macizo del Guadarrama”. La Fuente de los Geólogos, antes del alcanzar el puerto de Navacerrada, será para él siempre “mi fuente Castalia, mi fuente de la eterna juventud”.

También los veranos eran “tiempo de viaje”. Él solía ir con su familia los tres meses del verano a un pueblo de la sierra del Guadarrama, bien fuera Cercedilla o Valsaín. Eran “tres meses sin horarios, horizontes libres, las frescas pozas de los ríos serranos, los bosques y los cerros sin caminos, semanas para jugar sin tregua”.

Pero el viaje más importante de su niñez fue la primera vez que vio el mar, en Galicia, en Vigo. “Me crea una sensación de eternidad…y, paradójicamente, también de cobijo”.

Asociados a la niñez están olores “a hierba recién cortada y a estiércol” en Galicia; o el olor a mar, “a bajamar y a broza [restos de plantas o desperdicios]”.

VIAJAR  POR EL PERIODISMO
                           
“Apenas había viajado hasta que comencé a ejercer el oficio de periodista…A los veinticuatro años (en 1968), no había pisado un país extranjero, ni siquiera las vecinas Francia y Portugal…”. Fue tras casarse cuando pisó por primera vez Inglaterra, Italia o Francia. Y ya no paró…

“La primera vez que me subí a un avión quizás tenía veintiuno o veintidós años”. Fue a Barcelona, a cubrir una feria de muestras de maquinaria agrícola. A pesar de ser un avión de hélice destartalado, la experiencia le encantó. “¡Era maravilloso volar!”.

Su primer viaje importante en calidad de reportero es a Belfast mientras estaba de corresponsal en Londres. Es su primer contacto con la violencia. “Yo aprendí como periodista a ver el mundo, a gozarlo, a sufrirlo, a reflexionar sobre la existencia humana, sobre la violencia, el dolor y la alegría, sobre la risa, la perplejidad  y la lágrima”.

En 1984, tras cerrar el diario Pueblo, del cual él era subdirector, “me convertí en free lance, al tiempo que intentaba hacerme un hueco como escritor en el universo literario español, asunto que me costó años de esfuerzo, de sangre, de sudor y alguna que otra lágrima…”.

“No existe el gran viaje si cuanto sucede en el camino no te transforma en alguna medida”.


El viaje a Centroamérica, que realiza poco antes, “me ayudó a cambiar mi concepto de la escritura y tal vez mi visión de la vida”. Viaja a Guatemala, El Salvador y Nicaragua, entonces inmersos en guerras civiles. “En Nicaragua comencé a ver el mundo con otra mirada…Aquel viaje a Nicaragua me empujó a abandonar la dedicación plena al periodismo. Decidí emplear la mayor parte de mi esfuerzo en la literatura y ganarme la vida ejerciendo ocasionalmente como free lance de prensa”. De este viaje nacerá su primera novela de la Trilogía de Centroamérica, Los dioses debajo de la lluvia, publicada en 1986, que fue Premio Ateneo de Santander. “Lo que escribía en mis crónicas no era suficiente…supe que necesitaba de la ficción para contarlo”.

“Yo intentaba conseguir encargos bien pagados para quitarme luego de en medio unas cuantas semanas… y viajar y escribir libros. Hice guiones de documentales de televisión, fui reportero también para televisión, guionicé una novela para la radio, viajé y escribí por encargo de revistas turísticas, colaboré como enviado especial en algunos semanarios y periódicos, elaboré artículos para agencias de prensa e, incluso…, participé en dos encuentros de escritores…, uno a los campamentos de refugiados saharauis [en 1981] y otro a Verines, en Asturias [en 1985]”.

“Solo conservo recuerdos vivos de aquellos lugares que han tocado de alguna manera mi corazón”.

En 1992 viaja al Sahara, a Timimoun. “Venía observando que escribir y viajar de la forma en que lo hacía no daba satisfacción a un extraño anhelo que iba creciendo dentro de mí…un modo de mirar y de expresarme que…acabó por florecer un par de años después en mi libro El sueño de África”.


 HACIENDO FICCIÓN DE LA REALIDAD

Muchas de las personas que se ha ido encontrando en sus viajes han pasado a formar parte de su universo literario; por ejemplo, el taxista Luis García, de Nicaragua. “No utilicé a Luis como uno de los personajes de la novela [El aroma del copal]. Sin embargo, sus rasgos y muchas de sus historias aparecen en…El aroma del copal, que transcurre en Guatemala. Luis está en el alma de un personaje al que llamé Efrén”.

También los paisajes y los escenarios. “…Lo que he intentado hacer con la literatura: transmitir a quien me lee los desasosiegos, exaltaciones, agitaciones, euforias, tristezas o alegrías que nutren la existencia humana, tanto en mi propio ánimo como, sobre todo, en el de mis semejantes”.

VIAJERO LITERARIO

“Nada hay que me provoque tanto el deseo de viajar a un sitio como un libro…Lo que busco es contrastar con mis sentidos la realidad de lugares sobre los que he leído mucho y que han despertado mis emociones”.

En Chipre, visita Bellapais, “donde Lawrence Durrell vivió durante unos años y escribió Limones amargos”. Allí toma el té en una terraza al pie del árbol del que se habla en el libro.

También visita la casa donde nació Elías Canetti, en Ruse, Bulgaria. Recorre en Praga las calles donde vivió Kafka y toma vino en el café donde solía sentarse Rilke.

“He visitado la Cuernavaca de Lowry, paseado por los campos manchegos de don Quijote y Sancho, recitado una oración fúnebre ante el túmulo de los griegos muertos en Maratón…, pateado los campos cretenses de Kazantzakis, bebido en el habanero Floridita un daiquiri en honor de Hemingway, surcado las aguas del Yukon de Jack London y recitado el comienzo del Ulises de Joyce  en la torre de Sandycove el Bloomsday”.

UN VIAJE EXTRA-ORDINARIO

Fue en un crucero (un “megacrucero” en el mayor barco de pasajeros del mundo en ese momento) entre Río de Janeiro y Miami con escalas en algunas islas de las Antillas (Barbados, Martinica y Sint Marteen), en 2004.

Su conversación con Margot, una catalana “ágil y jovial” cercana a los setenta años, toda una fuente de información, le proporcionó una experiencia de primera mano: “En estos viajes se compra muchísimo, es a lo que venimos… Aprovecha: aquí en Barbados están muy baratas las esmeraldas…En los cruceros de lujo, la media de edad está entre los setenta y cinco años y la muerte…”. 

FRASES Y REFLEXIONES

“El corresponsal diplomático era una especie de cronista de sociedad”.

En los periódicos de hoy, no encontramos historias…no nos relatan nada esencial sobre nosotros mismos salvo en muy raras ocasiones…”.

“A menudo la literatura debe cumplir la función de hacer verosímil la vida”.

“Hoy en día, son nuestros sentidos quienes nos hacen viajeros, no nuestra mente”.

“El viaje es, sobre todo, una aventura sensual y sentimental”.

ALGUNOS TRABAJOS

-       Guiones para documentales de televisión, como las series Ciudades para vivir y Las aguas del recuerdo.

-       Reportero para En portada sobre el mundo de las geishas en Kioto,  Japón.

-     Para Documentos TV, Argentina en el diván, “el mejor reportaje que he hecho en mi vida para televisión, porque reunía actualidad, historia, crítica social, vida y humor”.

DE RABIOSA ACTUALIDAD





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