Cogí el libro de la biblioteca por su comentario en la
portada: “Ese fue el año en que conocí a la anciana que entregaba cartas a los
muertos”… El título también era sugestivo:
La casa del álamo. Y la portada…, sencilla.
Es un libro maravilloso.
Su autora nació en Tokio en
1959. En 1992 publica su primera novela, Los
amigos (Natsu no niwa), llevada al cine por el director Shinji Somai en
1994 con guion de Yôzô Tanaka.
La
casa del álamo (1997) es llevada al cine en 2015, y Viaje a la costa (2010), adaptada al
cine por Kiyoshi Kurosawa, recibe en 2015 el premio Un Certain Regard a la mejor dirección en el Festival de Cannes.
“Encontramos la casa del
álamo gracias a esos trayectos en tren…”.
La casera de los
apartamentos El Álamo tiene un cajón lleno de cartas: “Me confían cartas para
el otro mundo…”- le confiesa a Chiaki, de seis años.
La niña empieza a escribir
cartas a su padre muerto. “Mi primera carta fue así: “Padre: ¿Cómo estás? Yo
estoy bien. Adiós”.
Al cumplir siete años, tiene
algo más que contarle: … “Madre me ha comprado una tarta de cumpleaños. La
hemos cortado y le hemos acercado un pedazo a la casera. Ella llama a la tarta
“dulce occidental”. Y después hemos llevado otros trozos a nuestros vecinos, el
señor Nishioka y la señorita Sasaki. Estaba deliciosa. Madre me ha regalado un
libro titulado Las aventuras de Elmer”.
“Una
carta libera el corazón de quien la escribe”
A partir de entonces empieza
a contarle todo lo que sucede a su
alrededor, todo lo que siente: “Las cartas eran como un diario”… Y se
convierten en un hábito. “Durante los tres años que viví en la Casa del
Álamo…”. “Yo tenía diez años cuando mi madre decidió volver a casarse y
abandonamos la Casa del Álamo”…
Solo al final, cuando la
enfermera Chiaki acude al funeral de su casera, nos enteramos de la realidad…
No hay comentarios:
Publicar un comentario