Este año se celebra el
Año Dickens, al cumplirse el bicentenario de su nacimiento en 1812. Con este
motivo, vuelven a resucitarse estudios sobre su obra, así como a editarse
nuevos trabajos, traducciones y adaptaciones de sus obras más exitosas.
Quizá lo que menos se
conozca sean sus trabajos nacidos de sus viajes y excursiones por aquí y allá.
Siempre
me he resistido a leer a Dickens, pese a todas las personas que hablan bondades
sobre él. Me parecía sentimental, melodramático y no lograba conectar, a pesar
de haber visto adaptadas al cine muchas de sus novelas.
Todavía
al preparar este artículo pensaba en qué leer diferente, menos conocido, con
otro lenguaje, menos literario. Y encontré las Estampas de Italia. Lo escribe a los 32 años, cuando ya ha
publicado Oliver Twist o Nicholas Nickelby. Narra su partida de
la plaza Belgrave de Londres y del hotel Meurice en la rue Rivoli de París. Va
en un carruaje inglés “de considerable tamaño”, con cuatro caballos y un postillón.
En Francia, atraviesa Marsella, Chalons y Lyon. Navega por el Ródano, duerme en
Aix en Provence y, finalmente, llega a Génova en un vapor, el Marie Antoinette. Ha alquilado una casa
en Albaro, un barrio a unas dos millas de la ciudad. “Un patio feo y lleno de
hierbajos, anexo a una especie de cárcel rosada. Me dijeron que yo vivía allí”.
[Años más tarde pondrán en las paredes rosas una placa a “Carlo Dickens, genial
y profundo revelador del sentimiento moderno”]. Lo que destaca de la mansión es
que está “en uno de los mejores emplazamientos imaginables”, frente al
Mediterráneo. La vista es preciosa, pero hay muchas moscas y las pulgas “son
legión”. A los tres meses, cuando vence el alquiler, se traslada al Palazzo
Peschiere, “rodeado de hermosos jardines propios, adornado con estatuas,
jarros, fuentes, pilones de mármol, terrazas, paseos de naranjos y limoneros,
rosaledas y camelios”.
Pero
no se queda quieto, sometido a la vida contemplativa, sino que desde ahí se
desplaza a distintos lugares, de los que deja testimonio: Parma, Módena,
Bolonia, Ferrara, Verona, Mantua, Milán…
En
sus páginas aparecen las pastoras reales, mujeres trabajadoras y esqueléticas
que nada tienen que ver con los poemas pastoriles; ancianas consumidas, mendigos, manicomios, prisiones, los exvotos, el
Bambino milagroso, una decapitación, el carro de los muertos, el juego nacional
de la morra, las loterías…
Nombres
y adjetivos hablan de: habitaciones lúgubres, suciedad, desolación y deterioro,
olor a putrefacción…Dickens es un concienzudo observador y un agudo descriptor
de ambientes y de personas, aunque es deudor del estilo folletinesco de las
novelas por entregas de la época (se compromete a escribir doce mil palabras al
mes y eso son muchas páginas que hay que llenar). El conductor de uno de los
coches que lo traslada de Verona a Mantua lee Los misterios de París, publicada un año antes por Eugène Sue,
modelo de ese tipo de literatura truculenta. Por otro lado, Dickens era un
ávido lector del romance gótico y la novela picaresca del siglo XVIII inglés.
Aunar lo imaginado con
las realidades de la vida
Dickens
nació en Portsmouth, Inglaterra, en 1812; era el segundo de los ocho hijos de
un funcionario de la Marina. De
1817 a
1821 reside en Chatham. “Todas mis lecturas y mis primeras imaginaciones
proceden de este lugar y Rochester” -dirá. En David Copperfield -su “hijo predilecto” de entre todas sus obras -cita
los personajes literarios que le hacen soñar de niño: “He sido Tom Jones
durante toda una semana. Estuve convencido de ser Roderick Random durante por
lo menos un mes…He visto a Tom Pipes escalar el campanario de la iglesia; he
observado a Strap con la mochila a su espalda…”. A los 12 años, ya en Londres, tuvo
que ponerse a trabajar en una fábrica de betún, al encarcelar a su padre por
deudas. Sus estudiosos explican que de ahí saldrá su visión del mundo, de la
pobreza, de la infancia y de la ciudad. Londres y su propia vida serán dos de
los fundamentos de sus obras. De sus callejeos por Londres procede el
conocimiento de sus calles y gentes. “Conocía todo desde Bow hasta
Brentford”-explica uno de sus allegados.
En
Estampas de Italia, las comparaciones
con Londres surgen de cuando en cuando: “Roma parecía ¡¡¡Londres!!! Se alzaba
bajo una gruesa nube…”. “Los pasajes más sórdidos y más estrechos que ninguno
del barrio londinense de Saint Giles” -escribe de las callejas de Génova. O de
los palazzos, “cada milímetro del vestíbulo estaba elaboradamente pintado pero
tan sucio como una comisaría londinense”.
Lord
Jeffrey le escribe en 1842, tras publicar Cuento
de Navidad, una de sus obras más leídas por personas de todas las edades:
“Con esta publicación habéis hecho nacer más actos positivos de caridad que los
que pueden atribuirse a todos los púlpitos y confesionarios de la Cristiandad desde la Navidad de 1842” .
“Lograr
la fusión de los atractivos de lo imaginado con las realidades de la vida” es
uno de sus objetivos a la hora de novelar.
Un andarín empedernido
Por
temporadas insomne, Dickens dará maratonianos paseos nocturnos, a veces de
hasta 30 kilómetros .
En
La tienda de antigüedades (1840) hace
decir a uno de sus personajes: “La noche suele ser mi hora de paseo…Me brinda
mejor ocasión para reflexionar sobre el carácter y profesión de los que pueblan
las calles”.
En
Estampas de Italia narra la excursión
al Vesubio, primero en caballo y luego a pie, hasta el cono del volcán.
“Subimos laboriosamente durante mucho rato”. La bajada, a la luz de la luna,
sobre una superficie helada, será peligrosa. “A veces caminando, a veces
arrastrándonos sobre el hielo…preocupados continuamente por la posibilidad de
que se caiga alguno de los de atrás, poniendo en peligro el descenso de todo el
grupo”.
De
Génova, comenta: “Es un lugar que vas haciendo tuyo cada día. Parece que
siempre hay algo nuevo que descubrir en él. Tiene las callejas y caminos más
extraordinarios para pasear”. “La carretera de la costa entre Génova y Spezia
me parece lo más bello de Italia”.
En
Roma, visita el Coliseo una y otra vez, “casi todos los días, -no podía pasar
un día sin volver- en un momento u otro para salir a la campiña, pasada la
tumba de Cecilia Metella”. “Las excursiones por los alrededores de Roma son
preciosas”: Albano, Tívoli, la
Villa d´Este, Frascati…”Un día fuimos caminando a Albano (a
catorce millas de distancia) por la antigua vía Apia. Salimos a las siete y
media de la mañana…”.
A
finales de agosto de 1857 escribe a su amigo Forster (que será su primer biógrafo): “He convenido con Collins
[el escritor Wilkie Collins con quien colaborará en alguna obra escrita a dos
manos] que el lunes que viene saldremos en una expedición que dure diez o doce
días para hacer una gira por posadas y rincones de la costa en busca de un
artículo y sin utilizar el ferrocarril”. A primeros de septiembre partieron en
dirección a Carlisle, y este es el comienzo de su obra titulada La
descansada jira de dos desocupados aprendices: “En el mes otoñal de
septiembre del año mil ochocientos cincuenta y siete, fecha en que ocurren
estos hechos, dos aprendices holgazanes, a los que el verano largo y caluroso,
había dejado rendidos a fuerza de trabajo continuo y atosigador, se fugaron del
patrono a quien servían [la
Literatura ]”. Su fin era “realizar una excursión en cualquier
dirección, y sin ninguna finalidad”.
Recuerdos de infancia.
La importancia de una buena educación
En
el prólogo a la edición económica de Vida
y aventuras de Nicholas Nickleby cuenta sobre las escuelas de Yorkshire, -que
serán protagonistas de la historia: “No puedo recordar en este momento cómo
llegué a oír hablar de los colegios de Yorkshire cuando aún era un chiquillo,
no muy robusto, y me sentaba en los apartados lugares de las cercanías del
castillo de Rochester, con la cabeza llena de Partridge, Strap, Tom Pipes y
Sancho Panza; pero sí sé que fue entonces cuando recogí mis primeras
impresiones sobre ellos, y que estaban en cierto modo relacionadas con un niño
que había regresado a su casa con un absceso supurado a consecuencia de que su
mentor en Yorkshire, filósofo y amigo, se lo había abierto con un cortaplumas
manchado de tinta”. Dickens se tiene a sí mismo por “un niño de aguda
observación” que conserva un vivo recuerdo de su infancia.
En
1846 publica en el Daily News -fundado
por él- una carta a los lectores titulada “El
delito y la educación” en la que habla de la prevención del delito mediante
la educación: “Llamo la atención a los lectores del Daily News hacia el
esfuerzo que desde hace tres años y medio se viene realizando para llevar a los
parias más miserables y abandonados de Londres los principios más elementales
de religión y de moral; para que empiecen a saber que son seres humanos
inmortales, sin esperar a que tengan por único maestro al capellán de
prisiones; para dar a entender a la sociedad que sus obligaciones para con esta
hueste desdichada, predestinada al delito y a su castigo, empiezan antes de
llegar a la Comisaría
de Policía , y que el consentir despreocupadamente, año tras año, la existencia
en esta ciudad, la más importante del mundo, de un inmenso y fatal vivero de
ignorancia, vicio y miseria, de un criadero de habitantes para los pontones y
las cárceles, es un espectáculo que produce horror…Con la esperanza de que
algunos de los que se interesan por mí como novelista fijen su atención en este
asunto”.
PARA SABER MÁS
Algunas curiosidades
- Su primer artículo, Una cena en Poplar Walk, se publica en
1833 en
Monthly Magazine.
- La familia veranea en Bleak House, -título de una de sus obras -en
Broadstairs, Kent, entre 1837 y 1851.
- Entre 1858 y 1870 hace lecturas públicas, más de 400, de fragmentos
de sus novelas, con asistencia de hasta 2.000 ó 3.000 personas. Las primeras
lecturas incluyen Cuento de Navidad, la escena del juicio de Los
papeles de Pickwick, así como la muerte de Paul Dombey, de Dombey e hijo,
y de la señora Gamp (de Martin Chuzzlewit). Luego se añadieron episodios
de David Copperfield (los de James Steerforth y Emily) y de Nicholas
Nickleby (el de la escuela Dotheboys Hall). Gran aficionado al
teatro, cada lectura era una puesta en escena que le dejaba agotado y exhausto.
- Su tataranieta, Monica Dickens (1915-1992), también escribe. En 1970,
publica en inglés La casa del Fin del Mundo (The House at World´s End),
traducida por SM El barco de vapor en 1987.
http://www.dickens2012.org/dickens-teesdale-celebrations-barnard-castle-teesdale-uk. En ella aparecen varios acontecimientos que tendrán lugar en 2012, no sólo en el Reino Unido. Por ejemplo, en Australia y Nueva Zelanda, la actriz nominada a los premios BAFTA Miriam Margolyes pondrá voz a varios de los personajes femeninos de las novelas de Dickens, como la señora Micawber, de David Copperfiel; la señora Gamp, de Martin Chuzzlewit, o la señorita Havisham, de Grandes Esperanzas.
En Inglaterra, en el hotel Lion de Shrewsbury, donde Dickens hizo al
menos dos lecturas públicas, los salones volverán a acoger algunos de los
fragmentos más recordados.
En castellano, especial en el diario El Mundo. http://www.elmundo.es/especiales/2012/cultura/dickens/londres.html.
Algunos otros libros
-
David Copperfield. Alba
Editorial, 2011.
-
Canción de Navidad. Castalia,
2011.- Oliver Twist. Anaya, 2011.
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